miércoles, 16 de marzo de 2011

DE LIMPIEZAS, DESBLOQUEOS, AMARRES Y PREDICCIONES


 DE LIMPIEZAS, DESBLOQUEOS, AMARRES Y PREDICCIONES

"Los más rezan con los mismos labios que usan para mentir." 
 José Ingenieros

Harto sabido es que, a falta de una  mansión victoriana donde languidecer como Dios manda, vivo en un minúsculo departamento sobre la sacrosanta residencia de mi sacrosanta madre. La posibilidad de la mudanza se contempló muchísimas veces, pero siempre fue descartada. Cortar el cordón umbilical no es lo mío.
Hete aquí que, una tarde no muy lejana, me encontraba vegetando en mi residencia cuando un olor dulzón y nauseabundo y una fastidiosa humareda invadieron mi espacio vital. Inmediatamente fui a pedirle a mi progenitora las explicaciones del caso:
-¿Me querés decir que corno es todo este humo, ma? ¿Y este olor asqueroso? ¿Qué se te está quemando?
-No se me está quemando nada. Estoy “limpiando” la casa. Para sacar la mala onda.
-¿Así es como “limpiás” vos, mamá?
-Sí, quemando esto, esto y esto. Porque Fulana me tiró las cartas y me dijo que había que “limpiar la casa”, ¿entendés?  Ya sé que vos no creés en nada, pero me dijo “todo” cuando me tiró las cartas. “Todo”. Vos tirabas bien las cartas, yo no sé por qué no las quisiste tirar más.
-Mamá, yo “jugaba” con las cartas. Mientras me divirtió. Ya no me divierte. Punto.
-Pero a mí me las podrías tirar de vez en cuando.
-No sé dónde están las cartas y no las pienso buscar.
-Yo no sé por qué sos así. No sé. 
Mamá siguió “limpiando” la casa y yo, para estar a tono con sus actividades paranormales, me puse a hojear una revista “Predicciones” que, sin ninguna duda, la hacedora de mis días le había birlado a Fulana, cartomante  que la había inducido a la quema indiscriminada de yuyos sospechosos.
La revista en cuestión ofrecía una nota de tapa bastante prometedora intitulada “Magia erótica”.   Después de una somera explicación acerca de lo que es la energía sexual y de lo jodido que es tenerla bloqueada,  la “Predicciones” tiraba unas recetas de lo más pintorescas apuntando a la liberación de tan primordial energía, aconsejando a la lectora bloqueada sentarse en posición de loto e imaginar un rescoldo de brasas calentándole la “caverna interna” (cuya puerta de entrada es más que obvia), ponerse en bolas y  abrir las piernas sobre un velón encendido en el piso, dibujando círculos con la pelvis e invocando a Afrodita e intoxicarse con un equívoco brebaje a base de apio, agua ardiente y azúcar negra. Poco espiritual e incrédula como soy, concluí que un ritual mucho más sencillo para “activar el deseo” era buscar en la web el video de Pamela Anderson y Tommy Lee y dejar a Afrodita en paz. Pero seguí leyendo, de curiosa no más.
Las recetas subsiguientes asumían que con el rescoldo en la caverna, el velón encendido y el aguardiente una ya estaba lo suficientemente caliente como para  entregarse al acto. Que hubiera resultado de lo más apoteósico si una no se hubiera topado con la malévola rutina.  Después de una somera explicación acerca de lo ladina y peligrosa que es la rutina y de lo jodido que es caer en ella,  la “Predicciones” tiraba unas recetas de lo más pintorescas apuntando romperla en mil pedacitos, aconsejando a la lectora rutinaria llenar una frutera de mimbre con frutas de estación envueltas en corazones de papel recortados en  servilletas blancas, colgarse del cuello  una nuez moscada pasada tres veces por azúcar y envuelta en tul o papel de seda y darle un masaje de lengua a la lengua del amado, lubricando ambas con licor de chocolate (muy esotérico que digamos no parece, pero bue).
Seguí hojeando la revista y me topé, luego, con una nota de “autoayuda mágica” (eso, para los que creían que ya estaba todo inventado). Hay que sobrevivir al desamor, señores, y gastar fortunas en psiquiatras y psicólogos es una huevada, sabiendo que una puede purgar rencores escribiendo todos los reproches que  tiene hacia su ex  a la luz de una vela blanca, cubriendo luego la lista de amonestaciones con dientes de ajos cortados en rodajas, triturando los ajos sobre el papel después de un par de horas y repitiendo enajenadamente: “Suciedades se limpian, con el ajo mato todo lo malo, venga en su lugar amor, luz y paz.” Para cerrar heridas se necesita una pluma liviana y pequeña, a la que hay que pegarle el nombre del ex y un corazón de papel de calcar donde una debe escribir su propio nombre. Se debe cubrir el borde del corazón con azúcar, rodearlo de velitas blancas, encender las velitas y, después de recitar una engorrosa oración, soplar la pluma por la ventana para que el puto ex desaparezca de una vez por todas. Una patada en el culo es mucho más ejecutiva, según mi belicoso punto de vista, pero la “Predicciones” no contempla tal posibilidad.
Cansada de las recetas descabelladas me embarqué en la lectura de una  nota de lo más atemorizante: “Vampiros en el Siglo XXI”. La nota en cuestión no hablaba ni de los libros de Stephenie Meyer ni de "True Blood", la serie de HBO, sino de los vampiros que andan entre nosotros y se nutren de nuestro “fluido vital”, nuestra energía psíquica.
Creo que leí una o dos notas más. Una hablaba acerca de la interpretación de los sueños. La otra, de un Oráculo de 12 Dragones que te cantaban la justa. Cuando creía que ya nada podía sorprenderme y que me había topado con la chantada en su máxima expresión, se me dio por embarcarme la lectura de los avisos que plagan la  mágica revisteja.
La primera posibilidad de solución para una vida de mierda me la acercó un grupete de ocultismo y ayuda espiritual, “Las 7 Rayas del Vudú”.   Estos señores explican que “Vudú es una fuerza superior a cualquier otra” y que es “la magia de todas las magias”. Años y años de citas con Vincent Price me llevaron a creer (erróneamente, por lo que veo) que el “vudú” tenía dos únicas utilidades: hacer cagar a algún indeseable  o “fabricar zombies” (si la película está ambientada en Haití). Pero el vudú sirve también para “tener inmediatamente al ser amado” y “obtener lo imposible”.
En la tradición haitiana, los zombies “se fabrican” para tener mano de obra gratis. Se cree que los bokor tienen la capacidad de resucitar a los muertos y hacerlos trabajar en su provecho. “Las 7 Rayas del Vudú” promete “manejar la mente, el corazón y el espíritu del ser amado” para convertirlo en una suerte de esclavo amatorio.  Y jura que el galán descarriado vuelve en 72 horas. No importa cuán lejos haya llegado huyendo de nos. El aviso, por supuesto, está graciosamente ilustrado por unas cuantas velas encendidas y una muñequita negra con cara de circunstancia.
Xaya tiene consultorios en Congreso y Recoleta. Se dedica a la magia “afro-cubana-brasilera” (“tres fuerzas en una”) y es un poco más rápida que los de “Las 7 Rayas”: el amado díscolo vuelve en 48 horas.  Se vende también como “experta en uniones de pareja” y ofrece “limpiezas todo el año, efectivas y poderosas”.
Para los que descreen de estas magias del Tercer Mundo, hay magias del Primero. Los “Pofesores” (¿“profesores” de qué?) María Cristina y Christian Ariel ofrecen consultas personales y cursos de “Magia Celta”, “Oráculo de Delfos” y “Test Europeo de los Colores”, entre otras disciplinas. Esta gente erudita no habla de retornos de amantes sediciosos. Raro.
David de Ode ofrece su ayuda para “cuando sientas que el destino te ha jugado su peor carta, cuando parezca que el sol se ha ocultado para siempre”.  Este  brujo no se anda con chiquitas: olvidate de las 72 o las 48 horas de espera desesperada, acá los resultados son “inmediatos”. Podés tener al ser amado “por más lejos que esté y difícil que sea”. David no sólo te une al susodicho: te amarra y te endulza, te corta la magia negra y te abre los caminos. En este aviso, debajo de un cartelito colorado que reza simplemente “Vudú”, también aparece una muñequita, con una pinta bastante más siniestra que la que tenía la de “Las 7 Rayas”. Hay velas encendidas y caracolitos buzios.
La Sra. Maruja y Don Cipriano no son un dúo folk.  Son una “hechicera espiritista” y un “sacerdote chamán” que unieron sus talentos para  ofrecerte “rápida y verdadera ayuda con las magias más potentes”.  Los tipos cuentan con “mil amarres amorosos” y  aseguran que prometen: “Vuelta inmediata de la persona amada, detención de divorcios, apuro de matrimonio, reconciliación de noviazgos, potenciación de los sentimientos y el deseo para que vuelva sumiso, obediente y fiel” (acá no se sabe si prometen un amante arrepentido o prometen   un perro). Creerán ustedes que la Maruja y el Cipriano no tienen nada novedoso que ofertar. Craso error. En tiempo de prejuicios erradicados y matrimonios gays, este par de pájaros promociona “amarres especiales para el mismo sexo”. 
Beatriz Fasano también es “profesora”. Ella te une definitivamente a quien quieras, sin importar las distancias espacio temporales. Te destraba, te corta el daño, te detecta y te destruye el maleficio y te libera de las energías negativas. Y todo esto sin dejar de pasear por Egipto y sacarse fotos frente a las pirámides.
Los “Profesores” Ismael y Zamira, autoproclamados “tarotistas del amor”, “unen, conquistan y recuperan”  amantes facciosos en nueve horas.  El “Profesor” Juan Antonio, “el parapsicólogo del amor”, tarda apenas siete en hacerte el mismo trabajito y te jura que si el tipo “te rechaza, no te mira, no te besa, no te toca, se aleja y te abandona”, él te lo trae de vuelta de una oreja y hace arrodillarse a tus pies.  Y, como si semejante despliegue mágico fuese poco, el profe te ofrece “diploma y salida laboral” si le pagás por un cursito.
Dominga Bravo es bruja “desde los siete años” (¿¿¿???). Carmen Fuentes Mendoza es “auténtica gitana, bruja como nadie” y está “pa’ servirle”. El “Licenciado” Jaime del Río estudia la kabalah y es integrante de la Cienciología. Estafadores variopintos que, de ser por una servidora, estarían todos en cana.
Añorando una “Cosmopolitan” que me enseñara a mimarme el punto G, tiré la “Predicciones” a la basura. Para ayudar a mamá a “limpiar” la casa, nomás.
Eran las diez de la noche cuando sonó el teléfono. Era mamá.
-Escuchame, hablé con Fulana y me dijo que vos vas a tener que limpiar tu casa también, porque toda la “mala onda” que yo saqué de acá se fue para arriba.
-¿Sí?
-Sí. ¿Te paso la lista de lo que tenés que comprar para quemar?
-No, ma, no hace falta. Vos sabés que yo en esas cosas no creo.
-Vos no creés, pero Fulana me tiró las cartas y me dijo “todo”. “Todo”. Vos tirabas bien las cartas, yo no sé por qué no las quisiste tirar más.
-¡Ay, Dios!

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