jueves, 27 de julio de 2017

7 LUGARES EXCITANTES PARA TENER SEXO


7 LUGARES EXCITANTES PARA TENER SEXO

"La excitación es el fundamento del erotismo, su enigma más profundo, su palabra clave."
Milan Kundera

Parece, mis queridos, que el riesgo de ser pescados in fraganti es uno de los motivos por los cuales tener sexo en lugares insólitos es tan taquillero y tan promocionado por revistas y sitios femeninos. La posibilidad de ser sorprendidos o simplemente espiados por un ente degenerado, hace que la adrenalina se dispare a niveles insospechados y nuestras relaciones, tan desabridas, se vean felizmente sazonadas. A continuación y, gracias a la gentileza de Carolina Belleze, autora de una reveladora nota llamada 7 lugares exitantes para tener sexo, publicada en el sitio web de nuestra revista querida, la loada “Cosmoplitan”, estoy en condiciones de acercarles una lista de sitios ideales para dar rienda suelta a nuestros más bajos instintos. Ya sé qué se estarán preguntando, mis ilustres lectores: qué corno es exitante. Yo también me lo pregunté y llegué a la triste conclusión de que es una injusticia que yo no sea redactora o correctora de alguna revista o algún sitio web femenino, y un atropello lamentable que le paguen a todo el mundo por escribir y yo escriba gratis. Pero, dejando de lado el derrape ortográfico de nuestra amiga Carolina, pasemos a aprovechar su sapiencia y disfrutemos de esta lista de lugares para desfogarse con inusitada emoción.

7 lugares excitantes para tener sexo

1) En el parque: Hete aquí la graciosa y promocionada variante del sexo al aire libre. Los más melindrosos pueden llevar un acolchado o lonita donde tumbarse para un encuentro erótico feliz.  Los otros, los que no tienen problemas con tener un poco de tierra o pasto en el culo, o con que los piquen las hormigas en lugares non sanctos, pueden prescindir de este adminículo para tener un contacto más profundo con la naturaleza. La nota de la “Cosmo” sugiere utilizar todo lo que haya a mano para llegar a un primitivo orgasmo a lo Tarzán y Jane.

2) En el lavadero de tu departamento: Aquí tenemos la fabulosa oportunidad de demostrar que servimos para mucho más que lavar la ropa, que sabemos de polvos que nada tienen que ver con el jabón, que el fuego de nuestra entrepierna arde en cualquier lugar, por pavote que parezca. No olvidar, mis queridas, que las vibraciones de un lavarropas las ayudará a conseguir un orgasmo más  intenso. ¿Qué están esperando?

3) En la terraza de un hotel: Se supone que cuando uno va a un hotel, tiene una linda y mullida cama a disposición para sus devaneos eróticos. Pero una cama es lo más vulgar que hay para tener sexo. Mejor una escapadita a la terraza para sentirnos nuevamente adolescentes y entregarnos a las mieles del erotismo  un poquito a la vista de todos.

4) En el probador: Ya hemos hablado en otra ocasión de las posibilidades eróticas que ofrece un probador. La canción de Virus, precisamente titulada "El probador", habla con alegría de un breve pero tórrido encuentro en uno de estos sucuchos. El probador tiene ventajas, cómo no. En primer lugar, no es invalidado por cuestiones climáticas como el parque y la terraza del hotel. Es un lugar donde una puede desnudarse por completo con la excusa de que se está probando. Dentro del probador hay dos que se aman, fuera del probador hay un mundo de vendedores y compradores que hacen el encuentro aún más excitante. No apto para señoras y señoritas X, XL o XXL, por una prosaica cuestión de espacio.

5) En el auto, pero adelante: Parece que cuando la gente lo hace en el auto elige siempre la parte de atrás. Será porque no hay palancas de cambio que se nos incrusten en los riñones. La "Cosmo" sugiere una innovación sensacional: cambien de asiento. ¿Vieron que fácil era sazonar una relación carente de condimentos?

6) Arriba de una mesa: Hacerlo arriba de una mesa es muy sexy; los dinosaurios como yo aún recordamos aquella volcánica escena entre Jack Nicholson y Jessica Lange en "El cartero siempre llama dos veces", cuando daban rienda suelta sus adúlteros y bajos instintos sobre una mesa enharinada. Hay que probar la mesa, señoras, y dejar que las fantasías nos prendan fuego.

7) En la biblioteca de tu casa: Perdonen la hijaputez, pero yo no creo que la chica Cosmo, a quien inequívocamente está dirigida esta nota calenturienta, tenga una biblioteca en su casa. Pero supongamos que sí la tiene o que el consejo está dirigido a nosotras, que en la hora de contabilidad leíamos "La dama de las camelias" o "Madame Bovary". Parece que la biblioteca es excitante porque una puede traer a la relación sexual a todos los personajes de los libros que la conforman. Una orgía cultural soñada.

Hasta aquí, mis queridos, lo que nuestra amiga Carolina nos ofrece como lugares excitantes para hacer el amor. Yo me permito sumar dos, no porque a mí me parezcan especialmente eróticos, sino porque, después de tantas y tantas horas de leer boludeces en revistas y sitios web femeninos, comprendí que son lugares que, a las mayorías de las damas, pueden resultarles estimulantes.

1) El ascensor: Es un clásico de clásicos y no puede faltar en esta lista de lugares aptos para que el sexo sea novedoso y picante.  Es un lugar estrecho, íntimo, caliente. Que tiene también ese morbito de imaginar que nos pescan en cualquier momento y nos recuerda a muchas series, películas y canciones de Joaquín Sabina.

2) Los transportes públicos: No, el colectivo no. ¿Pero qué tal un micro de larga distancia, un tren con un recorrido más o menos decente o, para las más pudientes, un romántico avión? Modelitos y vedetongas no se cansan de alabar las bondades del sexo practicado en estos escenarios: "Lo hice en un micro con destino a Santa Teresita y fue tan hot que no alcanzó el agua del mentado balneario para apagar mis ardores"; "Lo hice en el Ferrocarril Roca en el ramal Constitución - Ezeiza y tuve 248 orgasmos mientras me robaban los zapatos y la cartera"; "Lo hice en el baño de un avión y me voló la cabeza". Prueben los transportes públicos. No se van a arrepentir.

Me despido de ustedes, gente querida, con unas palabras de Jaime Sabines, como para ponerle algo de calor poético a este muestrario de lugares aptos para renovar el sexo: "Déjame que investigue las últimas células de tu cuerpo, los últimos rincones de tu alma; déjame que vuele tus secretos, que aclare tus misterios, que realice tus milagros; consérvate, presérvate, angústiate; sufre el amor; espérame..."

Buenos días.

jueves, 20 de julio de 2017

LA FAMILIA ELEGIDA


LA FAMILIA ELEGIDA

“Amigos. Nadie más. El resto es selva.”
Jorge Guillén

Mario Puzo, escritor estadounidense descendiente de italianos, conocido como el literato de la mafia, puso en boca de uno de sus personajes más logrados e inolvidables, Vito Corleone, una frase que siempre recuerdo (sepan ustedes, mis queridos, que yo soy fan absoluta de las historias de mafiosos, vaya uno a saber qué clase de desorejada habré sido en mi vida anterior): "La amistad lo es todo. La amistad vale más que el talento. Vale más que el gobierno. La amistad vale casi tanto como la familia." Y así es, nomás: la amistad lo es todo. Y vale, por lo menos para mí, que tan mafiosa no soy, tanto como la familia. Por eso hay que cuidarla, y mucho, especialmente en estos tiempos en los que la tecnología ha vaciado de contenido la palabra amigo. Cierto es que hoy las relaciones interpersonales han cambiado y que no necesitamos el cara  a cara para  forjar vínculos provechosos y duraderos. Pero es de simplones considerar amigos a los 1500 contactos que tenemos en Facebook.
Existen varios tipos de amigos, pero buenos amigos hay pocos. A lo largo de nuestra vida conocemos a muchas personas con las que compartimos pequeños tramos del camino y hacemos amistades. A medida que pasa el tiempo el contacto con alguna de ellas se pierde y conocemos gente nueva. Pero la amistad, la verdadera amistad, es la que perdura a lo largo de los años y crece a medida que nos acercamos a la recta final. A pesar de los contratiempos y las distancias involuntarias. En palabras de Jean de La Fontaine: “La amistad, como la sombra vespertina, se ensancha en el ocaso de la vida.”
Algunas veces tenemos que hacer frente al mal trago que significa descubrir que aquel a quien creíamos amigo, en realidad era un advenedizo, un malintencionado o, simplemente, alguien que no valoraba nuestra grata persona tanto como nosotros valorábamos la suya. Nos pasó a todos y nos seguirá pasando. Pero como somos optimistas, vamos a seguir apostando a la maravilla de la amistad, que celebramos hoy con un variopinto muestrario de amigos. Hay para todos los gustos. Pasen y vean.

TIPOS DE AMIGOS

-AMIGO DE LA INFANCIA: El hombre más rico del mundo no es el que conserva el primer peso que ganó, sino el que conserva el primer amigo que tuvo.– Martha Mason
El amigo de la infancia es aquel amigo con el que hemos compartido la mejor época de nuestra vida. Es el que nos acompañó en los días de escuela, el que pateó con nosotros las calles del barrio, el que fue confidente de nuestras primeras inquietudes amorosas. Seguramente el destino nos llevó por distintos caminos pero el reencuentro siempre es una fiesta. Porque con él compartimos el verdadero paraíso perdido: la niñez. Que trasciende con su pureza el tiempo y el espacio y está intacta ahí, en los ojos de ese compinche cazador de abejas y luciérnagas.

-AMIGO IMAGINARIO: Es muy extraño ser un amigo imaginario. No te asfixias, ni enfermas, ni te rompes la cabeza de una caída y tampoco pillas neumonías. Lo único que puede matarte es que una persona no crea en ti.” - Matthew Dicks 
Muchos niños pequeños tienen amigos imaginarios. El mío se llamaba Nilon. Los psiquiatras y psicólogos aseguran que los infantes con amigos imaginarios suelen tener problemas emocionales o de autoestima. La gente con inquietudes espirituales considera que los amigos imaginarios son ángeles de la guarda, visibles a los ojos de la niñez gracias a su candor.  Yo creo que estos amigos hechos a medida son el producto de una imaginación desbordante y desbordada. El problema surge cuando tenemos 20 años y el amigo imaginario sigue ahí, como si nada. Clara señal de un trastorno mentaldesajuste psíquico.

-AMIGO ÍNTIMO: Un amigo es uno que lo sabe todo de ti y a pesar de ello te quiere.” - Elbert Hubbard
El amigo íntimo es aquel al que podemos contarle todo, sin reservas y sin vergüenzas. Creemos ciegamente en su cariño y sabemos que no nos va a defraudar. Es un amigo valiosísimo ya que, gracias al nivel de cercanía que tenemos con él y la absoluta confianza que depositamos en su persona, siempre será oreja y aliado en los momentos más truculentos de nuestras vidas: una pérdida dolorosa, un brutal desengaño, la adquisición de un amante, el descubrimiento de un cuerno, etc., etc., etc. El amigo íntimo jamás juzgará. Alabado sea.

-AMIGO PROTECTOR: “Protege a un verdadero amigo con ambas manos.” -Proverbio nigeriano
El amigo protector es aquel que es como tu padre, una especie de guardaespaldas incondicional. Es un tipo de amigo que solemos tener las mujeres, sobre todo las que nos metemos en problemas constantemente como si fuésemos candorosas damiselas  de los años ’20 o buscamos una figura paterna en nuestras vidas. No resulta extraño que el amigo protector tenga en su protegida algún interés amoroso.

-AMIGO DE LA FAMILIA: "Un amigo de todos es un amigo de nadie." - Aristóteles
El amigo de la familia se considera una amistad compartida por todos los miembros de un clan. Puede que esto sea así porque nadie quiera responsabilizarse por esa amistad o porque el tipo es tan copado que todos los miembros de una familia lo consideran amigo. Este ente es un excelente compañero para fiestas, asados y excursiones. Pero nada recomendable para confidencias, sobre todo aquellas que involucran pequeñas traiciones a nuestros hermanos y primos o puteadas fervorosas a nuestros progenitores. A no olvidar que el amigo de la familia es amigo de todos.

-MEJOR AMIGO: “La amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un corazón que habita en dos almas.” - Aristóteles
El mejor amigo es esa persona con la que compartimos absolutamente todo y cuya presencia es fundamental en nuestra vida. Lo queremos tanto como a nuestra pareja, y a veces, más. Puede que sea un amigo que conservamos desde la infancia o la adolescencia, o que lo hayamos conocido en otro momento de nuestro camino, pero entre nosotros hay química y una unión muy, muy fuerte. Es el amigo que está presente en los buenos y en los malos momentos, en el que confiamos plenamente y a quien le dejamos nuestras mascotas para que las cuide cuando salimos de vacaciones.

-AMIGO CON DERECHOS: “Entre un hombre y una mujer la amistad es tan sólo una pasarela que conduce al amor.” - Jules Renard
Hijo de la posmodernidad, el amigo con derechos es aquel con el que podemos desfogarnos sin involucrarnos emocionalmente. Lo vemos cuando tenemos ganas o cuando las papas queman y no encontramos a nadie mejor para sacarlas del fuego. No hay planes a futuro, pero sí una atracción física que, supuestamente, no interfiere en la amistad que nos profesamos. Esta relación un tanto extravagante para un dinosaurio como yo puede darse tanto entre heterosexuales como entre homosexuales. Los amigos con derecho pueden acabar siendo pareja, como en las comedias románticas de Hollywood. Pero, créanme, eso no sucede tan seguido. En caso de no querer nada serio con nuestro amigo, lo ideal es que los límites sean bien claros, cosa de que cuando se apaguen los fuegos del sexo la amistad siga intacta.

-AMIGO TÓXICO: “No te amarres a quienes no se alegran con tus éxitos.” - Bernardo Stamateas
De gente tóxica está el mundo lleno, mis queridos. En las familias, en las escuelas, en las oficinas y en las colas del supermercado. El amigo tóxico es aquel siempre dispuesto a jodernos la vida. Su concepción de la amistad es bastante peculiar, y, tarde o temprano, nos ocasiona algún tipo de sufrimiento. 
Las señales para detectar al amigo tóxico son varias: la no reciprocidad (damos, damos y jamás recibimos), el no aceptarnos tal cual somos (tiene siempre una crítica a flor de labios, muchas veces disfrazada de broma inofensiva), el no poder confiarle nuestras intimidades (tarde o temprano se va de boca), el sacar lo peor de nosotros (celebra y alienta nuestras conductas autodestructivas), el decepcionarnos frecuentemente (nos deja plantados a cada rato, no nos incluye en sus planes con otros amigos y jamás está disponible cuando lo necesitamos), el no respetar a nuestra familia, pareja e hijos (imposible tener una amistad sana con alguien que desprecia o critica a quienes queremos), el tener en nosotros intereses amorosos que no son correspondidos (a veces, nuestros enamorados no correspondidos nos dan lástima y cometemos el error de incluirlos en nuestro círculo de amigos, tremebunda metida de pata, porque los tipos se harán ilusiones vanas y/o nos acosarán todo el tiempo). 
El amigo tóxico suele victimizarse, urgirnos a agarrar a nuestra suegra de los pelos aunque esta conducta acarree una hecatombe familiar, envidiar nuestros logros, refocilarse en nuestros fracasos y meterse en nuestro muro de Facebook a putearse con otros de nuestros amigos tóxicos por cuestiones tan baladíes como política y religión, mientras nosotros lloramos sobre el teclado y nos preguntamos cómo corno terminamos involucrándonos con personas tan virulentas.

-AMIGO INTERMITENTE: "Nunca es largo el camino que conduce a la casa de un amigo." - Juvenal
El amigo intermitente va y viene. Se deja ver muy de vez en cuando. Tenemos con él una relación con grandes altibajos: estamos pegados durante largas temporadas y, de repente, el amigo intermitente desaparece de los lugares que solía frecuentar durante meses o, incluso, años. ¿Dónde está? Nadie lo sabe. Quizás viviendo un fogoso romance que le insume las 24 horas del día. Quizás en un retiro espiritual en el Tibet. Pero a no desesperar. El amigo intermitente es como la primavera: siempre vuelve. Y cuando vuelve, retomamos la relación como si  el tiempo no hubiera pasado.

-AMIGO FIESTERO: "Aquí estoy, amigo, para celebrar una fiesta, la mejor posible mientras viva en la tierra. Creo que ese es también tu deber." - Janis Joplin
El amigo fiestero es aquel que no estaba muerto, estaba de parranda. Siempre dispuesto a las cornetas y el papel picado, es ese amigo ideal para una noche de reviente, pero inviable para otros menesteres. Lo cruzamos en bares y boliches cada tanto y parece que lo conocemos de toda la vida. Pero pasada la noche de copas, no lo volvemos a ver ni nos llama. Eso sí, está entre nuestros contactos de Facebook.

-AMIGO VIRTUAL: "No hay desconocidos; solo amigos aún por conocer." -William Butler Yeats.
El amigo virtual es otro hijo de la posmodernidad y se caracteriza, precisamente, porque lo conocemos en un entorno virtual: chats, foros, redes sociales como Facebook y aplicaciones como Tinder y Badoo. En ocasiones, este amigo puede convertirse en amigo íntimo e, incluso, en amigo con derechos. Pero primero hay que pasar la prueba de fuego: conocerse personalmente. Porque virtualmente todos somos agradables (salvo esos amigos tóxicos que tengo yo que, además de ser virtuales, se dan el lujo de ser maleducados). Porque para saber si alguien nos gusta realmente es necesario mirarlo a los ojos, escucharlo y descubrir si hay química o todo fue una ilusión hija de la tecnología.

-FALSO AMIGO: "El falso amigo es como la sombra que nos sigue mientras dura el sol." - Carlo Dossi
El falso amigo es como el amigo tóxico pero peor. Porque todo lo tiene fríamente calculado. El amigo tóxico nos atosiga con su veneno porque sí, porque es su naturaleza, pero con esa conducta malsana no busca llevar agua para su molino. En cambio, el falso amigo (que en el fondo nos odia, nos envidia o nos desprecia) está con nosotros por puro provecho personal. Porque tenemos auto o pileta. Porque somos anfitriones generosos. Porque la pastafrola nos sale bárbara. El falso amigo es el más despreciable de los parásitos.

Hasta aquí, mis queridos, este opúsculo que pretende ser celebración y homenaje. No importa cuántas veces nos crucemos con amigos tóxicos o falsos amigos: sigamos insistiendo. La amistad es un milagro y hay que ser muy pavote para darle la espalda a uno de los pocos prodigios que tiene la vida.
Me despido de ustedes con un pensamiento del talentoso Jorge Luis Borges: "Para el argentino, la amistad es una pasión y la policía una mafia."

Feliz día para todos.

miércoles, 12 de julio de 2017

KINKY BUSINESS


 KINKY BUSINESS

“Si las mujeres participamos en el discurso de la pornografía tenemos una excelente oportunidad de explicarles a los hombres nuestra sexualidad de manera explícita y gráfica. ¿Qué mejor ocasión para ayudarles entender algo que todas sabemos que a muchos les cuesta comprender?” 
 Erika Lust

Harto sabido es que, tradicionalmente, el cine pornográfico está pergeñado por hombres y dirigido a un público esencialmente masculino. Se supone que las mujeres de bien no consumen pornografía. Y si la consumen lo hacen únicamente para complacer a sus cachondos partenaires. Yo, lo confieso, he visto poco porno en mi vida, a pesar de mi fulgurante paso por un video club de Bernal, donde conviví alegremente con obras maestras interpretadas por Ginger Lynn, Traci Lords y la Cicciolina. Y eso que estas señoras me caen extremadamente simpáticas. La última película porno a la que me atreví, una lamentable parodia de los Picapiedras, me sacó las pocas ganas que tenía de explorar en esta disoluta rama del 7º Arte. Esto sucedió hace muchos, pero muchos años. Cuando las damas todavía tenían vello púbico y no parecían gallinas desplumadas (como verán, queridísimos lectores, el postulado de que el vello púbico no es femenino me parece de lo más descabellado, valga la redundancia; si no fuera femenino a las mujeres jamás nos crecerían pelos en las partes: lógica pura). 
Como consecuencia de estar dirigido esencialmente al público masculino, el cine porno repite hasta el hartazgo los estereotipos femeninos que, supuestamente, calientan a las varoniles y sudorosas masas: la enfermera hot, cuyo diminuto uniforme deja la mitad de su culo al aire; la mucama alzada, cuyo diminuto uniforme deja la mitad de su culo al aire; la colegiala calenturienta, cuyo diminuto uniforme deja la mitad de su culo al aire; etc., etc., etc. A las mujeres, según dicen los expertos (ya se sabe que en el siglo XXI hay expertos para todo), nos cuesta identificarnos con estas hembras voraces, multiorgásmicas y siempre dispuestas al chichoneo. Por eso, en general, nos embolamos con las porno tradicionales.
Para no perderse al público femenino, algunas gentes avivadas han inventado el Posporno: películas hechas por y para mujeres, que ponen patas para arriba las reglas machistas del género y prometen a las damiselas algo más que primeros planos de tetas gigantes y penes descomunales.
Esta historia del Posporno comenzó hace algunos años, cuando directoras como Annie Sprinkle o Candida Royalle repararon en el jugoso negocio que resultaría filmar pornografía desde el punto de vista femenino. Estas chicas revolucionarias erradicaron de sus films a las siliconas uniformadas, siempre al servicio del masculino, y echaron mano a heroínas más reales, de edades diversas y anatomías corrientes. Las realizadoras decidieron, también, jugarse por argumentos que excedieran la gimnasia sexual interrumpida y tuvieran en cuenta las vivencias de las protagonistas de sus películas. Al principio y como es de suponer, estos novedosos filmes fueron resistidos por la industria porno, aferrada con uñas y dientes a la rubia tetona de poco seso y lengua diligente. Pero hoy en día están totalmente aceptadas, a Dios gracias. Aunque dudo que Dios tenga algo que ver con estas chanchadas.
Annie Sprinkle, la primera estrella del porno convertida en artista y sexóloga, con doctorado incluido, produjo y protagonizó sus propias películas por más de treinta años, además de realizar trabajos fotográficos y lecturas universitarias, siempre relacionados con la temática sexual. La Sprinkle puso en tela de juicio los roles sexuales establecidos, tanto de hombres como de mujeres. Sus escandalosas performances dieron mucho que hablar: una de las más polémicas fue aquella en la que, sentada en el escenario con las piernas abiertas de par en par, invitó a la audiencia a mirar dentro de su vagina con un espéculo. “El sexo siempre ha tenido un papel muy importante en mi vida, tanto si lo practico como si no. Tanto si tengo multitud de amantes o solo uno. He tenido relaciones sexuales con más de tres mil quinientas personas. Pero en los últimos doce años, solamente he tenido un amante cada vez. He disfrutado ambas posturas. Creo que estamos siempre en el lugar adecuado en el momento oportuno cuando se trata de nuestra evolución sexual. En este momento estoy locamente enamorada y no puedo ni imaginarme tener relaciones sexuales con otra persona”, declaró Annie sin ponerse colorada. Una, que es capaz de contar a sus amantes con los dedos de una mano (bue, de dos), no puede dejar de sorprenderse ante la cantidad exorbitante de parejas sexuales de la Sprinkle. Que el Cielo le conserve el ímpetu. Aunque, repito, no sé si el Cielo se inmiscuye en estos asuntos tan mundanos.
Candida Royalle, ex actriz porno y exitosa mujer de negocios, instituyó en 1984 Femme, su propia empresa de entretenimiento para adultos. Es miembro de la Asociación Americana de Educadores Sexuales, y fundadora de la Feminist for Free Expression. Además, la emprendedora muchacha lanzó al mercado el vibrador "Natural Contours" que tiene silueta curva para adaptarse a la forma de la vulva. Las películas de la Royalle son celebradas por el público.
Erika Lust, la sueca de 32 años que se convirtió en los últimos años en la directora de cine Posporno más famosa de España, es un referente obligado de esta movida erótica femenina y feminista. La muchacha nació en Estocolmo en 1977 y se licenció en Ciencias Políticas en Suecia, especializándose en Feminismo en la Universidad de Lund. En el año 2000 se instaló en Barcelona, donde formó una familia. Erika fundó su propia productora de cine, Lust Films, y escribió una serie de libros de títulos impactantes: “Porno para mujeres” (una guía para entender y disfrutar el cine X), “Por qué las suecas son un mito erótico”, “La Biblia erótica de Europa” y “Ámame como me odias” (manual harto prometedor que se interna en el mundo del bondage con entusiasmo y alegría). Lust filmó también una serie de películas de éxito: “Cinco historias para ellas” (premiada en los festivales de Berlín y Toronto), “Barcelona Sex Project”, “Las esposas” y “Vida, amor, lujuria”. Erika Lust tiene una explicación para el enorme éxito de su trabajo: “Las chicas de mi generación somos liberales y queremos ver sexo explícito, ¡estamos hartas de que todos crean que queremos ver velas, flores y una pareja haciendo el amor delante de una chimenea! Leemos revistas de moda, hablamos de política, luchamos por nuestros derechos, tenemos el último móvil, un ordenador portátil y un vibrador de diseño. Hay miles de productos diseñados para nosotras, pero todavía no hay casi ningún producto audiovisual para adultos que nos guste. Queremos algo más atrevido que «Sexo en Nueva York» pero más contemporáneo y moderno que el porno tradicional. Por primera vez en la historia tenemos nuestro dinero propio. Y por primera vez el sexo no es tabú. Y si añadimos que vivimos solas, tenemos toda la tecnología y sabemos manejarla yo veo un público potencial muy poderoso.” 
Las películas de la Lust están protagonizadas por mujeres comunes, tienen un gran cuidado estético, una trama medianamente interesante, buena música y lindos escenarios. Una puede conocer a sus heroínas antes de que las chicas revoleen sus prendas íntimas. Estos filmes modernos adolecen de situaciones boludas e inverosímiles. No van a encontrar en ninguno de ellos a una pavota que descubre a su partenaire y a su mejor amiga retozando entre las sábanas y, en lugar de golpearlos frenéticamente como haría una mujer normal, se une alegremente a la fiesta. Ni vaginas parlantes, ni penes elocuentes, ni lamentables parodias de “La isla de Gilligan”. Tampoco se van a topar con atuendos prostibularios: nada de tacos de 30 centímetros, ni medias de red ni uniformes diminutos que dejan medio culo al aire. Alabada sea Erika. 
Si ustedes, queridas lectoras, todavía tienen algún prurito que les impide disfrutar de una película Posporno, sepan que es de lo más natural que las mujeres nos sintamos atraídas por esta variante cinematográfica. Según Esther Perel, autora del best-seller “Inteligencia erótica”, cuando una señora o señorita mira una película de éstas, se imagina en el lugar de la protagonista. Igual que cuando mira “Los puentes de Madison”. Pero sin corpiño.
Para demostrar que soy una chica moderna, trataré de borrar de mi mente ese horrible remedo de los Picapiedras que me quemó el seso y me internaré ya mismo, gozosamente y sin culpa, en el jadeante universo del Posporno. Porque yo también estoy harta de las velas, las flores y la baba inmunda y azucarada que venden las comedias hollywoodenses rosas, las telenovelas mexicanas y los libros de Danielle Steel. Y ando buscando alguna cosa un poquito más caliente.

 Juro por mis calzones que mañana les cuento.

lunes, 3 de julio de 2017

LAS FRASES QUE ELLOS ODIAN


LAS FRASES QUE ELLOS ODIAN

“No pierdas tan bellas ocasiones de callar  como a diario te ofrecerá la vida.” 
Noel Clarasó

Dicen los que saben que las mujeres pronunciamos alrededor de veinte mil palabras al día y los hombres, apenas siete mil. De lo que se deduce que, la mayor parte del tiempo, nosotras hablamos y ellos escuchan. Estoicamente, algunas veces. Con ganas de estrangularnos, otras. Y verdaderamente irritados cuando pronunciamos esas frases que ningún varón, ni grande ni chico, ni arcaico ni moderno, quiere escuchar.  Se preguntarán, amables lectoras, cuáles son esas frases.  Yo me lo pregunté antes y, después de haber investigado en la web y en revistejas  varias, y de interrogar  a los hombres de mi entorno acerca de los dichos femeninos más enojosos, estoy en condiciones de ofrecerles un listado bastante cumplidito que incluye todas o casi todas las frases mujeriles que pueden conseguir que un varón mansito se convierta en una verdadera bestia carnicera o huya de nos para siempre. Tomen nota.

-“Mi ex hacía lo mismo que vos”. Si hay algo que los hombres no soportan son las comparaciones. Muchísimo menos, las comparaciones que involucran a ex novios, ex maridos o ex amantes. Ellos necesitan tener la certeza de que hacen las cosas mejor que los otros y de que la tienen más grande que los otros. Convencerse de que cuando llegaron a nuestras vidas borraron de un plumazo cualquier rastro de romances pasados. Creer que olvidamos. Cuando los comparamos con nuestros ex amores les estamos diciendo de forma brutal que no, que no olvidamos. Y los empujamos a pensar que todavía nos pasa algo con los señores que alegraron nuestros tiempos idos.

-“Estoy bien” y “No te preocupes”. Aunque parezca que sí, los hombres no son tontos. Estas dos frasecitas pronunciadas con una cara de culo de aquellas o con los ojitos llenos de lágrimas son tragos difíciles de digerir para cualquier señor. Ellos prefieren que les digamos cuáles son las cosas que nos están molestando a que andemos por la vida con cara de martirio eterno. Aunque no vayan a cambiar ni un ápice aquellas situaciones que nos fastidian.

-“¿Otra vez vas a salir?” Más de una vez hemos hablado en este espacio del cordón umbilical inmundo que mantiene a un hombre atado a sus amigos. Es un cordón indestructible y pretender cortarlo, además de infructuoso, es suicida.  Los hombres necesitan pasar tiempo con sus amigos. Mucho más que nosotras. Y necesitan, también, sentirse libres. Aunque su libertad sólo sea un espejismo ramplón.

-“Volvamos que quiero hacer pis”. Harto sabido es que señoras y señoritas no somos especialmente continentes y tenemos nuestras urgencias, sobre todo cuando estamos cursando un viaje más o menos largo. Pero pedirles volver porque queremos hacer pis cuando apenas hicimos diez cuadras en auto es algo que ellos no toleran. Y un poco de razón tienen.

-“¿Te parece linda?” Y, sí. A veces las féminas preguntamos cada huevada. ¿Por qué querríamos saber si otra mujer se ve apetecible a los ojos de nuestro amado? ¿De masoquistas que somos? Además, cualquier respuesta que ellos den a esta pregunta en apariencia inofensiva será, sin dudas, desencadenante de un lindo despelote. Si dice que sí, nos ofenderemos con él por confesar tan descaradamente que encuentra atractiva a otra dama. Si dice que no, nos ofenderemos con él por mentiroso. Si dice que no sabe/no contesta, nos ofenderemos con él por no comprometerse con nuestras preguntas. Etc.

-“Vestite bien que tenemos una fiesta”. Si antes de mover la lengua nos detuviéramos un segundo a pensar lo que vamos a decir, nos daríamos cuenta de que esta frase, además de molesta, es ofensiva. ¿Qué es eso de vestite bien? A ningún hombre le gusta que le recuerden que tiene para vestirse el mismo gusto inmundo que la Reina Isabel para elegir sombreros. Como si esto fuera poco, la exigencia del bien vestir está directamente relacionada a un evento al que el hombre odiará ir. Sépanlo de una vez por todas: a los hombres no les gustan las fiestas. Les gustan los asados, las comilonas en casas de amigos (de ellos), las ravioladas sacrosantas de sus madres  y las picaditas en el bar de la esquina. Pero aborrecen los eventos sociales que les exigen embutirse en trajes incómodos e interactuar con gente que no conocen.

-“¿Estoy gorda?” He aquí una pregunta del tipo “¿Te parece linda?” Cualquier respuesta que nuestra media naranja de a este crucial interrogante será trágica. Lo odiaremos por decirnos que estamos gordas. Lo odiaremos por decirnos que estamos flacas cuando sabemos que no es cierto. Y lo odiaremos por hacer como que no nos escuchó.

-“Te acompaño”. Señoras y señoritas, asúmanlo de una buena vez: una pareja no es un hermano siamés. Es un señor que elige estar con nosotras. Y tiene, algunas veces, necesidad de estar solo o de ver a un amigo o un hermano sin llevarnos adosadas como si fuéramos una estampilla hincha pelotas. Hay que respetar los espacios ajenos y hacer que los demás respeten los nuestros. Juntos pero no revueltos.

-“¿Qué te pasa?” y “¿Seguro que estás bien?” Las féminas tenemos la peregrina idea de que los silencios y  las preocupaciones de los hombres siempre tienen que ver con nosotras. No es así, mis queridas. Los varones tienen vida más allá de sus mujeres: tienen familia, amigos, vecinos, trabajo, equipo de fútbol, perro… No todos sus nerviosismos giran alrededor de nuestra grata persona.  Y no siempre tienen ganas de hablar. Así que atosigarlos con preguntas para que confiesen qué les pasa, por qué les pasa y cómo les pasa es un comportamiento harto fastidioso.

-“Aflojá con los postres”. A las mujeres no nos gusta que nos digan que estamos gordas. A los hombres, tampoco. Muchísimo menos si este comentario viene acompañado de una tocadita de panza o de un pellizcón en los rollitos. Además, ante esta provocación, cualquier hombre normal sentirá ganas de devolver el chiste, cosa que puede ponernos en una situación apocalíptica, sobre todo si hay testigos oculares del asunto. Situación que terminará, ya se sabe, en llantos, gritos, recriminaciones, etc.

-“No me banco a tu vieja”. Que una mujer no soporte a la madre del varón que supo conseguir es la cosa más normal del mundo. Aunque esa suegra no sea una ogresa con ganas de comérsela viva como la madre política de la Bella Durmiente, a la que arrancaron de un sueño feliz para casarla con el vástago de una vieja más de mierda que todas las viejas del mundo (las versiones modernas del cuento suprimen, vaya uno a saber por qué,  los quilombos de la pobre chica con su benemérita suegra, pero eso no quiere decir que no hayan existido). Pero no podemos ir por el mundo vociferando lo mucho que detestamos a la mamacita de nuestra media naranja. Y mucho menos, escupírselo a  él en la jeta. 

-“Odio mi cuerpo”.  Los hombres, mis queridas, pasan por alto unos kilitos de más o algún pocito en nuestras ancas. Lo que no pasan por alto jamás son las inseguridades de la fémina que tienen al lado. Que les rompen soberanamente los kinotos. De más está recordarles que los demás nos perciben tan bellas o tan deplorables como nos percibimos nosotras. Y que, aunque nuestro amado nos vea como a Angelina, si seguimos con la cantaleta de que estamos gordas, tenemos celulitis y no nos entran los jeans, comenzará a vernos como a la orca de “Liberen a Willy”.

-“Cuando nos casemos nuestros hijos serán…” ¡Alto ahí, señoritas! A los hombres no se les habla de casamiento. Muchísimo menos en la primera etapa de una relación. Hablando de tules, curas, altares y futuros bebés que serán top models o astronautas lo único que conseguiremos es asustarlos, corriendo el riesgo de que desaparezcan para siempre.

-“Hoy viene mamá a almorzar”. Así como las mujeres odiamos a las madres de nuestros hombres, nuestros hombres odian a las nuestras.  Cada vez que anunciamos la llegada de nuestra progenitora al bendito seno del hogar, el varón que nos acompaña sufre un feroz ataque de malhumor.

-“Fulana está embarazada, pero no se lo digas a nadie”. Chicas, a nuestros novios,  esposos y amantes les importa muy poco saber si a nuestra mejor amiga le vino o no le vino o si a nuestra compañera de trabajo el marido no la toca ni con una caña de pescar. Esas boludeces sólo nos interesan a nosotras y a otras féminas como nosotras, adictas al chisme y a los entretelones de alcoba. Los varones no se andan metiendo en la vida de los demás por deporte, como hacemos nosotras. Tienen un touch de nobleza que a las minas nos falta.

-“¡Vos siempre…!”  y “¡Vos nunca…!”  A nadie le gusta que lo encasillen y lo traten como cosa juzgada. Ante estas expresiones desafortunadas los hombres se sienten atacados.

-“Te dije que no era por acá.” Cuando un hombre se pierde lo último que quiere es escuchar a una sabihonda insoportable diciéndole que, de haberle hecho caso, no se hubiera perdido jamás. Las mujeres solemos ser insufribles en muchos roles, pero como copilotos somos lo más rompe pelotas del mundo. En situaciones críticas, es bueno que aprendamos a callarnos la boca. No importa lo mucho que graznemos: un hombre no va a reconocer jamás que se perdió, así como nosotras no reconoceríamos jamás que usamos jeans talle 44.

-“¡Qué cosita!” No importa cuánto cariño pongamos en esta expresión desafortunada: cuando se trata de virilidades los diminutivos están terminantemente prohibidos. El pene de un hombre jamás debe ser menospreciado. Tampoco bautizado con nombres femeninos (¿a quién se le puede ocurrir semejante cosa?). Ellos esperan que sus partes pudendas reciban apodos poderosos como  Rambo, Terminator o Chuck Norris. Lo de Soft Kitty lo dejamos para “The Big Bang Theory”.

-“¿Ya acabaste?” Noooooooooooooooo. Ni se les ocurra. El sexo es para gozarlo y gozarlo lleva su tiempo. Si está por empezar la décima temporada de “Supernatural” y queremos disfrutar de los Winchester sin tener encima a un señor que no les llega ni a los talones, lo dejamos para otro día. Cualquier hombre se sentirá ofendido, despreciado y molesto si, con un dicho funesto, ponemos en evidencia que el sexo con él es un trámite más o menos engorroso.

Hasta acá, mis queridas, las frases que las damas no deberíamos pronunciar jamás en presencia de nuestros hombres. Son enunciados, interrogantes y afirmaciones que los irritan. Mucho. Y la irritación masculina es algo que debemos evitar, no vaya a ser que el día menos pensado nos den una patada en el traste por no haber sabido cerrar la boca a tiempo.
Expuesto todo lo que había que exponer, doy por concluido este opúsculo con un pensamiento del genial Ernest Hemingway: “Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar.”

Buenas noches.