lunes, 31 de octubre de 2016

TRICK OR TREAT

 

TRICK OR TREAT 

“Cualquiera podía saber que el viento de esa noche era un viento especial, y que en las sombras había algo especial, pues era la Víspera del Día de Todos los Santos, la Noche de las Brujas. Todo parecía ser de suave terciopelo negro, o terciopelo anaranjado o dorado. El humo salía jadeando desde miles de chimeneas como penachos de cortejos fúnebres. De las ventanas de las cocinas llegaban flotando dos aromas de calabazas: el de las calabazas huecas y el de los pasteles en el horno.” 
Ray Bradbury, “El árbol de las brujas

“¿En cuanto a mi lápida? Me gustaría tomar prestado el gran poste de barbero que cuelga de la fachada de la peluquería, y conectarlo a media noche por si por casualidad pasaras junto a mi tumba para saludar. Y allí estaría el viejo poste de barbero, encendido, sus brillantes ondas enroscándose llenas de misterio, girando y enroscándose en misterios mayores aún, eternamente. Y si vinieras de visita, trae una manzana para los fantasmas.” 
Ray Bradbury, “La feria de las tinieblas” 

Es un clásico: llega octubre y llegan también los pataleos y las amonestaciones de una serie de ciudadanos bienintencionados que no quieren que nosotros, sus sufridos coterráneos, festejemos Halloween y nos atiborran con dibujitos de gauchos tomando mate y estampitas del Sagrado Corazón. Estos señores y señoras aguafiestas se dividen en tres grupos muy diferenciados: por un lado están los argentinos nacionales y populares que repudian un festejo asquerosamente imperialista; por otro, el de los ingenuos que suponen que la argentinidad pasa por un kilo de yerba y un plato con tortas fritas. El último grupo lo componen los fanáticos religiosos que nos recuerdan que el origen de Halloween  se remonta a una festividad celta llamada Samhain, que se celebraba la noche en la que se abría el velo que separaba el mundo humano del sobrenatural, y los espíritus, buenos y malos, vagaban por la Tierra. Y nos amenazan, además, con que nuestros hijos se van a convertir en sucedáneos de Reagan MacNeil si permitimos que se disfracen.
Como mis asiduos lectores sabrán, a mí me encanta Halloween. Y encuentro que los argumentos con los que intentan convencerme para que me una a los que repudian esta festividad son bastante flojitos. Veamos: 

-Argumentos “nacionales y populares”: A aquellos que hacen gala de un espíritu nacional y popular que se ofende frente a los gatos negros y a las señoritas calenturientas que aprovechan la boleada para disfrazarse de diablesas hot y enseñar el traste sin culpas, les diré que hay muchas cosas que no son nacionales y populares y son aceptadas con alegría por sus líderes y esbirros: los relojes Rolex, las carteras Louis Vuitton, los zapatos Christian Louboutin, los perfumes Escada,  las mechas Great Lengths… ¿Por qué una simple calabaza ($ 6 el kilo, más o menos) representa más cabalmente las inmundicias del Imperialismo que un anillito Hermès (cuyo precio ignoro pero imagino pornográfico)? ¿Chi Lo Sa? 

-Argumentos “la argentinidad al palo”: No dudo de las buenas intenciones de las gentes que se encrespan frente al festejo local de Halloween porque son argentinas (sospecho, sí, que son los mismos entes antediluvianos que fundan grupos donde defenestran al sushi con la intención de reivindicar al asado de tira).  Sólo creo que su pataleo no tiene razón de ser. ¿O no son los mismos hincha pelotas que hace un par de añoss casi nos empujan al suicido recitándonos 500 veces por día “Tu coche es japonés. Tu pizza es italiana. Tu cerveza es alemana. Tu vino es español. Tu democracia es griega. Tu café es brasileño. Tu té es chino. Tu reloj es suizo. Tu moda es francesa. Tu camiseta es India. Tus zapatos son made in Malasia. Tu radio es coreana. Tu vodka es ruso…”? Si reciben con tanta alegría coches, pizzas, cafés y relojes extranjeros, ¿qué les cuesta aceptar también un Halloween? Además, mis queridos, muchas cosas que nos son absolutamente familiares y admitimos sin chistar, no han tenido su origen precisamente en la Puna. El fútbol, por ejemplo, de irrefutable origen inglés. Cosa que no les prohíbe a muchos enfermos de argentinidad al palo gritar los goles de Boca o llorar como Magdalenas porque River se fue a la B. 

-Argumentos cristianos: Para refutar los argumentos cristianos basta una frase concisa e irrebatible: no todo el mundo es cristiano. Por mucho que les pese al cura del barrio, a las huestes evangélicas y a los insistentes Testigos de Jehová, hay gente que no elige al cristianismo. Y eso no la convierte ni en monstruosa, ni en peligrosa ni en abominable. También hay cristianos (como vuestra segura servidora) bastante díscolos a los que Efesios 5:6-12 nos tiene muy sin cuidado.  Algunos librepensantes suponemos que vivir en la luz tiene más que ver con no joder al vecino que con no festejar Halloween.  Y no creemos que un disfraz de bruja (ni siquiera uno de bruja acalorada) o una máscara de Ghostface sean pasajes seguros al Averno. A no olvidar, mis queridos, que el camino al Infierno está tapizado de buenas intenciones.  Que pueden ser, cómo no, la de estos fanáticos religiosos que buscan atormentar a la gente como una sólo porque es fan de Tim Burton. 

Como verán, caros lectores, consideraciones para refutar a los argumentos contrarios a Halloween no me faltan.  Cada año los esgrimo pero, para ser sincera, hasta el día de hoy no han logrado que nadie cambie la opinión que tiene sobre esta controvertida festividad.  Los nacionales y populares siguen tildándola de imperialista, los enfermos de argentinidad al palo siguen repudiándola mate en mano y los cristianos fanáticos siguen prometiendo las llamas eternas.  No importa: yo disfruto Halloween. Mucho. Mucho más a partir de hoy, día en el que he recibido una grata nueva:mirar películas de terror adelgaza.

¡Por fin un tiro para el lado de la justicia!

jueves, 20 de octubre de 2016

BEAUTIFUL BOY (DARLING BOY) III



BEAUTIFUL BOY (DARLING BOY) III

"Ser honesto no puede hacerte conseguir un montón de amigos, pero siempre te hace obtener los correctos."
 John Lennon

Porque la poesía es el mejor homenaje, he aquí un pequeño tributo a John Lennon, con dos trabajos de poetas argentinos: Rogelio Ramos Signes y Camilo Ramos Gatto.
Te extrañamos, John.

Give peace a chance.


UNA BALA


Una bala es
desde un punto de vista fabril
industrial
estándar
es / ¡qué loco este mundo! /
una bala es
en tierras donde no nací
pero vivo
todavía,
un confite absurdo
para alimentar pequeñas maquinarias
na bala es
velocidad
trayectoria
es
la tarambana magnitud de lo que zumba
fardo
píldora
mercader espacio compensado
una bala
una simple bala
es
en tierras de donde provengo
pero donde no vivo
es
un cuerpo ojival
cilíndrico
descarriado por una velocidad que
en su momento
y sin indicios de culpas aparentes
alcanza un objetivo, pum, lo penetra
lo invade y despanzurra /
empírica
sin artificios
una bala es
hueco que habrá de llevarte
(quizás) al otro mundo
si es que lo hay,
la pura noche / John Lennon /
¿por qué? ¿quién la dispara?
sedimento, fósil al acecho
una bala es
carbón, salitre, azufre, plomo, percusión
cosa que impregna /
el fantasma de un dedo en el gatillo
insanía, costumbre
¿por qué?
¿por qué a John Lennon?
¿por qué así?
¿por qué en un piso de cemnto
y no en un campo
de frutillas eternas?

ROGELIO RAMOS SIGNES



SOY ESE CHICO QUE ME MIRA DE REOJO

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“Yo soy él como tú eres él como tú eres yo
y nosotros estamos todos juntos”
(John Lennon)
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Soy el del banderín rojo.
   Soy el banderín rojo.
     Soy la tierra húmeda
la tierra seca
la tierra dura,
la que se lleva el viento.
   Soy el viento,
     el que levanta las polleras.
        Soy las polleras
            escondiendo a la niña
                Soy esa niña,
                   la que mira a ese chico.
Soy ese chico,
    que me mira de reojo.
Soy sus ojos,
    los que me miran de costado.
Estoy al costado
me veo, soy yo,
yo escucho su música.
    Soy su música.
       Soy mi música.
          Soy él.
Soy el hombre del frente
(el de las gafas).
Soy las gafas.
                       Soy mi bolsillo.
                                                 Soy metal frío.
Soy mi revólver.
                              Soy tres balas.
                                                       Soy cada una de ellas.
Soy el ruido,
                      soy el estallido,
                                                  soy sus entrañas.
Soy un hombre muriendo.
                                                Siy el que lo ve morir
a la entrada
de un gran edificio.

CAMILO RAMOS GATTI
 




sábado, 15 de octubre de 2016

BEAUTIFUL BOY (DARLING BOY) II


BEAUTIFUL BOY (DARLING BOY) II

"Todo va a estar bien al final. Si no está bien, no es el fin."
John Lennon

Porque la poesía es el mejor homenaje, he aquí la segunda parte de este tributo a John Lennon, con los poemas más bellos que inspiró. 
Te extrañamos, John.

Give Peace a Chance.


POEMAS DEDICADOS A JOHN LENNON


CADA DÍA. -  ENRIQUE SACERIO-GARÍ

..                                                           sin John Lennon


Cada día es más fácil morir
con un poquito de plomo 38
llevándonos
el semáforo sangriento
de los titulares.

Cada día es más fácil morir
la muerte de los Juanes y los Pablos
el vidrio que topa la pupila
en las calles de Nueva York
y los portales de Calcuta …

Dame la mano,
hermano de esta muerte
del pueblo de los pueblos
solitarios
de la roca
anclada
en el asfalto celeste …

Cada día es más fácil morir
con un poquito de muerte amistosa


UN CÍRCULO LLENO DE FLORES - EDUARDO CHIRINOS

Un día como hoy mataron a John Lennon.
Fue hace veintisiete años. Extraño número,
impar y terminado en siete. No es redondo, no
invita a celebrar aniversarios. A los veintisiete
estaba en el esplendor de su carrera (era la
morsa) y se daba el lujo de cantar algunas calles
que ahora nos pertenecen a todos. Juré visitar
algún día esas calles. Pero el destino, que no
sabe de juramentos, me llevó primero al Central
Park. Allí lo recuerda un círculo (siempre lleno
de flores) y en él una palabra: IMAGINE.
Comencé por el final. Siempre comencé por
el final. Escuché a los Beatles cuando se habían
disuelto, y por cobrarme diez años los vengo
escuchando casi treinta. Lo demás es historia.
George sobrevivió a las puñaladas de un loco
y dijo adiós. A Paul se le murió Linda y sobrevivió
a un divorcio. Ringo ha perdido algo de pelo,
no esa sonrisa bonachona de quien finge no
tomarse en serio. Hace veintisiete años mataron
a John Lennon. Yo tenía veinte, mi hermano
diecinueve. Los dos nos encerramos a escuchar
sus canciones y lloramos en silencio. Nunca
habíamos llorado juntos. Tal vez ni se acuerde.
Cuando lo vea voy a preguntarle. 



JOHN LENNON - LUIS LA HOZ

Hay cosas que a algunos nunca les sucede.
Un hermano mayor, por ejemplo,
y necesitarlo y saber que el padre gritará
y eso será definitivo, demasiado grande
para entenderlo.

Cántale a tu hermano mayor. Él sabe
algo que tú nunca sabrás. Es sencillo.
Hay cosas demasiado grandes.
Él también necesita un hermano mayor.


DESPEDIDA A JOHN LENNON EN RITMO BEAT - ENRIQUE SÁNCHEZ HERNANI

Oye papi Oye mami 
mataron a John Lennon 
vengan a ver esto 
le abrieron el pecho con un abrelatas 
Smith Wesson 
tenía un gramófono en el corazón 
les juro que lo he visto 
quedó regado en el piso como un reloj descompuesto 
no lo creo 
es cierto viejo 
los pushers entraron en huelga 
subí a un bus y nadie fumaba yerba 
estaban todos tranquilos 
oyendo Strawberry Fields Forever 
por el tocacintas 
dicen que la sangre le detonó en las venas 
vino el Sargento Pepper y tomó nota de los hechos 
saldrá en los periódicos 
llamen a George 
llamen a Paul y Ringo 
la música me duele 



domingo, 9 de octubre de 2016

BEAUTIFUL BOY (DARLING BOY) I


BEAUTIFUL BOY (DARLING BOY) I

"Mi rol en la sociedad, o la de cualquier artista o poeta, es intentar expresar lo que sentimos todos. No decir a la gente cómo sentirse. No como un predicador, no como un líder, sino como un reflejo de todos nosotros." 
John Lennon

Hace más de treinta años, mi madre abría la puerta del dormitorio que en ese entonces compartía con mi hermana de una manera mucho más brusca que de costumbre y decía, azorada:
-¡Mataron al beatle que estaba casado con la japonesa!
Corría diciembre de 1980 y hacía pocos días que yo había terminado la escuela primaria. La noticia, dolorosa, impactante, nos cayó como le cayó a todo el mundo: como un balde de agua helada. Ahí estábamos mi hermana y yo, con quince y trece años, los pies enredados en las sábanas y las pestañeas pegoteadas por el sueño, tratando de comprender lo incomprensible: John Lennon estaba muerto. Esta vez, sí. Esta vez, el sueño había terminado para siempre. Bienvenidos a los ’80.
John Winston Lennon había nacido el 9 de octubre de 1940, en Liverpool, fruto de la relación de Julia Stanley, una preciosa pelirroja dicharachera y despreocupada, y de Fred Lennon, tan alegre y despreocupado como ella. Se habían casado en secreto y a los apurones, porque la familia Stanley, de mejor posición social que la de Fred, se oponía a la relación de Julia con un simple camarero de barco, más interesado en la jarana que en sentar cabeza y formar una familia.
El matrimonio entre Julia y Fred duró poco tiempo. A los cinco años, John Lennon tuvo que elegir entre su padre, que pensaba emigrar a Nueva Zelanda, y su madre, que se quedaba el Liverpool. El pequeño John eligió partir con Fred, pero las lágrimas de Julia lo hicieron cambiar de opinión. Se quedó en Liverpool junto a ella y, poco tiempo después, pasó a vivir definitivamente en Mendips, junto a su tía Mimi, hermana de Julia, y su tío George.
Julia rehizo su vida con otro hombre, pero siguió visitando Mendips casi a diario. Fue ella quien alentó a John en su interés por la música y lo hizo escuchar a Elvis Presley por primera vez. En 1957, Julia le compró a John su primera guitarra. Mimi tomaba con escepticismo el interés de John por la música y solía repetir “La guitarra está muy bien, John, pero nunca podrás hacer una vida con ella.”
Fue en una de esas visitas a Mendips cuando Julia Stanley sufrió un accidente que le costó la vida. Había ido a tomar el té y a chismorrear con su hermana, como de costumbre, y cuando volvía de regreso a su hogar fue atropellada por un conductor borracho. John, de diecisiete años, quedó devastado. En ese tiempo, atenazado por el dolor, solía beber más de la cuenta y a su natural ironía sumaba, muchas veces, un comportamiento agresivo.
A mediados de los ’50, John formó su primera banda, The Quarrymen. En 1958, Paul McCartney se sumó al equipo. El pequeño George Harrison no tardó en llegar. The Quarrymen mutó hasta convertirse en The Beatles. Hubo miembros que fueron y vinieron, pero la formación definitiva de The Beatles se completó con la llegada de Ringo Starr, poco después de que el grupo consiguiera su primer contrato de grabación.
De ahí en más, la historia es harto conocida. La beatlemanía sacudió al mundo. John, Paul, George y Ringo se convirtieron en los músicos más famosos y adorados de la historia.
The Beatles se separaron en 1970. John había estado casado con su novia de adolescencia, Cynthia Powell, madre de su primer hijo, Julian. Para cuando la banda se disolvió, ya se había enredado sentimentalmente con Yoko Ono, una exótica artista japonesa, que resultó ser la compañera ideal para el inquieto muchacho de Liverpool.
John y Yoko se embarcaron en llamativas campañas a favor de la paz. Se casaron el 20 de marzo de 1969, en Gibraltar, y pasaron su luna de miel en la habitación 702 del Hotel Hilton de Ámsterdam. Invitaron a la prensa mundial a pasar a la habitación todos los días desde las 9 de la mañana hasta las 9 de la noche, durante una semana. John y Yoko permanecían sentados en la cama hablando de la paz y, eventualmente, cantando. El Bed-in (tal fue el nombre con el que se bautizó al evento) se repitió más tarde en Toronto. En Viena, Lennon y Ono ofrecieron una conferencia de prensa dentro de una bolsa. El concepto, bautizado Bagism (algo así como “embolsamiento”) apuntaba a demostrar lo mucho que dificultaban los prejuicios y estereotipos a las relaciones humanas. Dentro de la bolsa, nadie podía ver sus aspectos físicos ni sus condiciones raciales, y la comunicación fluía más libremente.
Sean Lennon, el hijo de John y Yoko, nació el 9 de octubre de 1975. A partir de ese momento, John Lennon se recluyó en su departamento en el edificio Dakota, en Nueva York, para cuidar a su bebé y ocuparse de su casa. En alguna entrevista hizo alusión a la fascinación que le produjo ver su primer pan horneado, y señalo que, como podría atestiguar cualquier ama de casa, cuidar al bebé y hornear pan eran trabajos de tiempo completo.
En 1980, después de cinco años de ausencia, John Lennon estaba de vuelta con un maravilloso disco, “Double Fantasy”. Apenas pudo disfrutar del éxito de su nuevo trabajo. La noche del 8 de diciembre de 1980, cuando regresaba a su casa desde un estudio de grabación, acompañado por Yoko, fue asesinado por un supuesto fan desquiciado. Las últimas palabras de John Lennon fueron para un policía que se acercó a socorrerlo. “Soy John Lennon, de Los Beatles”, dijo. En ese momento, un segundo antes de morir, la película de su vida debe haber pasado frente a sus ojos de manera infinitamente veloz. Quizás fue esa película lo que lo hizo reconciliarse con ese pasado del que había tratado de escapar y del cual había renegado muchas veces. “Soy John Lennon, de Los Beatles”, dijo. Y creo que en ese instante final comprendió que iba a ser “John Lennon, de Los Beatles” para siempre.
Ya pasaron 30 años desde que John se fue. Todavía se lo extraña. Cada tanto, la industria musical intenta vendernos a los nuevos Beatles, grupos que, a la larga, terminan resultando un fiasco. Quizás no sean bandas tan malas, pero les falta el ingrediente esencial que hizo que The Beatles fueran lo que fueron: la magia. En The Beatles, el todo era mucho más que la suma de las partes. Había algo ahí que escapaba a cualquier análisis o nomenclatura. Algo misterioso, con sesgo de milagro. Algo que ha perdurado durante todos estos años y cosecha nuevo fanáticos día a día.
Hay pocas cosas que me conmuevan tanto como un fan de The Beatles haciendo sus primeros pinitos. Chicos de once, doce o trece años. Me conmueven porque me remiten inmediatamente a mi niñez y a mi adolescencia. Me reconozco en ellos. Me emocionan, además, porque son la prueba más acabada de que la magia sigue intacta.
Hace más de treinta años moría John Lennon. Mucho se ha dicho sobre él y mucho se dirá. No hace falta nombrar a su asesino. Su nombre debería ser borrado de todos los homenajes a John, porque él pretendió pasar a la historia parasitando a un grande. Parasitándolo de la peor manera. No le demos el gusto de colocar su nombre al lado del de Lennon. No lo merece. Merece el olvido, que es la peor de las muertes.
A esta altura, los datos biográficos de John Lennon son irrelevantes. De hecho, estoy escribiendo esta nota sin consultar ningún libro, ni siquiera un artículo de Wikipedia. Puede ser que la memoria me traicione y confunda alguna fecha o algún escenario. No importa: lo que realmente importa es la magia.
Fue esa magia la que inspiró a varios de los poetas más importantes de nuestro tiempo. Mi homenaje para John pasa hoy por compartir con ustedes algunos de los poemas que inspiró. Aquí va la primera parte.
Te extrañamos, John.

Give Peace a Chance.

 
POEMAS DEDICADOS A JOHN LENNON



 

ALGUIEN ESCUCHA UN DISCO DE JOHN LENNON - DOMINGO F. FAÍLDE
Viene del lado inmóvil del tiempo, suena
desde una cueva oscura esa voz que nadie localiza,
flota en el aire,
se empoza en la nostalgia, como un presagio líquido,
surcando la penumbra gris del atardecer.
He aquí, en un remolino de pájaros, la música;
el vértigo indomable de la voz, y John Lennon
sueña, imagina, eleva
la construcción del grito, la precisión insomne
de la luz insaciada.
John Lennon, a lo lejos,
trepa por el crepúsculo,
y reverdece el cauce del calendario,
como si un maremoto,
recorriendo el declive de la memoria,
el velo del origen descorriera.
He aquí la perfección de la tristeza
que mide la distancia de la noche,
su indescifrable código,
sus ocultos designios, en tanto
dilapida sus pétalos la duda.
No es acaso John Lennon quien cruza la avenida,
sino una sombra dulce que no borró la lluvia,
anclada a un tocadiscos que, pese a todo, suena,
mientras entre los sauces se atrinchera el otoño.

 JOHN LENNON –OSCAR HAHN

La vida comienza a los cuarenta
dijo John Lennon encendiendo las velas
en el comedor del edificio Dakota

La otra vida comienza ahora mismo
dijo la muerte apretando el gatillo
en la puerta del edificio Dakota

Porque después de esta muerte no hay otra
dijo la voz apagando las velas
y al que le venga el luto que se lo ponga.
  
EN VANO – JULIO CARABELLI

John Lennon canta un blues en la estación de subte
Un policía observa obstinado en su aprensión
A una muchacha negra de increíble belleza
Que quizá lleve un kilo de anarquista pasión
En su gran bandolera vacía de certezas
Vacía como los rieles de su preocupación
Ella lleva el mensaje de su lápiz cereza
Sin ver al policía ni escuchar la canción.

John Lennon canta un blues en la estación de subte
"Ayúdame
Ayúdame a ayudarnos" reitera en su oración
La guerra
Sucede en otra parte pero nace en nosotros
La vida
Viaja en un tren de carga que nunca ha de llegar.

John Lennon canta un blues en la estación de subte
Sabe que para nada servirá su canción
El Hombre es un desgaste una ruina que piensa
Sin más alternativa que su propia ambición
Muchas veces la muerte parece el objetivo
Y la vida un fatídico capricho de ese dios
Absurdo pasajero de trenes que no llegan
Por mucho que John Lennon suplique en la estación.


SED AMNÉSICA DE FAMA - ALLEN GINSBERG

Un “cazador de autógrafos” armado con un plato dorado y una pistola se arrodilló frente a John y mató a Los Beatles.

Un artista con trenzas
cruzó San Pedro en puntas de pie
y desesculpió
el codo pulido de mármol de
Michelangelo
con un martillo,
Cristo indefenso en los brazos de
su Mamá de piedra.
Mirando desde la tela, bajo sus
Sombreros Emplumados,
los Ronderos Nocturnos de
Rembrandt
no vieron al Cortador
que les partió los jubones con
una navaja.
¿Alguien se robó para siempre del
Louvre la sonrisa de la Mona Lisa?