domingo, 24 de agosto de 2014

CASI COMO EN LAS PELÍCULAS


CASI COMO EN LAS PELÍCULAS

“Te vestiré cada mañana y te desnudaré cada noche.” 
Mickey Rourke en “Nueve Semanas y media”

Hete aquí que estaba yo tirada en la cama dando rienda suelta a mi novísima y preocupante adicción (la masticación y deglución compulsivas de galletitas de avena Quaker) y mirando por enésima vez  “El paciente inglés”, cuando llegué a una conclusión tan intrascendente como irrefutableen la vida real la gente no se besa como en las películas. Ni hablar de otros menesteres amatorios más o menos elaborados.
Tarde piaste, golondrina, pensarán ustedes. Tarde, sí. Después de tres décadas esperando en vano que algún señor apasionado me rompiera el vestido como Ralph Fiennes a Kristin Scott Thomas (y después me lo cosiera, obvio, que un hombre hacendoso es una joya tan rara como un hombre vehemente), acepté, por fin, que esas cosas sólo pasaban en el cine. Y estaba lista para vivir con esta lamentable revelación, lo juro por Dios. Pero el diablo metió la cola y, navegando por la web, encontré un artículo sorprendente y consolador, intitulado "¡Yo también quiero hacer el amor como en las películas!", en cuya lectura me enfrasqué con fruición.
Parece, señoras, que aunque una no haya pisado una mísera alfombra roja en toda su vida, también tiene derecho a los escenarios insólitos, las pasiones desencadenadas y los galanes adecuados. Y que esas escenas eróticas de antología que han quedado grabadas a fuego en nuestras cabecitas calenturientas pueden reproducirse en la vida real. Con unas mínimas variantes, eso sí. Tampoco vamos a pretender revolcarnos con Di Caprio. Y con mucha, pero mucha, buena voluntad. Todo depende de una correcta puesta en escena y de hacer uso y abuso de esa imaginación que Dios nos dio.
Como hoy estoy de talante generoso, voy a compartir con ustedes, mis queridas lectoras, lo aprendido tras la lectura de tan edificante opúsculo. De nada.



GHOST O DESENCADENAME TODA

Clásico de clásicos. Demi Moore no puede dormir y se pone a trabajar con arcilla. Toda la vida pensé que pretendía hacer un jarrón, pero ahora me vengo a enterar que, según los expertos, la chica se pone a trabajar con el mejunje en cuestión “de manera fálica” (¡cuánto más sencillo hubiera sido manotear a Patrick Swayze!). Mientras la muchacha trabaja comienza a sonar “Melodía desencadenada”, de The Righteous Brothers, aparece Swayze (lindo como él solo), se coloca detrás de ella y la ayuda con el jarrón o con el falo o con lo que sea. Manos que se entrecruzan, dedos que se hunden en la arcilla húmeda, besos en el cuello… Bue, “Ghost” la vio todo el mundo, así que ya saben cómo termina la cosa.
¿Cómo se reproduce en casa semejante portento, sobre todo si una no pisó una clase de alfarería en la puta vida? Fácil: la cosa se hace cuando nos disponemos a lavar los platos. Obviamente, debemos avisarle a nuestro partenaire la intención de reproducir la escena de “Ghost” con ligeras variantes, porque, de lo contrario, el señor permanecerá con el culo en la silla, tal como lo hacen todos los hombres del mundo (menos los que salen en las películas). Antes de instalarse frente a la pileta, conviene ambientar la situación con algo de música romántica. “Melodía desencadenada” es, por supuesto, la mejor opción para este menester.
El agua con detergente no será arcilla y el señor que supimos conseguir no será Patrick Swayze, pero si le ponemos ganas, la cosa puede resultar prometedora. Ridícula, sí, pero prometedora.
Hay que tener en cuenta que un momento harto delicado es aquel en el cual el galán levanta a la muchachuela graciosamente, cual si fuera la pluma de un cisne inmaculado. De más está decir que esa parte queda fuera de la puesta de escena casera. Hay que asumir de una buena vez que una pesa 30 kilos más que Demi Moore. Y que nuestro partenaire jamás fue bailarín y tiene la misma gracia que la hipopótama de “Fantasía”.


LADY CHATTERLEY O PUEDES DEJARTE LAS BOTAS PUESTAS

Versiones para cine y televisión de la preciosa novela de DH Lawrence hay muchas. Pero en todas ellas se repite una escena que también es un clásico de clásicos: Constance, la apasionada Lady Chatterley, se desnuda en el bosque y se queda sólo con las botas puestas para correr libremente debajo de la lluvia. Su amante, el guardia forestal Oliver Mellors, cautivado por su espontaneidad, sigue sus pasos. Corre tras de ella y la acecha, tal como si fuera un animal al que va a darle caza, y, al final, los tórtolos terminan haciendo el amor sobre un montón de hojas secas. Ahhhhhhhhhhhh.
Para hacer el remake de esta escena volcánica, basta con hacerse una escapadita al campo o a la montaña y esperar que llueva, para luego sacarse la ropa, dejarse las botas puestas y salir a correr por ahí. Ni siquiera hace falta música.
Yo soy de la idea, señoras, de que si queremos que un hombre haga algo debemos detallárselo minuciosamente. Así que antes de quedarnos como Dios nos trajo al mundo, es conveniente darle al macho involucrado en el asunto algunas indicaciones acerca de lo que se espera de su comportamiento. Por las dudas.



TITANIC O MI FANTASÍA SEGUIRÁ ADELANTE

Si bien “Titanic” es una película repleta de escenas impactantes, la que ilustra el jugueteo de Jack y Rose dentro un auto en las bodegas del imponente buque es la que a todas las damas nos ha quedado grabadita en la retina. Después de haber posado desnuda para Leonardo Di Caprio, Kate Winslet se esconde con el susodicho en un automóvil y, muy segura de sí, le pide que la acaricie. Así comienza la tórrida escena, aderezada con algunas notas de “Mi corazón seguirá adelante”. Desde el exterior del auto se ve la mano de Kate apoyada en uno de los cristales del coche, lleno de vapor. El resto queda para la imaginación de los espectadores.
No se hagan cruces, queridas. Para recrear esta escena amorosa de “Titanic” no necesitan ni un barco, ni un iceberg ni un prometido malo malísimo que se merezca flor de cornamenta. Según los especialistas, con un auto alcanza y sobra. Se lo estaciona por ahí (preferentemente cerca del mar, el río o algún charco más o menos importante como para conservar algo del clima de la escena original) y santo remedio. No hay que olvidarse, eso sí, de la canción de Céline Dion y de que una palanca de cambios incrustada en la espalda no aporta un ápice de erotismo a la situación.



MATCH POINT O SÍ PODEMOS HACER ESTO

Invitado a pasar un fin de semana a un castillo británico, Jonathan Rhys-Meyers, un joven profesor de tenis, le echa el ojo a la bellísima Scarlett Johansson, la prometida del anfitrión del lugar. Aprovechando que la chica, ofuscada por el maltrato de su futura familia política, sale a tomar el aire a pesar de la lluvia, el tipo la aborda y comienza a besarla fogosamente. "No podemos hacer esto", dice ella con un tono poco convincente. Pero lo hacen. Y cómo. La versión casera de “Match Point” resulta bastante sencilla, salvo en el caso en que una pretenda parecerse siquiera remotamente a Scarlett Johansson, que tiene una cara y un cuerpo sagrados. Basta con estarse atenta a los partes del Servicio Meteorológico y proponerle a nuestro partenaire dar un paseo cuando anuncien que caerán del cielo sapos y culebras. Se supone que ante un chaparrón apoteósico los otros paseantes huirán y nos quedaremos con nuestra media naranja solitos y solos debajo de la lluvia. Buen momento para un intercambio erótico digno del 7º arte. Acá tampoco hace falta música, pero unas aspirinas y unos pañuelos descartables no deben faltar ni en la cartera de la dama ni en el bolsillo del caballero, cosa de atajar el resfrío que se viene seguro.



PRETTY WOMAN O LA LECCIÓN DE PIANO

La dulce prostituta interpretada por Julia Roberts sale de la habitación del hotel en albornoz para buscar a su cliente. Lo encuentra tocando un piano de cola en un salón donde todavía queda algún que otro camarero recogiendo los cubiertos de una cena ya concluida. Cuando la ve, Richard Gere la levanta y la coloca sobre el majestuoso instrumento, donde le hace el amor acompañado por las notas que generan sus movimientos.
Para la versión de cabotaje de esta escena de ensueño lo ideal sería, cómo no, tener un piano. Pero como los pianos escasean, los optimistas expertos que gustan aconsejarnos, proponen reemplazarlo por un lavarropas que centrifugue y todo. Porque parece que hacerlo arriba de un lavarropas es mucho más lindo cuando está centrifugando.
Ya sé lo que están pensando: que de un piano a un lavarropas hay un largo, largo trecho. Sí, yo también lo pensé. Pero es lo que hay.
Conviene aclarar, llegado este punto, que también pesamos 30 kilos más que Julia Roberts (o 35, no sé). Por lo tanto, esperar que nuestro masculino nos levante cual si fuéramos muñequitas de papel para aposentarnos sobre el lavarropas en cuestión, es tener expectativas que no se cumplirán y nos llenarán de frustración. Conviene ir preparadas física y mentalmente para trepar al lavarropas solas. Y conviene que la máquina es cuestión sea más bien voluminosa.


DIRTY DANCING U OTRA VEZ SE ME DIO CON SWAYZE

Después de entrenarse en plena naturaleza para trabajar el equilibrio, Patrick Swayze, profesor de baile, y Jennifer Grey, su joven alumna, se encuentran en la habitación de él para seguir perfeccionando la técnica. Suena “Llora por mí”, de Solomon Burke y entre contoneo y contoneo, el profe le quita la camisa a la chica con un gesto perfectamente coreografiado.
La versión casera de la escena hot de “Dirty Dancing” requiere, en primer lugar, que nos lookeemos como la Grey: blusita, pantalón blanco, zapatillas blancas y una perfecta cara de yo no fui. En segundo, que tengamos a mano la banda sonora de la película y que caldeemos el ambiente obligando a nuestro sufrido masculino a ensayar unos pasitos de baile. Se supone que, en algún momento, el señor en cuestión nos quitará la camisa con destreza y donaire. Porque bailar juntos es una actividad que erotiza y que sirve como precalentamiento para un revolcón de aquellos.
“Dirty Dancing” no es una buena película para emular si una nació con dos pies izquierdos como vuestra servidora, quien, en caso de haber tenido la bendita posibilidad de un approach con Patrick Swayze hubiera optado, sin dudarlo, por la variante alfarería.



NUEVE SEMANAS Y MEDIA O ¿QUÉ TENÉS EN LA HELADERA?

“Nueve semanas y media” es, sin ninguna duda, una película que le pone los pelos de punta hasta las estatuas de la plaza. Si bien hay quienes la despedazan argumentando que es un largo video clip erótico sin pies ni cabeza, la película hizo furor en los ’80 y nos dejó más de un ratón dando vueltas enloquecidas por nuestros circuitos cerebrales.
De todas las escenas jugosas que presenta la película, los expertos eligieron arbitrariamente la de la cocina. Kim Bassinger (¡¡¡¡¡divina!!!!!!) y Mickey Rourke (¡¡¡¡¡divino!!!!!!!) están sentados en el piso, frente a una heladera abierta. Él le venda los ojos y le da a probar diferentes alimentos y bebidas (cerezas, aceitunas, gelatina, leche, champagne...), jugando con el factor sorpresa. Termina untándole miel sobre los labios y, finalmente, en todo el cuerpo. Muy sexy. La canción que suena es “Pan y Manteca”, de Devo.
¿Cómo hacer para recrear esta escena híper hot en nuestros hogares? Fácil. Bah, fácil hasta por ahí nomás. No tan fácil si una tiene una heladera lánguida como la mía, que sólo ofrece para el jugueteo amoroso medio limón, un pedazo de queso y tres salchichas famélicas con un look verdoso de lo más incierto. Lo ideal es, antes de la puesta en escena casera, hacer una visita al supermercado y surtirse de productos medianamente interesantes. Y darle pa’ lante, nomás.




VICKY CRISTINA BARCELONA O PUERTO POLLENSA VERSIÓN PRIMER MUNDO

De vacaciones en España para encontrarse a sí misma, la aventurera Cristina se ve involucrada en un trío de lo más tórrido. Las preferencias eróticas de Scarlett Johansson oscilan entre Javier Bardem, un atractivo pintor, y Penélope Cruz, su explosiva ex mujer. En un laboratorio fotográfico, mientras la blonda actriz admira algunos negativos bajo una luz roja, Penélope Cruz se acerca a ella, la acaricia sensualmente y le estampa un beso de aquellos, al son de una guitarra de lo más jacarandosa.
Para recrear esta escena hay que ser aventurera, bisexual o directamente lesbiana. Si una es aventurera, conviene buscar como partenaire del mismo sexo a una mujer que nos resulte atractiva y, en el mejor de los casos, que sea nuestro opuesto físicamente, tal como Scarlett y Penélope. Hay que invitarla a nuestra casa y crear un clima propicio para probar la experiencia de besar a alguien de nuestro mismo sexo y disfrutar el momento. Qué quieren que les diga, yo paso. Ustedes son grandes y saben lo que hacen.



ATRACCIÓN FATAL O CON EL CONEJO, NO

De “Atracción fatal” se pueden recrear muchas escenas. La del conejo, no, porque, pobrecito, era un inocente y terminó inmolado por culpa de una psicópata, un turro y una cornuda consciente. El único que no merecía morir en esa película era el conejo. Pero los expertos eligieron, por supuesto, la famosa escena del ascensor. Michael Douglas y Glenn Close hacen el amor salvajemente en un ascensor que más que ascensor es un montacargas. Enorme. Casi un departamento de dos ambiente. Ideal para claustrofóbicos y para gentes dicharacheras que quieren probar posturas que requieren de cierta cantidad de espacio.
La versión casera de esta escena es tal como la imaginan. Ascensores hay en todos lados. Más grandes, más chicos. Para el caso es lo mismo. 

Estas son las escenas que la gente sapiente recomienda emular si una anda con ganas de hacer el amor como en las películas. Yo no soy sapiente, pero para mí algunas sobran. Y otras faltan. ¿Cómo olvidar a Daniel Day Lewis y Lena Olin haciendo el amor apasionadamente en “La insoportable levedad del ser”, con espejo, sombrero y Praga ahí afuera? ¿O a Juliette Binoche y Jeremy Irons, nuera y suegro ellos, dándose con todo en la controvertida “Una vez en la vida”? ¿Es más tórrido el beso de Penélope Cruz y Scarlett Johansson en "Vicky Cristina Barcelona" que el lindo revolcón de Jack Nicholson y Jessica Lange sobre una mesa enharinada en “El cartero siempre llama dos veces”? ¿Son más calientes los bailes de Patrick Swayze y Jennifer Gray en “Dirty Dancing” que los anónimos encuentros de Marlon Brandon y Maria Schneider en “El último tango en París”?¿Y Sharon Stone cruzándose de piernas en “Bajos instintos”? ¿Y Nacho Martínez y Assumpta Serna matándose en “Matador”? ¿Y Ralph Fiennes rompiéndole el vestido a Kristin Scott Thomas en “El paciente inglés”...?
La lista, mis queridas, es infinita. También son infinitas las variantes caseras de estas escenas inolvidables. Para que la cosa no se alargue demasiado, voy a concluir aquí este picoso opúsculo. Dejo miles de puertas abiertas. Y la ilusión intacta: sí, se puede hacer el amor como en las películas. O más o menos como en las películas. Todo es cuestión de imaginación, ingenio y buena voluntad.

Y ganas de joder, que le dicen.

viernes, 15 de agosto de 2014

FETICHES SEXUALES: SOBRE GUSTOS...


FETICHES SEXUALES: SOBRE GUSTOS...

En el fetichismo, el sexo echa abajo las barreras entre los mundos orgánico e inorgánico. Vestidos y adornos establecen con él sus alianzas.
Walter Benjamin

Octavio Paz decía que todo encuentro sexual era un ménage à trois: hombre, mujer y fantasía; mujer, mujer y fantasía; hombre, hombre y fantasía. Por supuesto, si el encuentro es multitudinario, habrá más participantes. Pero nunca faltará la fantasía, que es el alma del erotismo. Esta fantasía, algunas veces, se materializa en un objeto inanimado, al que el amante dota de cualidades animistas (prácticas que reciben el nombre de parafilias y de las que hay catalogadas más de 130, casi todas ellas de exclusiva práctica masculina).Algunas veces estos objetos son un poco extraños, por lo menos para gente como yo, que hago gala de mi ignorancia y estoy empantanada en el sexo vainilla. Pasen y vean.



*Dacryfilia o dacrilagnia

La dacryfilia involucra a las lágrimas como objeto erótico. Muchas personas incrementan su excitación sexual al lamer, untarse o hasta beber lágrimas, cosa que no resulta tan extraña considerando que uno de los componentes del llanto es la oxcitocina,  llamada la hormona del amor. El estrés lleva a una sobrecarga de las hormonas del bienestar y, al derramar lágrimas, se elimina una parte de adrenalinanoradrenalina y oxitocina“Por eso el llanto elimina tensiones y nos ayuda a tranquilizarnos”, explica la psicóloga española Julia Vidal. 
No es extraño que las emociones extremas se acrisolen en el sexo, y pasar del llanto al orgasmo es bastante común,  pero existen personas que con dacryfilia que hacen llorar a su pareja para poder excitarse. En tanto el juego sea consensuado, probablemente no haya necesidad de preocuparse, pero en casos extremos esta práctica puede desembocar en violencia. Dr. Ian Kerner,  terapeuta sexual de Nueva York, consultado por la cadena de televisión CBS, advierte que “todos los fetiches y compulsiones sexuales tienen el potencial de volverse patológicos”.
La dacryfilia está relacionada con el placer que se obtiene al lamer los ojos de una persona, denominado oculolinctus.


*Agalmatofilia

La agalmatofilia, parafilia bastante común, es la atracción sexual hacia los maniquíes. Esta simpatía erótica se extiende a estatuas, muñecas e inmovilidad del partenaire amoroso. Muchas personas no sólo se excitan contemplando los cuerpos torneados que se exhiben en las boutiques y tiendas de ropa: algunos los roban para tener sexo con ellos. Ya hemos visto, en una nota reciente, como muchos japoneses están reemplazando a sus mujeres con Rabu Doru (Muñecas de amor). Joan Manuel Serrat escribió en 1970 la maravillosa canción “De cartón piedra”, que cuenta la historia de un hombre perdidamente enamorado de un maniquí que descubre en el escaparate de una tienda. La película de 1948, “One Touch of Venus (“Un toque de Venus”, William A. Seiter) nos presenta a un Robert Walker  enamorado de una imponente estatua de Venus Anatolia (Ava Gardner), que cobra vida cuando Walker la besa. La película,  “Mannequin” (Michael Gottlieb)de 1987, retoma la historia pero la convierte en algo más naif:  Andrew McCarthy se enamora de Kim Cattrall, bellísimo maniquí que resulta ser una dama real del antiguo Egipto. ¿Vieron que la agalmatofilia no es tan rara?



*Ursusagalamatofilia

La ursusagalamatofilia consiste en vestirse como un animalito de felpa y buscar a otra persona con el mismo gusto por el peluche para concretar un encuentro sexual. Según el Dr. Ian Kerner “existe una gran escena furry  (como denomina a esta filia en EE.UU) y parece estar basada en personas que les gusta antropomorfizar animales y atribuirles cualidades humanas, generalmente cualidades bonitas”.
A diferencia de la zoofilia, donde las personas literalmente disfrutan de tener sexo con cabras, perros y  caballos, y la avisodomía, donde el objeto de desvelo sexual son las aves (gallinas y patos, supongo, porque con un jilguero se complica), lo que se pone de manifiesto en esta práctica  es el deseo de tener sexo con humanos que tienen características de animales, pero mansitos. En Japón hasta existe un tipo de animé basado únicamente en esta filia.


*Parcialismo

El parcialismo es la atracción sexual por una zona específica y no genital del cuerpo, y, a veces, en determinadas situaciones. Por ejemplo, existen personas que se excitan al ver un pie con zapatos de taco pisando el pedal del acelerador de un auto. Esta segmentación del deseo hace que algunas personas lleven esta filia al extremo y busquen sólo tener sexo con un pie o con una mano.


 *Salirofilia

Bañarse y perfumarse antes de tener relaciones sexuales es una  rutina para unos, pero para otros la higiene o la sensualidad de un baby doll con olorcito a Vivere, no tienen nada de estimulante. Son aquellos a los que les gusta la idea de ensuciarse o ensuciar a su pareja durante el encuentro sexual, práctica denominada salirofilia. La salirofilia va desde la misofilia (fetichismo sexual que busca el placer interactuando con la suciedad) hasta la sitofilia o Food Play (fetichismo sexual que involucra la utilización de productos comestibles, con los que se embadurna a la pareja), pasando por algunas otras cosas que a mí me dan impresión. Busquen en Wikipedia.  El Dr. Kerner dice que normalmente el paquete incluye fantasías de dominación y sumisión.


 *Infantilismo parafílico

El infantilismo parafílico involucra a personas que tienen como fetiche usar pañales y actuar como bebés.  Este comportamiento es más común en hombres que en mujeres. Según del Dr.  Ian Kerner,  los pañales tienen un gran simbolismo: “son un tótem que representa la infancia y la libertad”.


*Simorofilia

Se denomina simorofilia al placer sexual que genera provocar accidentes o desastres, como un choque automovilístico. Este fetiche fue popularizado por J. G. Ballard en su novela “Crash” (1973), y más tarde por la adaptación cinematográfica homónima, dirigida en 2005 por Paul Haggis. En los practicantes de la simorofilia el clímax del placer se sincroniza con el momento de un choque: excitación in extremis que coquetea también con la muerte.
Esta filia también abarca la fascinación por copular en un desastre natural, en medio de un huracán, tsunami, incendio, etc. La fantasía suprema de la simorofilia es fornicar durante el fin del mundo.


 *Hibristofilia

La hibristofilia, filia que, en general, tiene que ver con el mundo femenino, nos presenta a personas que se sienten atraídas por malhechores de todo tipo, incluso por aquellos encerrados por crímenes aberrantes. El Dr. Kerner explica que este fenómeno ocurre “usualmente si el criminal es atractivo, ha tenido presencia en los medios y ha ganado cierta notoriedad”.
En octubre de 1996, Doreen Lioy, de 41 años, católica y virgen, se casó con el temible asesino en serie Richard Ramírez, el tristemente célebre el célebre acosador nocturno, en  la Prisión Estatal de San Quintín. Ramírez asesinó brutalmente a  14 personas en la ciudad de Los Ángeles entre los años 1984 y 1985. Doreen no es la única mujer que fantaseó con el temible Ramírez. Una enfermera, una maestra de escuela y una adoradora de Satán, solicitaron el amor del asesino.
Ted Bundy, el psicópata americano por excelencia, con 36 asesinatos confirmados en su haber, fue su propio abogado durante el juicio de sus  monstruosos crímenes. Aprovechó una antigua ley de la Florida que proclamaba que toda declaración de matrimonio en un juzgado, hecha en presencia de funcionarios judiciales, era válida y legalmente vinculante, para casarse con Carol Ann Boone. Dado el encanto personal de Bundy y su buen aspecto, los medios lo presentaron como "el Rodolfo Valentino de los asesinos en serie”.
En los casos de hibristofilia, las mujeres se sienten atraídas por los chicos malos, no necesariamente delincuentes.


*Formicofilia

La formicofilia es el placer sexual que se obtiene al tener insectos arrastrándose por el cuerpo, especialmente en las zonas genitales. Se cree que esta parafilia se ha desarrollado especialmente entre personas cuyos hogares son infestados por insectos y, por el divino azar, experimentan durante la cópula la participación de algún bicho que se prendió a la fiesta, incrementando el placer obtenido en el approach erótico. Aunque también hay personas a las que simplemente les gusta llevar voluntariamente insectos a la cama y usarlos en estratégicas zonas erógenas.
En Japón  (¡cuándo no!) algunas personas acostumbran utilizar anguilas para practicar sexo anal o para la masturbación femenina.


*Hematofilia o hematolagnia

La hematofilia consiste en involucrar, usar o incluso tomar sangre durante las relaciones sexuales, o tener pensamientos eróticos sobre la sangre. Se supone que se vio incrementada entre los jóvenes a partir de la saga "Twilight", de Stephenie Meyer, las adaptaciones cinematográficas de sus novelas y las series de TV como The Vampire Diaries” y su spin-off,The Originals”, donde los vampiros están para comérselos y chuparse hasta el último huesito. El Dr. Kerner comenta que, en efecto, a partir de estas novelas, películas y series han aumentado los casos que incluyen fantasías vampíricas “pero no el tomar sangre”. Imagino que los vampiros europeos y sofisticados de la década de 1930 habrán causado el mismo efecto en las damas de la época pero, para entonces, esas cosas no se publicaban en las revistas.


 *Mecanofilia

Como resultado de la sexualización de las máquinas que se ha generado en la publicidad, particularmente de los autos (a nadie se le ha ocurrido hasta  ahora sexualizar una plancha o una batidora eléctrica, pero esperen que ya llega), ha surgido la mecanofilia, donde los automóviles y diferentes artilugios mecánicos, donde estos elementos son el centro de la experiencia sexual. “Generalmente existe un elemento exhibicionista para quien se siente estimulado por una máquina, así como el elemento de sumisión/dominación”, explica el Dr.  Kerner.
Según el teórico de la comunicación Marshal Mcluhan, la ropa es una extensión de nuestra piel y los autos, de nuestros pies, pero en algunos casos se convierten en extensiones del pene o de la vagina. Edward Smith, el mayor mecanófilo del mundo (tiene, incluso, un documental de la BBC), admite haber tenido sexo con más de mil coches.
La mecanofilia es uno de los fetiches que más aspectos en común tiene con la llegada de los robots sexuales y demás máquinas de uso erótico.


*Claustrofilia

Así como existe la claustrofobia (pánico a los espacios cerrados), también existe su antítesis, la claustrofilia, excitación que se logra en espacios extremadamente pequeños. Esta fijación que es mucho  más común de lo que cree: ya hemos hablado en este espacio de encuentros eróticos en baños, ascensores y probadores de ropa.


*Odaxelagnia

La odaxelagnia consiste en obtener placer sexual en morder o ser mordidos por el partenaire erótico. Se diferencia de la hematofilia porque en los casos de odaxelagnia no hay la necesidad de chupar la sangre.


 *Autoandrofilia

La autoandrofilia consiste en la necesidad de una mujer de vestirse como hombre o fantasear que es un hombre durante los preliminares y el acto sexual para conseguir la excitación y el orgasmo. Puede darse en mujeres heterosexuales y homosexuales. Obviamente, no se habla de un juego aislado sino de una cosntante: la mujer no puede tener una relación sexual satisfactoria sin esta variante.


*Acrotomofilia

Una de las fijaciones más excéntricas es la acrotomofilia o atracción sexual que siente una persona por alguien a quien le falta alguna extremidad o es discapacitado y usa muletas o silla de ruedas. Devotee y wannabe son los neologismos con los que se ha bautizado a los acrotomofílicos. Los primeros oscilan entre la admiración y el deseo sexual, mientras que el segundo grupo lisa y llanamente envidia las lesiones ajenas.


 *Somnofilia

La somnofilia es la consiste en obtener excitación o placer sexual viendo a sus parejas dormidas o sabiéndose observados mientras lo hacen. El Dr. Ian Kerner lo llama el fetiche de la bella durmiente” y precisa que “suele tratarse de poder y sumisión para los dos lados, teniendo a alguien bajo tu control y/o ser sometido totalmente”.


 *Hierofilia

La hierofilia es la excitación sexual que originan los objetos religiosos. Esto se asocia con la devoción religiosa llevada a su literalidad. Algunas personas fanáticas, por ejemplo, que suelen asegurar pertenecer a Cristo, llevan esto a un extremo y disfrutan usar cruces, Biblias u otros objetos en el acto sexual. Otras simplemente eligen masturbarse con imágenes o figuras religiosas. Esta  parafilia hereje es una consecuencia de la represión sexual que la religión ha impuesto históricamente.


*Dendrofilia

La dendrofilia se describe como la atracción sexual hacia los árboles y las plantas, incluyendo su uso como objetos sexuales. Muchas personas usan vegetales y frutas como los pepinos o las zanahorias para introducirlos en su vagina o en el ano, durante el coito o la masturbación. Los varones con esta filia convierten a los agujeros en árboles y troncos como extensiones de la vagina.  Mucha gente experimenta sentimientos hacia las plantas después de haber tenido sexo en un jardín, bosque, invernadero, o habitación con muchas plantas. El uso de flores para acariciarse el cuerpo también se incluye dentro de la dendrofilia.


*Necrofilia

La necrofilia es una parafilia que se caracteriza por sentir atracción sexual hacia los cadáveres, tanto humanos como animales. El acto sexual con cadáveres está considerado como algo socialmente inaceptable, pues se presume que la persona no habría consentido ese acto en vida. Se asume como una falta de respeto simbólico.
El caso más famoso de necrofilia es el de Carl Tanzler, un radiólogo de Key West (Florida) que desarrolló una obsesión mórbida por Elena Milagro Hoyos, una joven paciente que murió de tuberculosis en 1931. Con el permiso de sus padres, Carl Tanzler mandó a construir un mausoleo para evitar que se descompusiera bajo tierra. Visitó la tumba cada noche y antes de 1933, ya había secuestrado el cuerpo y lo había metido en su cama. Tanzler restauró el cadáver como mejor pudo y tenía un guardarropa lleno para vestirla.


La Mención Honorífica en cuanto a fetiches sexuales se la lleva Thad Roberts, un hombre cuyo fetiche sexual era hacer el amor en la luna y para concretarlo robó 21 millones de dólares en piedras lunares cuando trabajaba como interno en la NASA. Roberts deseaba que él y su novia fueran los primeros en "copular en la Luna". Esta fabulosa historia de amor y calor cósmico fue documentada en un libro de Ben Mezrich “Sex on the Moon: The Amazing Story Behind the Most Audacious Heist in History.” El ladrón de piedras lunares fue descubierto y condenado a siete años de prisión. Triste: una vez que un hombre tiene una idea romántica lo meten en cana. ¡Así no vale!
Otra parafilia que viene asomando pero todavía un no tiene nombre es la creciente excitación sexual que generan los entes de otros mundos en ciertas personas. Hay una fuerte tendencia a fantasear con seres intergalácticos y una legión de fanáticos de Paul, el extraterrestre describiendo en Internet lujuriosas escenas de sexo cósmico en naves espaciales o en planeta lejanos.

Hasta aquí, mis queridos, esta sensacional nota sobre fetiches sexuales. Hay muchos más, por supuesto. Pero por el momento basta para mí, basta para todos. Me despido de ustedes con otro pensamiento de Octavio Paz: A medida que avanzamos, descubrimos nuevos aspectos del amor, como aquel que, al ascender por una colina, contempla a cada paso los cambios del panorama.”

Buenas noches.