sábado, 5 de enero de 2013

MALOS MUCHACHOS


MALOS MUCHACHOS

“Si buscan alguien que te trate mal
cuenta conmigo…”
“Cuenta Conmigo”, Joaquín Sabina/Joan Manuel Serrat

"Tengo todas las características de un ser humano: carne, sangre, piel, pelo. Pero ninguna emoción clara e identificable, excepto la avaricia y la aversión. Está ocurriendo algo horrible dentro de mí y no sé por qué. Mis sangrientas lujurias nocturnas están empezando a apoderarse de mí, me siento letal, al borde del frenesí, creo que mi máscara de cordura está a punto de desmoronarse."  
Patrick Bateman, “American Psycho”

Como a casi las damas y damitas, en la vida contante y sonante, prefiero a los señores que me regalan flores, me cuidan cuando estoy enferma y me pagan las cuentas. Pero si de cine se trata, vaya a saber por qué gen depravado, me gustan los tipos malos. Malos no, malísimos. Abominables. Yo, que en la vida real sufro un desmayo cada vez que me pincho un dedo con una aguja y veo una minúscula gotita de sangre, babeo por señores que portan hachas, cuchillos, escopetas y todo tipo de adminículo dañino y no dudan en usarlos. No le busquen una explicación racional a esta conducta estrafalaria, porque no la tiene.
Sin decidir todavía cuál es mi favorito, he aquí mi Top Five de psicóptas que están para el crimen. Aparecen en la lista en el mismo orden que aparecieron en el cine. Alguno podría suponer que estos lunáticos de mentiritas me gustan tanto porque, en general, están interpretados por actores bellísimos. Puede ser. ¿Pero no sería más sanito gustar del Brad Pitt de “Legends of the Fall” (“Leyendas de pasión”) y no del de “Kalifornia”? Ustedes dirán. 

 
ALEX  DE LARGE - MALCOM McDOWELL,  (“A Clockwork Orange” - “La naranja mecánica”-, 1971)

Si bien Malcom McDowell es hoy un señor de casi 70 años con el pelo blanquísimo, en sus años mozos supo ser el psicópata hot por excelencia. Sin ser estrictamente bello (su nariz algo toronjil le jugaba en contra, aunque el mismo apéndice nasal imperfecto no impidió que Richard Gere se convirtiera en el galán más amado por señoras y señoritas, según mis últimas investigaciones), Malcom era enormemente sensual. Muy sexy. Como buen inglés, empezó su carrera como actor shakesperiano, pero la fama mundial le llegó de la mano de “A Clockwork Orange” (“La naranja mecánica)”, película de 1971, basada en la novela de Anthony Burgess del mismo título,  escrita y dirigida por Stanley Kubrick, que narra las aventuras, relatadas por él mismo,  de Alex DeLarge, un psicópata muy carismático, cuyos placeres son la música clásica, especialmente Beethoven, y la “ultra-violencia”. Lidera una banda de bravucones, Pete, George y Dim, sus drugos (del término ruso друг,  “amigo”, “colega”), con los que comete una serie de delitos violentos. Alex es capturado y se le intenta rehabilitar a través de una terapia experimental de aversión a la violencia, el Tratamiento Ludovico. Cuando el tratamiento concluye, el joven es devuelto a una sociedad brutal, donde las ovejas no encajan y donde todas sus víctimas buscan revancha. Después de un intento de suicidio, termina siendo utilizado políticamente para desprestigiar al gobierno que puso en marcha al Tratamiento Ludovico. La presión puesta de la sociedad al gobierno obliga a éste a sanar a Alex, quien recibe una visita en el hospital del gobernador, el cual tras una amistosa charla, lo convence de que dé buena imagen del gobierno al pueblo. Alex accede  y, ya sin rastro alguno del Tratamiento Ludovico, termina de narrar su historia con la mítica frase: "Definitivamente, me había curado." 
Stanley Kubrick obvió, en su película, el capítulo Nº 21 de la novela de Burguess, que muestra como, al madurar, Alex va perdiendo el gusto por la “ultra-violencia” y comienza a desear otras cosas, como establecerse y formar una familia. Kubrick sustituyó la metamorfosis positiva de Alex por la visión de la maldad de la naturaleza humana como algo inamovible, obligando, en cierta medida, a sacar una conclusión final negativa de la película (al contrario que en la novela original). Aún hoy se siguen editando ejemplares de “A Clockwork Orange” sin el Capítulo 21, cosa que ponía a Anthony Burguess de los pelos. El DeLarge también corrió por cuenta de Kubrick, porque en la novela el personaje es, simplemente, Alex.
Si bien la película de Kubrick data de 1971, fue la primera película prohibida para mayores de 18 años que vuestra servidora, de dulces 17, pudo ver en el cine, en los albores de la democracia (el film estuvo mucho tiempo prohibido en Argentina). Para lograr semejante hazaña, mi hermana y yo nos tiramos todo el catálogo de Alba encima, quedando más aptas para una función de “La cage aux folles” (“La jaula de las locas”) que para una de “A Clockwork Orange”.

  
EARLY GRAYCE – BRAD PITT  (“Kalifornia”, 1993)

“Kalifornia” es una película de 1993 dirigida por Dominic Sena. Brian Kessler (David Duchovny), periodista, y Carrie Laughlin (Michelle Forbes), fotógrafa y pareja de Brian, deciden iniciar un viaje en automóvil a California, con la intención de hacer escalas en sitios de los Estados Unidos donde han vivido y cometido sus crímenes algunos de los asesinos seriales más célebres de la historia. Brian planea escribir un libro sobre su paso por estos siniestros lugares, y Carrie, ilustrarlo con sus fotografías. Para ayudar a solventar los gastos del viaje, la pareja decide buscar compañeros de ruta, que solicitan poniendo un anuncio en el boletín de una universidad cercana. El anuncio es respondido por Early Grayce (Brad Pitt), lo que para algunos puede ser considerado como un golpe de mala suerte, pero para vuestra servidora es una bendición: loco, asesino y roñoso, Brad sigue siendo Brad.   Early y su pareja, Adele (Juliette Lewis),  no tienen nada que ver con  Carrie y Brian. Son pobres y carecen de educación. Sin embargo, y contra la voluntad de Carrie, Brian decide aceptarlos como compañeros de viaje. Lo que ignora es que Early está en libertad condicional y es un incipiente asesino serial de temperamento impredecible. Después de matar a su casero cuando le pide la renta, Early decide irse de viaje para huir de la policía, y Adele,  una chica algo tontuela que no conoce la naturaleza real de su pareja, accede encantada.
Ya en viaje las dos parejas tienen ciertos conflictos acarreados por sus profundas diferencias. En un momento, la cosa se pone realmente fea y Early da riendas sueltas a sus impulsos asesinos, dejando en el camino un retal de cadáveres.
Brad Pitt, es, sin lugar a dudas, uno de los hombres más hermosos del mundo. Es tan lindo que, aún cuando se saca una bota y deja al descubierto una media más repulsiva que las de mi hijo, una no puede dejar de pensar: “¡¡¡¡Oh!!!! ¡¡¡¡Brad!!!!” Si bien, a lo largo de su prolífica y exitosa carrera, Pitt ha interpretado a personajes encantadores: ¿cómo olvidar a Paul Maclean en “A River Runs Through It” (“El río de la vida”) o a Tristan Ludlow de “Legends of the Fall” (“Leyendas de pasión”)?  Early Grayce, señores, tiene algo. Además de una locura galopante, claro.

  
PATRICK BATEMAN – CRHISTIAN BALE (“American Psycho”, 2000)

He aquí el psicópata más hot de la historia: Patrick Bateman. Que Christian Bale le ponga el cuerpecito a este desequilibrado niño rico lo hace absolutamente irresistible. La película “American Psycho”, inspirada en la novela homónima de Bret Easton Ellis y dirigida por Mary Harron, se centra en la vida de Patrick Bateman, un claro ejemplo del yuppie neoyorkino, bastante desmotivado hasta que descubre su gusto por la sangre, predilección que lo lleva a convertirse en un brutal asesino en serie, protegido por su status social y por esa carita de ángel que tiene. Patrick es obsesivo hasta lo insoportable -lo mismo le da por estudiar minuciosamente el vestuario de sus amigos como por elucubrar engorrosas teorías sobre Withney Houston-, cultiva su cuerpo y  su apariencia, y presta muchísima atención a los objetos, las marcas y el diseño. Una de las cosas más atractivas que tiene “American Psycho” (además de las hachas, los cuchillos y las motosierras) es la rutina matinal de Patrick: ejercicio y un extenso ritual de higiene corporal. Ahhhhhhhhhhh.
“American Psycho” es el retrato integral de la mente de un asesino en serie. Las escenas de sexo y de violencia están filmadas con mucha sobriedad, pero no dejan de ser turbadoras. Christian Bale está soberbio como este bello monstruo, feroz y vulnerable. Transmite todos los matices de una mente enferma tan sólo con una expresión facial: ambición, locura, lujuria, furor. Pero también cierta ternura. Después de todo, Pat sólo quiere que lo quieran. Está errando el camino para conseguir tal fin, pero bue.
La novela de Bret Easton Ellis, además de retratar las andanzas de Patrick, es una fuerte crítica social al  modo de vida de los yuppies de finales de los 80’s, resaltando sus aspectos más negativos: el exitismo económico y materialista como aspiración suprema, las relaciones humanas superficiales, el cultivo exagerado de la apariencia, el narcisismo, el sexismo, el desprecio racial y la xenofobia.
Tanto en el final de la novela como en el de la película, se revela que la mayor parte de los crímenes de Patrick Bateman son producto de su imaginación enferma, aunque se deja abierta la posibilidad de que algunos asesinatos sí fueran cometidos realmente.


SWEENEY TODD – JOHNNY DEEP (Sweeney Todd– “Sweeney Todd, el barbero demoníaco de la calle Fleet”, 2007)

Sweeney Todd, el barbero demoníaco de la calle Fleet,  es un legendario personaje del Londres Victoriano del siglo XIX, cuya veracidad no ha sido comprobada. Una de las primeras noticias inglesas sobre el barbero asesino fue su aparición en el Nº 7 de The People's Periodical,  fechado el 21 de noviembre de 1846, donde es el personaje principal de una historia probablemente escrita por  Thomas Prest, "The String of Pearls: A Romance". 
La historia de Sweeney Todd sirvió de inspiración para algunas películas y un musical de Brodway. En 2007, las correrías de este psicópata vengativo fueron llevadas al cine por el genial Tim Burton, y protagonizadas por Johnny Depp y Helena Bonham Carter. 
Benjamin Barker (Johnny Depp), un experto barbero, es acusado de un crimen que no cometió y condenado a una vida de trabajos forzados en Australia por el corrupto juez Turpin, que pretende casarse con su esposa. Veinte años después, Barker vuelve a Londres haciéndose llamar  Sweeney Todd.  Allí se dedica a asesinar  a sus clientes con una navaja de afeitar, con el beneplácito de su cómplice, la Sra. Lovett (Helena Bonham Carter), quien convierte los cadáveres de las víctimas en populares pasteles de carne. La película es un musical y sí, además de ser bello, sexy e inteligente, ¡Johnny Depp canta bien!
No hace falta estar tan loca como la Sra. Lovett para enamorarse de Sweeny Todd.  Johnny Depp con navaja en mano es irresistible. Ya sé lo que estarán pensando las damas: que Johnny Depp es irresistible con peluca naranja y pretensiones de sombrerero en “Alice in Wonderland” (“Alicia en el país de las maravillas”), es irresistible con suéter de cachemira y zapatos de taco en “Ed Wood” y es irresistible con colmillos en “Dark Shadows” (“Sombras tenebrosas”). Pero como Sweeney Todd tiene ese no sé qué que cautiva a las señoras y señoritas  que gustamos de los malos muchachos.  Porque si van a ser malos, que sean malos en serio.
En 2007, el periodista Peter Haining publicó el libro “Sweeney Todd: The Real Story of The Demon Barber of Fleet Street”, donde asegura haber encontrado pruebas de la existencia del personaje que confirman, incluso,  la mayor parte de los datos de la historia, tales como la situación de la barbería y la existencia de la cercana pastelería, pero nadie le creyó demasiado. La que sí es absolutamente real es la historia de Bernabé Cabard (a) “El barbero asesino” y Pedro Miquelón (a) “El pastelero de carne humana”, quienes entre 1410 y 1415, en París, se dedicaron a las mismas actividades ilícitas que Sweeney Todd y la Sra. Lovett.


KEVIN KHATCHADOURIAN – EZRA MILLER (“We need to talk about Kevin” – “Tenemos que hablar de Kevin”, 2011)

Y sí de psicópatas hot hablamos, tenemos que hablar de Kevin. Sí, sí, Ezra Miller es muy chiquitito. Pero ahí hay futuro, señores. Se los aseguro yo, que de esto sé un montonazo.
“We need to talk about Kevin” (“Tenemos que hablar de Kevin”), es una película de 2011 dirigida por Lynne Ramsay, basada en la novela homónima de Lionel Shriver. El adolescente Kevin Katchadourian (Ezra Miller) está en la cárcel después de cometer una masacre en su escuela y de haber asesinado a su padre y a su pequeña hermana, Celia. Su madre, Eva (una estupenda Tilda Swinton), escritora que alguna vez tuvo éxito, vive sola en una casa en decadencia y trabaja en una agencia de viajes en un pueblo cercano a la prisión donde visita a Kevin. Ella lo recuerda mientras crecía, haciendo frente, a la vez,  a la hostilidad de sus vecinos, quienes la culpan por haber parido a un demonio. Sus recuerdos aparecen en escenas retrospectivas que narran la imposibilidad de conectarse con su embarazo, la niñez de un hijo difícil con el cual no pudo relacionarse y la negación sistemática de su esposo con respecto a los problemas de Kevin. Había que hablar de Kevin pero nadie habló y el monstruo fue creciendo hasta desencadenar una tragedia.
La película concluye en el segundo aniversario de la masacre, cuando Eva visita a su hijo en prisión. Kevin está ansioso porque su cumpleaños número 18 y su traslado a una cárcel para adultos son inminentes. Eva le pregunta por qué cometió los asesinatos y él responde que, en su momento, creía saber por qué lo había hecho pero que ahora no estaba tan seguro. Eva lo abraza y él se despide de ella mientras un par de guardias lo sacan de escena.
La película es durísima. La novela de Lynne Ramsay generó mucha controversia. Pero Ezra Miller es un Kevin estupendo, diabólicamente bello. Ezra es sumamente sensual de por sí, pero la mirada perversa de Kevin le da un atractivo espeluznante. 
Ezra Miller anda por los veinte añitos.  Un pichón. 


BONUS TACK: DEXTER MORGAN – MICHAEL C. HALL (“Dexter”, 2006/2012)

Ya sé que esta es un recuento de psicópatas hot cinematográficos. Pero quienes me conocen saben de mi devoción por Dexter Morgan, a quien incluyo en este listado a modo de bonus track, a pesar de que es un personaje de TV y, además, no es un mal muchacho. Es… Dexter.
Dexter Morgan (Michael C. Hall) es el protagonista de una serie de televisión que debutó el 1 de octubre de 2006. Forense analista de sangre del Departamento de Policía de Miami  de día y  asesino en serial de noche, Dexter elige muy bien a sus víctimas: malos muchachos. Muy malos.
La primera temporada de la serie se basó en la novela “Darkly dreaming Dexter” (“Dexter: El oscuro pasajero”), de Jeff Lindsay. Lindsay ha escrito varias novelas con Dexter Morgan como protagonista, pero a partir de la segunda temporada, las aventuras del Dexter televisivo y del Dexter literario tomaron distintos rumbos.
Dexter Morgan es un psicópata hot con todas las letras. Un bombón asesino, para decirlo de manera nacional y popular.  Aunque mi mamá, que se enamora de todos los policías de “La Ley y el Orden”,  esté esperando a que termine la serie para que lo metan en cana.
  
Aquí doy por terminado este opúsculo, esperando que mi declaración de amor a estos bellos monstruos no haya herido sensibilidad alguna. Recuerden, señores, que estamos hablando de ficción y que si empezamos cuestionando a Dexter Morgan podemos terminar objetando a Rodion Raskolnikov. Cosa que sería, no sólo tristísima, sino poco civilizada. Y recuerden, también, que hay mujeres mucho más locas que yo que se enamoran de psicópatas de verdad. Padecen de enclitofilia. Ted Bundy, un famoso American Psycho, fue condenado por cometer más de treinta homicidios: torturaba a las mujeres  y después las mataba a golpes o mazazos. Por increíble que parezca, este verdadero monstruo tuvo un Club de Admiradoras que lo visitaban en la cárcel para tener relaciones íntimas con él. Lo mío es sobredosis de popcorn, nomás.

Buenas tardes.

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