sábado, 24 de diciembre de 2016

CÓMO EVITAR DISCUTIR CON TU PAREJA EN NAVIDAD


CÓMO EVITAR DISCUTIR CON TU PAREJA EN NAVIDAD

“El amor no es un arte, es una pelea cuerpo a cuerpo por sobrevivir.”
Jorge Díaz

Es un clásico, mis queridos. Llega la Navidad y llegan todo tipo de quilombos. Sobre todo, quilombos con nuestra pareja. Es una época crítica, en la que estamos más sensibilizados que de costumbre, nos acordamos de quienes ya no están, nos vemos obligados a compartir mesa con los que sí están pero no soportamos, etc., etc. Las emociones están a flor de piel en esta supuestamente alegre temporada y nos predisponen malamente a la riña, con las temibles consecuencias que esto acarrea. Porque cuando necesitamos reñir lo hacemos usualmente con la persona que más cerca tenemos. Y esa persona es, por supuesto, nuestra media naranja.
Para evitar las peleas navideñas con nuestra pareja, la experta en consejos de amor Paloma Corredor, del sitio web About en español, nos acerca una serie de tips orientados a calmar las aguas y evitar incómodos desbordes. Haciendo gala de mi proverbial espíritu de servicio, se los acerco hoy para que les saquen el máximo  provecho posible. De nada.


Para evitar quilombos y quilombetes es esencial identificar claramente las situaciones que pueden provocarlos. Cuando las situaciones están debidamente identificadas, hay que trabajar para que la cosa no se desmadre. Haciendo concesiones pero también reclamando respeto por nuestros sentimientos.

-¿Con quién celebrar las fechas en cuestión? Tradicionalmente, los matrimonios/concubinatos suelen dividirse entre las dos familias. Nochebuena con los míos, Navidad con los tuyos. Nochevieja con los tuyos, Año Nuevo con los míos. Parece sencillo, sí. Pero no lo es tanto. Por eso hay que sentarse a hablar y llegar a una forma de repartirse que satisfaga a ambos. Paloma nos dice, además, que es muy importante reservar una fecha para festejar solos, sin suegras, cuñadas y otros entes malignos. Porque la pareja en soledad se conecta mejor. Y también las Navidades merecen tener su touch romántico. Para poder sostener este festejo en pareja hay que neutralizar a los parientes invasivos y a las madres adictas a los chantajes emocionales.

-Vida social: Vayan juntos a los festejos que los entusiasmen a ambos y solos a los que no. No arrastren a sus parejas a ridículas cenas con los compañeros de oficina, las condiscípulas del secundario o los pibes con los que van a pelotear cada miércoles. Estar a contragusto en una cena/festejo es sumamente estresante y predispone a la mitad de la naranja arrastrada a la celebración ajena a belicosidades varias. Ni hablar si el/la susodicho/a se pasa toda la noche con una cara de traste apoteósica. Ambos miembros de la pareja se sentirán incómodos. Y de la incomodidad al quilombo hay un pasito cortito, cortito.

-Regalos. Establezcan un presupuesto, sobre todo si los pesitos escasean y el derroche está absolutamente vedado. No gasten en boludeces dinero que  luego les va a faltar para pagar los servicios. Pacten si el regalo a recibir será una sorpresa o si prefieren contarle al otro antes del desembolso lo que quieren o necesitan. Eviten los regalos prácticos. A nadie le gusta que le regalen una caja de pañuelos o un set de toallas. Ni siquiera un paraguas. Ni hablar de repasadores. Regalar un repasador a una mujer es una irrefutable declaración de guerra. Si se trata de regalar al resto de la familia, pónganse de acuerdo en qué y a quién. No obsequien a su sobrino carnal una pista para autos y a su sobrino político un llavero. Sean equilibrados.

-Compromisos navideños: Además de decidir qué  regalar y a quién, hay otros temas en los que es mejor ponerse de acuerdo para evitar posteriores grescas. Por ejemplo, ¿tienen ganas de que la parentela festeje en nuestra casa? ¿Prefieren repartir obsequios para Navidad o para Reyes? Hablen de todo eso antes de que empiecen las Fiestas, no esperen a último momento, cuando ya están un poquito empinados. El alcohol favorece las posturas belicosas.

-Las relaciones familiares: Si no tienen buena relación con algún miembro de su familia que tienen que ver durante una cena o celebración, pídanle a Dios que los obsequie con el don de la misericordia. Tengan paciencia y apelen al sentido del humor. No manden a la suegra a la puta que la parió. No se vayan a las manos con las cuñadas. No estrangulen al primo borrachín o a la prima alzada. No atraganten con un pedazo de turrón de maní a la tía venenosa. Rían y beban. Pero, sobre todo, rían.

-Gustos diferentes: Puede que a uno de ustedes le encanten las fiestas ruidosas  y el otro prefiera vegetar en casa. Que uno sea religioso y le guste ir a Misa de Gallo y el otro considere la Navidad una fiesta de tipo social. Estas diferencias no son, necesariamente, una fuente de quilombos. Hay que dejar que cada miembro de la pareja haga lo que desee y, al mismo tiempo, buscar puntos en común para tener, en algún momento, una celebración conjunta.

Hasta aquí, los consejos de nuestra amiga Paloma. Son bastante acertados aunque, según mi humilde opinión,  no creo que sirvan para evitar los clásicos quilombetes navideños. Es que si una Navidad sin regalos no es una Navidad, tal como rezaba Jo March en “Mujercitas”, una Navidad sin alguna puteada tampoco lo es.  Yo he vivido, a lo largo de mis improductivos más de cuarenta años, verdaderas trifulcas navideñas, y, con el paso del tiempo, las recuerdo como lo mejor de las Fiestas. Porque está bueno pelearse de vez en cuando. Y reconciliarse está mucho mejor.

Me despido de ustedes con un cuentito de Eduardo Galeano que oficiará como obsequio navideño para todos mis amables lectores. No tiene mucho que ver con la Navidad, pero sí con esto de juntarnos y rompernos los cuernos porque sí, porque nos queremos:

“Pongamos por caso, Bolivia: en 1978, cinco mujeres voltearon una dictadura militar. Paradójicamente, toda Bolivia se burló de ellas cuando iniciaron su huelga de hambre. Paradójicamente, toda Bolivia terminó ayunando con ellas, hasta que la dictadura cayó.
Yo había conocido a una de esas cinco porfiadas, Domitila Barrios, en el pueblo minero de Llallagua. En una asamblea de obreros de las minas, todos hombres, ella se había alzado y había hecho callar a todos.
–Quiero decirles estito –había dicho–. Nuestro enemigo principal no es el imperialismo, ni la burguesía ni la burocracia. Nuestro enemigo principal es el miedo, y lo llevamos adentro.
Y años después, reencontré a Domitila en Estocolmo. La habían echado de Bolivia, y ella había marchado al exilio, con sus siete hijos. Domitila estaba muy agradecida de la solidaridad de los suecos, y les admiraba la libertad, pero ellos le daban pena, tan solitos que estaban, bebiendo solos, comiendo solos, hablando solos. Y les daba consejos:
–No sean bobos –les decía–. Júntense. Nosotros, allá en Bolivia, nos juntamos. Aunque sea para pelearnos, nos juntamos.”
Buenas Fiestas.

lunes, 19 de diciembre de 2016

TOP TEN DE PELÍCULAS NAVIDEÑAS II


TOP TEN DE PELÍCULAS NAVIDEÑAS II

“La Navidad es la temporada para encender el fuego de la hospitalidad en el salón, y la genial llama de la caridad en el corazón.” 
Washington Irving

Tal como lo prometí hace unos días, mis queridos, les traigo aquí la segunda y última parte de mi personalísimo Top Ten de películas navideñas. Que lo disfruten.


“Edward Scissorhands” (Tim Burton, 1990)

“Edward Scissorhands” (“El joven manos de tijera”) es un film estadounidense de 1990 dirigido por Tim Burton, que mezcla la fantasía oscura con elementos románticos.
La película arranca con una conversación coloquial entre una anciana y su nieta, que se inicia cuando la chiquita le pregunta por  qué nieva. La abuela, entonces, le cuenta una historia cuyo protagonista es Edward (Johnny Depp), un muchacho creado artificialmente, que tiene tijeras en vez de manos, ya que su creador (Vincent Price) murió antes de terminarlo. Tras esta muerte, Edward se queda solo en el castillo donde fue creado, hasta que una vendedora a domicilio se lo lleva a su casa. El muchacho es adoptado por la familia, que vive en un idílico barrio residencial, y acaba enamorado de la hija adolescente, Kim (Winona Ryder).
En la secuencia más bella de la película, mientras la familia decora la casa con motivos navideños, Edward da forma a la escultura de un ángel a partir de un bloque de hielo. Las virutas del hielo van cayendo, como si estuviera nevando y Kim comienza a bailar debajo de esa prodigiosa nieve.
La película no termina del todo bien: después de unos sucesos trágicos que ponen al barrio en su contra, Edward es dado por muerto, aunque en realidad queda confinado en su castillo. La anciana narradora, que resulta ser Kim, la enamorada de Edward, le dice  a su nieta que nieva porque Edward está vivo aún y sigue esculpiendo estatuas de hielo.
Absolutamente maravillosa, “Edward Scissorhands” es una de esas películas mágicas que uno no se cansa de ver una y otra vez. Es, además, el último film en el que apareció el legendario Vincent Price.


“The Nightmare Before Christmas” (Henry Selick, 1993)

“The Nightmare Before Christmas” (“Pesadilla antes de Navidad”) es una exquisita película estadounidense  dirigida por Henry Selick y producida por Tim Burton, realizada mediante la técnica de la animación en volumen (también conocida con el anglicismo stop motion). Es, además de una película de animación, una película musical, ya que, a lo largo de su desarrollo, los diferentes personajes interpretan canciones, una más encantadora que otra.
Jack Skeleton, el rey de la ciudad de Halloween, donde viven todo tipo de criaturas espectrales, llega a la conclusión de que la fiesta de Navidad es mucho más interesante que la que se celebra cada año en su ciudad. Decide, entonces,  secuestrar a Santa Claus para reemplazarlo, originando un descalabro que pone en riesgo la celebración de la Navidad.
La idea original para la película fue de Tim Burton, quien comenzó a dar forma a  la historia en su cabeza cuando vio en una tienda cómo quitaban la mercancía de Halloween para reemplazarla por la de Navidad. En una entrevista, Burton describe “The Nightmare Before Christmas” como una historia opuesta a la del Grinch, ya que la malhumorada criatura verde pretende destruir la NavidadJack, que realmente quiere celebrarla, termina casi destruyéndola.
Chris Sarandon prestó su voz a Jack Skeleton y Catherine O'Hara, a la delicada y dulce Sally
Imperdible.


“Sleepless In Seattle” (Nora Ephron, 1993)

“Sleepless In Seattle” (“Sintonía de amor”), dirigida en 1993 por Nora Ephron, cuenta la historia de Sam Baldwin (Tom Hanks), un hombre que lleva una vida solitaria y triste con su pequeño hijo, después de haber enviudado. Jonah (Ross Malinger), el hijo de Sam, no quiere juguetes como regalo de Navidad, sino una nueva madre que los acompañe a él y a su padre. Por eso  llama a un programa de radio y cuenta su historia. Al otro lado de los Estados Unidos, es escuchado por Annie Reed (Meg Ryan), una joven periodista a punto de contraer matrimonio, que queda profundamente sobrecogida por las palabras del niño y decide viajar hasta Nueva York para conocer a padre e hijo en el legendario Empire State, convirtiendo a esta increíble historia que empezó a través de la radio en un sucedáneo de su película favorita (“An Affair to Remember).
Pocas parejas han funcionado tan bien en pantalla como Meg Ryan y Tom Hanks. La película es sencillamente encantadora, para reír, llorar y enamorarse.


"The Family Man" (Brett Ratner, 2000)

“The Family Man” (“Hombre de familia”)  es una película estadounidense del género de comedia dramática, dirigida por Brett Ratner.
Jack Campbell (Nicolas Cage) es un egocéntrico agente de bolsa de Wall Street cuyas obsesiones son el trabajo y el lujo.  Soltero empedernido, ha dejado pasar la oportunidad de casarse con la chica de sus sueños. Pero un día, en vísperas de Navidad, un incidente en una tienda lo lleva a encontrarse con un peculiar ángel guardián. Y a la mañana siguiente se despierta convertido en un humilde vendedor de neumáticos de Nueva Jersey, casado con su antigua novia Kate (Téa Leoni), a la que había abandonado hace años para no obstaculizar su carrera en el mundo de las finanzas. Y con hijos. ¿Qué es mejor y qué es peor? Jack Campbell tendrá tiempo para averiguarlo.
La película está emparentada con A Christmas Carol” y también con la  encantadora “It's a Wonderful Life”. El productor Andrew Z. Davis la definió así: “No es una comedia de las que acaban y te deja un regusto que apenas recuerdas. Realmente es como un bombón belga. Te lo pones en la boca y desaparece, pero sigues recordando su buen sabor.” Preciosa película.


“How The Grinch Stole Christmas” (Ron Howard, 2000)

“How The Grinch Stole Christmas” (“El Grinch”) es es una película estadounidense del año 2000  basada en el cuento navideño del mismo nombre del autor infantil estadounidense Dr. SeussLa trama gira alrededor de los preparativos de celebración de la Navidad en el imaginario pueblo de Villaquién, poniendo el acento en la fiebre consumista típica de las fechas navideñas, cuando la gente compra montones de regalos de manera compulsiva. Cindy (Taylor Momsen), una adorable niñita, no comprende esta necesidad de gastar de los adultos.  ¿Acaso la Navidad consiste en comprar, gastar y tener? Ella piensa que la Navidad debería ser una oportunidad para realizar buenas acciones y acompañar a quienes están solos. Y el solo más solo es el Grinch (Jim Carrey), una criatura verde y peluda, traumatizada por la humillación que padeció en su infancia, que vive aislada del pueblo y odia la Navidad. Al final, el Grinch termina salvando los regalos de todos los habitantes de Villaquién, que había robado, y los habitantes de Villaquién terminan comprendiendo que los regalos no son tan importantes.

Concluido este adorable Top Ten, me despido de ustedes, como no podía ser de otro modo, con la palabra de un experto en Navidades pasadas, presentes y futuras, Charles Dickens: "¡Feliz, feliz Navidad, la que hace que nos acordemos de las ilusiones de nuestra infancia, le recuerde al abuelo las alegrías de su juventud, y le transporte al viajero a su chimenea y a su dulce hogar!"

Felicidades.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

TOP TEN DE PELÍCULAS NAVIDEÑAS I


TOP TEN DE PELÍCULAS NAVIDEÑAS I

"No hay nada más triste en este mundo que despertarse la mañana de Navidad y no ser un niño." 
Erma Bombeck

“Una Navidad sin regalos no es una Navidad -murmuró Jo, tendida sobre la alfombra.” Así comienza “Mujercitas”, la entrañable novela de Louisa May Alcott que recibí como regalo de Navidad hace muchos años y que leí y releí una y mil veces, siempre con el mismo entusiasmo (y con la misma desazón porque Jo no se quedó con Laurie). Y, tal como Jo, yo pienso que los regalos son indispensables en esta celebración  algo vapuleada, pero que aún conserva cierto encanto para quienes gustamos de las tradiciones  y los cachirimbolos para adornar la casa. Así que aquí les traigo mi humilde regalo: un Top Ten de películas navideñas, para disfrutarlas en esta alegre temporada. Si las vieron, van a desear volver a verlas. Y si no las vieron, corran a buscarlas en la web  y aprovechen el tan mentado espíritu navideño para meterse de cabeza en estas historias mágicas.
Primera parte del Top Ten. Que la disfruten.


“It's a Wonderful Life” (Frank Capra, 1946)

It's a Wonderful Life” (“¡Qué bello es vivir!”) es una película estadounidense de 1946, dirigida por  Frank Capra y basada en el cuento de 1943 "The Greatest Gift" ("El mayor de los regalos"), escrito por Philip Van Doren Stern. El filme es un clásico del cine americano, y es la película que más se ha emitido en las televisiones de todo el mundo durante las fechas navideñas. 
La película comienza el día antes de Nochebuena. Una corte celestial se reúne para cumplir los deseos de la gente del pequeño pueblo de Bedford Falls. Todos piden por George Bailey (James Stewart), el hombre más generoso del pueblo, que está atravesando un muy mal momento económico. Ante las súplicas de los pueblerinos, San José envía a Clarence, un ángel de segunda clase, el que más tiempo lleva intentando ganarse las alas, para que acompañe a George. Antes de enviar a Clarence a la Tierra, San José le muestra lo que ha sido la vida del hombre al que debe ayudar, una buena persona que tuvo que postergar sus sueños de recorrer el mundo para hacerse cargo de la empresa familiar, una  la compañía de empréstitos, luego de la muerte de su padre. 
George, que está casado con la adorable Mary (Donna Reed), está al borde de la quiebra por las terribles presiones del banquero del pueblo. El día de Nochebuena, desesperado por la miseria inminente,  tiene la intención de suicidarse arrojándose al río, pero, antes de hacerlo, ve como un anciano cae al agua. Como siempre, deja de lado sus problemas para socorrer al accidentado, que no es otro que Clarence, su ángel de la guarda. Clarence le muestra lo terrible que será el futuro de su familia y del pueblo de Bedford Falls si él muere. George recapacita y, de vuelta en su hogar, ve que el milagro ha sucedido: su esposa Mary ha hablado con todos los habitantes del pueblo acerca de los problemas económicos de su marido y el Bedford Falls realizó una gran colecta que le saca las papas del fuego. En el árbol de Navidad suenan unas campanitas, que anuncian que Clarence ha ganado sus alas. ¿La verdad? Estoy llorando con sólo escribir la reseña. “It's a Wonderful Life”, es, lejos, la mejor película navideña de la historia.


"Miracle on 34th Street" (George Seaton, 1947)

"Miracle on 34th Street" ("Milagro en la calle 34") es  una película de 1947, ganadora de tres Premios Oscars, dirigida por George Seaton y basada en una historia de Valentine Davies.
Doris Walker (Maureen O'Hara) es una ejecutiva jefe de los grandes almacenes Macy's y madre de Susan (Natalie Wood), de 9 años. Poco antes del desfile del Día de Acción de Gracias, descubre que el actor que va a personificar a Santa Claus está ebrio y decide reemplazarlo por el transeúnte Kris Kringle (Edmund Gwenn), un  anciano indignado ante la borrachera del falso Santa de Macy's. Kringle acapara la atención de quienes asisten al desfile por su simpatía y su alegría navideña. La pequeña Susan, que no cree en Santa, recupera la fe cuando conoce a Kringle. Pero la historia se complica cuando el adorable viejecito asegura que es el auténtico Santa Claus. 
Kringle atrae a una multitud de personas a Macy's, por lo que el propietario de la cadena rival ingenia un plan para hacerlo pasar por un perturbado mental y termina llevándolo ante los tribunales. En el juicio se descarta la locura de Kringle, ya que el juez argumenta que, si el Servicio Postal de los Estados Unidos, que es una institución federal, remite a Kringle las cartas dirigidas a Santa Claus, él no tiene razones para dudar de su identidad. Todo muy simpático y encantador.La película vale la pena. Natalie Wood está realmente adorable. 


“We're No Angels” (Michael Curtiz, 1955)

“We're No Angels” (“No somos ángeles”) es una película del año 1955, dirigida por Michael Curtiz. Cuenta la historia de tres convictos,  Joseph (Humphrey Bogart), Albert (Aldo Ray) y Jules (Peter Ustinov) , que escapan de la prisión de la Isla del Diablo. Buscados intensamente por la policía, se refugian en la tienda-hogar de Felix Ducotel quien vive con su esposa Amelie y su hija Isabelle. Los Ducotel acogen, sin mayores reservas, a los delincuentes y confían en que ellos les arreglarán el techo, sin llegar a sospechar que son tres fugitivos con intenciones bastante ladinas. Pero, como todo sucede en Navidad, se produce el milagro y  los truhanes emprenden el camino hacia la redención. “We're No Angels” es una película con un delicioso ambiente navideño y tiene, además, la particularidad de ser una de las pocas comedias que interpretó Humphrey Bogart.


“Falling In Love” (Ulu Grosbard, 1985)

“Falling in Love” (“Enamorándose”) es una película romántica de 1984 dirigida por Ulu Grosbard.
Frank (Robert De Niro) y Molly (Meryl Streep) llevan una vida normal y corriente. Ambos se cruzan a diario en el tren que los conduce hacia sus respectivos trabajos, aunque no se conocen. Ambos están casados, y sus matrimonios se han convertido en algo rutinario. Mientras hacen las compras de Navidad coinciden en una librería, tropiezan y confunden sus regalos. Lo que comienza como una amistad agradable se convierte en un romance apasionado. Los amantes sienten que lo que están haciendo no es correcto, son dos buenas personas, que no desean dañar a nadie,  pero no pueden renunciar el uno al otro.
Película de las románticas románticas, con dos actorazos, que no tuvo demasiado éxito, quizás por lo incómodo de su temática. Es difícil resolver situaciones de infidelidad sin matar a nadie cuando todos los involucrados son buena gente.


“Scrooged” (Richard Donner, 1988)

“Scrooged” es una modernizada versión la maravillosa novela corta de Charles Dickens “Cuento de Navidad” (“A Christmas Carol”). La historia fue publicada originalmente por Chapman & Hall el 19 de diciembre de1843 y relata las peripecias  de un hombre avaro y egoísta llamado Ebenezer Scrooge y su transformación en una persona de bien luego de ser visitado los fantasmas de las Navidades pasadas, presentes y futuras en Nochebuena.
En “Scrooged” el personaje principal es Francis Xavier Cross (Bill Murray)  un importante ejecutivo de televisión cuyo único objetivo es conseguir la máxima audiencia de su cadena a cualquier precio. Pretende televisar una versión de “A Christmas Carol” en vivo la víspera de Navidad, sin importarle que sus empleados deseen pasar ese momento con sus seres queridos. Pero todo cambia cuando recibe la visita de su amigo y anterior jefe, Lew Hayward (John Forsythe), que lleva siete años muerto. Lew le advierte que debe cambiar su forma de ser o de lo contrario morirá prematuramente, tal como le sucedió a él. Poco después, Francis Xavier Cross es visitado por los fantasmas de las Navidades pasadas, presentes y futuras, cuyas enseñanzas lo hacen recapacitar y convertirse en el mejor jefe del mundo, además de reconciliarse con la chica de sus sueños y de despacharse por TV en vivo y en directo con un discurso orientado a destacar la importancia de pasar la Navidad junto a la gente querida. 
Película encantadora, para reírse, emocionarse y correr a releer el maravilloso trabajo de Dickens.

Hasta aquí, mis queridos, la primera parte de este delicioso Top Ten con sabor a villancico. Próximamente pondré a vuestra disposición la segunda parte, siempre orientada a que esta Navidad se convierta en una fiesta inolvidable, aunque más no sea porque vimos por primera vez (o volvimos a ver) la magnífica It's a Wonderful Life” .
Para despedirme les dejo un pensamiento de Norman Vicent Peale: "La Navidad agita una varita mágica sobre el mundo, y por eso, todo es más suave y más hermoso."

Buenas noches.

viernes, 2 de diciembre de 2016

SEXO VAINILLA: ¿OTRA VEZ SOPA?


SEXO VAINILLA: ¿OTRA VEZ SOPA?


"¿Tú quieres una relación vainilla convencional y sosa, sin sexo pervertido ni nada?"
E. L. James, "Fifty Shades of Grey"

Parece, amables lectores, que el colmo del aburrido es aquel individuo que, frente a una lista  variadísima de sabores de helado elige, una y otra vez, el tradicional y poco novedoso gusto a vainilla. Por lo menos eso es lo que sostiene una nota publicada por el sitio web Entre Mujeres, donde el  médico psiquiatra y sexólogo Walter Ghedin equipara la elección de un sabor de helado con la elección de una posición o rutina sexual y se pregunta qué hacer con estos hombres tradicionales, simples y monótonos que, ante una heladería completa,  repleta de sabores, colores y texturas, decantan siempre por el mismo gusto y, además, uno bastante pavote. “Sexo vainilla: ¿Hombres con poco sabor?”, se intitula el opúsculo en cuestión, y nos insta a damas y damitas a tomar cartas en el asunto de una vez por todas para aventurarnos, con felicidad, en la prometedora mousse de maracuyá.
Dentro del argot de la subcultura BDSM  (Bondage Y Disciplina; Dominación y Sumisión; Sadismo y Masoquismo) se denomina sexo vainilla al llamado sexo convencional, pero hoy en día el término se usa también en forma peyorativa para nombrar al sexo poco osado o aburrido. El sexo vainilla no tiene en cuenta la riqueza de opciones eróticas existentes y repite, una y otra vez,  las mismas formas de acercamiento y relación: iniciativa masculina, breve juego previo, prioridad a la penetración y final sin fanfarrias.
El doctor Ghedin comenta que en las consultas sexológicas  las parejas suelen rememorar con nostalgia y resignación aquellos tiempos idos (que coinciden, por supuesto, con los inicios del vínculo) en los que el sexo era más espontáneo y pasional, y lamentan que aquellos despampanantes encuentros íntimos se hayan convertido con el tiempo en un trámite esquemático y aburrido. “Cuando éramos novios apenas nos tocábamos y ya estábamos calientes”, “nos pasábamos horas teniendo sexo”, “hacíamos de todo…”, recuerdan los pacientes, convencidos de que todo sexo pasado fue mejor. Las damas suelen ser las que más se quejan de la monotonía en lo que a encuentros sexuales se refiere, pero no todas reaccionan de la misma manera frente a los sinsabores del sexo vainilla. Algunas sufren en silencio, sin animarse a plantear el problema por temor a no ser comprendidas. Otras justifican su presente desangelado creyendo que “así debe ser”, que la pasión del comienzo se perdió y sólo queda contentarse con “lo que hay”. Pero también están aquellas que se resisten a conformarse con con la rutina y quieren probar los diferentes gustos que el sexo les ofrece.
Décadas atrás era común que las mujeres aceptaran con resignación la rutina sexual, pero hoy en día las féminas se atreven a reclamar para mantener el sexo vivo. Aceptan que el paso del tiempo y la convivencia van en detrimento de la pasión y la intensidad, pero también buscan revertir ambos condicionamientos y convertirlos en experiencia y motores de cambio.   
Pero no son las damas las únicas que reniegan del sexo vainilla: ellas reprochan que sus hombres se achancharon con el tiempo y ellos remontan el bodrio sexual al inicio de la relación:  “ella siempre fue así”, “no la puedo tocar”, “no quiere que le haga sexo oral y ni pensar que me lo haga a mí”, “no sé si alguna vez tuvo un orgasmo”, lamentan los señores. Los varones se resignan más rápido que las mujeres al aburrimiento entre las sábanas y se valen de justificaciones que aluden a mitos de la condición femenina: “las mujeres son menos sexuales que los varones”, “tuvo una educación muy represiva”, “las mujeres son más pudorosas” o la típica y arcaica creencia: “no le voy a pedir a mi mujer cosas que haría con una prostituta”.
Ante este panorama, bastante desolador, se preguntarán ustedes qué hacer para dejar atrás estos encuentros sexuales soporíferos.  A no desesperar, mis queridos: para huir del embole que significa consumir el mismo estúpido helado de vainilla por los siglos de los siglos, amén, el doctor Walter Ghedin nos acerca, generosamente, una serie de consejos. Tomen nota. 

Consejos para salir del sexo vainilla

* Como en el ejemplo de los helados: hay que elegir otros gustos. Dejemos de ir a lo seguro. Sabemos que la vainilla nos gusta o, por lo menos, no nos desagrada. Pero la oferta de sabores de helado es muy nutrida, y si no nos animamos alguna vez a  probar algo diferente, no sabremos cuánto puede complacernos (o no). Los que se resisten a tirarse de cabeza en la merengada de avellanas pueden arrancar agregándole al tradicional heladito de vainilla algunas chispas de chocolate o un puñado de merengue triturado. Y después Dios dirá.

* Intercambiar la toma de iniciativa. Basta de esperar a que sean los señores quienes den el puntapié inicial en los encuentros sexuales. La opción de alternar la toma de iniciativa e ir modificando los mensajes eróticos son formas de evitar la monotonía y de dejar en claro, de una buena vez, que  la apertura de los juegos sexuales no debe estar condicionada jamás por el género.

* Tomarse el tiempo para acariciarse y sentir al otro.  Para que el sexo reverdezca y el encuentro erótico deje de ser un trámite más o menos engorroso hay suprimir los apurones.

* Recordar que la meta es todo el encuentro erótico, no la penetración. El hecho de creer que un encuentro sexual es tal sólo cuando existe penetración nos ha llevado a perder de vista cuán placentera y maravillosa puede ser la previa, que vale por sí misma como cruce amoroso.

* Usar estímulos externos: luces, música, películas eróticas o juguetes sexuales. Vivimos en una época en la que, gracias a Dios, la lencería sexy, los juguetes sexuales y las películas eróticas están al alcance de cualquiera. ¡Aprovechémoslos! No desestimemos jamás el potencial revolucionario de una bombachita de encaje, un juguetito insolente o una película subida de tono. Saquémosles todo el partido posible a la música y a las luces. 

* Introducir gradualmente las novedades. Las cosas de palacio van despacio. Los cambios graduales son mucho más fáciles de asimilar.

* Comunicar qué sintió cada uno. Una buena comunicación es la base del éxito de cualquier relación de pareja. Contémosle a nuestra media naranja cómo nos sentimos en nuestra relación sexual, qué nos gustó y qué no, y cuáles son nuestras expectativas para el próximo tiroteo.

* Potenciar el encuentro siguiente: “ir por más”. Un encuentro erótico satisfactorio no empieza cuando nos bajamos los calzones. Empieza muchísimo antes. Tengámoslo en cuenta.

Hasta aquí, mis queridos, todo lo que puedo decirles acerca del sexo vainilla. Espero que les sea útil. Me despido de ustedes con una frase de la escritora, novelista, traductora y periodista española, Milena Busquets: "Que yo sepa, lo único que no da resaca y que disipa momentáneamente la muerte -también la vida- es el sexo."

Buenas tardes.