viernes, 29 de junio de 2012

AL DIVÁN CON LOS BEATLES


AL DIVÁN CON LOS BEATLES

 “Si alguien me dice que no le gustan Los Beatles, ya no confío tanto en él.”  
Charly García

Para mí el amor está antes que le elegancia (es harto sabido que  nunca fui una “chica Cosmo” ni lo he querido ser). Por eso, adondequiera que vaya, voy con mi bolsito “de Abbey Road” colgado del hombro. Y cada tanto estreno una “remera beatle” (aunque ya no tenga edad para esas cosas). Y así ando por la vida, con mi bolsito de fan y mi remera amarilla con la silueta de un submarino estampada.
Como era de esperarse, semejante devoción no pasó inadvertida ante los ojos de mi psicólogo. Que es muy sagaz, como todo buen psicólogo (aunque poca falta hace la sagacidad para calar a una mina que nombra a Lennon por lo menos tres veces por sesión).
-Hablemos de Los Beatles.
-¡Hablemos!
-¿Cómo empezó tu gusto por Los Beatles? Porque vos sos joven, Los Beatles son más de mi época. Vos los conociste cuando ya se habían separado.
- Es sencillo: un día estaba en la terraza de mi casa escuchando la radio. Y por la radio pasaron “Aquí llega el sol”. Y morí. Morí de amor. Eso para los que no creen en el amor a primera vista. A primera oída, bah. Bueno, no podía creer que existiera una canción tan perfecta. Así que quise más. Y empecé a escucharlos… ¡y todas las canciones eran perfectas! Porque a mí me gusta hasta “Revolución 9”, aunque cuando era chica y la escuchaba con la luz apagada me daba un poco de miedo.
-¿Eras chica cuando los escuchaste por primera vez?
-Sí, era chica. 11 o 12 años. Antes no los había escuchado porque mi mamá es tanguera. Detestaba a Los Beatles. Siempre dice que jamás imaginó que iba a tener una hija tan fanática. Después vino lo de Lennon. Cuando tenía 13. Esa mañana, la mañana del 9 de diciembre, porque  él murió el 8 a las 11:20, más o menos… esa mañana mi mamá abrió la puerta de la habitación donde yo dormía con mi hermana y dijo: “Mataron al beatle que estaba casado con la japonesa”. Entonces mi hermana y yo nos pusimos a llorar.  Fueron días tristes, muy tristes, todo el mundo lloraba. Algunos chicos que tenían que rendir materias no iban, porque todos estábamos conmovidos e impresionados… No sé, fue feo. Yo todavía lloro cuando veo las imágenes de la gente en la puerta del Dakota… y eso que pasaron como 30 años… Lloro.
-Era raro que una chica de 13 años escuchara a Los Beatles en los ‘80. ¿Qué se escuchaba…?
-No sé… Madonna, Michael Jackson. Bastante rock nacional… El rock nacional me gusta. Sí, era raro. Pero por suerte cuando empecé el secundario encontré a una piba tan rara como yo. Increíble. Empezamos a hablar en la clase de francés. Porque yo tuve francés en el secundario. Fue así: yo le pregunté a la profesora, una gorda, que quería decir “Sont les mots qui vont très bien ensemble, très bien ensemble”… porque lo único que me interesaba de francés era eso, saber qué significaba esa frase que estaba en la letra de “Michelle”. Igual la gorda nos enseñó a pedir comida, nada más… Bueno, la chica, Adriana, me preguntó “¿Te gustan Los Beatles?”. Y nos hicimos re-amigas… Íbamos pegadas para todos lados. Juntábamos fotos de ellos… todo. Ahora la veo a ella; es como si no hubieran pasado los años… Éramos muy amigas. Aunque yo era John y ella Paul. Más o menos. Ahora me di cuenta de que no era Paul, era George…
-¿Y vos? ¿Con cuál de ellos te identificás hoy?
-Con John. Siempre. John es mi favorito. Aunque cuando era adolescente, según mi mirada trastornada, cada chico que me gustaba se parecía a Paul. Y uno a Ringo.
-¿Por qué la identificación con John?
-Porque su trabajo es el que me pinta… sus canciones…Porque yo también puedo ser muy sarcástica y lastimar a la gente que quiero… Por su creatividad… sus poemas… aunque tienen muchos juegos de palabras, como “Alicia en el país de las maravillas”, que  se pierden con la traducción… Y por esa cosa rebelde que por ahí los otros no tenían, o la tenían más disimulada… Por lo que  decía, que ya a los 10 años era un genio y nadie se había dado cuenta… Como yo… Es un chiste, ¿eh?  Y por su vulnerabilidad…
-¿Vulnerabilidad?
-¡Claro! John tenía una coraza. Supongo que esa coraza era una respuesta a todo el dolor que había sufrido desde chico… Con sus papás… A él lo crió la tía. Al padre no lo vio más. Bueno, lo vio: volvió a aparecer cuando era famoso. Y la mamá murió en su adolescencia. Muchos golpes para un chico tan sensible. Por eso la coraza. Para defenderse del dolor. Yo también tengo una coraza. Soy muy vulnerable, también. Como él. Y lo único que me interesa, en el fondo, es que me quieran. Que me acepten. John es… Nada.
-¿Es…?
-¿Me va a internar?
-No.
-¿Seguro?
-Seguro.
-John es el hombre más importante de mi vida.
-¿Y tu papá?
-Mi papá murió cuando yo tenía 8 años y, para ser sincera, es muy poco lo que recuerdo de él. Poquitísimo. A mi papá no lo conocí. Pero a John, sí. A John lo conocí: su voz, su risa, su manera de sentarse, de sostener un cigarrillo, su ropa… todo. Supe lo que pensaba de cada cosa. Del amor, de la guerra, de los otros, de la vida… Fue el referente masculino que necesité en mi adolescencia. Era como si él fuera mi papá, porque nadie me dijo nunca demasiado de mi papá. Y yo me olvidé…me olvidé.
-¿Y tu marido?
-A mi marido lo quiero, claro, pero no sé si lo voy a querer mañana. Una puede dejar de querer a un hombre, pero a Los Beatles, nunca.  Yo dejé de querer a muchos hombres; por eso ninguno es el hombre más importante de mi vida, porque los dejé de querer. Porque todos mostraron la hilacha… Ojo, yo también  soy jodida. A ver… yo desconfío mucho de la gente que cambia de camiseta. Del que era de Racing y ahora es de Boca… o viceversa. El que es capaz de cambiar de camiseta es capaz de hacer cualquier cosa. Los Beatles son mi camiseta… ¿Qué clase de persona sería si ahora adorara a Mick Jagger…? ¿Eh?
-No te gusta Mick Jagger…
-Sí, me gusta… pero, entre nosotros… más de una vez me pregunté por qué no se morían Los Rolling Stones… Por qué Los Beatles… Los Beatles tendrían que ser eternos… Porque George también murió… fue un bajón. Mi segunda opción es George… En una época anduve muy interesada en las religiones orientales…
-¿Y Yoko?
-Yo soy una fan de Lennon atípica. Yo la quiero a Yoko. No sé, me parece que era la mujer que él necesitaba. Ella es una mujer muy inteligente. Y contribuyó a que John hiciera un cambio en su personalidad y en su manera de relacionarse con el mundo… Hay una canción de Los Beatles, “Corre por tu vida”… dice algo así… “si te veo con otro te mato”… Bien machito de la clase obrera de Liverpool… aunque él era el menos “clase obrera” de los cuatro… Es sorprendente que el mismo hombre que escribió esa canción haya escrito “La mujer es el negro del mundo”. El negro. Nigger. No black. Porque acá tradujeron el título de la canción como “La mujer es lo negro del mundo”… Nada que ver. La mujer es el esclavo, el despreciado, el abusado… Eso quiso decir John. La letra es genial.
-Yoko es artista plástica. ¿Escribe poesía también?
-Sí… Yo leí algo de ella en Internet. Publicó un libro, “Pomelo”, pero es inconseguible. Qué se yo, por ahí publicó otros. No sé… Igual también la quiero a Cynthia. Antes me parecía una tonta… pero no, es una mujer muy inteligente también. De temperamento artístico. Ella y John estuvieron juntos siendo demasiado jóvenes… Esas cosas no duran.
-Los Beatles son muy importantes para vos…
-Sí. Crearon, sin saberlo, el soundtrack de mi vida. Cada canción significa un recuerdo. Un momento. Un amigo, un amor, una parte del camino… Estoy muy loca, ¿no?
-Sí.
-Pero no me interna.
-No.
-Porque soy una loca mansa…
-Sí. Y porque, además,  a mí también me encantan Los Beatles.

jueves, 28 de junio de 2012

101 TRUCOS ULTRA ARDIENTES – V



101 TRUCOS ULTRA ARDIENTES – V

“No más sobre sexo, es demasiado aburrido.” 
 Lawrence Durrell

Los Consejeros Cosmo quieren que deliremos. Que seamos presa de la demencia, la enajenación, la locura. Que el más desencajado frenesí anegue nuestras sábanas. Que el desvarío y la alucinación se codeen con nuestras bombachas.
Con el lascivo propósito de que el desatino diga presente a la hora de los bifes, las gentes calenturientas de la “Cosmopolitan” nos acercan estos extraviados “Trucos para delirar”. Debo confesar que yo los estudié concienzudamente y mucho no deliré. Pero ya se sabe que yo soy una mujer extraña. Que gusta más de una porción de lemon pie que de un masculino dispuesto a la consumación del acto. Una gorda inmunda, bah. Y a mucha honra.

TRUCOS PARA DELIRAR

82-Atacalo cuando esté en la cocina. Háganlo de pie, con la puerta de la heladera abierta. El frío y la sensación de urgencia son estímulos muy poderosos. Delirar con la puerta de la heladera abierta es, por lo menos, extraño. La sensación de urgencia no sé por dónde viene, si por la urgencia de cerrar la puerta de la heladera porque abierta pierde el frío, como dice mi mamá o porque en otra habitación de la casa está la suegra mirando tele. A los Cosmo le gustan estas chanchadas.

83-Tengan sexo en cámara lenta: hagan lo mismo de siempre, pero de una manera muy lenta. La sensación será inolvidable. Para delirar con este tip hace falta que la suegra no esté mirando la tele en otra habitación de la casa.

84-Hacer el amor desnuda y con la cara cubierta por un pañuelo o una pashmina puede ser una experiencia ultra hot. Bue, si esta gente lo dice.

85-Con algún programa de diseño (como el Corel o el InDesig), editá para él una revista estilo Maxim. Por supuesto: la protagonista de todas las notas sos vos. Estas gentes de la “Cosmo” son muy propensas al onanismo cibernético. Los señores no computarizados se quedan sin delirar la mayoría de las veces. Lamentable.

86-Untá su miembro con miel. Después, limpialo con tu lengua. Si los Consejeros Cosmo hubieran recomendado untar las partes con el señor a festejar con salsa chutney, salsa vongole o coulis de kiwi, esta sugerencia delirante tendría un touch de primicia. Pero la cuestión de la miel es una obviedad. Además, ¿a quién le gusta la miel a destajo? A Winnie Pooh, nomás. La gente normal no se empacha con miel. Se empacha con dulce de leche.

87-Ubicate en la cama boca arriba, con las piernas separadas, sin bombacha. Él tiene que acostarse con las piernas apuntando hacia vos. De esta manera podrá tocar tu Zona V con los dedos del pie. Una, que tiene encima muchas más horas de televisión que de reviente, no puede dejar de relacionar la Zona V con el espinoso asunto de la Invasión Extraterrestre. Pero, no. Cuando los Consejeros Cosmo se refieren a la Zona V aluden a las partes femeninas. Yo no sé si es un lugar para que un masculino ande metiendo las patas. No me parece.

88-Al mejor estilo Samantha Jones en "Sex and the City", rescotate sobre el capot del auto con las piernas abiertas y preparate para recibir el mejor sexo oral de tu vida. Qué les dije. Que estas gentes estrafalarias suponen que una vive dentro de un capítulo de "Sex and the City". Pero, no. Una vive en el conurbano bonaerense. Va a la verdulería y todo. Este truco, además, puede resultar glamoroso si el capot sobre el que una se recuesta lujuriosamente pertenece a un Bugatti Veyron o un Rolls-Royce Phantom. Pero desparramarse encima de un Renault 4 es muy triste. Muy.

89-Durante el misionero, levantá tus piernas y apoyalas sobre los hombros de él. La penetración va a sentirse mucho más ajustada y profunda. ¿La novedad?

90-Háganlo contra la pared, frente a un espejo. Todo será doblemente excitante. Sigo esperando la novedad.

91-Durante una sesión de sexo oral, en el momento exacto en el que él está a punto de cruzar la línea de llegada, detenete. Repetí esta jugada varias veces. ¡Vas a enloquecerlo! Además, corrés el riego de que el tipo te golpeé, lo que para algunas mentes perversas, no deja de ser excitante.

92-Mojá con tu lengua la tela de los boxers que cubre su paquete y exhalá aire caliente sobre la zona. Vas a provocarle escalofríos de placer. En el maravilloso mundo de la “Cosmopolitan” no hay hombres que usen slips con elásticos estirados y porten lastimosos paquetitos.

93-Proponele un desafío, tiene que recorrer tu cuerpo sólo con un dedo y lograr excitarte sin apelar a los recursos más obvios. ¿Recursos más obvios son los cinco dedos?

94-Sólo para golosos: sentate desnuda, abrí las piernas y colocá un copo de crema batida sobre tu clítoris. No vale que diga que está a dieta. Habrán notado ustedes, carísimos lectores, que mis comentarios acerca de estos trucos ultra ardientes son cada vez más escuetos. Es que, ante tanta pavada erótica hasta yo, que tengo un pico que da miedo, me quedo sin palabras.

95-Durante un mes, tengan sexo todos los días. Tené presente que el erotismo se retroalimenta. O sea: cuanto más tenés, más querés. O sea, ¿cómo se hace para tener sexo todos los días con un señor rebelde que pretende dormir, mirar la tele o repasar su colección de estampillas? Hay masculinos sediciosos que se niegan rotundamente a poner el cuerpo día tras día para que nosotras satisfagamos nuestros caprichos sexuales. Llama la atención que los ediores de la "Cosmopolitan" desconozcan de plano la existencia de estos señores duros de tumbar.

96-Grabá tus sesiones de autoplacer y después pasáselas al MP3. Analizar detalladamente los trucos, consejos, tips y recomendaciones que la revista “Cosmopolitan” imparte a sus lectoras, nos hace concluir que la chica Cosmo pura dedica el 90% de su día al sexo. Si tiene un señor a mano, bienvenido sea. Si no lo tiene, bienvenida sea su colección de sex toys. Ninguna acción llevada a cabo por esta hembra insaciable apunta a fines más elevados que el placer, el autoplacer, el goce y el regodeo. Una vergüenza.

97-Apagá las luces del cuarto y señalá el área dónde querés ser besada con un puntero láser. Truco muy Scout, orientado a que el masculino concrete su buena acción del día.

98-Sorprendelo con estímulos no obvios. Frotá su cara con tu tanga o recorré sus pies con tu lengua. Imagino cuán atrevida deberá ser una mujer para frotar la cara del señor agasajado con sus calzones. Yo, la verdad, no me animo a tanto, que me perdone la “Cosmopolitan”.

99-Por una noche, tus lolas deben ser las únicas protagonistas. El puede hacerles cosquillas con las pestañas o decorarlas con chocolate, por ejemplo. Si dentro del sorprendente universo de las revistas femeninas existiera cierta lógica, todas las actividades erótico culinarias propuestas por las mismas no se llevarían a cabo con productos que las mujeres tenemos definitivamente prohibidos, como el dulce de leche, el chocolate o el helado. Nuestras lolas deberían ser decoradas con yogurt “Ser” y nuestros clítoris coronados con una porción de mermelada “BC”. Es altamente conflictivo y categóricamente nocivo para nuestro equilibrio emocional untar nuestras humanidades con manjares mientras nos vemos obligadas a consumir viandas inmundas.

100-Mientras tu chico habla por teléfono con un amigo, montate sobre él y, sin decir una palabra, empezá a cabalgarlo. Insisten los Cosmo en que una no diga ni una palabra. Ya sé que a los hombres les gustan las muditas. Pero yo no puedo.

101-En el misionero, mientras él está adentro de vos, empezá a acariciarte. No sólo vas a ofrecerle un espectáculo impresionante: vas a lograr un Gran O extraordinario. La “Cosmo” es, como verán, una revista que maneja un argot propio y particular. Aclaro, para los menos despiertos, que un Gran O es un orgasmo, ¿capisci?

Gracias a Dios y a su cohorte de ángeles, hasta aquí llegan los trucos ultra ardientes que ofrece la “Cosmopolitan” con el impúdico fin de que nuestras sábanas se incineren en un feliz caso de combustión espontánea.
Yo, que mucha experiencia en el tema no tengo, pero que más o menos me defiendo, sostengo que tanta premeditación va en contra de la eficaz consumación del episodio lúbrico. Este asunto de tocate, ponete, sacate, filmate, gemí, no gimas, entrompate, tirá el dado, revoleá el jabón, etc., etc., etc., convierte al acto amoroso en una puesta en escena de lo más deplorable.
Ignoro si estos puerquísimos pases mágicos habrán aportado alguna novedad a vuestras vidas íntimas. Si los habrán incinerado como corresponde. No sé. No importa. Yo me vi en la obligación moral de transmitírselos y así lo he hecho. No me lo agradezcan.

Ya les dije que lo mío es un sacerdocio.

domingo, 10 de junio de 2012

101 TRUCOS ULTRA ARDIENTES – III


 101 TRUCOS ULTRA ARDIENTES – III

“El sexo forma parte de la naturaleza. Y yo me llevo de maravilla con la naturaleza.” 
Marilyn Monroe

Parece, caros amigos, que el boludeo de la timba sexual y la gansada del baño erótico están reservados exclusivamente a los fines de semana. Los sábados y los domingos tiramos el dado, desfilamos en ropa interior y nos enjabonamos la espalda. De lunes a viernes hacemos otras cosas. También orientadas a fines calenturientos. Pero distintas.
Estos nuevos consejos ultra ardientes me parecieron, bien hago en decirlo, un tanto discriminatorios. Están orientados a la mujer que trabaja. Afuera, digo. La que trabaja adentro, que se joda. Así es como las sufridas amas de casa se quedan pagando mientras que las oficinistas se divierten y revolean las bombachas. He notado, además (latosa es mi batalladora costumbre de buscarle la quinta pata al gato), que se dirigen a señoras y señoritas con un pasar económico más o menos respetable. Convengamos que una Cenicienta obrera no puede andar comprando vibradores como si fueran caramelos. Ni visitar bares cool, casas de masajes o modernos restós. No todas las mujeres tienen la suerte de vivir en un capítulo de “Sex and the City”. Algunas vivimos en Avellaneda.
Engorrosa es la tarea que me impuesto: transmitir estos trucos ultra ardientes pergeñados por los Consejeros Cosmo a las masas desinformadas. Lo mío es un sacerdocio.
Hete aquí la tercera tanda de truquillos orientados a concretar sí o sí. Agrupados, esta vez, en el apartado “Movidas de lunes a viernes”. Tomen nota.

MOVIDAS DE LUNES A VIERNES

41- Pasalo a buscar por su oficina y llevalo directamente a un albergue transitorio. Ya expresé más de una vez mi total desacuerdo con pasar a buscar individuos por su lugar de trabajo. Me parece invasivo. Hace casi veinte años que me apareo con el mismo señor y jamás puse un pie en su oficina. Sostengo firmemente que mezclar la hacienda es contraproducente. Y si no lo fuera, llevar a un masculino directamente a un albergue transitorio me parece una barrabasada. Llevarlo implica hacerse cargo del gasto. Ni loca.

42-En el horario del almuerzo mantené un chat hot con tu chico. Yo debo estar vieja y muerta de hambre, porque el horario del almuerzo no lo sacrifico por nadie.

43-Mandale un e-mail a su correo laboral con el subjet “Informe Confidencial”. Describile en detalle todo lo que vas a hacerle esa noche. A mi me da pena pensar que gente que debería estar trabajando pierde el tiempo es estas depravaciones. Doble pena si esa gente trabaja en una oficina pública y los pobres contribuyentes sostenemos con nuestros impuestos los libertinajes de los mentados sujetos. Además, esto en mi barrio se llama onanismo.

44-Él tiene que escribir su CV erótico, y detallar sus habilidades. Después, tomale una entrevista de admisión, en la que va a tener que demsostrarte su experiencia. Yo no quiero ser pesimista, pero en la mayoría de los casos, estos CV eróticos constarían de dos o tres renglones. En el caso de que los hombres fueran autocríticos y sinceros, obvio. De todos modos, este tip me parece una boludez infernal. No creo que haya muchos mancebos que se presten a esta payasada. Salvo, es sabido, que sean pajarones o afeminados.

45-Pedile que vaya a tu oficina (si está en un piso alto, mejor). Asegurate de cerrar bien la puerta y cumplí la fantasía de hacerlo arriba del escritorio. Qué les dije. Que estos Consejeros Cosmo suponen que una vive en un capítulo de “Sex and the City”. Hay que tener oficina. Y privada. ¿Qué pasa, las maestras no tenemos derecho a cumplir fantasías? ¿No es válido revolcarse arriba de un pupitre? Ahora, retomando el truco, ¿a que viene eso de que si está en un piso alto, mejor? Si una va a revolear la chancleta, no a suicidarse. Qué carajo tendrá que ver la altura del piso.

46-Organicen una sesión de fotos hot. La novedad es que esta vez vos tenés que manejar la cámara y él tiene que posar. No quiero herir susceptibilidades, pero si el muchachuelo accede a ser parte de este truco descabellado, en cualquier momento te roba las bombachas. Y se las pone. Más vale un señor de perfil bajo que no se preste a estas bufonadas. Esto sí es cosa de maricones.

47-En el horario del almuerzo, vayan al cine. Lo que menos tienen que hacer es mirar la película, ¿entendido? Ya especifiqué que el horario del almuerzo no es sacrificable.

48-Jugá con él a la jefa perversa y el empleado del mes. Pedile lo que se te ocurra: él va a desesperarse por hacerte feliz. Esta es una buena oportunidad para pedirle al tipo que limpie el baño, cambie las sábanas y esas cosas.

49-Hacé que arranque el día bien arriba. Mandale un SMS del estilo: “Estoy camino a la oficina y acabo de darme de que no me puse ropa interior. ¡Ups!” Esto es medio grasita, ¿no? ¿Una no puede ser hot sin emparentarse con un salamín 214?

50-En el almuerzo, vayan a un restó y ubíquense en mesas separadas. Finjan que no se conocen y crucen miradas intencionadas. Imagínense el final. Qué idea tan imbécil. E improductiva. E inútil.

51-Cuando él vuelva de la oficina, apenas cruce la puerta “atacalo”. No hay nada más estimulante que un hombre desprevenido. Hace años que, cada día laborable, arriba a mi hogar un señor que vuelve de la oficina. Sé por experiencia que no es un buen momento para ningún ataque. El hombre vuelve del trabajo estresado, agotado, aburrido y con la paciencia por el suelo. Lo más sabio es no hacer ningún ruido, apartarse de su camino y tratar de no llamar la atención.

52-Cuando salgan de la oficina vayan juntos a alguna casa de masajes del Barrio Chino. De esta manera, van a preparar sus cuerpos para una noche sexy. Parece que acá sí me perdí de algo. ¿Qué hacen los masajistas chinos que no pueden hacer sus pares occidentales? Jamás pensé que había gente que iba al Barrio Chino a preparar sus cuerpos para el reventón. Creí que todos iban a comer chop suey.

53-A la hora del almuerzo, improvisen un pic nic picante en alguna plaza. La idea es disfrutar del aire libre…y de una sesión de besos y caricias. Esto me huele fulero ataque de exhibicionismo. La gente grande no debe andar manoseándose en las plazas. Queda feo.

54-Mandale un SMS que diga: “Hoy hacés horas extras”. Esperalo en tu casa lookeada como una jefa autoritaria y, apenas llegue, ordenale algunas tareas hot. Yo no sé cuáles serán las tareas hot. En este tema estoy bastante desactualizada. Pero sé que ordenarle tareas a un hombre es vacuo y fútil. El hombre jamás hará lo que le pidamos. Porque es de naturaleza rebelde. En serio.

55-Pedile que te cuente qué cosas de su trabajo lo ratonean. ¿Hacerlo en el ascensor? ¿Acariciarse en algún despacho? ¿El escote de alguna secretaria? Después, cumplile alguno de esos ratones. Todas las gentes que tienen la fortuna de conocerme saben que yo celosa no soy. Pero todo tiene un límite. Si él descarado masculino me cuenta que se ratonea con el escote de una secretaria, le doy semejante patada en el culo que lo pongo en órbita. Va a tener que ir a buscar sus ratones al asteroide B 612.

56-Escriban en tiritas de papel las profesiones que les resulten más ratoneras. Por turnos, y con los ojos vendados, saquen una al azar. Si le tocó “doctor”, va a tener que revisarte por completo. Y en profundidad. Yo no entiendo a estos Consejeros Cosmo. Se llenan la boca hablando de que la novedad nutre al placer y no son capaces de tirarnos una primicia. Esto del juego del doctor es una obviedad y un arcaísmo. Qué poco vuelo, por Dios. ¿No es mucho más excitante un vulcanoespeleólogo que un doctor? De doctores está el mundo lleno. Además, nada más deserotizante que ponerse en manos de un médico. Mucho más si es un ginecólogo. Una está horriblemente tensa y quiere rajar del consultorio lo antes posible. Un espanto.

57-Invitalo a almorzar a un restaurante cool. Aprovecha que hay un mantel y hacele mimos a su amiguito con tu pie (animate a descalzarte), sin que nadie lo advierta. Esto lo vi en alguna película. O en algún capítulo de “Sex and the City”, no sé. Ya saben, amigos, que yo no invito. Invitar implica correr con los gastos. Y a esta altura de mi vida, a un hombre no le pago ni una Coca.

58-Jugá a ser profesora exigente. Como tarea, tiene que escribir un cuento erótico corto. Advertile que si el texto no te gusta, vas a castigarlo. Si hacemos una encuesta más o menos seria, concluiremos en que de un muestrario de 100 hombres, 99 son analfabetos funcionales. Hay ser muy afortunada para toparse con el número 100. Así y todo, los hombres se resisten a escribir. Es un hecho.

59-Desnudate con estilo: bajá un bretel del corpiño, luego el otro y, antes de sacártelo, balancealo frente a sus ojos. Después, meté las manos en los elásticos laterales de la tanga, deslizala hacia los tobillos y da un paso a cada lado. Yo no sé porque hablan de estilo si esto es un streptease barato.

60-Guardá dentro de su maletín algún objeto que le recuerde una situación muy placentera (una de tus tanguitas, por ejemplo). Esto de las tanguitas me parece sumamente puerco. Si la cuestión es colocarle al tipo en su attaché alguna cosita que lo haga rememorar momentos gustosos, yo propongo que le plantemos el control remoto de la tele. Va a delirar, como dice esta gente de la “Cosmo”. 

Estos consejos, como elucidé con anterioridad, no están dirigidos a las femeninas en general. Para gustar de semejantes delicatessen una tiene que tener dinerillos suficientes como para pagar telos y restós, oficina propia en un piso alto, y ser, además, una mezcla exótica entre Carrie Fisher y una mortadelita Paladini. Hay un límite muy sutil entre sensualidad y grasada, y los Consejeros Cosmo acostumbran a cruzarlo sin ningún tipo de contrición. Camisetas “efecto mojado”, bombachas olvidadas y strepteases berretas, jalonan los trucos ultra ardientes de estos entes sabihondos. Sólo les falta promover el uso de calzones animal print para convertirse en los Reyes del Embutido.
Si toda esta catarata de pavada, indecoro y onanismo no los apabulló y todavía tienen ganas de más, quédense tranquilos. Faltan aún hacer públicos los trucos ultra ardientes conglomerados en los apartados “Fantasías y algo más” y “Trucos para delirar”. Sólo deben tener paciencia. Entretanto, traten de que la rutina no se trepe ni a sus colchones ni a sus escritorios.

Despabílense a tiempo.

viernes, 1 de junio de 2012

101 TRUCOS ULTRA ARDIENTES – II


101 TRUCOS ULTRA ARDIENTES – II

“Sólo existen dos cosas importantes en la vida. La primera es el sexo y la segunda no me acuerdo.” 
 Woody Allen

¿Recuerdan las burbujas de amor de Juan Luis Guerra? El tipo era un ente inaudito que quería ser un pez y hacer burbujas de amor por donde quiera. Una cosa extraña, sí. Porque los peces son más bien inexpresivos. Yo hubiera querido ser una cosa menos pavota. Pero bue. Retomando el gustoso asunto de los “101 trucos ultra ardientes” que los Consejeros Cosmo nos ofrecen para promover la novedad entre las sábanas, les cuento, queridos amigos, que esta vez la movida erótica viene de lo más burbujeante. Pero estas burbujas orientadas a levantar corazones e intimidades no son burbujas de amor. Ya sabemos que la “Cosmopolitan” no se ocupa de esta emoción tan arcaica Son burbujas de placer.
Debo confesar que si alguien me susurra al oído burbujas de placer, yo pienso inmediatamente en una damajuana de champagne. Es harto conocida mi lastimera inclinación a la botella, cuando de este líquido precioso se trata. Pero no. Estas burbujas son de jabón, porque la premisa es bañarse acompañado y aprovechar la boleada para hacer alguna otra cosa más que honrar nuestra higiene personal.
Abordé estos trucos calenturientos con más escepticismo que el acostumbrado, si esto es posible. Porque la timba erótica, a pesar de ser una reverenda boludez, podía llegar a caerme simpática. Pero el baño acompañado me resulta de lo más chocante.
A mí me gusta bañarme sola, por dos motivos cardinales. En primer lugar, porque considero que el del baño es uno de los pocos momentos realmente íntimos y privados que tenemos en la vida. En el devenir cotidiano nos vemos atosigados por novios, maridos, amantes, padres, hijos, abuelos, tíos y primos. Es difícil que podamos encontrar un instante para estar a solas con nosotras mismas. La hora del baño es ideal para este menester. Bajo ningún concepto permitiría que un masculino invadiera este espacio sacrosanto. En segundo lugar, porque coincido con Bradbury: “¿Por qué nadie me dijo que se podía llorar en la ducha? Qué buen sitio para llorar, qué sitio singular para abandonarse y saber que nadie oye…” Llorar hay que llorar. Es conocido por las muchedumbres que moramos en un valle de lágrimas y despropósitos. Pero llorar en público termina siendo contraproducente: uno acaba viéndose embestido por pañuelos descartables, antidepresivos, ansiolíticos y abrazos inoportunos. Así que hay que llorar en la ducha, donde nadie nos rompe las pelotas.
Hecha estas aclaraciones, paso a propagar otros veinte trucos ultra ardientes, agrupados esta vez bajo el apartado “Burbujas de placer”. Ustedes se fijan que hacen con estos abracadabras lúbricos.

BURBUJAS DE PLACER

21-Tomá un sorbo de té y enseguida lleva su miembro de paseo por tu boca. No me queda muy claro cuál es el papel que tienen las burbujas en este atrevido consejo. Bien distintas hubieran sido las cosas si el sorbo a tomar fuera de soda o de Coca Cola. Pero lo del té es un misterio absoluto. De todas formas, mi experiencia me dice que el sorbo previo es irrelevante. Acá lo importante es el paseo.

22-Invitalo a ducharse con vos, pero con una condición: nada de sexo. La prohibición va a funcionar como el mejor estimulante. Debo aceptar que esta vez los Consejeros han dado en el clavo: las prohibiciones siempre funcionan como estimulante. Por eso cuando estamos a dieta nos zampamos porciones de pizza y barras de chocolate a granel. Yo ya aclaré que jamás invitaría a un masculino a ducharse conmigo. Pero sobre gustos no hay nada escrito.

23-Duchate y salí del baño como si no te hubieras dado cuenta del efecto “camiseta mojada”. ¡El va a encenderse al instante! Yo parienta de Máxima Zorreguieta no soy, pero, dentro de mis limitaciones y a pesar de mi triste linaje, trato de ir por la vida de una forma más o menos decorosa. El efecto “camiseta mojada” es una grasada inmunda. Tan inmunda como ese asunto de la cola Reef. El efecto “camiseta mojada”, recurso indigno y ordinario, se lo dejo para las mujeres que arreglan todo con un par de tetas. Yo estoy para otra cosa.

24-Comprate un duchador y estrenalo frente a tu chico. Va a quedarse bizco al ver todos los usos que le das. Una chanchada.

25-Después de un día agotador, nada como compartir un baño de inmersión con él... ¡y un vibrador! Usalo para masajearle el cuello (al principio, al menos). Estas gentes disolutas de la “Cosmopolitan” tienen una obsesión malsana con el vibrador. Ya saben, leedores asiduos, que yo pugno por el sex toy ecológico. Hay que tener muy en claro que una pila común tarda en degradarse entre 500 y 1000 años y que puede llegar a contaminar 3.000 litros de agua. Así que antes de comprar un vibrador, hay que evaluar el hecho de salir a la calle y hacerle una caída de ojos al primer señor que pase. Siempre en pos del cuidado del planeta. Pero, además (sí, sí, soy vieja, chota y maniática) los baños de inmersión me parecen repulsivos. Una ensucia el agua y luego retoza amablemente en esa solución mugrienta. Yo ni siquiera me meto en una pileta. Porque los bañistas ensucian el agua y ni loca voy a dejar que un líquido nauseabundo que tocó las partes de de otras gentes toque mis partes. Ni loca.

26-Llená la bañera hasta la mitad, acomodate panza abajo y después invitalo a avanzar por detrás. Panza abajo no sonó muy elegante que digamos. Avanzar por detrás, menos que menos. Los Consejeros van mostrando la hilacha. Para llevarlos a tomar el té al Palacio de Buckingham no están.

27-Cuando él se esté afeitando, tomalo por asalto. Pegate a su espalda y masajeá su parte trasera (antes, lubricate los dedos). Acá no se aclara debidamente si la parte de atrás del señor que se está afeitando es la espalda o el traste. No sé.

28-Después de tomar un baño súper sexy, no se sequen: vayan directo a la cama. El mix de urgencia, piel desnuda y humedad es in-fa-li-ble. ¿Bañarme para volverme a ensuciar? No, gracias.

29- Apenas él salga de la ducha, envolvé su mástil con tu pelo y friccioná suavemente. Leer este truco y caer redonda fueron situaciones simultáneas. ¿¿¿¿¿Qué es eso del mástil????? ¿¿¿¿¿Dónde hay hombres con mástiles????? ¿¿¿¿¿Me perdí de algo?????

30-Llená el baño de vapor y animate a grabar tu propio video Triple X. Yo no sé si esto de la grabación del video se dice en sentido literal o en sentido figurado. Pero todos sabemos como termina este asunto de los videos y una no es Pamela Anderson como para que sus intimidades se anden propagando por Internet. Además, ¿por qué el vapor? ¿Para dar vida a una nueva y esplendorosa pareja hot? ¿Sherlock Holmes y su querido Watson? ¿Carlos, Príncipe de Gales y Camilla Parker-Bowles? ¿Winnie the Pooh y Tigger?

31-Regalale una noche digna de un rey: preparale un baño de inmersión, secalo con una toalla tibia, llevalo a la cama y hacelo que alcance el cielo. Al otro día, el tiene que hacer lo mismo con vos. Estos Consejeros, o bien son excesivamente limpitos o bien piensan que la gente está tan al pedo que puede bañarse diez veces al día.

32-Cuando compartan un baño de inmersión, pedile que te de un masaje de lolas con óleo hidratante. Imaginate cómo termina todo. Llama la atención que estás gentes que hablan sin tapujos de acomodarse panza abajo e invitar al masculino a avanzar por detrás, recurran, esta vez, a un innecesario eufemismo. Deberían hablar en criollo e indicarle a la muchacha ansiosa de encender los petardos del sexo que le cante la justa al masculino y le pida que le toque las tetas. Más directo, menos rebuscado.

33-¡Desafialo! ¿Quién inventa la pose sexual más hot en la bañadera? El premio: una sesión de sexo oral. Vuelve a llamar la atención que estos entes modernos y liberados de la "Cosmopolitan" utilicen una palabra tan rancia y vetusta como bañadera.

34-Cuando te estés duchando pedile que te alcance tu sex toy sumergible. Él no va a poder resistir la tentación de espiarte… ¡e intervenir! Digo yo, ¿para calentar a un tipo es necesario contaminar el planeta de forma tan irreflexiva? ¿Tengo que repetir todo el engorroso asunto de las pilas? Déjense de romper las bolas con los sex toy. Además, ¿si una tenía un vibrador sumergible para qué se compró el duchador? ¿No será mucho?

35-Probá el efecto del aire caliente del secador de pelo sobre su espalda mojada… ¡y su paquete! ¿Qué paquete? ¿Un paquete de masas? ¿Un paquete de jabón en polvo? ¿Un paquete de yerba? ¿Hace falta usar una expresión tan grasa para referirse a los atributos varoniles del señor que supimos conseguir? ¿Qué les pasa a los Consejeros Cosmopolitan? A veces nos hablan como si fuéramos Carrie Fisher. Otras veces, como si fuéramos Silvia Süller. Me desconciertan. Absolutamente.

36-Después de ducharte, salí del baño en bata, tiralo sobre la cama y dedicale la mejor jineteada de tu vida sin dirigirle una sola palabra. Ya dije que, por una cuestión de sentido común, yo me baño después, no antes. Y no puedo relacionarme con nadie sin dirigirle una sola palabra. A mí me pierde la lengua.

37-Convertí tu esponja de baño en un chiche erótico: friccioná suavemente con ella su pene en más de una dirección. La verdad, ya me estoy aburriendo un poco de las burbujas de placer.

38-Apenas salga de la ducha, mientras se seca, dale sexo oral. ¿El detalle? Meté en tu boca un puñadito de arroz para que la movida se vuelva más sexy. Esta no la sabía. Juro por Dios que no la sabía. De todos modos, me opongo a la moción. ¿Y si me atraganto?

39-Masticá un cubito de hielo. Después, pedile que se acueste boca arriba, atale las manos con una corbata, empezá a lamer sus tetillas y seguí bajando. ¡El efecto helado va a encenderlo! Todo este jugueteo perverso de novedoso no tiene nada. Yo, “Nueve semanas y media” la vi hace veinte años. Ingenuamente, creí que los Consejeros se iban a despachar con trucos sensacionales, con pases de magia insólitos, con giros despampanantes. Pero, no. La misma boludez de siempre.

40-Cuando él se esté bañando, tomalo por asalto. Metete en la ducha y ayudalo a enjabonarse, esmerándote en sus áreas sensibles. Decididamente, ya me aburrí.

Quiero decirles, leyentes míos, que si ustedes no tienen tiempo para el boludeo antedicho, basta con echar mano a una pastillita de Viagra. Y listo. Porque si los consejos del apartado “Jugando con fuego” eran fastidiosos, estos son directamente insufribles.
Ya saben cuál es mi trágico pensamiento: todas estas huevadas no sirven para nada si entre nos y el señor bañado, masajeado y entalcado todo está muerto.
Los editores de la “Cosmopolitan” se jactan de que sus lectoras son sex-pertas. Pasan por alto, eso sí, que estén desnaturalizadas y lobotomizadas. Estas mujeres enardecidas ignoran olímpicamente el drama de Anna Karenina, las fatalidades de Tristán e Isolda y las novelas de Verónica Castro. Para ellas todo es matraca. Matraca y matraca.
Con esfuerzo y paciencia he puesto a su disposición, caros amigos, cuarenta trucos ultra ardientes para inflamar las sábanas, las duchas y los pasillos. Pero faltan. Faltan unos cuantos más. Tengan paciencia.

Y no larguen los jabones.