lunes, 30 de mayo de 2016

LAS PEORES FRASES PARA TERMINAR UNA RELACIÓN


LAS PEORES FRASES PARA TERMINAR UNA RELACIÓN

“El amor tiene fácil la entrada y difícil la salida.”
Félix Lope De Vega

En los albores del siglo XXI, inmerso en un mar de dudas existenciales, el filósofo argentino Rodrigo Bueno se preguntaba desesperado: “¿Cómo le digo a mi mujer que ya no la quiero más?” Salta a la vista, gratos lectores, que no hubo nadie capaz de darle una respuesta más o menos creativa, porque los hombres siguen terminando sus relaciones de manera calamitosa. Cierto es que, en general, los seres humanos no nos caracterizamos por nuestra nobleza ni por nuestro arrojo. Mucho más cierto, aún, que el bendito cromosoma Y es el feliz portador de un plus indiscutido de cobardía amorosa. Pero terminar noviazgos, amantazgos, concubinatos y matrimonios mal avenidos se ha convertido para la grey masculina es un patético muestrario de frases hechas capaces de sacar de sus casillas al mismísimo Dalai Lama. Si no me creen, pasen y lean.

LAS PEORES FREASES PARA TERMINAR UNA RELACIÓN

-NO SOS VOS, SOY YO. Frase trillada si las hay (y pelotuda, y carente de sentido), “No sos vos, soy yo” se lleva las palmas en lo que a excusas imbéciles a la hora de dejar a una pareja se refiere. Mis queridos, ya sabemos que son ustedes y no nosotras los que quieren terminar la relación. Son ustedes y no nosotras los que ya no aman. Son ustedes y no nosotras los que se aburrieron del sexo compartido. Son ustedes y no nosotras los que  ya tienen palenque ande ir a rascarse. Eso está clarísimo. Lo que queremos saber es por qué, cuándo y cómo. Por qué nos desechan, cuándo dejaron de amarnos y cómo se atrevieron a dejar de solazarse con nuestras gratas y abundantes humanidades y empezaron a solazarse con las de otras (mucho más magras que las nuestras, para colmo de males). Si no nos van a dar las explicaciones pertinentes, más vale que hagan mutis por el foro. Retírense en silencio. Callen con bonhomía. Métanse el no sos vos, soy yo en algún lugar donde no les quede cómodo.

-NECESITO TIEMPO. Hete aquí otra frase que hace furor entre los señores dispuestos a recuperar su soltería a costa de lo que sea: “Necesito tiempo”. Ante esta excusa vil que, además, ni siquiera marca un final contundente y nos deja en una especie de stand by inmundo, aferradas a la pajarona ilusión de que nuestro amado encuentre el tiempo que necesita y vuelva al redil con un Rolex de regalo, vale preguntarnos: ¿Para qué necesita tiempo este turro? ¿Para ver las catorce temporadas de Bonanza en DVD? ¿Para aprender chino cantonés? ¿Para tejer la bufanda más larga del mundo y entrar al libro Guinness? No, los hombres no necesitan tiempo: necesitan arrancarnos del jardín de su vida como si fuéramos una mala hierba.

-ESTOY ATRAVESANDO UN MOMENTO DIFÍCIL. “Estoy atravesando un momento difícil” es otro enunciado muy taquillero entre los masculinos dispuestos a poner fin a un romance. ¿Qué tiene que ver atravesar un momento difícil con abandonar a la mujer que supo ser sostén de muchos otros momentos peliagudos? ¿Alguna de ustedes atravesó alguna vez un momento más difícil que un parto? ¿No? ¡Claro que no! Y a ninguna se le ocurrió pedirle a una enfermera que le avisara al padre de la criatura por nacer que iba a poner fin a la pareja debido a las dificultades de la situación. Tampoco abandonamos a nuestros hombres cuando se murieron nuestros parientes, nos quedamos sin trabajo o nos dejaron de entrar los jeans talle 36.  Que quede bien clarito: el único momento difícil que amerita el final de una pareja es la portación ilegal de amantes.

-NECESITO ENCONTRARME. “Necesito encontrarme” es la excusa favorita a la hora de colgarnos la galleta de los machos que presumen de sensibles. Pintores, músicos, poetas y todo tipo de vagos y malentretenidos que se autotitulan artistas, son propensos a perderse. Y salir a buscarse es, para ellos, un motivo más que válido para cortar amarras y perderse para siempre en el océano del mundo.  Mujeres, no se dejen engañar por estos señores sensitivos a los que no les vendría nada mal un GPS incrustado en alguna zona non sancta: estos caballeros no necesitan encontrarse. Necesitan encontrar a otra dama a quien impresionar con sus dotes amatorias. O, en el peor de los casos, ya la encontraron.

-ESTOY CONFUNDIDO. ¿Qué nos quiere decir un hombre cuando nos escupe en la jeta que está confundido? ¿Qué no sabe si nos ama como a una mujer o como a una amiga o qué duda entre embutirse en un calzón Eyelit o en una tanguita animal print? Chi lo sa? La deplorable frase “Estoy confundido” también aparece a menudo en la boca de los machos ávidos de libertad pero carentes de testículos.

-SOS DEMASIADO BUENA PARA MÍ Y NO QUIERO LASTIMARTE. “Sos demasiado buena para mí y no quiero lastimarte” es otra sentencia que los varones juzgan apta para terminar una historia de amor menguante sin recibir ningún tipo de golpe o improperio. Parece que, algunas veces, las mujeres somos tan buenas que terminamos siendo demasiado buenas. Y, como esa bondad titánica hace que nuestros hombres no deseen lastimarnos, ellos terminan haciendo algo totalmente incoherente: nos lastiman. Si nuestros machos no quieren dañarnos, ¿por qué nos infligen el daño mayor, que es abandonarnos? ¿Dejarnos olvidadas y en un rincón oscuro como a un sospechoso yogurt vencido en un supermercado chino es cuidarnos? ¿Por qué no se van a la puta que los parió?

-NECESITO EXTRAÑARTE PARA SABER SI DE VERDAD TE AMO. Cuando un caballero nos toma de las manos y con cara de circunstancia adversa nos zampa: “Necesito extrañarte para saber si de verdad te amo”, nos está mintiendo. De acá a la China. Para saber si amamos a alguien no necesitamos extrañarlo. Y, si amamos a alguien, no queremos extrañarlo. Queremos tenerlo en nuestra cama, en nuestra mesa y en nuestro inodoro. Aunque después lo tengamos que limpiar nosotras. Con esta excusa pelotuda que aspira a ser romántica, los muchachos intentan dejarnos y, además, quedar como dignos discípulos de Shakespeare.

Hasta aquí, mi gente bella, lo que vuestra servidora se ha cansado de escuchar en boca de señores huidizos y de señoras abandonadas que le relataron con estupor las excusas bochornosas que ciertos caballeros indecorosos usaron para pegarse el piro. Excusas todas sumamente pobres, orientadas a obviar una frase rotunda y que deja poco espacio para los malos entendidos: “No te quiero más.” Una frase dura, es cierto, pero mucho más digna que toda la cháchara inmunda con la que los caballeros y, muchas veces las damas, disfrazamos nuestros verdaderos sentimientos. Me despido de ustedes con un  sabio pensamiento de Alexander Graham Bell, apto para tener en cuenta en los duros momentos en los que el amor decide plantarnos y partir en busca de nuevos horizontes: “Cuando una puerta se cierra, otra se abre, pero a menudo vemos tanto tiempo y con tanta tristeza la puerta que se cierra que no notamos otra que se ha abierto para nosotros.”

Buenas tardes.

viernes, 20 de mayo de 2016

AND I LOVE HIM


AND I LOVE HIM

"No me metí en la música para conseguir un trabajo. Me metí en la música para evitar un trabajo y conseguir muchas chicas". 
Paul McCartney

“No puede ser más lindo.”
Mi amiga Adriana

“¿Por qué uno solo, por qué no en serie?”
Yo

Llegar fue una odisea. Este año, Paul McCartney tocó en el Estadio Único de La Plata, y no en River, que nos quedaba mucho más cómodo. Fuimos en una combi que tardó mil horas en arribar a la capital bonaerense. Manuel, mi hijo, con lo puesto, más el celular y un par de auriculares. Adriana, mi amiga beatle desde hace 35 años, con una cartera mediana. Yo, con un bolso enorme (tengo que decir a mi favor que tiene un estampado se Sgt. Pepper) con gorros de lana, bufandas, chalinas, guantes y todo lo necesario para pasar el invierno (tengo que decir a mi favor que el recital de The Cure en septiembre de 2013 me canté de frío). En el bolso iba, además, un almohadón estampado con la Marilyn de Warhol que Adriana me regaló para mi cumpleaños. Aparatoso, sí. Muy aparatoso.
Cuando bajamos de la combi (La Plata era para nosotros un destino tan remoto y tan desconocido como Marte) seguimos a la manada. Y por seguir a la manada desembocamos en una entrada al estadio que no era la nuestra. Adriana y Manuel pasaron. A mí me detuvieron porque eso era Campo Cabecera y mi entrada era para Campo VIP. Empecé a desesperarme y patalear. Gentes muy amables me explicaron cincuenta veces que Campo VIP era una mejor ubicación que Campo Cabecera. Yo trataba de explicarles, a la vez, que mi amiga y mi hijo tenían entradas exactamente iguales a la mía y habían pasado por ese lugar. “La suya es Campo VIP y la de ellos, Campo Cabecera”, repetían ya un poco menos amables. “Yo compré las tres entradas juntas. Compré tres iguales. ¡No soy tan boluda!” Al final, uno dio crédito a lo que decía y Adriana y Manuel que, por suerte, estaban ahí nomás del alambrado, pudieron salir para que nos redireccionaran a la entrada Campo Vip.
Nos revisaron un par de veces. Bah, revisaron a Manuel y Adriana, que tienen cara de delincuentes. Bastaba con que yo explicara que en mi bolso descomunal llevaba un almohadón, para que las chicas de seguridad me miraran con conmiseración como si fuera una anciana demente y me dejaran pasar sin demasiadas vueltas.
Cuando llegamos a la entrada de Campo VIP, la entrada que nos separaba de nuestro lugar en el estadio y de Paul, volvieron a detenernos. Los tickets de Manuel y Adriana estaban mal cortados y así no podían pasar. Yo empecé a protestar. Adriana se transfiguró. Si no hubiera sido porque uno de los pibes se vio venir la hecatombe y nos dijo “Pasen, pasen”, hubieran volado las piñas.
Al fin accedimos al esquivo Campo VIP. Buena ubicación, pero nada que ver con las sillitas de River, tan mononas. Acá era de parado (“El campo no es para viejos”, había comentado un borrego detrás nuestro, cuando seguíamos a la manada hacia un camino equivocado;l Adriana retrucó, acertada y sarcásticamente, que esos mocosos infelices se olvidaban que iban a ver a un señor de 73 años).
Lleagmos cuando estaba tocando “El Kuelgue”. Bastante decente. Salvo la K del nombre. Me fastidian las afrentas al idioma. Después fue el turno de DJ Chris. Antes de que empezara a tocar, todos recordamos las sabias palabras de Pappo pronunciadas como retruque a las bobadas de DJ Deró hace 16 años: “¿Ah, sí? Ahora resulta que uno se pasó toda la vida estudiando un instrumento, viene otro, enchufa todo y te quiere hacer creer que toca” (…) “Conseguite un trabajo honesto. Vos tocás lo que otro grabó”. A los cinco minutos de DJ Chris destrozando canciones de The Beatles, Wings y algunos covers ignotos de temas de los susodichos, no sólo jurábamos que Pappo era un genio sino que comprendimos por qué tanto cacheo a la entrada: temerían que algún melómano exaltado hiciera puntería en DJ Chris con su rifle de aire comprimido.
Hacía calor. Los gorros de lana, las bufandas, las chalinas y los guantes jamás salieron del bolso. Agradecí en silencio que mi hijo nunca me diera bola porque durante los preparativos para el show insistí e insistí que usara una camiseta térmica (ya sé, es una exageración, pero en el recital de The Cure me canté de frío en serio). Cuando estábamos a punto de desfallecer escuchando a DJ Chris, terminó. Terminó. Al fin. Y entonces, Paul.
El frenesí que se desató cuando apareció en el escenario fue descomunal. Ni hablar cuando arrancó con “A Hard Day's Night”. Gritos, saltos, una especie de pogo beatle y yo que, shockeada y golpeada, también aullaba y me defendía con el bolso (el bolso es de gamuza y, como recordarán, llevaba un almohadón adentro, así que nadie salió lastimado). Ahí perdí a mi hijo.
Hubo muchos, muchos temas de The Beatles (la perlita fue, a mi gusto, “Being for the Benefit of Mr. Kite”, una canción escrita e interpretada por John Lennon en el álbum "Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band").  Aunque también fueron joyas las versiones de “And I love her”, Blackbird”, “Back in the U.S.S.R”, "Eleanor Rigby" y “I've Got a Feeling. Ni hablar de “Let it be”, que consiguió que entráramos en un estado casi místico y “Hey Jude”, donde cantamos todos. Lo mejor de Wings fueron  Band on the Run”, “Jet”, la mítica  “Live and Let Die” (con su inflatable show de fuegos artificiales) y la increíble “Maybe I'm Amazed” (“Esta canción la escribí para Linda”, explicó con su precario castellano). También cantó “My Valentine”, y contó que la había escrito para su actual esposa Nancy Shevell. A Heather Mills ni la nombró. Lo bien que hizo.
Paul hizo su magia. Como siempre, homenajeó a John con la maravillosa “Here Today” y a Geroge, con una versión de “Something” tocada con ukelele.  Tuvimos la anécdota del escaso castellano aprendido en la infancia en Liverpool con sus tres conejos en  un árbol tocando el tambor. Tuvimos la alegría de siempre (la fiesta), el talento de siempre y el respeto por el público de siempre. 73 años (74 el 18 de junio del mes que viene) tiene este señor que tocó casi tres horas y dio muestras de una energía sorprendente. Cantamos, nos reímos, nos emocionamos. Lloramos. Renovamos nuestros votos de amor con Paul. Que se fue del escenario y volvió para tocar “Yesterday” y buena parte de la cara B del vinilo “Abbey Road” (a esta altura había recuperado a mi hijo). Y para firmar autógrafos en las manos, los brazos y la parte posterior del cuello de cuatro adolescentes (pensé que a la rubiecita, Leila, le daba un bobazo ahí mismo). Cuando terminaron las firmas, las abrazó y se puso a saltar con ellas. No sin antes referirse a su esposa: "Estoy rodeado de chicas hoy. Perdón, Nancy", dijo en inglés.
La despedida fue agridulce: “Hasta la próxima”. ¿Habrá próxima? Nadie lo sabe. Esperemos que sí. "Lástima que mi marido no tiene sensibilidad para disfrutar esto", comenté en un melancólico ataque de ojalá estuvieras aquí. "Pero tiene sensibilidad para pagarlo", acotó sabiamente mi hijo.  Cuando tiene razón, tiene razón.
Nos faltó "My love", comprar memorabilia (demasiado cara para nuestros bolsillos aún magullados por el costo de las entradas) y probar el misterioso choripán de berenjena que promocionaba un simpático comerciante en los alrededores del estadio. Pero tuvimos nuestra cuota de vandalismo. Equivocamos otra vez el camino (sí, somos unas fieras) y para salir del perímetro del estadio usamos un agujero en el alambrado que parecía ser bastante reciente (ojo, no lo hicimos nosotros, sólo lo aprovechamos; comparado con el quilombo que hicieron los fans de los Rolling Stones cuando tocaron en La Plata, un agujero en el alambrado es nada).
La combi la encontramos fácil. A las tres, mi hijo y yo ya estábamos en casa. Felices.
“Lo que McCartney nos dejó”, titulan algunos diarios y portales web sus notas alusivas a los tres recitales a los que el músico dio en la Argentina, en el marco de su gira “One on One”. Lo que McCartney nos dejó fue todo. Como siempre.

¡Gracias Paul!

jueves, 12 de mayo de 2016

10 TIPOS DE SEXO QUE TENÉS QUE PROBAR


10 TIPOS DE SEXO QUE TENÉS QUE PROBAR

 “Hay menos maneras de hacer el amor de lo que se dice, pero más de lo que se cree.” 
Colette 

Parece, mis queridas, que, si bien los humanos tenemos sexo desde que el mundo es mundo (o, por lo menos, desde que Eva se encajetó con la bendita manzana), todavía nos queda mucho que aprender sobre tan placentera actividad. En los albores del siglo XXI,  señoras y señores que nos interesamos sanamente en el tema, venimos a enterarnos de que el amor puede hacerse de muchas maneras, todas provechosas  y satisfactorias. Por lo menos es eso lo que postula el sitio web Entre Mujeres en una esclarecedora nota titulada  “10 tipos de sexo... ¡que tenés que probar!” 
Esperando que, después de leer este artículo, vayan corriendo a catar alguno de estos 10 tipos de sexo que hay que probar sí o sí antes de estirar la pata, reproduzco aquí la lista elaborada por Entre Mujeres añadiendo, eso sí, algunos comentarios y sugerencias de mi cosecha. Que no tengo mucha experiencia en lo que a cuestiones de sexo florido se refiere pero para escribir pavadas soy mandada a hacer.

 10 TIPOS DE SEXO QUE TENÉS QUE PROBAR

-SEXO KAREZZA: El término “karezza” es una deformación del vocablo italiano “carezza”, que significa, obviamente, caricia.  Este tipo se sexo, no apto para señoras y señores apurados, privilegia la sensualidad sobre el clímax y promueve un encuentro erótico cariñoso, suave y lento. Quienes tengan ganas de incursionar en el sexo karezza  tienen que contar, no sólo con un par de horitas largas, sino también con ganas de contactarse realmente con su partenaire sexual. Durante el encuentro es importante sonreír, mantener, dentro de lo posible, el contacto visual con el otro, tratar de que las respiraciones de ambos se sincronicen y, por supuesto, tocarse mucho. Acariciar, abrazar, masajear, detenernos en los latidos del corazón de nuestra pareja, en sus gemidos de placer, en sus suspiros, son premisas indispensables para que el sexo karezza sea un rotundo éxito.  Este tipo de encuentro sexual está contraindicado, como dije anteriormente, para personas apuradas y jóvenes ardorosos que sólo piensan en la consumación del acto. Los demás lo podemos practicar sin problemas, porque no exige un escenario predeterminado ni una falta de prejuicios escandalosa. La verdad: no es nada del otro mundo.

-SEXO QUICKIE: Este tipo de sexo con nombre de sopa Knorr Suiza es el que todos conocemos con el nombre de “rapidito”: un encuentro sexual apurado, con la ropa puesta y en un lugar más o menos extravagante. Según los especialistas, las parejas más clásicas pueden practicar el sexo quickie en las diferentes habitaciones de la casa, en el auto o en el baño de un bar. Los más osados tienen la posibilidad de desfogarse en los  ascensores, las escaleras y los pasillos del edificio donde viven (o no), la última fila del cine y, por supuesto, en el lugar más promocionado por degenerados varios: el probador de un local de ropa. El momento para practicar este sexo relámpago es cualquier momento: cuanto menos planificado, mejor. Lo único que hay que tener en cuenta es la discreción: el sexo quickie no es apto para gritones ni gemidores. La premisa es disfrutar en silencio, porque, según parece, ese silencio forzado es parte del encanto de esta variante erótica.
Una no es una carmelita descalza pero, por una cuestión más bien generacional, forma parte de lo que los especialistas catalogan como pareja clásica. Podría tener un encuentro carnal en cualquier habitación de la casa. Podría tenerlo, también, en un auto, aunque a esta altura del partido no le encuentra gracia alguna a una palanca de cambios clavada en los riñones. Pero jamás, jamás, haría el amor en el baño de un bar. Porque es clásicamente pudorosa y teme que algún parroquiano con ganas de mear interrumpa el coito y porque los baños de los bares, lejos de ser los lugares afrodisíacos que imaginan los especialistas que escriben en revistas y sitios femeninos, son antros inmundos donde los inodoros pierden, el papel higiénico sucio está esparcido por todo el recinto y la expendedora de preservativos o toallas femeninas no funciona, en el mejor de los casos. Y en el peor porque, cual Cancerbero que cuida la entrada de los Infiernos, en muchos baños de bares, clubes y discotecas (por lo menos en los de las damas) hay una vieja con cara de culo que ofrece papel higiénico (limpio) a cambio de unas monedas.  

-SEXO ACUÁTICOLa psicóloga y sexóloga Sandra Lustgarten sostiene que “el baño es un complemento ideal en la pareja” y que los profesionales recomiendan este juego para “darle primacía al erotismo” en la relación sexualEl baño en cuestión (marco del sexo acuático, lamento decepcionar a aquellos que fantaseaban con un chapuzón erótico en San Clemente o en la pileta de Racing) puede ser de inmersión  (ideal para todo tipo de caricias, ya que los músculos logran relajarse y la textura de la piel se vuelve mucho más suave al tacto) o en la ducha. En los sex shops venden manijas que se colocan en la pared para facilitar todo tipo de postura cuando se hace el amor bajo la ducha (mirá vos, yo pensé que eran toalleros). El sexo acuático tampoco exige un escenario complicado ni una falta de prejuicios escandalosa y puede ser practicado por cualquier cristiano con ganas de jarana, aunque la Licenciada Lustgarten reconoce que colocar el preservativo en medio de un baño es bastante peliagudo, por lo que aconseja extremar los cuidados.

-SEXO OUTDOOR: El sexo outdoor consiste en tener sexo al aire libre, aunque sea en el jardín de casa. Walter Ghedin, médico psiquiatra y psicoterapeuta, comenta que el sexo puertas afuera es sumamente placentero, tanto de día como de noche y que el goce del encuentro sexual se ve realzado por “la amplitud del espacio, la vivencia de libertad y las sensaciones que provocan los estímulos naturales cuando actúan sobre los cuerpos desnudos”. El sexo outdoor puede practicarse, corriendo grandes riesgos, eso sí, en plazas y parques, en sitios de acampe y, por supuesto, en la playa (con lonita o sin lonita, que un poco de arena en el culo no le hace mal a nadie).

-SEXO ROLE-PLAYING: El  sexo role-playing se practica fingiendo que se es otro. De eso se trata el cambio de roles, específicamente: dejar de ser un ama de casa algo hastiada de la vida para pasar a ser una enfermera hot, una colegiala calentona o una presidente a la que hay que tenerle un poco de miedito. Los varones pueden convertirse en médicos, electricistas, cowboys, maestros, policías, strippers… O lo que su imaginación les ofrezca (siempre y cuando tengan una imaginación más bien convencional, porque el acting de Mesalina castigada por Calígula y la Guardia Pretoriana por haberle sido infiel a Claudio es bastante complicado, sobre todo porque se necesitan varios personajes en escena). El sexo role-playing permite a ambos integrantes de la pareja sentir la emoción de “estar con otra persona”.  La mejor manera de iniciar un encuentro sexual del tipo role-playing es simular que nuestro partenaire es un desconocido, preguntarle quién es y darle así la posibilidad de desarrollar su propio personaje.

-SEXO GOURMET: “Comer con la mano una costilla de cordero y convidarle a nuestro acompañante un bocado es, sin dudas, algo muy sensual. También lo es saborear los frutos de mar que, con su aroma, nos recuerdan los sudores femeninos”, sugiere Carlos Di Césare, dueño del restaurante afrodisíaco “Te Mataré Ramírez”.  El chef Maximiliano Pettit, dueño del restaurante “Pájaro que comió”, también dice lo suyo: “Comidas donde se utilicen los dedos, se incluyan alimentos coloridos y que se puedan compartir tendrán mayores chances de lograr cierto clímax”.  Parece que el sexo gourmet poco tiene que ver con el splosh  (la puerca y jacarandosa costumbre de llevar comida a la cama para utilizarla durante los juegos eróticos) y mucho con una buena cena, preparada con alimentos de colores, sabores, olores y texturas excitantes. 
El sexo gourmet no está recomendado para aquellos glotones que comen hasta reventar: con la panza llena el corazón puede estar muy contento pero las partes pudendas se vuelven mustias como crisantemos a los que no hemos regado en dos semanas. Tampoco es aconsejable para los que empinan demasiado el codo (un poco de alcohol desinhibe a la hora del amor, pero si nos pasamos de rosca con el champagne lo más probable es que terminemos roncando y con el pescado sin vender), ni para los miserables que consideran que “una gran cena” es aquella que uno puede zamparse en un tenedor libre chino.

-SEXING O FITNESS ERÓTICO: “Si pensamos en los beneficios del sexo para la salud podemos compararlos con asistir frecuentemente al gimnasio”, comenta  el personal trainer Fede Delpiano. Según los que saben, besar quema  de 120 a 135 calorías por hora (2 a 5 calorías por minuto), lo que significa que si besamos a nuestro tórtolo durante 20 minutos todos los días en un año quemaremos la nada despreciable suma de 36.500 calorías, lo que equivale a perder 5 kilos. El juego previo también es bueno para gastar calorías. Y el coito propiamente dicho nos hace quemar de 50 a 100 calorías en promedio.  A mí, sacar todas estas cuentas ya me hizo perder las ganas de, porque nada es tan deserotizante en la vida como sacar cuentas. 
El sexo fitness es, parece, el sexo de todos los días pero orientado a perder peso.

-SEXO VOYEUR: A esta altura del partido, todo el mundo sabe de qué se trata el voyeurismo: es  la contemplación de personas desnudas o realizando algún tipo de actividad sexual con el objetivo de conseguir excitación sexual. Ser un voyeur (palabra derivada del verbo voir, ver,  con el sufijo -eur del idioma francés, y traducida literalmente como “mirón”  u “observador”) implica  encontrar la satisfacción o el placer sexual observando la intimidad de los otros. “En el ámbito terapéutico, muchas veces los especialistas fomentamos el voyeurismo cuando invitamos a observar la sexualidad ajena, como en el caso de mirar videos que muestran escenas sexuales que sirven como estimuladores del deseo o como modelo de aprendizaje y de evaluación de la propia sexualidad”, explicó la anteriormente citada Licenciada Sandra Lustgarten. 
Practicar sexo voyeur mirando películas porno me parece tristísimo. Practicarlo mirando Real Sex por HBO, más triste todavía (nada menos excitante que los swingers de Real Sex, desabridos  y pálidos como mojarras). Para practicar el sexo voyeur como Dios manda hay que arriesgarse un poco más y atreverse a espiar en la ducha a las vecinas (sobre todo mientras las chicas practican alguna variante de sexo acuático).

-SEXO EXHIBICIONISTA: El sexo exhibicionista es la contratara del sexo voyeur. Consiste en mostrarnos en situaciones íntimas con la intención (o la fantasía) de que alguien nos vea. Para practicar esta variante de encuentro sexual no hace falta ponerse en bolas a las 12 del mediodía en la plaza del pueblo: dejar una ventana entreabierta o desfogarse en un auto (rezando para que el voyeur que nos toque en suerte no sea Jason Voorhees) es más que suficiente para experimentar una deliciosa sensación de riesgo.

-SEXO TÁNTRICO: “Con la práctica del tantra se busca disfrutar con todo el cuerpo, disfrutar con cada poro, con cada caricia”, comentan  en Escuela Tántrica. Los practicantes del sexo tántrico opinan que menos es mejor, y recomiendan hace el amor una vez al mes para acumular energía sexual. Los encuentros son sin sexo genital y sin eyaculación. La base está en los preparativos, el poder de la mirada, las caricias, los masajes y en el control de la respiración.  Y, por último, un largo y profundo orgasmo, que no es el final de la fiesta sino el principio de la celebración. Sting dijo en una entrevista, tras el lanzamiento de su disco “Sacred Loved”, que, gracias al tantra, podía hacer el amor durante ocho horas. Qué quieren que les diga: a mí ocho horas de sexo seguidas, aún con Sting, me parecen una exageración. Cochinamente occidental como soy, prefiero encuentros más cortos y más asiduos.

Hasta aquí, caras lectoras, los 10 tipos de sexo que, según los expertos, hay que probar sí o sí. Seguramente, ustedes se sentirán más inclinadas por algunas variantes de encuentro carnal que por otras, cosa perfectamente natural. Lo importante es abrir nuestras mentes y preparar nuestros cuerpos para nuevos goces sexuales. Me despido de ustedes con una frase de Robert Louis Stevenson, delicioso escritor escocés, aparentemente partidario del sexo quickie: “Sexo: lo que sucede en diez minutos es algo que excede a todo el vocabulario de Shakespeare.”

Que les aproveche.

lunes, 2 de mayo de 2016

MALAS MALÍSIMAS

MALAS MALÍSIMAS 

“Es extraña la ligereza con que los malvados creen que todo les saldrá bien.” Victor Hugo

Que las mujeres somos malas no es ninguna novedad. Ya me he referido, en alguna ocasión, a las perversidades inherentes al sexo femenino. Pero es bueno aclarar que, aunque somos jodidas, la mayoría de nosotras no llegamos nunca a ser adalides del daño y nos conformamos con ejercer la maledicencia, el cinismo y la crítica destructiva de manera más o menos mediocre.
Entre tantas malas de medio pelo como habitan el universo femenino, hay algunas de pelo entero. Esas son las malas malísimas. La mayoría de las malas malísimas permanecen en el anonimato. Sin embargo, hay algunas cuyas vilezas han pasado a formar parte de los anales de la historia.
Dicen los que saben que la primera mala malísima de la que se tienen noticias fue Eva. Hincha pelotas, indócil y sediciosa, Eva se dejó tentar por la serpiente (que era hembra, obvio) y convenció a Adán para que ignorara la sacrosanta palabra del Señor y se convirtiera en un renegado más renegado que Lorenzo Lamas. Pero hay gente que sabe más y asegura que Eva no fue la primera mujer perversa. Y que ni siquiera fue la primera mujer. Parece que, antes de sacarle a Adán su famosa costilla, Dios creó una compañera para este tremendo pajarón llamada Lilit. Lilit vivió un tiempo en el Edén, pero terminó por hartarse de Adan y se tomó el buque. Después se enredó con Asmodeo, fue madre de demonios, bruja del medioevo, inspiración de feministas y personaje de animé. Una carrera envidiable.
Podemos adjudicarle a Eva la maternidad de las féminas dañinas. Podemos adjudicársela también a Lilit. Da lo mismo. Lo cierto es que las malparidas existen desde tiempos inmemoriales. Y van a seguir existiendo hasta que choquen los planetas.
Harto sabido es que las matronas romanas no han pasado a la historia por sus virtudes cristianas. Sobre todo porque cristianas no eran. Pero ninguna alcanzó una fama tan escandalosa como Valeria Mesalina, cuyo nombre, originariamente diminutivo de Mesala, se convirtió en sinónimo de “ramera” y “meretriz”. Mesalina nació el año 25 d. C. y fue la tercera esposa del Emperador Claudio, un vejete que la amó con locura y se dejó manipular por la bella. La “Loba del Imperio” retozó con sus incontables amantes en las narices de Claudio. Mandó a asesinar a los hombres a los que no logró subyugar con su hermosura. Desafió a Escila, la prostituta más famosa de Roma, jactándose de que era capaz de atender más hombres en un día que la mentada profesional. Escila tiró la tolla después del cliente número 27, pero Mesalina siguió trabajando y satisfizo a 200 lujuriosos romanos.
La chica se pasó de la raya cuando se convirtió en bígama al casarse con el cónsul Cayo Silio, uno de sus tantos amantes y se involucró en un complot para asesinar al Emperador. Claudio fue puesto al tanto de las maldades de su esposa por Narciso, uno de sus libertos, y la muerte puso fin a la alocada existencia de Valeria Mesalina.
Otra romana con muy mala reputación fue Agripina la Menor, nacida en el año 15 d.C., hermana de Calígula y madre de Nerón. Cuando tenía sólo 13 años, Agripina se casó con el cónsul romano Ahenobarbo, con quien engendró a su conflictivo vástago. Ahenobarbo tenía su costado de vidente, y, al enterarse del embarazo de su dañina esposa, profetizó: "De la unión de Agripina y yo sólo puede salir un monstruo." Dicho y hecho. Agripina enviudó después de doce años de matrimonio, situación que la colmó de dicha.
Al igual que sus hermanas Livia y Drusila, Agripina mantenía relaciones sexuales con su hermano Calígula y gozaba de privilegios inherentes a la familia real. La muerte de Drusila, la favorita de Calígula, acabó con esos privilegios. Agripina y su hermana Livia, junto a sus amantes de turno, idearon un complot para asesinar a Calígula, pero fueron descubiertas y condenadas al exilio. Nuestra mala malísima pasó años en la isla de Pontia y sólo pudo retornar a Roma cuando su hermano fue asesinado.
Agripina se casó entonces con el cónsul Cayo Salustio Pasieno Crispo y enviudó cuando fue necesario. Contrajo nupcias luego con su tío Claudio, Emperador de Roma, doliente viudo de la casquivana Mesalina. Lo convenció de adoptar a Nerón y se deshizo de él también cuando fue conveniente. Esta temible dama abusó de los venenos y las malas artes con el fin de que su hijo se convirtiera en Emperador de Roma. Lo consiguió. También consiguió que su adorado retoño pusiera de moda el matricidio.
Irene, Emperatriz de Bizancio, nacida en el año 752, fue una acérrima defensora de la fe ortodoxa y una mujer tremendamente ambiciosa. Tras la muerte de su esposo, León IV, accedió al poder como regente de su hijo Constantino, de 10 años. Irene se aferró a una corona que no le pertenecía y, al cumplir los 20 años, su hijo tuvo que recurrir a un levantamiento militar para desalojarla del trono. Un año más tarde, Irene consiguió que el cándido Constantino la admitiera nuevamente en la corte. Durante un lustro, esta mala malísima sin sentimientos filiales, se encargó de socavar la autoridad de su vástago. Lo acusó de bigamia, lo destronó, lo encarceló e hizo que un verdugo le arrancara los ojos, incapacitándolo definitivamente para reinar. Una mamita modelo.
Irene fue derrocada en el año 802 y exiliada, primero a isla de Prinkipo y luego a la de Lesbos. Esta señora lamentable y malévola fue canonizada por la Iglesia Ortodoxa y se convirtió en Santa Irene. Ver para creer.
Lucrecia Borgia llegó al mundo en el año 1480, en el seno de una de las familias más corruptas de la historia. Fue hija ilegítima de Rodrigo Borgia, futuro Papa Alejandro VI, y de Vannozza Cattaneai. Si bien se la acusa de incesto y asesinato, no hay pruebas firmes acerca de su participación en los crímenes perpetrados por su padre y su hermano César, cardenal de la Santa Iglesia, y muchos historiadores consideran que fue atrozmente utilizada por estos dos hombres sin escrúpulos. Lucrecia fue casada por su padre a la tierna edad de 13 años con Giovanni Sforza (Señor de Pésaro), y divorciada cuatro años más tarde, cuando la alianza política de los Borgia con la familia Sforza ya no era necesaria. Giovanni fue acusado de impotente y se defendió delatando las supuestas actividades incestuosas de la blonda muchacha. La niña contrajo matrimonio en dos ocasiones más, primero con Alfonso de Aragón (Duque de Bisceglie), y con Alfonso d'Este (Príncipe de Ferrara).
De la Borgia se dijo que poseía un anillo hueco, donde ocultaba el veneno que utilizaba para aderezar las bebidas de sus víctimas y que compartía el lecho con su licencioso padre y su sanguinario hermano. Pero no se sabe a ciencia cierta si fue una mala malísima o una pobre chica que no pudo independizarse del yugo familiar.
María I de Inglaterra, conocida como María Tudor, nacida en 1516, soberana de Inglaterra e Irlanda desde 1553, fue célebre por haber derogado las reformas religiosas introducidas por Enrique VIII y haber sometido nuevamente a Inglaterra a la disciplina papal. Para lograrlo, condenó a casi 300 religiosos disidentes a morir en la hoguera en lo que se conoció como las Persecuciones Marianas. Gracias a esta cruel matanza, la soberana se ganó el florido apodo de Bloody Mary (María, la Sanguinaria). María prestó más tarde este apelativo a un cocktail de fama mundial, a base de jugo de tomate y vodka. Y a la leyenda urbana que habla de un espíritu que aparece cuando se pronuncia su nombre tres veces frente a un espejo, en su versión anglosajona.
María Tudor falleció en 1558 y su sucesora y medio hermana, Isabel I (que tampoco era ninguna joyita) revirtió el restablecimiento del catolicismo romano en Inglaterra.
Catalina de Médicis nació en Florencia, en 1519. En 1533 se casó con Enrique II, segundo hijo del rey de Francia, Francisco I y de Claudia de Francia, duquesa de Bretaña, quien heredó el trono tras la muerte de su hermano mayor, el Delfín Francisco. Muchos franceses responsabilizaron a Catalina y a sus venenos italianos por la extraña e inesperada muerte del Delfín.
Durante el reinado de Enrique II, Catalina de Médicis no ejerció ninguna actividad política ni tuvo influencia en las decisiones del monarca, y vivió a la sombra de Diana de Poitiers, amante de su marido. Cuando la Médicis enviudó, el gobierno de Francia quedó en sus manos. Catalina se destacó por su ambición y su falta de miramientos. Mantuvo un equilibrio interesado entre católicos y hugonotes e utilizó a sus hijos de manera escandalosa. Fue la mentora de la Masacre de San Bartolomé, asesinato en masa de hugonotes que comenzó el 24 de agosto de 1572 en París, se extendió durante los meses siguientes por toda Francia y costó la vida de más de 3.000 personas. Y, según se cree, también fue la verdadera responsable de algunos crímenes achacadaos a sus hijos.
Erzsébet Bathory, aristócrata húngara, perteneciente a una de las familias más poderosas de su país, nació en el año 1560. A los 15 años se casó con el Conde Nadasdy, a quien no vio con demasiada frecuencia, debido a sus actividades bélicas. Sola en su castillo, Erzsébet ocupó su  tiempo interesándose por el esoterismo y rodeándose de adivinos, hechiceros y nigromantes. La condesa enviudó a los 44 años y fue entonces cuando comenzaron sus crímenes. Obsesionada por conservar una belleza que iba apagándose, se dedicó a secuestrar, torturar y asesinar muchachas, para bañarse con su sangre en un oscuro ritual que, supuestamente, conservaría su lozanía. Después de sus abluciones sangrientas, Erzsébet exigía a sus sirvientas que la secaran lamiendo su piel.
En 1610, Erzsébet Bathory fue acusada por la muerte de 37 "mujeres solteras" de entre 11 y 26 años. Sus secuaces fueron condenados a muerte. A ella se la confinó en una habitación de su castillo, con puertas y ventanas selladas y sólo una pequeña ranura por donde se le pasaban alimentos. Murió cuatro años más tarde.
Catalina de los Ríos y Lisperguer, nacida en Chile en 1604 y conocida como La Quintrala, fue una terrateniente colonial célebre por su belleza y por su refinada crueldad. Una de las primeras acusaciones que se hicieron en su contra fue la de haber asesinado a su padre, Gonzalo de los Ríos, haciéndole tragar un pollo envenenado.
La Quintrala se casó en 1626 con Alonso Campofrío Carvajal, tomó el control de sus propiedades y las dirigió con mano de hierro. Abusó ferozmente de sus esclavos y fue acusada de practicar brujería y magia negra. Tuvo numerosos amantes. Que no la pasaron muy bien que digamos, a pesar del indiscutible atractivo de la beldad pelirroja. Se dice que la temperamental muchacha golpeó y apuñaló a un tal Enrique Enríquez, de la Orden de Malta, por juzgar que el susodicho había jugado con sus sentimientos y que le cercenó la oreja izquierda a Martín de Ensenada, otro de sus festejantes. Estas actividades justicieras hacen que, a pesar de haber sido una malparida hecha y derecha, Catalina goce de cierta simpatía entre las mujeres pendencieras como yo. En 1660, la Real Audiencia inició una investigación oficial secreta debido a las acusaciones y denuncias que apuntaban a la figura de La Quintrala, que fue sometida a juicio y absuelta de todos los cargos presentados en su contra.
Catalina de los Ríos y Lisperguer falleció en 1665, a los 61 años. Dejó estipulado en su testamento que parte de su fortuna se consagrara a la celebración de más de 20 mil misas en su memoria. Una cristiana devota.
Olvídense de la “Reina de Corazones”. Ranavalona I, soberana de Madagascar de la dinastía Merina, fue la auténtica reina loca. Esta peculiar monarca nacida en 1872, cosechó los apodos de "Moderna Mesalina", "Bloody Mary de Madagascar", "Reina más loca de la historia", "Reina chiflada Ranavalona", "Reina demente de Madagascar" y "Calígula femenina".
Ranavalona accedió al trono de Madagascar tras la muerte de su esposo, Radama I (muerte que, según parece, fue causada por la futura reina, quien, como cualquier mala malísima que se precie, no dudó en envenenar a su consorte). Enseguida dio muestras de su talante perverso: destruyó los tratados firmados por Radama I con las potencias internacionales, expulsó a todos los extranjeros de la isla, y persiguió, torturó y ejecutó a los cristianos.
La terrible Reina de Madagascar fue responsable de la eliminación de un millón de sus súbditos. Practicó cientos de experimentos macabros con sus víctimas. Ranavalona asesinó a más de 10.000 esclavos en una sola semana de festejos para satisfacer su inhumana sed de diversión. Falleció en 1861, después de provocar la muerte de casi la mitad de la población de Madagascar.
No todas las malas malísimas fueron caprichosas reinas o damas adineradas. El Siglo XX fue testigo del nacimiento de damas definitivamente perversas. Jiang Qing (1914-1991), esposa de Mao Tse-Tung, fue la cabecilla de la llamada Revolución Cultural China, que trajo aparejada la trágica destrucción de obras de arte, libros, templos y edificios antiguos y la muerte de cientos de ciudadanos chinos. Elena Ceauşescu (1919-1989), la terrible co-dictadora de Rumania, no dudó en atormentar y asesinar a sus compatriotas en nombre de sospechosos ideales. Irma Grese (1923-1945), supervisora de prisioneros en los campos de concentración de Auschwitz-Birkenau, Bergen-Belsen y Ravensbruck durante la Segunda Guerra Mundial, apodada “la Bestia Bella”, fue una de las más crueles criminales de guerra, versada en torturas físicas y psicológicas. Johana Borman (1903-1945) y Elisabeth Volkenrath (1919-1945) compartieron empleo con la malvada Irma. Todas damas de temer.
Las señoras y señoritas citadas en este inquietante opúsculo existieron, fueron mujeres de carne y hueso. No son el fruto de la imaginación enfermiza de algún escritorzuelo pasado de copas. Su perversidad fue real y sus crímenes fueron reales, así como lo fueron también su falta de escrúpulos y su ausencia total de remordimientos.
Que tomen nota de sus apoteósicas maldades los caídos del catre que sostienen que la mujer es una delicada flor y que otro sería el destino del mundo si estuviera gobernado por el sexo femenino. 

Amén.