sábado, 18 de junio de 2016

“REVISTAS ROBADAS EN LOS CONSULTORIOS DE QUILMES”: OJOS BIEN CERRADOS


“REVISTAS ROBADAS EN LOS CONSULTORIOS DE QUILMES”:
OJOS BIEN CERRADOS

“El hombre es un sol y sus sentidos son los planetas.”
Novalis

Buenas tardes, mis queridísimas lectoras. Aquí estoy nuevamente, absolutamente fascinada con una nota de nuestra cara revista “OhLaLa”, intitulada “Ojos bien cerrados” en un abierto homenaje a Stanley Kubrick que no sé si todas las lectoras de este amable pasquín llegaron a captar. La nota en cuestión, firmada por nuestra amiga Denise Tempone (convenientemente asesorada por la experta Paula Pantano) forma parte de la bibliografía que hurté en un consultorio quilmeño y nos urge a descubrir cómo ponernos bien quenchis con un simple truquito: vendarnos los ojos. Parece que de este modo, el resto de los sentidos explotan y las camas y otras locaciones eróticas se incendian. Ya lo vimos en un montón de películas, ¿por qué no probarlo de una vez por todas?
Harto sabido es que vivimos en un mundo de imagines. Soñamos con imágenes, fantaseamos con imágenes, pensamos con imagines. Nuestra realidad es eminentemente visual: estimula nuestros ojos pero adormece el resto de nuestros sentidos.  Según la Tempone esto tiene una explicación bastante sencilla: si concebimos nuestro cerebrito como una computadora, podemos afirmar que las imágenes son archivos pesados, que lentifican todos los demás procesos que se llevan a cabo mientras los abrimos. Exigen una atención  y una energía que nos obligan a desatender otros procedimientos. Algo así sucede con nuestras cabezas cuando vivimos nuestra intimidad con los ojos abiertos. La catarata de fotos que llega a nuestras retinas en plena lid sexual es deliciosa y excitante, pero si sólo les prestamos atención a ellas, con el tiempo, el resto de los sentidos se atontan. Avivarlos requiere estar más presente, más conectada no sólo con todo lo que nos pasa a la hora del amor, sino también con lo que le sucede a nuestra media naranja. ¿Y si nos olvidamos de aquello de abrir bien los ojos y abrimos nuestra nariz, nuestra piel, nuestra boca, nuestra mente? ¿Y si cerrar los ojos nos permite ver aún más? Bienvenidas sean al blind sex, mis queridas.

OLFATO

Cada vez que hacemos algo a ciegas, nuestro cerebro reorganiza sus conexiones para utilizar otros sentidos. Uno de ellos, por supuesto, es el olfato. Por cada aroma que sentimos de manera consciente hay muchos otros que captamos sin darnos cuenta. Nuestro perfume personal, por ejemplo, es una misteriosa combinación entre la fragancia que elegimos, los productos que usamos para nuestra higiene, nuestra transpiración, hormonas y hasta el lugar donde vivimos. Sin saberlo, constantemente emitimos información sobre quénes somos y lo que nos pasa en forma de olores (es descorazonador saber que una gasta  USD 100 en un “Classique” de Jean Paul Gaultier y al final termina oliendo a vainilla, flores blancas, una pizca de jengibre, perro, gato, jabón Dove y papas fritas). Está información no es accesible a cualquiera. Depende, por supuesto, de la proximidad corporal: cuando más nos acercamos a alguien más le permitimos olernos. Y el momento de máxima cercanía es, por supuesto, la hora de los bifes. En ese momento esplendoroso, el órgano vomeronasal u órgano de Jacobson, un órgano auxiliar del sentido del olfato en algunos vertebrados que, en la mayoría de los casos, sirve para detectar feromonas, trabaja con mayor intensidad. Es un sexto sentido que nos permite conectarnos con nuestro pastelito a otro nivel. Hay que aprovecharlo.
Dato: Podemos ponernos gotitas de aceites esenciales en diferentes partes del cuerpo y proponerle a nuestro chico que adivine dónde está cada aroma (en este caso el que tendría que tener los ojitos bien cerrados sería él, pero no importa).

OÍDO

El sonido del sexo es otro de los aspectos que queda oculto bajo una catarata de información visual. Sin embargo, es sumamente poderoso. Imagínense lo poderoso que es que hay películas porno para no videntes que hacen hincapié en un abanico de sonidos que los que podemos ver pasamos por alto olímpicamente. Y no estamos hablando de gemidos  y esas yerbas. Tempone, amablemente, nos acerca una serie de preguntas que pueden ayudarnos a despertar el sentido del oído en plena faena amorosa: ¿nos detuvimos alguna vez a escuchar los cambios rítmicos de un corazón?, ¿sabemos exactamente cuál es el sonido de dos pieles que se rozan?, ¿cuál es la diferencia entre una respiración profunda y otra agitada?
Hacer un pacto de silencio y prescindir de los piropos, las guarangadas y los gemidos explícitos puede agrandar nuestro rango de escucha y hacernos estar más atentas a la información que recogen nuestros oídos. Bajen el volumen sin bajar la intensidad, mis queridas. Y se sorprenderán gratamente.
Dato: En medio de este silencio de radio, si ya no podemos contenernos, un gemido intenso sonará como una bomba. A explotar que se acaba el mundo.

TACTO

Mucho antes de ver, oler y degustar, nuestra piel decodificaba lo que sucedía en nuestro entorno, aún cuando estábamos dentro del útero. El sexo es la ocasión ideal para redescubrir la comunicación tactil y retrotraernos a una experiencia primitiva y potente. Cuando hacemos el amor se reavivan esas primeras sensaciones táctiles. Según Denise Tempone, nadie vuelve a tocarnos de un modo tan completo y amoroso como lo hacían nuestros padres cuando éramos bebés. Hasta que tenemos sexo y volvemos a sentir una conexión física poderosa e inevitable con otra persona.  Parece que existe algo llamado hambre de piel que expresa la necesidad de esas sensaciones producidas por la feliz unión de dos cuerpos, que conlleva una mejora en el sistema inmunológico y un aumento notable de la autoestima. Nada más estimulante como concentrarse en el placer de tocar y ser tocadas cuando cerramos los ojitos bien cerrados.
Dato: Pongamos atención en la ternura y no tanto en el erotismo. Los abrazos, las caricias y los mimos mezclados con la excitación sexual.  Boccato di cardinale.

GUSTO

El gusto y el sexo van de la mano. Ambos activan la parte del sistema nervioso que controla la relajación y despiertan sensaciones parecidas. Es por eso que comparamos las sensaciones que tenemos cuando comemos algo rico con un encuentro hot entre las sábanas (esto, mis queridas, avala una de mis tantas teorías: pobres amantes pueden ser las flacas escuálidas cuya noción de placer culinario es mascar un tallo de apio).  Además, algunos de nuestros comportamientos eróticos instintivos, tales como mordisquear, lamer  y besar, se remiten al deseo de saborear y, ¿por qué no?, devorar la piel de nuestro pastelito. Cuando nos atrevemos a volver literal lo que la mayoría de las veces no pasa de ser una metáfora y degustamos a nuestro amante, nuestro paladar comienza a percibir detalles como la leve diferencia de sabor que existe entre las distintas partes del cuerpo. Por ejemplo (y esto según la Tempone, porque a esta altura yo sólo me dedico a degustar vino), la cara interna de los brazos suele ser más saladita que el resto del cuerpo y la parte baja de la espalda, más dulce (y no es para asombrarse, no es lo mismo osobuco que cuadril). Degusten, chicas, degusten. Pero no se coman a nadie, por favor.
Dato: Nuestro sabor personal depende muchísimo de nuestra dieta. Las frutas y verduras hacen que nuestra transpiración sea más liviana y nuestra piel, más fresca.

Hasta aquí, mis queridas, todo lo que la Tempone, secundada por la Pantano, tiene para decir acerca del blind sex. Me despido de ustedes esperando que toda esta cháchara les sea de utilidad y que se animen a vendarse los ojitos de una vez por todas. Y dejándoles, como yapa, una cita del genial escritor español Antonio Gala: "El amor es la poesía de los sentidos. Pero hay poesías malísimas."

Buenas noches.

martes, 14 de junio de 2016

“REVISTAS ROBADAS EN LOS CONSULTORIOS DE QUILMES”: POR QUÉ ÉL LE MUESTRA A OTROS TUS MENSAJES HOT


“REVISTAS ROBADAS EN LOS CONSULTORIOS DE QUILMES”:
¿POR QUÉ ÉL LE MUESTRA A OTROS TUS MENSAJES HOT?

“El que revela el secreto de otros pasa por traidor; el que revela el propio secreto pasa por imbécil.”
Voltaire

¿Qué tal, mis queridas? Aquí estoy nuevamente, tratando de sacarle todo el jugo posible al vergonzoso hurto que perpetré en el consultorio de mi sufrida psiquiatra. Esta vez, con una nota publicada en nuestra querida y nunca bien ponderada revista “Cosmopolitan”, siempre lista para responder las preguntas que nos hacemos damas y damitas, sin tener en cuenta lo imbéciles o delirantes que esas preguntas pueden llegar a ser algunas veces. La nota que les traigo hoy se intitula “¿Por qué él le muestra a otros tus mensajes hot?”, y, aunque ustedes no lo crean, ocupa toda la página 132 de nuestro pasquín favorito.  Digo aunque ustedes no lo crean porque yo respondería esta pregunta con cuatro concisas palabritas: “Porque es un infeliz”. Y sanseacabó. Y eso que el poder de síntesis no es lo mío. Pero nuestra revista amada no opina como vuestra servidora. Y sostiene que, aunque una tiene derecho a indignarse por tal flagrante violación a su intimidad, el masculino indiscreto tiene también sus razones para hacer lo que hace y son bastante menos pavotas de lo que parecen. Pasen y vean.

¿POR QUÉ ÉL LE MUESTRA A OTROS TUS MENSAJES HOT?

No importa la razón por la que una le mando a su media naranja un mensajito hot o una fotito íntima: aburrimiento, estupidez, calentura, exceso de alcohol o de estupefacientes, etc. La cosa es que lo hizo y le cumplió un sueño al sátrapa que supo conseguir. Y el muy desagradecido le pagó con moneda pérfida, mostrando el material en cuestión a todos sus amigotes. “Incluso los hombres más inteligentes hacen cosas tontas”, justifica el psicólogo Marcelo Passini, de la Fundación Foro, que para algo es varón. Y nos cuenta las tres razones más comunes por las cuales nuestro partenaire puede haber metido la pata tan hasta el cuadril.

Se mandó la parte

¿Alguna vez escucharon a un hombre contarles a sus amigos los detalles de su última conquista? Seguramente habrán notado que hace hincapié en aquellos detalles que lo posicionan como un galán irresistible. “El ser humano es competitivo. Para un hombre, ser superior a otro implica tener un mejor trabajo, un auto más caro y una novia más sexy”, explica Passini. Y una no puede dejar de indignarse ante semejante implicación, que sitúa a damas y damitas en el mismo lugar que un cero kilómetro bonito o un perro de raza top. Como para tirarle una soga al Licenciado Passini, aparece otro psicólogo, William July, autor del libro “Understanding the Tin Man” (“Entender al hombre de hojalata”), que sostiene que “ellos son proclives a imitar cualquier acción del resto de su grupo”, así que si sus amigos mostraron intimidades, él va a querer hacer lo mismo. Razonamiento masculino típico: todos lo hicimos, nadie lo hizo. Ya saben: "-¿Quién mató al Comendador? -Fuenteovejuna, Señor.” Y andá a pegarle una cachetada a Fuenteovejuna.

Demostró sus sentimientos

Una, que es mujer y tiene razonamientos femeninos, tendería a pensar que un hombre demuestra sus sentimientos cuidándonos y no sacando nuestros trapitos al sol. Pero una es mujer y dinosaurio. La “Cosmopolitan” nos urge a recordar lo ansiosas que nos ponemos cuando queremos contarles a nuestras amigas lo increíble que es nuestro nuevo chico. Parece que a ellos les pasa lo mismo, pero como les da un poco de vergüencita y vagancia alabarnos o mostrarse apasionados con nosotras frente a terceros, hacer públicos los SMS íntimos es la estúpida manera que tienen de demostrar lo enamorados que están.
Además, como ellos se pasan horas y horas y horas mirando mujeres, no les incomoda para nada exhibirnos medio en bolas frente a sus secuaces. Son tan brutos que suponen que vamos a sentirnos halagadas y no se imaginan ni remotamente que nos están exponiendo.

No pensó que te iba a molestar.

No, no lo pensó. Ya sabemos que los hombres no piensan demasiado ciertas cosas.  A ellos no les parece grave alardear frente a sus pares del lomazo de su media naranja o de su vocabulario hot. Menos en estos tiempos en los que todo se expone al público constantemente. “Internet logró que el límite entre lo público y lo privado sea cada vez más indefinido y menos significativo para algunas personas”, asegura Passini. Un hombre puede suponer que su novia sube fotos a Facebook o a un blog porque quiere que todo el mundo las vea, incluso si esas imágenes son sexys. Las mujeres, en cambio, tenemos clarísimo que una cosa es mostrarnos en bikini y otra muy diferente hacerlo en ropa interior. En ambos casos estamos medio en bolas, sí, pero es distinto.
Todas estas cuestiones no le quitan a la mujer cuya intimidad fue pisoteada de manera atroz su derecho a estar furiosa. La “Cosmo” aconseja explicarles a los masculinos lo desubicado de su actitud y el daño que nos provocaron.  Y nada de preguntarles: “¿Qué pasaría si yo te hiciera algo así a vos?”. A ellos les encantaría.

Hasta aquí, mis queridas, las explicaciones de por qué los hombres andan mostrando intimidades sin ningún tipo de cuidado y pudor. Poco más tengo yo para agregar. Me despido de ustedes con un pensamiento extraído de El Talmud, obra que recoge principalmente las discusiones rabínicas sobre leyes judías, tradiciones, costumbres, narraciones y dichos, parábolas, historias y leyendas: “Tu amigo tiene un amigo, y el amigo de tu amigo tiene otro amigo; por consiguiente, sé discreto.

Buenas tardes. 

viernes, 10 de junio de 2016

“REVISTAS ROBADAS EN LOS CONSULTORIOS DE QUILMES”: ¡¿TE PIDIÓ QUEEEÉ?!


“REVISTAS ROBADAS EN LOS CONSULTORIOS DE QUILMES”: 
¡¿TE PIDIÓ QUEEEÉ?!

Sobre gustos y colores no han escrito los autores.”

Buenísimos días, amables lectoras. Continuando con la picante saga “Revistas robadas en los consultorios de Quilmes”, les ofrezco hoy una maravillosa nota publicada por la imprescindible revista  OhLaLa” que no tiene desperdicio y aborda un tema tan sensible como los pedidos exóticos  con los que se despachan algunos señores a la hora de los bifes. La nota en cuestión, firmada por Denise Tempone, asesorada por la sexóloga Silvina Valente, se intitula “¡¿Te pidió quéééé?!” y abre el juego con la pregunta del millón:”¿Cuál es la diferencia entre un aventurero y un depravado?” (interrogante que no se resuelve en ningún momento, que me perdone Denise, ya que terminamos de leerla con la descorazonadora sensación de que aventurero y depravado son la misma cosa).
Nos cuenta la Tempone (a nosotras, que hace más de veinte años le tenemos la vela a un señor intrascendente) que el mundo de la soltería puede ser muy divertido pero también muy desconcertante.  Y que las pobres solteras suelen quedar anonadadas frente a algunas propuestas que reciben de parte de los masculinos que están empezando a conocer. Porque los machos salen con cada cosa. Estas solteras perplejas suelen creer que son a ellas a quienes, como si de imanes humanos se tratara, se les pegan los varones de gustos retorcidos. Pero al hablar con otras solteras se dan cuenta de que no. De que no son ellas las que atraen a los viciosos como las moscas atraen al dulce de leche. De que los hombres son, en general, unos degenerados. Y de que a todas las féminas les llegan cada tanto propuestas escandalosas (menos a mí, por supuesto, que lo más transgresor que hice en los últimos tiempos fue contratar Netflix).
Denise Tempone explica que estas propuestas indecentes tienen que ver con los tiempos que corren. En una época en la que muchas personas se educan sexualmente mirando pornografía (los llamados pornoeducated) y los touch and go dejaron de ser exclusividad de las vedetongas, ciertos temas que antes se consideraban tabú se flexibilizaron y llegaron a nuestras sábanas.  Obviamente, no hay nada nuevo bajo el sol. Los depravados existían aún antes de que  Tiberio  retozara en los jardines de Capri con hombres, mujeres, niños y animales (si era con todos a la vez, tanto mejor). Y existirán hasta que suenen las aterradoras trompetas del Juicio Final. Pero hoy estas cosas, como todas las cosas, suceden muy rápido. Y las relaciones comienzan en la actualidad de un modo mucho más informal.
Dicho todo lo que había que decir, paso a enumerar las propuestas que las lectoras de la OhLaLa” reciben cada tanto. Que las disfruten.

-“Eso te haría del todo mía”, me dijo después de explicarme por qué quería orinar sobre mí.

Que quede bien clarito: en el sexo no hay conductas malas o reprobables siempre y cuando sean consensuadas y todos los involucrados en la festichola sean mayores de edad. Si la relación es nuevita y el señor aparece con una propuesta tan inusual, es bueno replantearse el modo en que este hombre se les está acercando, ¿De verdad desea conocerlas y tener algo más o menos lindo con ustedes o sólo las considera un objeto de placer? Denise Tempone avisa que este tipo de propuestas pueden ser señales del comienzo de una dinámica violenta.

-Me dijo: “¿Me dejás ponerme un vestido tuyo?”. Espere que se riera, pero no. Más tarde, volvió a intentarlo con mis tacos.

A ustedes les gusta hacerse las sexys usando sus calzones o paseándose por el departamento con sus camisas. Lo vieron en 100.000 películas y lo quieren hacer, obvio. Bueno, este es el mismo caso, pero a la inversa. El tipo se quiere poner sus tanguitas, sus tacos, sus medias. ¿Es más desconcertante? Puede ser… ¿Más tabú? Puede ser… Pero hay que modernizarse, queridas. Muchos hombres aman la ropa de mujer. Y no precisamente porque venga con una mujer adentro. La buena noticia es que un hombre enfundado en un vestido de lamé dorado no es necesariamente un hombre gay. Lo que tienen que preguntarse es si se van a divertir viendo a sus amantes disfrazados de Kim Kardashian. O se van a horrorizar. Teniendo siempre en cuenta que este jueguito sexual no hará menos hombres a sus hombres. Igual yo paso.

-Después de hacerlo me pidió un favor: llevarse mi ropa interior… sucia. “Que tenga tu olor”, me sugirió.

Estamos en pleno Siglo XXI, pero todavía existen señores que insisten en llevarse trofeos como recordatorio de sus faenas sexuales . Si los dos integrantes de la yunta amorosa están de acuerdo con esto, puede ser sexy, atrevido y estimulante. Si les gusta la idea y no las incomoda, pueden premiar a sus amantes con bombachas y corpiños, como a un buen guerrero que dio una batalla épica en la cama. Pero es bueno no perder de vista que las mujeres no somos trofeos y nuestras prendas íntimas, tampoco. Y también es bueno hacer una justa diferenciación entre bombacha sucia y bombacha usada.

-“No te muevas y hacé como si no respiraras”. ¡Y fue en la primera noche!

Lo vimos en “Matador”, allá por 1986, la increíble película de Pedro Almodóvar. Diego Montes (Nacho Martínez) es un torero retirado por una cornada prematura, que cambia los toros por las mujeres, a las que gusta despanzurrar en plena faena sexual. Tiene una novia que es casi Jeannette Rodríguez en la telenovela “Cristal” (Eva Cobos) a la que no despanzurra pero sí le pide que se haga la muertita mientras hacen el amor.  El pedido puede resultar alarmante (de hecho en “Matador” lo es), pero nuestra buena amiga Denise dice que no deberían inquietarse si todo se da en el marco de los buenos tratos. Pero si notan que este jueguito es una forma de controlarlas o de no tener en cuenta su deseo y eso las  incomoda, presten atención a estos sentimientos. No hagan nada que las haga sentir mal.

-Nos habíamos filmado con las supuestas camaritas de seguridad que tenía por toda la casa y me dijo si quería ver el compilado.

¡Uf, los videos! Muy de moda, muy hot, pero si la filmación no se consensuó previamente, esto no tiene absolutamente nada de gracioso. Ningún hombre tiene derecho a filmarlas sin consentimiento. Ni con las camaritas de seguridad, ni con una notebook casualmente abierta frente a la cama ni con un celular bien posicionado. Si así fue, urge que recuperen el material antes de que los videos aparezcan en RedTube. Y pongan las patitas en polvorosa ya.

-No quiso tener sexo. Sólo tocarme los pies. Fue todo, y le alcanzó.

Una parafilia es un patrón de comportamiento en el que la fuente de placer no se encuentra en la penetración en sí, sino en alguna otra cosa que la acompaña (¡o la suplanta!). Siempre hay un roto para un descosido, pero si ustedes no son el tipo de mujeres que alcanzan el Nirvana cuando le tocan los pies, no pierdan el tiempo con muchachos así y búsquense candidatos que calcen mejor.

-Era rugbier, empezó pidiendo que le tocara la cola y terminó en cuatro rogando lo que ya saben…

Se viene el comentario discriminatorio del día, que me perdone el INADI: no me gustan los rugbiers. Es más, no me gusta la palabra rugbier. ¿Decir jugador de rugby no es lo mismo? Hecha esta aclaración, paso a comunicarles, mis queridas, que no hay que sorprenderse si un hombre de aspecto muy masculino disfruta tan abiertamente de su puerta trasera. Probablemente el tipo sea un evolucionado y sepa que aprovechar todas sus zonas erógenas a full no significa ser gay ni mucho menos. Los hombres que la tienen clara suelen ser así de explícitos. Eso sí, si a ustedes no les gusta, no lo hagan.

-En pleno acto, cuando él estaba por llegar, puso mis manos sobre su cuello. “Ahorcame con todas tus fuerzas”, me dijo.

Lo que este muchacho pidió es parte de algo conocido como juegos de respiración. Dentro de estos misteriosos juegos está la hipoxifilia: la privación de oxígeno con la intención de aumentar la intensidad del orgasmo. Como todo juego puede ser light o extremo. En este último caso puede terminar para el traste, sobre todo si no hay una señal clara entre los amantes que indique cuándo parar. Así que si van a ahorcar a su partenaire en pleno fragor erótico, tengan previamente una charla que establezca un código claro entre ambos.

-Me pidió que le pisara los testículos con los tacos. ¡Le llamé a un taxi!

El placer del dolor es algo bastante difícil de entender para las personas que no curten la onda sadomasoquista. Es importante aclarar que este tipo de prácticas siempre deben ser consensuadas: “Vos me hacés doler, yo quiero que me duela”. Ese es el trato. No hay juego si uno obliga a otro a asumir un rol que no desee.

Hasta aquí, mis queridas, las propuestas indecentes que reciben las lectoras de la querida revista OhLaLa” mientras yo miro series en Netflix. Igual no me quejo. Se me ocurre que, dada mi idiosincrasia, siempre voy a disfrutar más de un capítulo de “Stranger Things” que de un señor contoneándose alegremente embutido en una de mis bombachas. Ya saben que yo soy bastante anticuada.
Sin más que agregar acerca del tema me despido de ustedes con la alegría de la tarea cumplida. Y recordándoles que , tal como reza el famoso proverbio español, sobre gustos no hay nada escrito.

Buenos días.
  

martes, 7 de junio de 2016

“REVISTAS ROBADAS EN LOS CONSULTORIOS DE QUILMES”: CONSULTAS ABSURDAS A UN SEXÓLOGO


“REVISTAS ROBADAS EN LOS CONSULTORIOS DE QUILMES”:
CONSULTAS ABSURDAS A UN SEXÓLOGO

“Juzga a un hombre por sus preguntas en vez de hacerlo por sus respuestas”.
Voltaire

En lo que a consultas sexuales se refiere hay cosas tan absurdas, tan absurdas, que hasta a la revista “Cosmopolitan” que es, sin dudas, la reina del  absurdo en este peliagudo terreno, le resultan llamativas.  Y, para regocijo de los aquí presentes, las hace públicas en un encantador artículo titulado “Consultas absurdas a un sexólogo”.  Parrafada que, gracias al costado frívolo de Dios, aparece en el legendario número del pasquín que, hace un par de semanas, hurté de la sala de espera del consultorio de mi sufrida psiquiatra. Para realizar la nota en cuestión, nuestra revista favorita consultó diversas y valiosas fuentes, y recabó las experiencias del terapeuta sexual Joel Block, la sexóloga Ava Cadell, la educadora sexual Yvonne Fulbright, la sexóloga Debby Herbenick, autora del libro “Because it feels good” (“Porque se siente bien”), y el sexólogo Ian Kerner, autor del libro “She comes first” (“Ella llega primero”). Continuando con la saga “Revistas robadas de los consultorios de Quilmes”, me hago eco hoy del artículo de la “Cosmo”. Disfruten.

Consultas absurdas a un sexólogo

-“Anoche mi perro nos vio a mi novio y a mí teniendo sexo. ¿Se habrá traumado?” Antes de que el mundo se fuera al carajo, los animalitos domésticos no tenían traumas.  Pero todo cambió tras el insoslayable derrape de la humanidad y, ahora, perros y gatos sufren depresión, ansiedad y fobias. Pero de ahí a que el perro se traume porque vio a su dueña en plena faena erótica hay un largo, largo trecho. El perro no es Michael Myers y no va a apuñalar a la dama en cuestión porque la encontró con los calzones por los suelos. No sabemos qué clase de chica es la que pregunta tamaña estupidez. Ni la chica Cosmo tiene ideas tan estrafalarias.

-“Si uso un choclo como juguete sexual y algunos granos se desprenden, ¿pueden germinar dentro de mí?” Yo no sé qué cara pone un sexólogo ante una pregunta tan descabellada. Tampoco sé qué comentario hacer al respecto. Recuerdo que a los cuatro o cinco años mi hermano y yo creíamos que, si nos tragábamos una semilla de naranja, nos saldría una plantita por el ombligo. Del mismo modo que creíamos que, si enterrábamos una moneda, nacería un precioso árbol cuyos valiosos frutos serían, lógicamente, monedas. Pensamiento mágico puro. Pero eso a los cuatro o cinco años. A los siete teníamos clarísimo que ninguna semilla podía prosperar dentro del cuerpo humano y que las monedas no crecían en los árboles. ¿Cómo puede ser que la chica, que debe andar por los veinte, por lo menos, siga razonando como si viviera en Macondo? Comentario aparte amerita la precariedad del juguete sexual. Dejen en paz frutas, verduras y hortalizas y vayan al sex shop. Si les da vergüenza ir al sex shop vayan a ver a mi amiga Bettina,  asesora Tuppersex y, además, discretísima. Me lo van a agradecer.

-“Me excita untarme con miel mi zona V, recostarme sobre el pasto y ser picada por algún bichito. ¿Corro algún riesgo?” Sí, nena, corrés el riesgo de que te internen en un psiquiátrico.

-“¿Puede recomendarme un traumatólogo de penes? Acabo de quebrármelo.” Aquí, por supuesto, el que consulta es el chico. La verdad, no sé qué decirle a este pajarón.

-“Mi prima me contó que fue manoseada por extraterrestres; quiere denunciarlos pero no se acuerda mucho. ¿Puede medicarla para que recupere su memoria?” Patitiesa estoy. Patidifusa. Esta gente it va a consultar al sexólogo cuando debería consultar al psiquiatra. O, por lo menos, a los agentes  Mulder y  Scully. ¿Cómo es eso de ser manoseada por los extraterrestres? ¿Si no se acuerda mucho cómo puede afirmar que fueron los extraterrestres y no el pibe de la esquina disfrazado de ALF? ¿Dónde piensa denunciar a los abusadores? ¿En la casa de Fabio Zerpa? ¿En la de Steven Spielberg? ¿En la NASA?

-“Las cosquillas fuertes en las lolas me resultan híper hot. ¿Usted también cree que es  algo muy erótico?” ¿No es delito ser tan boluda?

-“Seguí su consejo y empecé a usar gel lubricante. Como mi novio se quejaba (decía que tenía gusto a remedio), lo reemplacé por dulce de leche. Tengo miedo de haberme infectado. ¿Qué hago?” Un electroencefalograma. Seguro que sale plano.

-“Mi pene no mantiene la erección durante el encuentro sexual: se baja después de unos minutos. ¿Le puedo mostrar?” Otra vez el chico a la carga. Les juro que hasta a mí, que soy una bocona, estos mamertos me dejan sin palabras.

-“¿Las mujeres orinan por la vagina?” Esta guacha ni siquiera fue a la escuela.

-“Si mi novio eyacula en mi boca, ¿puedo quedar embarazada?” Esta tampoco fue a la escuela. Estoy empezando a pensar que la chica se crió en medio de la selva como Tarzán.

-“Necesito masturbarme 14 veces al día, incluso si estoy en la oficina. ¿Es un promedio normal?” Aquí es imposible dilucidar si el consultante es el chico o la chica. Lo que sí se puede sacar en limpio es que se trata de un/a empleado/a público. Que en lugar de perder del tiempo en Facebook o criticando los culos de las Kardashian, lo pierde autosatisfaciéndose.

-“¿Es verdad que cuando el hombre no alcanza el orgasmo pueden estallarle los testículos?” No sé de dónde saca la chica estas premisas locas. En mi vida (sobre todo a los doce o trece años) escuché muchas pavadas, todas fruto de la desinformación y la fantasía. Que si lo hacías de parada no quedabas embarazada. Que tampoco quedabas embarazada la primera vez que lo hacías (después de ver dos o tres novelas me avivé de que esto era una falacia ya que las protagonistas siempre quedaban preñadas la primera vez que lo hacían: los embarazos eran en la TV de los ‘80s justos castigos divinos por tanto resbalón erótico). Que si no alcanzabas el orgasmo no podías quedar embarazada. Que cuando perdías la virginidad se te notaba en la cara. Pero lo de los testículos estallados no lo escuché jamás. Será porque soy mujer. No sé.

Hasta aquí, mis queridos, estas absurdidades tan absurdas que hasta la “Cosmopolitan” las considera como tales. Son preguntas raras, locas algunas, como la de la miel y las picaduras de los bichitos en la zona V, y  basadas todas en una alarmante desinformación.
Me despido de ustedes con una pertinente proverbio chino: “El que hace una pregunta es un tonto por cinco minutos, y el que no la hace sigue siendo un tonto para siempre”.

Buenas noches.