martes, 30 de abril de 2013

REINA MÁXIMA


REINA MÁXIMA

"Todas íbamos a ser reinas,
y de verídico reinar..."
Gabriela Mistral

¡Y al fin llegó el día! Hoy, en un hecho histórico para los holandeses y para las cholulas de la realeza como vuestra servidora, a quien Disney y sus príncipes inverosímiles le sorbieron el seso a muy temprana edad, Máxima Zorreguieta, dignísima representante de la calle más larga, el río más ancho, las minas más lindas del mundo, ha dejado de ser la Princesa de Orange para convertirse en la Reina de Holanda. La primera Reina Argentina, murmuran algunos emocionados. Yo, mis queridos, que siempre anduve bastante floja de nacionalismo pero nací con una revista “Hola” bajo el brazo, no hago demasiado hincapié en el país de origen de la flamante Reina, aún cuando ese país sea el mío, pero no puedo sustraerme al abyecto encanto de las coronas, los cetros, los tronos y toda la parafernalia monárquica. Sabrán ustedes que, gracias a Dios, tengo a alguien cerca que comparte mi pasión enfermiza por estos elementos medievales y que también le saltaría encima a Andrea Casiraghi si lo tuviera a tiro. Así que, concluida la ceremonia de Entronización, manotear el teléfono y llamar a esa  vieja y  frívola amiga fue inevitable:

-¿Viste la Entronización? Porque fue una Entronización no una Coronación, como creíamos nosotras. Las Coronaciones son ceremonias religiosas y esta fue una ceremonia laica…
-¡Obvio, nena, cómo no la voy a ver! ¡Fue emocionante!
-Ay, sí, me encantó. Me encantaron los vestidos de Máxima: el rosadito, divino. ¡Pero el azul! Ahhhhhhhhhhh. El azul es un sueño. Una buena muestra de cómo se puede usar encaje sin parecer una amortajada…
-…ni una mortadela…
-Para que tomen nota.
-¿Y la corona? La Gran Tiara de Zafiros de la Reina Emma. ¡Con sólo decir el nombre se me pone la piel de pollo!
-¡Tiene 31 zafiros y 655 diamantes! Espero que no se la manotee ninguno de los chorros de la delegación argentina, porque esta gente del gobierno para hacernos quedar para el culo es mandada a hacer. Y como afanar les tira…
-Y, sí, acá afanar les tira a muchos… ¿Te acordás cuando le robaron la capa a la Reina Sofía?
-¡Sí, me acuerdo! ¿Te das cuenta de que estamos hechas unas viejas chotas?
-Y, sí. Igual éramos muy chiquitas cuando le robaron la capa a la Reina… ¿Qué fue, en el ’79?
-Sí, más o menos… Che, nena, ¿viste la joya que tenía en el cuello la esposa del Emir de Qatar? ¿Era oro puro eso? ¡Que lo parió!
-Y, sí, seguro que era oro puro, si los árabes están podridos en guita. Linda mina la Emira… aunque ya tiene la cara medio... ¿viste? Se le nota mucho el botoqueado…
-Si el Emir tiene tres mujeres, ¿cómo se decide quién va a los eventos?
-Qué se yo, le tocará una vez a cada una, como para todo… ¿Y la Princesa Letizia? El color del vestido que tenía puesto era sublime… un gris perla divino… pero ella, pobrecita, siempre tan lavadita. No dice nada esa chica.
-Un pajarito. Ya te lo dije: te dan ganas de tirarle un puñado de alpiste. Camila estaba de celeste. A las inglesas les gustan esos colores pastel… Tenía un tocado bastante discretito, eso me llamó la atención…
-Carlos está viejísimo…
-Obvio, nena, ¿o te creés que el tiempo pasa solamente para las plebeyas como nosotras?  La que me encantó fue Matilde de Bélgica. La dama de rosa. Sabés que a mí me fascina el rosa. Y ese escote tipo bote… Y Federico de Dinamarca, ¿lo viste? Está bastante potable. Bastante. Y ese tan pendejito no es…
-Las princesitas me encantaron. ¡Qué lindas nenas! ¡Tan educaditas! Y la gente estaba feliz. Realmente feliz.
-Leí quen el "Barrio Rojo" de Ámsterdam ofrecen sex toys, lencería erótica y preservativos con motivos reales. ¿Te imaginás si hicieran eso acá? ¿Una bombacha con la cara dealgún político?
-¡Te la ponés y no culeás más en tu vida!
-Ay, nena, ¡qué bruta que sos! Pero tenés razón. Igual, un calzón con Guillermo de Holanda no me hace mucha gracia tampoco…
-Y, no. Muy erótico no es, pobre.
-Bueno nena, todo muy lindo, pero yo todavía no hice ni las camas, así que lo que falta lo chusmeamos después, ¿te parece?
-Dale, dale, yo también me voy a poner a hacer algo. Beso.
-Beso.

Como habrán notado, caros lectores, después de finalizado el obligatorio intercambio de banalidades que mi amiga y yo llevamos a cabo de forma consuetudinaria cada vez que la monarquía europea se ve afectada por un acontecimiento destacado, ni se me ocurrió ir a hacer las camas. Me puse a escribir este folletín que pretende, de algún modo, ser un homenaje a la Reina Máxima, a la que no tengo el gusto de conocer personalmente (ni lo tendré, presumo), pero es depositaria de todo mi afecto tan sólo por la ojeriza que le tiene cierta gentuza nacional y popular empeñada en defenestrar a todo aquel que provenga de la puta oligarquía.  Y porque es, por mucho que les cueste reconocerlo a ciertas damas republicanas, la que cumplió el sueño de todas. Porque todas íbamos a ser reinas.

¿Se acuerdan?

viernes, 26 de abril de 2013

¿QUÉ AMAN LOS HOMBRES?


¿QUÉ AMAN LOS HOMBRES?

“Escoge a una mujer de la cual puedas decir: hubiera podido escogerla más bella, pero no mejor.” 
Pitágoras

Buscando en mi biblioteca un ejemplar de la “Divina Comedia” que, por supuesto no encontré, me topé con un librito lo suficientemente pavote como para que ningún ente humano reclamara su autoría. (Mi biblioteca es sumamente ecléctica: Dante convive con Brian Weiss, que a su vez convive con Kundera, que a su vez convive con Stephen King, que a su vez convive con Flaubert, que a su vez convive con Sylvia Plath, y todos tan contentos).
El librito en cuestión se llama “¿Qué aman los hombres?”, y su autoría se la adjudica vagamente el staff de una revista “femenina” hoy desaparecida.
No sé ni cuándo ni por qué compré semejante porquería. Imagino que la habré adquirido hace algún tiempo porque, hoy por hoy, lo que aman los hombres me importa un rábano.
Es poco lo que las mujeres sabemos de los hombres, a pesar de que hace miles de años que convivimos con ellos. Lo único que sabemos a ciencia cierta es que tienen un lenguaje ambiguo o, para ser más brutales, abiertamente mentiroso:
-“Te llamo” significa, en realidad: “No te quiero volver a ver ni en figuritas”
-“Necesito un tiempo” significa, en realidad: “No te quiero volver a ver ni en figuritas”
-“No sos vos, soy yo”
 significa, en realidad: “No te quiero volver a ver ni en figuritas”
Y así sucesivamente, por los siglos de los siglos. Amén.
Parece que una encuesta hecha entre 350 bobos fue lo suficientemente reveladora como para concluir que los hombres aman las siguientes pavadas:

1- ELLOS AMAN QUE SEAMOS FEMENINAS

Un tal Carlos, ingeniero, dice muy suelto de cuerpo: “Quiero una mujer que sea ingeniera química, ingeniera nuclear o lo que ella quiera (…) pero que no reniegue de esas cosas tan típicamente femeninas como son la fragilidad, la coquetería y la ternura que se expresa tanto a través de una caricia como de un plato de sopa preparado con amor.”
Si una es un poquito avispada, caza al vuelo que al tal Carlos no le interesan ni la fragilidad, ni la coquetería, ni la ternura, ni la caricia. Lo único que le interesa, ¿para qué engañarnos?, es el plato de sopa. Que, además, debe estar preparado “con amor”. Así que no vale utilizar calditos “Knorr Suiza”, que son tan impersonales. Hay que hacerle la sopa a pulmón.
Deduzco que, cuando ellos aman “que seamos femeninas”, aman, a todas luces, “que seamos sus siervas”.

2- ELLOS AMAN QUE NOS DEJEMOS CONQUISTAR

Damián, otro de los encuestados, se anima a decir sin enrojecer hasta el paroxismo: “Con las mujeres me pasa como con el dinero: las valoro más y las cuido más si siento que me las he ganado yo, que no me han venido de arriba.”
Evidentemente, las mujeres somos objetos que ellos deben ganar. Bonitos trofeos. Tenemos que ser, además, lo suficientemente hipócritas como para fingir que un señor no nos interesa, sólo para que él se sienta un cazador intrépido. Y olvidarnos de tener iniciativa.
Cuando ellos “aman que nos dejemos conquistar”, están amando “que seamos un florero”.

3- ELLOS AMAN QUE NO HABLEMOS DEL FUTURO

“Pretender que uno firme en seguida un contrato de amor eterno me parece una actitud femenina poco generosa”, se despacha Gerardo, a quien imagino tan infinitamente generoso como todos sus congéneres.
Los hombres no quieren comprometerse. Asumámoslo de una vez. Somos el objeto en boga hasta que aparezca otro mejor.
Es indiscutible que cuando ellos aman “que no hablemos del futuro”, aman sin tapujos, “que no nos tomemos la relación en serio”.

4- ELLOS AMAN QUE LOS HAGAMOS SENTIR SUPERMAN

Resulta que con la posmodernidad y con la quema sistemática de corpiños en los ’60, la virginidad dejó de ser un valor. Fanfarrias. Aplausos.
El hombre se resignó a no ser el primero. Pero quiere ser el mejor. El que la tiene más grande y el que la usa con más pericia. Y una, que pa’ algo es mujer, tiene que “actuar” (nunca mejor utilizada esta palabra) de forma que él, aunque sea un inútil, se sienta “el mejor”.
Desde el estreno de “Cuando Harry conoció a Sally” no debe haber mujer en el mundo que no sepa fingir un orgasmo (aunque sospecho que nuestras abuelas ya los fingían, sin la ayuda de Meg Ryan). Aunque Moria jure que ella “jamás, jamás, jamás, porque para tener un orgasmo basta con que le corten la uña del dedo gordo del pie”, todas sabemos que hay hombres tan incompetentes que nos obligan a hacer un poco de aspaviento para apurar el trámite. Pero con fingir placer no basta: el 75% de los encuestados quiere que, durante el acto, se les recuerde verbalmente lo portentosos que son. Si una es poco imaginativa para estas cosas, supongo que con largar un “viva” o un “hurra” de vez en cuando será suficiente.
A no engañarse: cuando ellos aman “que los hagamos sentir Superman” aman “que no busquemos obtener placer sino darlo”.

5- ELLOS AMAN QUE SEAMOS MISTERIOSAS

Sebastián prefiere que las mujeres “dejen algunas zonas de su personalidad en sombras”. Que ellas no cuenten todo. Que ellas no comenten todo. Que ellas no detallen todo. Bah, que se callen. Los hombres quieren que las mujeres se callen. Y punto.
Cuando ellos aman “que seamos misteriosas” aman, en realidad, “que seamos poco habladoras” o, en el mejor de los casos, “mudas”.

6- ELLOS AMAN QUE JUGUEMOS A LA MAMÁ

Parece que la mujer tiene que “sacar su costado maternal” si quiere ser festejada por un hombre. Lo que significa, entre otras cosas, recoger los calzones sucios que el amador dejó esparcidos por toda la casa. Con una sonrisa en los labios, además.
No hay que ser una luz para comprender que cuando ellos aman “que juguemos a la mamá” aman, en realidad, “que seamos sus siervas” (Bis).

7- ELLOS AMAN QUE LOS AYUDEMOS A CONSOLIDAR SU IMAGEN SOCIAL

Ángel asegura que la mujer “se tiene que poner a la altura de la imagen que el hombre tiene que dar en su trabajo. De lo contrario lo hará hacer el ridículo.”
La mujer, salvo que sea una reverenda hija de puta, sabrá que su deber es acompañar al hombre a sus compromisos sociales bien vestida, bien peinada, bien perfumada, y ser, además, simpática, agradable y nada conflictiva. La mujer no debe tocar ningún tema ríspido ni mostrarse en desacuerdo con nadie. Es obligación de la mujer vegetar durante todo el evento con una copa de champagne en la mano y una sonrisa idiota, aunque tenga un dolor de cabeza atroz.
Cuando ellos aman “que los ayudemos a consolidar su imagen social” aman que “seamos un florero” (Bis).

8- ELLOS AMAN QUE NO ASUMAMOS POSICIONES FEMINISTAS

Matías odia a la mujer que pretende que los hombres se comporten como caballeros sin resignar su independencia. “Si puede sola, que se la banque.”
Que se la banque implica aceptar que el tipo sea un maleducado y que la trate como al pibe que hace los repartos en Coto.
Clarito como el agua: ellos no aman "que no asumamos posiciones feministas”. Ellos aman “que no seamos autosuficientes”.

9- ELLOS AMAN QUE NO LOS OBLIGUEMOS A CAMBIAR

“Quiero que me quiera y me acepte como soy. ¿O acaso pretende modelarme a su imagen y semejanza”, se queja Gustavo.
Aceptarlo “tal como es” trae aparejado que, sin un atisbo de culpa, el tipo eructe en la mesa, boludee con los amigos tres veces por semana mientras una reniega con los pibes y, of course, deje los calzones sucios esparcidos por toda la casa.
Cuando los señores aseguran que aman “que no los obliguemos a cambiar” aman, se cae de maduro, “que no los jodamos”.

10- ELLOS AMAN QUE TENGAMOS UNA DOSIS DE SOFISTICACIÓN

Dardo dispara: “Me gustan los estilos elaborados, no me gusta que se vean las costuras, las cosas que están pinchadas con alfileres”. Las “costuras que se ven” y “las cosas pinchadas con alfileres” son, precisamente, lo que diferencia a una mujer de una muñeca inflable: sus rasgos de personalidad. Que incluyen flaquezas e inseguridades. Y la hacen única en el mundo. Adorablemente única.
Pero a los hombres, aparentemente, buscan erradicar ese “unicato” con la excusa de la “sofisticación”. La autenticidad es un defecto atroz. Hay que ser “sofisticadas”.Todas perfectamente igualitas a las chicas de tapa de las revistas.
Cuando ellos aman “que tengamos una dosis de sofisticación” aman, en realidad, “que estemos hechas en serie.”

11- ELLOS AMAN QUE SEAMOS SUS GEISHAS PRIVADAS

“No sé por qué las mujeres se quejan tanto cuando se las considera una fuente de placer”, cavila Alberto. Aunque la mujer trabaje fuera de casa, ella, por no ser la “proveedora” por antonomasia, no tiene que padecer las presiones y tensiones que padecen los hombres. Por eso, aunque una esté agotada, cuando el tipo llega a la casa, hay que servirlo. En la cama o en el suelo. Donde sea. Pero siempre con alegría.
Y si una no tiene ganas de servir, que se joda.
Ellos no aman “que seamos sus geishas privadas”, ellos aman “que seamos sus esclavas sexuales”.

12- ELLOS AMAN QUE NO LES PIDAMOS RATIFICACIÓN CONSTANTE DE SUS SENTIMIENTOS

“Las mujeres preguntan cada cinco minutos, ¿me querés?”, se queja Juan. A cualquier hombre le rompe soberanamente las pelotas que una le ande preguntando si la quiere o no. Eso se sabe.
También se sabe que cuando ellos juran que aman “que no les pidamos ratificación constante de sus sentimientos”, aman, indiscutiblemente, “que no los obliguemos a mentir tan seguido”.

13- ELLOS AMAN QUE EN EL JUEGO DE LA SEDUCCIÓN DEMOS CIERTOS MENSAJES AMBIGUOS

Parece que a los hombres les gusta el “sí, pero no”. Porque eso hace que la cacería sea más emocionante y el trofeo más valioso. No es lo mismo un coto de caza que la selva africana.
Cuando los tipos dicen que aman “que en el juego de la seducción demos ciertos mensajes ambiguos” aman, sin dudas, “que nos hagamos un poco las difíciles para alimentar su ego”.

14- ELLOS AMAN QUE TENGAMOS UN FRENTE O UN DERRIÈRE ABUNDANTE, O AMBAS ABUNDANCIAS A LA VEZ

Acá son sinceros. Aman eso, nomás.

15 - ELLOS AMAN QUE TENGAMOS HERMOSOS OJOS Y UNA BOCA SENSUAL

Ésta no se la cree nadie. Los hombres no reparan ni en los ojos ni en las bocas de las mujeres. Es más, creo que aún no notaron que las mujeres tienen ojos y bocas.
Cuando los hombres sostienen que aman “que tengamos hermosos ojos y una boca sensual”, aman que “tengamos un frente o in derrière abundante” (hablando en castizo que seamos culonas o tetonas).

Lo malo, en realidad, no es que los 350 imbéciles encuestados hayan dicho tantas huevadas y mentido tan alevosamente. Lo malo es que las revistas “femeninas” nos aseguren que para “conquistar a un hombre” hay que ser una mujercita patética y servil. Una boluda, bah.
No sé si alguna vez confesé que odio las revistas “femeninas”. Las detesto. Sueño que algún día no muy lejano señoras y señoritas hagamos cola para comprar la “National Geographic”.

Y que más de uno se meta la “Para ti” en el culo.

sábado, 20 de abril de 2013

CRÍMENES DE HOLLYWOOD: ELIZABETH SHORT


CRÍMENES DE HOLLYWOOD: ELIZABETH SHORT

"No existen monstruos (...), sino personas normales que cometen crímenes horrendos. ."
Donato Carrisi

Son muchos los homicidios ocurridos en Hollywood desde que se convirtió en la Meca del Cine, pero ninguno ha llamado tanto la atención de los medios y de la opinión pública como el de Elizabeth Short, bautizada por los diarios de la época como la Dalia Negra. Beth, una joven aspirante a actriz,  fue asesinada el 15 de enero de 1947. El crimen continúa impune.



ELIZABETH SHORT: UN POCO DE HISTORIA

Elizabeth Short, conocida popularmente como la Dalia Negra, nació en Hyde Park, Boston, Massachusetts, el 29 de julio de 1924. Creció en Medford junto a su madre, Phoebe Mae Sawyer,después de que su padre, Cleo Short, las abandonara a ella y a sus cuatro hermanas, en octubre de 1930, dejando su coche en un puente para simular un suicidio.
Aquejada de asma, Elizabeth pasó sus veranos en Medford y sus inviernos en Florida, en la casa de amigos de su madre. A los 19 años fue se trasladó a vivir a Vallejo, California, a la casa su padre, que había vuelto a contactarse con su familia. Su esposa no le perdonó la mentira, pero Elizabeth decidió aprovechar la oportunidad para estar más cerca de Hollywood, su meta soñada. La chica se trasladó con Cleo Short a Los Angeles en 1943, pero la cosa no funcionó porque su padre sólo buscaba una sirvienta. Luego de una fuerte discusión, ella abandonó la casa y consiguió un trabajo en un intercambio en el campamento Cooke, cerca de Lompoc. Se mudó a Santa Bárbara, donde fue detenida el 23 de septiembre de 1943, por beber siendo menor de edad y  devuelta a Medford por las autoridades juveniles. En los tres años siguientes residió en distintas ciudades de Florida, con ocasionales viajes de regreso a Massachusetts para visitar a su madre. Obtenía dinero, la mayoría de las veces, trabajando como camarera.
En Florida, Elizabeth  conoció a Matthew M. Gordon Jr., un joven que era parte de la 2.ª Comandancia Aérea y de Capacitación para el despliegue en el CBI (China - Birmania - India). La joven le contó a algunos amigos que el militar le escribió una carta desde la India proponiéndole matrimonio, mientras se recuperaba de un accidente aéreo que sufrió cuando trataba de rescatar a un piloto derribado. Ella aceptó su propuesta, pero Gordon Jr. murió poco tiempo después en un accidente, el 10 de agosto de 1945, antes de que pudiera regresar a los Estados Unidos. Más tarde se llegó a decir que ellos se casaron y tuvieron un hijo que murió muy pequeño, ignorando que la autopsia reveló que Elizabeth nunca había estado embarazada ni había dado a luz. Aunque los amigos deGordon confirmaron que existió una relación entre él y Short, después del asesinato la familia del prometido negó cualquier relación entre ambos.
Elizabeth regresó al sur de California a principios de 1946 para encontrarse con un viejo novio que había conocido también en Florida durante la guerra, el Teniente Gordon Fickling, que estaba viviendo en Long Beach. Cansado de los flirteos de Beth, él se marchó a Carolina del Norte, pero continuaron en contacto por carta. La última que recibió de ella tenía la fecha del 8 de enero de 1947 y le contaba que planeaba irse a Chicago para trabajar como modelo. Durante los seis meses previos a su muerte,Elizabeth residió en el sur de California, principalmente en el área de Los Angeles, viviendo en varios hoteles, edificios de apartamentos, pensiones y casas privadas, sin quedarse en ningún espacio por mucho más de unas pocas semanas. Los salarios que obtenía como eventual camarera los gastaba en ropa y maquillaje, con la esperanza de que un cazatalentos de Hollywood la descubriera. Pero eso nunca sucedió. El cadáver de Elizabeth fue encontrado en  Leimet Park  el 15 de enero de 1947. 


EL ASESINATO DE LA DALIA NEGRA

En la mañana del 15 de enero de 1947, Betty Bersinger caminaba con su hija pequeña por una calle sin terminar en una zona de construcción del vecindario de Leimert Park,  cuando vio lo que creyó dos mitades de maniquí. Cuando se acercó, se dio cuenta de que era el cadáver de una mujer joven. Elizabeth Short había sido cortada en dos, justo a la cintura, y no tenía rastro de sangre, además de estar perfectamente limpio. A Elizabeth, golpeada ferozmente y con las piernas fracturadas con un bate de béisbol, la mutilaron salvajemente: le arrancaron el bazo, el corazón y los intestinos, le cortaron el pezón izquierdo y un trozo del muslo izquierdo, que insertaron en su vagina. Su rostro fue desfigurado con cortes desde las comisuras de los labios hasta las orejas, práctica brutal conocida como sonrisa de Glasgow. Cerca del cadáver se descubrió la huella del talón de un zapato masculino y las de las llantas de un vehículo y, al fondo del terreno, un saco de cemento vacío con algunas gotas de agua ensangrentada.
La autopsia indicó que Elizabeth Short medía 1,65 metros, pesaba 52 kilogramos y tenía ojos azules, cabello marrón y dientes cariados. Había profundas marcas en sus tobillos y muñecas hechos por una soga, por lo que se especuló que había permanecido maniatada al menos tres días, durante los que fue torturada con saña: su cuerpo presentaba  numerosas laceraciones, golpes, cortes, quemaduras de cigarrillo, zonas despellejadas. Se dijo que también había sido obligada a comer el  excremento que fue hallado en su estómago, pero lo más probable es que se tratase de una transferencia de fluidos al realizarse la evisceración. Aunque el cráneo no estaba fracturado, Elizabeth tenía moretones en la parte frontal y derecha de su cuero cabelludo. La causa de la muerte fue la pérdida de sangre por las laceraciones del rostro combinado con el shock de una conmoción cerebral.
El 23 de enero de 1947, el supuesto asesino llamó al editor del periódico "Los Angeles Herald-Examiner", molesto porque no estaban siguiendo de cerca la noticia del asesinato, y ofreció enviar elementos pertenecientes a Short al editor. Al día siguiente llegó un paquete al periódico con el certificado de nacimiento de Elizabeth Short, tarjetas, fotografías, nombres escritos en pedazos de papel, recortes de periódico informando de la muerte del Mayor Gordon Jr. y una libreta de direcciones con el nombre Mark Hansen en la tapa. Hansen, una de las últimas personas que vio a Elizabeth con vida (el 8 de enero y hablaron por teléfono el 9) se convirtió en sospechoso. Era el propietario de una sala de baile frecuentada por Elizabeth, ubicado cerca de su casa, donde él y su novia, que se hizo amiga de la chica, la  alojaron en varias ocasiones. Hansen admitió que intentó acostarse con Short, sin conseguirlo. La agenda era suya, sí, pero era Beth quien la usaba. La policía interrogó a la larga lista de nombres que contenía la libreta. Todos los hombres contaron más o menos lo mismo: habían conocido a la chica en la calle o en un bar, la habían invitado a unas copas, alguno incluso a cenar, pero en cuanto veían que ella no estaba dispuesta a tener sexo con ellos, se marchaban y no volvían a verla. Solo tres hombres de la lista, que llegaron a ser novios efímeros y no ligues casuales de Beth, habían intimado con ella. Esta información contradice otro falso rumor que la joven no podía mantener relaciones sexuales completas por tener genitales infantiles. La autopsia indicaba que en ese aspecto era por completo normal.
El último acompañante de Elizabeth fue Robert "Red" Manley de 25 años, casado, que la noche del 8 de enero detuvo su coche al verla caminando. Ella le explicó que no tenía a dónde ir y él la llevó a un hotel. Aseguró que no hicieron el amor, de hecho dijo que la chica se pasó la noche entera de pie, descompuesta debido a alguna comida que le había caído mal. Le dijo que por la mañana tenía que ir a la estación de micros a dejar su valija en consigna y luego al "Cecil Hotel", donde se reuniría con su hermana Virginia (una mentira). Red sostuvo la que llevó a la estación y de nuevo al hotel, se marchó y jamás volvió a ver a ElizabethManley fue interrogado durante horas por los detectives y sometido alpolígrafo, prueba que pasó con éxito. Años después, en 1954, los agentes le inyectaron pentotal sódico, conocido popularmente como droga de la verdad, pero de nuevo fue absuelto de todo tipo de cargos. Murió en 1986.
El 25 de enero, el bolso y un zapato de Short fueron encontrados en un cubo de basura a corta distancia de la avenida Norton. En algún momento entre el 10 y el 15 de enero, el asesino retiró la maleta de Elizabeth de la estación de micros. 
Otro de los sospechosos fue el padre de Elizabeth, Cleo Short, pues vivía a tan solo cinco kilómetros de donde se encontró el cuerpo. Sin embargo, él dijo no saber nada de su hija desde hacía tres años, y tampoco le interesaba saberlo. De hecho, se negó a reconocer el cadáver y tuvo que hacerlo la madre, que viajó desde la otra punta del país.
Muchas personas afirmaron haber sido las autoras del crimen, o conocer personalmente al asesino, pero todas las pistas resultaron ser falsas. Un astrólogo llegó incluso a preguntar la hora y fecha exactas del nacimiento de Elizabeth en la comisaría y prometió proporcionar el nombre del culpable en pocos días, cosa que nunca hizo.
Elizabeth fue enterrada en el Mountain View Cemetery, en Oakland, California. Después de que sus otras hermanas crecieron y se casaron, la madre de Short se mudó a Oakland para estar cerca de la tumba de su hija. Phoebe Short regresó a la costa este en la ‘70 y vivió hasta los 90 años.


LOS MEDIOS

Luego del brutal asesinato de Elizabeth Short se produjo un frenesí de los medios de comunicación, según Martin Glynn, ex sargento de la policía de Los Angeles e historiador, debido a la "naturaleza brutal, misógina y ritual" de la matanza.
Gerry Ramlow, un reportero de "Los Angeles Daily News" aseguró que "si el asesinato nunca se resolvió se debió a los reporteros... Estaban en él, pisoteando pruebas, reteniendo información". A la policía le llevó tiempo tomar control total de la investigación, y los reporteros recorrían libremente las oficinas de departamentos, se sentaban en sus escritorios, y respondían los teléfonos. Mucha información del público no fue pasada a la policía, ya que los periodistas se apresuraban a obtener las primicias.
Los periódicos de William Randolph Hearst, "Los Angeles Herald-Express" y "Los Angeles Herald-Examiner", frivolizaron el caso: el traje de chaqueta negro con el que Elizabeth fue vista por última vez se transformó en "una falda apretada y una blusa estrecha" y la malograda aspirante a actriz fue convertida en una "aventurera que merodeaba por Hollywood Boulevard". "Los Angeles Herald-Examiner", incluso, engañó a la madre de Short para que viajara a California informándole que la chica había ganado un concurso de belleza. La dejaron explayarse acerca del carácter, la vida y las aspiraciones de su hija y sólo después le contaron que en había sido víctima de un crimen espantoso. De este modo, el diario obtuvo la primicia de la reacción de la madre ante la tragedia.
Fue el "Los Angeles Herald-Express" quien  le puso el apodo de Dalia Negra a Elizabeth Short. La historia que publicaron acerca del impactante sobrenombre contaba que Elizabeth lo había recibido en Long Beach, en el verano de 1946, como una referencia a la película "The Blue Dahlia" ("La Dalia Azul", George Marshall),  y por su costumbre de vestir de negro, buscando resaltar su palidez. Sin embargo, los investigadores de Los Angeles descubrieron que el apodo fue inventado por los reporteros que cubrían el asesinato, impactados por la juventud y enorme belleza que poseía la víctima. AElizabeth Short no se la apodó la Dalia Negra en vida, pues sus familiares y conocidos la llamabanBeth.
Con el tiempo esta cobertura de los medios de comunicación sobre el asesinato se volvió más extravagante, con exageraciones sobre la vida de Elizabeth y haciendo hincapié en sus vicios, a pesar de que los conocidos de la mujer informaron que no fumaba, ni bebía, ni jugaba. Era una chica corriente que, consciente de su gran belleza, soñaba con ser actriz o modelo.


GEORGE HODEL

En 1999, el investigador privado Steve Hodel descubrió en el álbum de fotos de su padre la fotografía de una mujer de piel clara y cabello oscuro. No la conocía pero creyó que se parecía a la Dalia Negra. A partir de ese descubrimiento, Steve llevó a cabo una larga investigación que lo convenció de que su padre había asesinado a Elizabeth Short.
George Hodel, el padre de Steve, vivía en la misma ciudad que Elizabeth en la época en que ella murió. Muchos testigos dijeron haberlos visto juntos e incluso hubo quien aseguró que eran amantes. Cuando el cuerpo de Beth apareció cortado por la mitad el 15 de enero de 1947, se dio por sentado que la persona responsable de aquel corte tan limpio tenía amplios conocimientos de medicina y, coincidentemente, George Hodel era médico. De hecho, su consultorio se encontraba a solo a dos manzanas del "Los Angeles Biltmore Hotel", el último lugar donde Elizabeth fue vista con vida. Por otra parte, la posición en que el cuerpo de Beth fue encontrado resultaba muy poco común y según Steve Hodel, se parecía al cuadro “Minotaur”, del autor surrealista Man Ray, amigo cercano del doctorHodel. Otras pruebas que encontró Steve fueron la compra que hizo su padre, en enero de 1947, de varias bolsas de cemento, supuestamente para realizar reformas en su casa (en la escena del crimen se encontró una bolsa de cemento con algunas gotas de agua ensangrentada); la declaración de un testigo que afirmó que, poco antes de aparecer el cadáver en Leimert Park, un auto negro parecido a un Ford Sedan del '36 había pasado por ahí (el mismo tipo de auto que conducía George Hodel); el hecho de que su padre se hubiera quedado solo en su mansión cuando se perpetró el asesinato, ya que Steve, sus hermanos y su madre se habían ido de la ciudad a una visita familiar; y  el tipo de letra que el asesino utilizó para escribir la carta que envió a la prensa, muy parecida a la de padre. La hermana mayor deSteve, además, le comentó que, mientras llevaba adelante un juicio en contra de su padre por abuso sexual, había escuchado que George Hodel era el principal sospechoso por el asesinato de la Dalia Negra. Steve se puso en contacto con Brian Carr, el detective de la policía encargado del caso en ese momento, quien le dijo que  la mayor parte de los documentos del caso habían desaparecido en la década del ’50. Tiempo después, Hodel descubrió que la policía había vigilado la casa de su padre con micrófonos secretos pues, efectivamente, era sospechoso del asesinato. Las grabaciones se hicieron públicas en el año 2013 y en ellas Steve escuchó a su padre hablar de abortos clandestinos que había realizado y afirmar que era consciente de que lo consideraban culpable del asesinato de Elizabeth Short, pero que nunca lo atraparían.
Según Steve, a pesar de que la policía tenía muchas pruebas en contra de su padre, no lo arrestó pues hacerlo implicaba sacar a la luz una serie de tratos sucios que se hacían entre los médicos y las fuerzas del orden para ocultar los abortos ilegales. Para Steve, la policía optó por dejar libre a su padre a cambio de mantener una imagen limpia frente a los ciudadanos de Los Angeles. Por su parte, Goerge Hodel se fue del país en 1950 a Filipinas, donde ejerció su profesión y conoció a su última mujer, con la que volvió a Estados Unidos una década más tarde. Se supone que asesinó a Elizabeth Short en su mansión "John Showden House", donde vivió entre 1945 y 1951.


ORSON WELLES

En 1999, Mary Pacios publicó el libro "Childhood Shadows: The Hidden Story of the Black Dahlia Murder", uno de los muchos tantos dedicados a desentrañar los pormenores del asesinato dela Dalia Negra. Pacios había conocido Elizabeth Short en su Medford natal. Por aquel entonces, Short era amiga del hermano mayor de la autora y la futura aspirante a actriz pasaba largos periodos de tiempo ejerciendo de niñera de Mary. Pacios recuerda veladas en el cine, largos paseos por la plaza del pueblo y conversaciones en las que Bette (así se refiere a ella en el libro) la ayudó a superar pequeños traumas infantiles. 
 "Childhood Shadows: The Hidden Story of the Black Dahlia Murder" fue un intento de equilibrar la percepción que el público tenía de su amiga después de que James Ellroy hubiese pintado un negro, influyente y ficticio retrato de ella en su novela "The Black Dhalia" (1984). “Causó un montón de daño y dolor a la familia (de Short), declaró Mary Pacios unos años más tarde. “La pintó como una fugitiva, y no lo era. Venía de una buena familia”.
Pacios asegura que, investigando el asesinato de la Dalia Negra, se topó, por casualidad, con la pista que apunta a Orson Welles, cuando algunas ex camareras del ya desaparecido restaurante "Brittingham’s" le confirmaron que Welles había contactado a Elizabeth Short antes de su muerte. El restaurante, situado a escasos metros de los estudios Columbia, era un lugar frecuentado por Elizabeth. Orson Welles era otro cliente habitual. Las pesquisas de Mary, a partir de la correspondencia personal del realizador, entrevistas dadas a la prensa, artículos suyos y palabras de sus biógrafos, la llevaron a descubrir que Welles era adicto a drogas como cocaína y benzedrina, que lo mantenían alerta y sin dormir por días. Además, sentía fascinación por los cuchillos y los actos de ilusionismo en los que partía mujeres por la mitad, y presentaba personalidad disfásica: canalizaba la frustración creativa mediante la agresión.
Husmeando en los archivos de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas, rastreando material de “The Lady from Shanghai” (“La dama de Shangai”), filmada antes y poco después del hallazgo del cadáver de la Dalia Negra, Mary Pacios encontró una fotografía que la impactó. En ella, Welles y el maquillador Bob Schiffer trabajaban con una cabeza de maniquí a la que le habían practicado una mutilación idéntica a la que Short sufrió en su rostro, la siniestra sonrisa de Glasgow. 
Pacios localizó, además, metraje inédito y fotografías de “The Lady from Shanghai”, que muestran escenarios y escenas no incluidas en la película, básicamente el set de la "Casa de la locura", que pertenecían a la secuencia del parque de diversiones. En una de estas fotografías, Welles posa cerca de un esqueleto cuya pierna izquierda se encuentra acomodada de la misma manera en que se localizó la pierna izquierda de Beth Short. En otra foto, Rita Hayworth posa cerca de la entrada del set de la“Casa de la locura” con un traje oscuro, y del techo y las paredes sobresalen miembros amputados (piernas y brazos de maniquíes). Se aprecia también a una mujer cortada por la mitad con su seno izquierdo herido y sangrante, tal y como sucedió con el seno izquierdo de Short, y la Hayworth tiene los brazos levantados de una manera muy particular al igual que la Dalia cuando fue encontrada. En otra, aparece la enorme cara de un payaso sonriente con un rizo sobre la frente como usaba Elizabeth Short. 
Pacios llegó a la conclusión que el set y las escenas de la "Casa de la locura" eliminadas del filme por órdenes tajantes de Harry Cohn, el hombre fuerte de la Columbia Pictures, tienen la misma firma que el escenario del crimen de la Dalia. Otro dato curioso que encontró fue el hecho de que George Shorty Chirello, el chofer y valet personal de Welles (un hombre contrahecho que no llegaba 1,40 de estatura), asistió a su patrón en la construcción de dicho set, que arrancó tres meses antes de la muerte de Short. Welles, ignorando al sindicato de Columbia, se empeñó en pintar y decorar él mismo los escenarios de la "Casa de la locura". 
Por aquel tiempo, Orson Welles se contactó con el Departamento de Ciencias Mortuorias de la Universidad de California y solicitó una lista de requerimientos para expedir una licencia como embalsamador y algunos datos sobre rigor mortis y la medicina forense. Más tarde y luego de rodar enAcapulco   y  en el Barrio Chino de San Francisco algunos de los exteriores de  “The Lady from Shanghai”, regresó a Los Angeles el 6 de enero de 1947, ocho días antes de la muerte de Beth, para terminar la película.
Mary Pacios encontró que todas las escenas del filme tenían fecha de rodaje, excepto las filmadas en la "Casa de la locura", rodadas supuestamente entre el 14 y el 21 de enero (la Dalia fue asesinada entre el 14 y el 15). Welles, además, solicitó un pasaporte el 24 de ese mes, un día después que el asesino deBeth Short llamó a "Los Angeles Herald-Examiner" prometiendo enviar objetos personales de la aspirante a actriz. En "Childhood Shadows: The Hidden Story of the Black Dahlia Murder", Mary Pacios  incluye dibujos que reconstruyen las fotografías descriptas, ya que Columbia Pictures se negó rotundamente a dar su autorización para publicarlas. 

Hasta aquí, amables lectores, todo lo que tenía para contarles hoy. Me despido de ustedes con una frase del gran Edgard Allan Poe:  "La muerte de una mujer hermosa es, sin duda, el tema más poético del mundo".

Buenas tardes.