martes, 26 de septiembre de 2023

CUESTIÓN DE SUERTE


CUESTIÓN DE SUERTE

"La superstición es a la religión lo que la astrología es a la astronomía, la hija loca de una madre cuerda."
Voltaire 

Cada cultura tiene sus supersticiones y en todas hay hechos fortuitos o intencionales que pueden acarrear buena o mala suerte, según el caso. Algunos de esos hechos forman parte de comportamientos sociales muy arraigados, y han pasado de una cultura a otra hasta ser prácticamente universales. Todos ellos tienen su razón de ser y es de esas historias de lo que vamos a hablar hoy. Pasen y lean. 



*Trébol de cuatro hojas

No se sabe con certeza cuándo el trébol de cuatro hojas comenzó a ser símbolo de la buena suerte, pero es una creencia antiquísima. De hecho, un mito religioso dice que cuando Eva fue expulsada del Paraíso por haber probado de la fruta prohibida, se cubrió el sexo por pudor con un trébol de cuatro hojas. Los ocultistas afirmaban que el trébol de cuatro hojas, además de proteger contra la locura, les permitía ver a los demonios hostiles y poder escaparse de ellos. Los cristianos de la Edad Media lo veían como una representación de la cruz de Cristo, y esto lo convirtió en símbolo de buena suerte. 
Otras leyendas relacionan al trébol de cuatro hojas con el amor. Una de ellas asegura que el trébol de cuatro hojas nace del amor de dos tréboles normales de tres hojas. Tan fuerte era su amor que deseaban profundamente estar unidos. Sin embargo, con el tiempo los roces se fueron haciendo más continuos, y el amor parecía tambalearse. Pero ambos tréboles supieron reponerse a las adversidades. Dejaron morir su parte mala, la que los hacía discutir y enojarse uno con otro. Con la muerte de su parte mala perdieron también uno de sus pétalos, y se fundieron en una especie de trébol puro, el trébol de cuatro hojas. Por eso el trébol de cuatro hojas está relacionado con las bodas y el matrimonio. Durante el siglo XVII era costumbre de diseminar tréboles de cuatro hojas delante de las novias para espantar a los malos espíritus, permitiendo que los novios y los invitados disfrutasen tranquilos en ese día tan especial. Existe también una creencia popular que afirma que si es una muchacha joven la que encuentra un trébol de cuatro hojas se casará con el primer hombre que vea a partir de ese momento.
El Día de San Patricio (“Lá Fhéile Pádraig”) se celebra anualmente el 17 de marzo para conmemorar el fallecimiento de San Patricio (c386-17 de marzo de 493 o c460), Santo Patrono de Irlanda. Es una fiesta nacional en la República de Irlanda y una fiesta por costumbre y no oficial en Irlanda del Norte que, actualmente, se celebra a nivel mundial. Uno de los símbolos de esta fiesta es el trébol, aunque esta vez de tres hojas: se dice que San Patricio utilizaba un trébol para explicar el misterio de la Santísima Trinidad. Con esta planta, el santo mostraba el dogma central de la religión cristiana, que dictamina que "el Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios, y sin embargo no hay tres dioses, sino un solo Dios".
Para que el trébol de cuatro hojas funcione como amuleto de buena suerte hay que llevarlo dentro del zapato  o guardarlo entre las hojas de una Biblia.
Las cuatro hojas del trébol tienen su propia simbología. Se dice que significan fe, esperanza, amor y suerte. Otros sostienen que la primera hoja a la izquierda del tallo nos trae fama; la segunda, riqueza; la tercera, amor; y la cuarta, salud


Nº 13/Viernes y Martes 13 

El día 13, sobre todo el viernes en la cultura anglosajona y el martes en la latina, es el menos elegido por las parejas para casarse. Nadie quiere viajar ese día, por lo que los pasajes de avión y barco suelen tener un descuento. En algunos países del mundo los edificios no tienen piso 13, número obviado también en las habitaciones de hotel.
La triscaidecafobia  es el miedo irracional al número 13. La fobia específica al viernes 13 se llama friggatriscaidecafobia.

Las razones de la mala fama del Nº 13 son múltiples y provienen de diferentes culturas:

Mitos nórdicos: La leyenda cuenta que 12 grandes dioses cenaban en el Valhalla (el cielo de la mitología escandinava) y Loki,  dios de las travesuras, no invitado al convite (el dios número 13 en el panteón nórdico), convenció a Hoder, el dios ciego de la oscuridad, para que dispare a Balder el Hermoso, dios de la alegría, una flecha con la punta de muérdago. La muerte de Balder provocó que la Tierra fuera invadida por la oscuridad. Loki, el dios número 13, tiene su correspondencia en el cristianismo con Satanásel ángel número 13. 

Referencias bíblicas: Judas, el apóstol que traicionó a Jesús, fue el invitado 13 de la Última Cena y el capítulo número 13 del Libro de las Revelaciones o Apocalipsis de san Juan es el que introduce la temida figura del Anticristo. Además, algunos estudiosos creen que la destrucción de la Torre de Babel se produjo un martes 13.

Tarot: La carta del Tarot Nº 13 representa a la Muerte. Corresponde al primer número después de la finalización de un ciclo de 12 y se relaciona con un nuevo inicio pasando, previamente, por la disolución. 

Calendario lunar: En el calendario lunar anual, en el último mes, el treceavo, es en el que se produce la muerte del Sol, el solsticio de invierno. En culturas que abrazan la idea de un proceso cíclico de vida en el que continuamente se nace y se muere, esto no supone ningún problema, pues en los días subsiguientes renacerá.  En las culturas en las que se tiene una concepción lineal del tiempo se comulga con la idea de un principio y un final, siendo el final un evento trágico.

Numerología: El Nº 12 es considerado un número perfecto, y estar asociado a un ciclo completo Astrología, Tarot y ciencias ocultas, mientras que el 13 es el salto a lo desconocido. Resulta provocador y genera inquietud e intranquilidad.

El viernes, por su parte, también basa su mala fama en historias provenientes de diferentes culturas:

Mitos nórdicos: Cuando las tribus escandinavas se  convirtieron al cristianismo, Frigga -diosa del amor y la fertilidad- fue desterrada y acusada de bruja, por lo que cada viernes se juntaba con 11 colegas y hacían maleficios para arruinar la semana siguiente. A la luz de las nuevas creencias cristianas, se consideraba que el invitado número 13 a estas reuniones heréticas era el Diablo. 

Mitos cristianos: El viernes es, según la tradición, el día que Jesús fue crucificado. Algunos estudiosos de la Biblia creen que Eva tentó a Adán con la fruta prohibida un viernes y que  Abel fue asesinado por su hermano Caín un viernes 13.

Historia: El viernes 13 de octubre de 1307  fueron ejecutados en la hoguera muchos miembros de la Orden de los Caballeros Templarios, perseguida por la Santa Inquisición, acusados de celebrar ritos paganos, ser herejes y sodomitas, y de orinar y escupir en la cruz. 

¿Y el martes? También tiene lo suyo: 

Mitos griegos: Los griegos consideraban al martes como un día de muy mal agüero, porque un martes había nacido Tifón, un colosal y espeluznante monstruo alado cuya estatura era tal que podía alcanzar las estrellas, vomitaba fuego y lava, y creaba huracanes y terremotos con el movimiento de sus alas. Tifón intentó destruir a Zeus por haber derrotado a los Titanes. Además, el martes era el día dedicado a Marte, dios de la guerra, por lo que era una jornada propensa a las trifulcas.

Mitos cristianos: Se cree que la Torre de Babel cayó un martes 13.

Historia: El martes 29 de mayo de 1453 cayó la ciudad de Constantinopla, suceso que supuso un profundo trauma para las potencias cristianas, por lo que el día de su caída, el martes, asociado además al dios de la guerra romano, pasó a considerarse de mala suerte.


* Soplar las velitas / Tirar de las orejas

Soplar las velitas: Una vez cada doce meses, el día de nuestro cumpleaños, llenamos de aire nuestros pulmones y soplamos con todas nuestras fuerzas para apagar las velitas cuidadosamente colocadas sobre la superficie de una torta. ¿A qué se debe este ritual que se repite con  exactitud en tantos países distintos? Una de las versiones más extendidas cuenta que esta costumbre se originó en la Alemania del siglo XVIII. Por aquel entonces era común un festejo llamado Kinderfest, en el que, aparentemente, se homenajeaba a los niños con dulces sobre los que se colocaban dos velas: una representaba la luz de su vida y otra, los años venideros. Las llamas debían estar encendidas durante todo el día y eran reemplazadas cuando se consumían. Al final del día se apagaban de un soplido. Se creía que el humo que despedían las velas al apagarse ayudaba a trasladar a Dios los deseos pedidos durante el ritual. Un manuscrito alemán, también del siglo XVIII,  asegura que se empleaba una vela por año, además de una una adicional en el centro. 
Otro posible origen de la extendida costumbre de soplar las velitas se remonta a la Antigua Grecia, cuando se ofrecían dulces de forma redonda con velas sobre ellos a Artemisa, diosa de la Luna. Estos manjares representaban el ciclo lunar completo y el fuego de las velas se apagaba de un soplido para que el humo despedido llegase a la divinidad, una vez más transportando los deseos de los mortales.
Durante mucho tiempo la tradición de soplar velas en cada cumpleaños fue considerada pagana, dado que para los cristianos era costumbre conmemorar la muerte de los santos en lugar de su nacimiento. Cuando la Iglesia estableció la Navidad como celebración relevante, recordando la llegada al mundo de Cristo, las velas de cumpleaños perdieron su poco a poco su mala reputación. 

Tirar de las orejas: . Las orejas son unas de las partes del cuerpo que crecen durante toda la vida, por lo que comúnmente se relaciona a las orejas grandes con la longevidad. Los tirones en el cumpleaños son una forma de desear una existencia larga. En Hungría, incluso, este ritual suele acompañarse con una canción cuya letra dice "que vivas tanto que tus orejas lleguen a tus tobillos".
Uno de los posibles orígenes de esta tradición se remonta a ciertas culturas orientales,  en las que un pabellón auditivo de gran tamaño se consideraba un rasgo de sabiduría. Las personas de edad avanzada eran respetadas por sus conocimientos y buen juicio, y a menudo tenían orejas enormes o trataban de agrandarlas con pendientes y adornos.  Lao-Tsé está considerado por la cultura china como uno de los hombres más sabios, representándolo en todas las ilustraciones y monumentos con unas largas orejas. Según algunos escritos, éstas medían alrededor de 17 centímetros. 
Para los hindúes las orejas representaban la inteligencia cósmica de Vaishvánara. Siddhartha, que alcanzó el estado de Buda, nació con orejas inusualmente grandes y usaba aros que las agrandaban más todavía. Sus orejas grandes fueron símbolo de saber escuchar al universo y a la naturaleza. Cuando tiramos de las orejas a alguien el día de su cumpleaños no sólo le deseamos longevidad, sino también cultura y sabiduría
Otra teoría nos traslada a la Antigua Roma, donde tocar el lóbulo de la oreja se vinculaba a la memoria. El motivo de instalar esa costumbre en la celebración de un cumpleaños tendría que ver precisamente con animar al homenajeado a recordar siempre todo lo que ha vivido y aprendido en el pasado. 


*Romper un espejo

Son varias las supersticiones relacionadas con los espejos, y lo más curioso, es que comenzaron antes de que el espejo tal como lo conocemos fuera fabricado,  cuando los primeros hombres vieron sus reflejos en los estanques y creyeron que veían a sus espíritus o almas, o alguna parte esencial de ellos mismos, que podía ser dañada. Romper esa imagen equivalía a lastimar a su otro yo. Muchas personas creen que romper un espejo atraerá no sólo mala suerte, sino una muerte en la familia durante el año siguiente. En algunos lugares del mundo se toman extrañas precauciones para protegerse del demonio que, se supone, acecha dentro de los espejos.  Hay padres que suelen darlos vuelta hacia la pared para que sus hijos no se vean reflejados en ellos antes de cumplir un año, buscando evitar que se vuelvan tartamudos, no crezcan adecuadamente o mueran en el lapso de un año. También se suelen cubrir los espejos cuando alguien de la familia muere, para que no atrapen el alma del fallecido impidiéndole elevarse al cielo, y durante las tormentas, pues es de mala suerte ver los relámpagos reflejándose en ellos. Hay quienes no soportan tener un espejo en la habitación o quienes lo tapan con un paño antes de dormirse: temen que si su alma vaga durante la noche, el espejo la atrape provocándoles la muerte. Una superstición europea dice que verse en un espejo a la luz de la vela es llamar a la desgracia. Para ampararse en contra de la mala suerte, algunas novias se quitan un zapato o un guante antes de arreglarse la ropa frente a un espejo de cuerpo entero. De acuerdo con ciertas creencias muy antiguas, es de mala suerte para una novia probarse el vestido antes del día de la boda, así como verse completamente ataviada con él.
En el siglo VI a.C., los griegos iniciaron una práctica de adivinación basada en los espejos y llamada catoptromancia, en la que se empleaban unos cuencos de cristal o de cerámica llenos de agua. Según la creencia, estos cuencos podían revelar el futuro de cualquier persona cuya imagen se reflejara en la superficie del mismo. Los pronósticos eran leídos por un vidente. Si un espejo se caía y se rompía, la interpretación inmediata del vidente era que la persona que sostenía el cuenco no tenía futuro, por lo que moriría pronto, o que su futuro le reservaba eventos tan catastróficos, que los dioses, amablemente, le evitaban la visión de los mismos.
En el siglo I, los romanos adoptaron esta superstición griega y le añadieron un nuevo matiz. Creyendo que la salud y la suerte de las personas se renovaban cada siete años, romper un espejo suponía el inicio de un ciclo de mala suerte e infortunios que abarcaba ese lapso de tiempo. 
La superstición adquirió una aplicación práctica y económica en la Italia del siglo XV, cuando se pusieron de moda los grandes espejos de cristal con una lámina de plata en la parte posterior. La llegada de este nuevo modelo de espejo a la vida de los ricos aristócratas venecianos hizo que fueran muchos los que quisieran tener uno bien grande y carísimo en los salones de sus palacetes. Debido a su alto costo, estos espejos se trataban con mucho cuidado y se les advertía a los sirvientes que los limpiaban que, en caso de romperlos les esperaban siete años atroces, sobre todo porque tendrían que trabajar gratis para poder pagarlos. Cuando, a mediados del siglo XVII, empezaron a fabricarse en Inglaterra y en Francia espejos baratos, la superstición del espejo roto estaba ya extendida y firmemente arraigada en la tradición. 



*Deshojar una margarita

Es prácticamente imposible remontarse al origen de esta costumbre, pero todos hemos deshojado una margarita en nuestra primera juventud para tratar de adivinar si nuestros enamorados/as nos querían o no. Los pétalos de las margaritas se desprenden fácilmente uno a uno y su número puede ser par o impar, por lo que la respuesta a la pregunta es siempre un enigma.
Algunas versiones aseguran que la costumbre de deshojar  margaritas proviene de Oriente y que la tradición original era que el enamorado(a) guardara un pétalo fresco de margarita en su bolsillo durante 24 horas. Si transcurrido ese tiempo el pétalo no se había marchitado significaba que en asuntos de amor le iría muy bien. En cambio, si se marchitaba, era muy mal augurio. Esta costumbre pasó a Europa, sobre todo a España y Portugal, con la variante de que la margarita se deshojaba y a cada pétalo que se le arrancaba tenía un significado: "Me quiere", "No me quiere", hasta llegar al último pétalo, que es el que daba la respuesta final.
Una leyenda celta cuenta que las margaritas son los espíritus de todos los niños muertos al nacer. De acuerdo al relato, Dios diseminó margaritas por toda la Tierra para brindarles alegría a los padres que perdían a sus hijos recién nacidos. En esta leyenda se basa la idea que considera a la margarita como símbolo de la pureza e inocencia.

 * Gatos negros

Los gatos negros no siempre fueron el blanco de supersticiones, ni considerados agentes de mala suerte. En el antiguo Egipto se tenía a los gatos por animales sagrados ya que estaban relacionados con el culto a la diosa Bastet, considerada la deidad de la armonía y la felicidad, cuya misión era proteger el hogar. Matar a un gato era un crimen capital. Fue en la Edad Media, con las persecuciones de la Inquisición a las brujas (mujeres que buscaban la sabiduría a través de conocimientos de herboristería y hechizos, o, simplemente, ancianas que vivían solas) que los gatos en general y los negros en particular cobraron mala fama. Los gatos negros (y a veces, otros animales del mismo color o totalmente blancos) eran señalados como los familiares de las brujas (un familiar es ente con poderes mágicos que, según la tradición, es invocado por un mago o brujo y generalmente adopta la forma de un animal doméstico). Se creía, además, que por las noches las brujas podían convertirse en gatos negros o que estos animales eran recipientes de demonios. En los EE. UU. y ciertas zonas de Europa, donde la caza de brujas fue feroz, la asociación de los gatos negros con las temidas hechiceras hizo que se los considerara portadores de mala suerte. La idea de que las brujas se transformaban en gatos negros para rondar las calles sin ser observadas se convirtió en una creencia masiva en Estados Unidos durante la caza de brujas de Salem. Incluso hoy en día la asociación entre gatos negros y brujas se mantiene vigente  y se pone en manifiesto durante la celebración de Halloween.
En lugares donde no se practicó la caza de brujas, los gatos negros conservaron su condición de portadores buena suerte. En la Inglaterra victoriana se creía que si unos recién casados se encontraban con un gato negro, era un augurio de prosperidad en el matrimonio. Los marineros creía que tener un gato a bordo les traería buena suerte y las esposas de los pescadores los mantenían en sus hogares mientras  sus maridos salían al mar, para evitar que les aconteciera cualquier desgracia. En Escocia, un gato negro extraño en el porche significa un futuro próspero.



 * Patas de conejo

La pata de conejo es un popular amuleto, empleado desde hace siglos en la cultura occidental. De hecho, está considerada junto a la herradura y al trébol de cuatro hojas como una de las supersticiones más antiguas que aún perduran en la actualidad, pues se calcula que sus orígenes rondan al 600 a. C.
En el centro de la Europa pre-cristiana comenzaron a difundirse historias de personas que eran mágicamente sanadas de gota, calambres y otros reumatismos frotando sobre la zona afectada una pata de liebre, animal entonces temido y al mismo tiempo respetado. La superstición se extinguió por Europa del Este, llegando incluso a Asia. Conforme pasaba el tiempo, y la magia y hechicería se hacían cada vez más populares, comenzaron a venderse en comercios especializadas patas disecadas de estos animales. Con la entrada del cristianismo en Europa, la costumbre se declaró pagana. Sin embargo, no pasó de moda y al ser mucho más sencillo conseguir una pata de conejo, la de liebre poco a poco fue reemplazada.
En la Edad Media muchos reyes y nobles pedían patas de conejo para regalarse entre ellos, o simplemente como prevención ante el mal de ojo y los entes malignos. Las mujeres de la nobleza se maquillaban con una pata de conejo, costumbre que aún conservan algunos actores.
Dado que los conejos siempre han simbolizado la fertilidad, debido a su capacidad de reproducirse a un ritmo vertiginoso, sus patas se utilizaban aumentar la fecundidad de quien las portara. Además, el pie es símbolo de potenciapoder y fuerza en muchas culturas de diferentes partes del mundo.
Para que la pata de conejo sea efectiva hay que seguir ciertas premisas:

-  Para que sea un poderoso talismán (que además de dar suerte, protege) y no un simple amuleto, el conejo debe ser matado por un hombre bizco en una noche de luna llena o por una persona soltera nacida  en la noche de Halloween.

-   Debe  ser la pata izquierda trasera, pues se cree que las patas traseras tocan el suelo antes que las delanteras.

-  La pata debe llevarse en un bolsillo izquierdo.

-   El conejo debe estar completamente sano, ya que en caso contrario el dueño de la pata puede contraer enfermedades.


* Pasar debajo de una escalera

Las supersticiones relacionadas con las escaleras se remontan a civilizaciones muy antiguas. En el antiguo Egipto, Osiris, el dios del Sol, estaba en guerra constante con Set, el amo de las Tinieblas. Set, después de una victoria, empujó a Osiris a la oscuridad de la tumba. Horus, el dios del Sol Naciente, con cabeza de halcón, ayudó a su padre a salir de allí con dos poderosos hechizos: una escalera y el signo de la V hecho con dos dedos. En algunas tumbas egipcias se han encontrado amuletos de buena suerte en forma de pequeñas escaleras y algunas personas aún usan versiones modernas de dichos amuletos. Una antigua creencia sostenía que caminar debajo de una escalera acortaría la visita de los dioses a la Tierra  y los ofendería, obligándolos a mandar terribles desgracias a los seres humanos.
La superstición  que sostiene que pasar debajo de una escalera trae mala suerte también se relaciona con las creencias cristianas. La escalera que se apoya en una pared o en un árbol forma un triángulo que se identifica con la Santísima Trinidad. Atravesarlo es profanar lo sagrado y atraer al demonio. Ciertas pinturas muestran al alma subiendo una escalera para salir de la tumba o para llegar a la cima de la luz eterna. Según la Biblia, Jacob soñó con una escalera que llegaba al cielo y en la que había ángeles. De esta forma, la escalera se convirtió en una figura divina que se reforzó con la idea del Triángulo Sagrado, símbolo de la vida en los tiempos antiguos.
Las primeras representaciones de la Crucifixión alimentaron la idea de que la escalera simbolizaba tanto a Dios como a Satanás. En ellas, Satanás, furioso porque la muerte de Jesucristo ha salvado a la humanidad, se encuentra de pie debajo de una escalera que está apoyada en la cruz. El área entre la escalera y la cruz está bajo el dominio del diablo, así que sólo quien lo adora puede pasar por allí. Sin embargo, hacer el signo de la cruz con los dedos pone salvo a la persona,  impidiéndole a Satanás acercarse a ella.
En algunos países, las escaleras se asocian con los criminales y con la muerte, ya que los verdugos hacían las horcas apoyando una escalera en un árbol. Después de la ejecución, nadie se atrevía a pasar debajo de la escalera, por temor a encontrarse con el fantasma del ahorcado. En Francia, antes de que se usara la guillotina, a los condenados se les hacía pasar por debajo de la escalera que los llevaba al cadalso. Cada vez que el verdugo tenía que subir o bajar de la escalera, tornaba la precaución de escupir varias veces entre los travesaños para asegurarse de rechazar las maldiciones del condenado.
 

* Abrir el paraguas dentro de la casa

Desde hace varios siglos, abrir un paraguas dentro de la casa se ha vinculado directamente con una desgracia venidera. La superstición hace referencia al poder maléfico de este acto en apariencia inocente, pero casi nadie sabe explicar el verdadero origen de esta creencia, que muchos atribuyen a antiguos encantamientos y maleficios.
El paraguas (tal y como lo conocemos en la actualidad) fue inventado en China hace aproximadamente unos 2.600 años. Pero el hecho de cubrirse con algo para evitar mojarse o resguardarse del sol se ha realizado con múltiples artefactos desde tiempos inmemoriales. Un posible origen de la superstición proviene del antiguo Egipto, donde las sombrillas se utilizaban para protegerse del sol. Si se abrían en lugares cerrados, era considerado una ofensa para el dios Ra.
Jonás Hanway fue el primer británico en usar un paraguas en la Inglaterra del siglo XVIII. Lo había adquirido en uno de sus múltiples viajes a Oriente. Disfrutaba de su polivalente uso para resguardarse del sol y de la lluvia, sobre todo por el intempestivo clima de Gran Bretaña, con lluvias muy frecuentes.
El uso del paraguas se fue popularizando, llegando también hasta las clases más bajas, que usaban modelos de menor calidad. Muchas personas abrían el paraguas antes de salir de sus casas, para no mojarse, y también lo cerraban dentro. Esto ocasionó muchos accidentes domésticos, provocando múltiples lesiones, y así es como nació la creencia de que abrir un paraguas dentro de la casa trae mala suerte.


* El brindis

La tradición de chocar los vasos o copas, en particular cuando se bebe vino, ya era practicada por los antiguos romanos, quienes afirmaban que el placer de la bebida debía involucrar al sentido del gusto, pero también a los del olfato, la visión y el oído. Su origen, sin embargo, se remonta a la Grecia del siglo VI a. C., cando se brindaba para que lo recipientes que se entrechocaban compartían salpicaduras y de este modo se le aseguraba al invitado que su bebida no estaba envenenada.
Para que el brindis sea un éxito hay que tener en cuenta unas cuantas cosas:
– Mirar a los ojos mientras se brinda y se bebe.
– Darle un sorbo a la copa después de brindar.
– Brindar con la mano izquierda para tener buen sexo y con la derecha para tener salud.
– Jamás brindar con agua.
– Jamás brindar con vasos de plástico ni con los vasos vacíos.
– Las mujeres solteras tienen que brindar primero con los hombres si cambiar de estado civil.
–  Brindar con copas viejas, tirarlas al suelo y volver a brindar con copas nuevas.
Si hay un brindis en el aire y no se tiene una copa vino, sidra o champagne, no hay que sumarse, ya que la tradición asegura que brindar con agua trae mala suerte. Se dice que esto es porque el vino es el fruto del trabajo del hombre y  el agua se obtiene sin ningún tipo de esfuerzo. Por eso brindar con agua significa que no se es parte del esfuerzo colectivo.

Hasta aquí, mis queridos, este ameno opúsculo sobre supersticiones varias. Me despido de ustedes con un maravilloso pensamiento del escritor, novelista, filósofo, historiador y profesor noruego Jostein Gaarder: "Superstición, por cierto, ¿No era una palabra extraña? Si creías en el cristianismo o en el islam se llamaba fe, pero si creías en astrología o en martes y trece, entonces se convertía en seguida en superstición. ¿Quién tenía derecho a llamar superstición a la fe de otras personas?"

Buenas tardes.