lunes, 23 de diciembre de 2013

HOLLYWOOD PARANORMAL: BÉLA LUGOSI


HOLLYWOOD PARANORMAL: BELA LUGOSI

"Imagino que me parezco a un lobo solitario. No digo que no me guste la gente en absoluto pero, para ser sincero, sólo me gusta si tengo una oportunidad de mirar en el interior de sus corazones y sus mentes."
Bela Lugosi

¿Quién puede poner en duda que Bela Lugosi fue el mejor Drácula de la historia del cine? Seductor, elegante, misterioso, Lugosi estaba convencido de que éramos las mujeres las fanáticas del terror:Son las mujeres quienes aman el horror. Se regodean con él. Se alimentan de él. Y el horror se nutre de ellas. Las mujeres se estremecen, se encogen, gritan y siempre vuelven por más.”
Bienvenidos, amables lectores, a una nueva entrega de la saga “Hollyood paranormal”, dedicada esta vez al incomparable Bela Lugosi.


BELA LUGOSI: UN POCO DE HISTORIA

Béla Ferenc Dezső Blaskó, conocido como Bela Lugosi, nació un día entre el 20 y el 29 de octubre de 1882 en Lugoj, Banat, región de la actual Rumania, pero en ese momento perteneciente al Imperio Austro-Húngaro. Fue el más pequeño de los cuatro hijos de un empleado bancario. Profundamente infeliz en su infancia, huyó de su hogar a los  doce años con el firme deseo de abrirse paso por sí mismo, sin depender de sus padres.
Sus comienzos fueron muy duros: trabajó como minero y luego se empleó en los tendidos de ferrocarril que conectaban las distintas localidades de su país. Su hermana lo ayudó prestándole dinero y consiguiéndole papeles de figurante en las representaciones del Teatro Szabadka.
De acuerdo con la rigurosa jerarquía de la interpretación teatral a fines del XIX, Béla consiguió papeles cada vez más complejos y extensos, obteniendo bastante éxito. Fue entonces cuando cambió su nombre por el de Bela Lugosi, en homenaje a su pueblo natal. Sus primeras giras teatrales fueron muy duras. Llegó a interpretar cuarenta roles distintos en una misma temporada. Su repertorio era igual de extenso: melodramas románticos, operetas, comedias bufas y drama histórico. 
Su interpretación del galán protagonista en la obra de William ShakespeareRomeo y Julieta”, llamó la atención de un agente teatral de Budapest, que lo contrató en 1911. Al poco tiempo, Bela Lugosi era un actor principal del Teatro Estatal Húngaro, pero su carrera se vio interrumpida por el estallido de la Primera Guerra Mundial. Aún con la posibilidad de quedar exento del servicio activo, Bela decidió ir al frente, con el grado de Teniente de Infantería.
Cuando la guerra concluyó, Lugosi volvió al teatro. También incursionó en la incipiente industria del cine, utilizando el seudónimo de Arisztid Olt, para no confundir a sus fans teatrales. Comenzó a militar activamente en la izquierda de su país y fundó el Sindicato de Actores. En 1917 se casó con Ilona Szmik, matrimonio que concluyó en 1920, supuestamente por diferencias políticas con los padres de su esposa. En 1919, tuvo que exiliarse debido a su actividad política. Su primera parada fue a Alemania, y posteriormente  los Estados Unidos, en 1921. Como no hablaba inglés, optó por formar una compañía de repertorio que actuaba en idioma húngaro. Su primer papel teatral en lengua inglesa fue el de apache en la producción de Broadway “The Red Poppy”, en 1923. Lo hizo memorizando fonéticamente el libreto.
En octubre de 1927 fue contratado para el papel principal de otro montaje teatral de Broadway, “Drácula”, drama escrito por Hamilton Deane y John Balderston  adaptando la novela homónima de Bram Stoker.
Con maquillaje verde y una capa roja y negra, Bela Lugosi personificó al vampiro por excelencia. Su pronunciación deficiente, en lugar de ser un escollo, contribuyó a dar verosimilitud a su trabajo, aunque algunas veces complicaba las réplicas de sus compañeros de reparto. La obra permaneció 33 semanas en  cartel en el Fulton Theatre y luego inició una gira por todo el país que consolidó la identificación de Lugosi con el siniestro Conde. En 1931, el director Tod Browning lo eligió para que diera vida a Drácula en una producción cinematográfica. La película fue un éxito.
Contratado por Universal Studios, Lugosi participó en los años siguientes en varios títulos de terror: “Murders in the Rue Morgue” (“ El doble asesinato de la calle Morgue”, Robert Florey/Edgar G. Ulmer,/Eddie Sutherland, 1932), “White Zombie” (“La legión de los hombres sin alma”, Victor Halperin, 1932), “Island of Lost Souls” (“La isla de las almas perdidas”, Erle C. Kenton, 1933) y “The black cat” ("El gato negro", Edgar G. Ulmer, 1934). Bela Lugosi rechazó interpretar al monstruo en Frankenstein” (James Whale, 1931), pero realizó un buen trabajo interpretando al trastornado Ygor en dos secuelas, “Son of Frankenstein” (“El hijo de Frankenstein”, Rowland V. Lee, 1939) y “Ghost of Frankenstein” (“El fantasma de Frankenstein, Erle C. Kenton, 1942), antes de aceptar interpretar finalmente al monstruo en Frankenstein Meets the Wolf Man” (Frankenstein y el hombre lobo”, Roy William Neill1943). Tuvo también un pequeño papel en la comedia clásica “Ninotchka” (Ernst Lubitsch, 1939), junto a Greta Garbo.
En muchos films, como The Black Cat y “Son of Frankenstein”, Bela Lugosi  compartió cartel con su mayor rival en el mundo del cine de terror, Boris Karloff. La actitud de Lugosi hacia Karloff es tema de muchas y muy variadas opiniones entre los expertos e historiadores de cine. Muchos de ellos hablan de un Lugosi resentido por el éxito y la habilidad de Karloff para conseguir mejores papeles dentro de la escena del cine de terror, mientras que otros sostienen que ambos actores tenían una muy buena relación.
En 1929, Lugosi se casó con la rica viuda Beatrice Weeks, pero su esposa solicitó el divorcio cuatro meses más tarde, citando a la actriz Clara Bow, la chica It de Hollywood, como la otra mujer. En 1933, volvió a casarse, esta vez con Lillian Arch, hija de inmigrantes húngaros, de 19 años. Tuvieron un hijo, Bela G. Lugosi, que nació en 1938. Se divorciaron en 1953, en parte debido a los celos de Bela. 
Tras la Segunda Guerra Mundial, los gustos del público variaron, y los vampiros europeos de Lugosi, aristocráticos y sofisticados, pasaron de moda. Bela se vio forzado a aceptar papeles donde caricaturizaba sus terroríficos personajes. Recreó por última vez el papel de Drácula en la película “Abbott and Costello Meet Frankenstein” (“Abbott y Costello contra Frankenstein”, Charles Barton, 1948). Cada vez más ocioso, se dedicó a leer y coleccionar obras de arte. Aunque se hallaba muy unido a su familia y a la comunidad húngara de Los Angeles, su fragilidad psicológica lo llevó a hacerse adicto a la  morfina, sustancia que comenzó a utilizar durante su estancia en el frente de guerra para apaciguar el dolor por la herida sufrida en una pierna.
En el final de su vida, Lugosi volvió a aparecer en películas de dudosa calidad. El histórico director Ed Wood, desde siempre un fanático del actor, consiguió convencerlo para que participara en un pequeño papel en su película “Glen or Glenda (“Glen o Glenda”, 1953), un docudrama acerca del travestismo y la transexualidad, totalmente adelantado para su época pero considerado por el crítico Leonard Maltin "posiblemente la peor película jamás hecha".
Lugosi se casó con Hope Lininger, su quinta esposa, en 1955. Permanecieron casados ​​hasta el día se su muerte. Había sido una fan del actor, que le escribía cartas cuando estaba en el hospital recuperándose de su adicción a Demerol.  
Lugosi volvió a interpretar a un científico loco en otra película de Wood, "Bride of the Monster” (“La novia del monstruo”, 1956). Su personaje fue el Doctor Eric Vornoff, un científico ruso con planes absurdos para crear una raza superior y dominar al mundo.
Uno de los papeles más famosos de Lugosi fue el que interpretó en una película ya clásica que sería estrenada después de su muerte, también dirigida por Ed Wood. “Plan 9 from Outer Space” (“Plan 9 del espacio exterior”, 1959) contenía metraje de Lugosi intercalado con escenas de un doble que no se parecía para nada a él. Wood había tenido enormes dificultades para financiar el proyecto, y sólo fue capaz de filmar escenas cortas y mudas que planeaba incorporar en el montaje final una vez que hubiese encontrado el resto de su financiación. Pero Lugosi falleció tres años antes de que esto sucediera, así que Wood contrató al quiropráctico de su esposa para doblar a Lugosi, al que podemos distinguir del auténtico Drácula por el hecho de que no se parece en nada a él  y porque, además, se cubre la cara con una capa en cada una de sus tomas.
Béla Lugosi falleció de un ataque al corazón a la edad de 73 años en Los Angeles, California, el 16 de agosto de 1956. Fue enterrado llevando puesto su traje de Conde Drácula, en el Holy Cross Cemetery de Culver City, California
Béla Lugosi es considerado uno de los grandes actores clásicos del cine de terror, junto a Lon Chaney Jr. (como el Hombre Lobo) y Boris Karloff (como El Monstruo de Frankenstein y La Momia). Por su contribución al cine, fue galardonado con una estrella en el legendario Paseo de la Fama, en el 6340 de Hollywood Boulevard.
La película biográfica “Ed Wood,” dirigida por Tim Burton en 1994, refleja la entrañable relación de Wood con  Lugosi, interpretado magistralmente por Martin Landau, que ganó por su actuación un premio Oscar como Mejor actor secundario.


LEYENDAS URBANAS

Son muchas las leyendas urbanas que han surgido alrededor de la mítica figura de Bela Lugosi. La más difundida cuenta que, en sus últimos años, el actor no distinguía claramente entre fantasía y realidad, y que creía ser el verdadero Conde Drácula. Se da por cierto que no salía durante el día porque creía que la luz del sol podía dañarlo, que dormía en un ataúd y hasta que se ofrecía a pagarles a algunas personas a cambio de que lo dejaran beber un poco de su sangre. 
La leyenda cuenta, también, que sus últimas palabras fueron “¡Soy el Conde Drácula, rey de los vampiros! ¡Soy inmortal!”, y que lo enterraron llevando puesto su traje del Conde, porque así lo había especificado en su testamento.
Con respecto a su funeral, se dice que fue pagado por Frank Sinatra. Y que, cuando  dos iconos del terror como Vincent Price Peter Lorre asistieron al funeral de Béla Lugosi y lo vieron dentro de su ataúd ataviado como el Conde Drácula, Lorre le dijo a Price: "¿Crees que deberíamos clavarle una estaca en el corazón por si acaso?"
En realidad, Bela Lugosi, a pesar de tener cierta fragilidad psíquica que desembocó en su adicción a la morfina, jamás creyó ser el Conde Drácula. Murió mientras dormía, alrededor de las 6:45 PM del jueves 16 de agosto de 1956. Su cuerpo fue descubierto por su quinta esposa, Hope, en su apartamento en 5620 Harold Way, en Los Angeles, cuando regresó de su trabajo. Sus últimas palabras seguramente fueron cotidianas e intrascendentes, como las últimas palabras de la mayoría de los seres humanos. 
Bela Lugosi sabía que no era inmortal. Su esposa Hope declaró a la prensa: "La muerte lo aterrorizaba. Hacia el final estaba muy cansado, pero todavía tenía miedo de la muerte. Tres noches antes de morir, estaba sentado en el borde de la cama. Le pregunté si todavía tenía miedo. Me dijo que sí. Hice todo lo posible para consolarlo, pero es imposible con gente así. Siempre van a tener miedo a la muerte."
Bela Lugosi fue enterrado con su traje de Conde Drácula a petición de su hijo Béla Jr. y su  ex esposa Lillian Arch, quienes consideraron que él lo hubiese deseado así.
La historia acerca de Vincent Price y Peter Lorre en el funeral de Bela Lugosi es totalmente falsa. Ninguno de los dos actores asistió a la Utter-McKinley Mortuary Chapel el 18 de agosto de 1956. En realidad, fueron muy pocos los que asistieron: Hope, Lillian y Béla Jr.; los directores húngaros Zoltan Korda y Steve Sekely; Scotty Beale (director adjunto de "Drácula", "Murders in the Rue Morgue" y "The Raven"); Robert Boyle (director de arte asociado en "The Wolf Man"); el cineasta Ed Wood, su esposa  Kathy y su ex esposa Norma McCarty; el productor de "Glen or Glenda", George Weiss; Forest J. Ackerman (editor de la revista Famous Monsters of Filmland); Don Marlowe, uno de sus antiguos representantes; y los actores y actrices Tor Johnson y Paul Marco ("Bride of the MonsterPlan 9 from Outer Space”), Carroll Borland ("Mark of the Vampire"),  Conrad Brooks y Dudley Manlove (Plan 9 from Outer Space”) y Loretta King ("Bride of the Monster). 
Frank Sinatra no pagó el funeral de Béla Lugosi. Fue Lilian Arch quien se hizo cargo de los gastos. Hope Lininger pagó el ataúd.


EL DEPARTAMENTO DE BELA LUGOSI

Bela Lugosi falleció en un sencillo departamento cerca de Western Avenue. Lugosi solía caminar diariamente hacia su tienda favorita de cigarrillos en el 6423 de Hollywood Blvd. Cuando el coche fúnebre con el cuerpo del actor se trasladó desde su casa a la Utter-McKinley Mortuary Chapel , donde dos días más tarde se celebraría su funeral, el chofer perdió inexplicablemente el control del vehículo y no pudo recobrarlo hasta que pasó la tienda de cigarrillos. Para muchos esa fue la despedida de Bela Lugosi. De los cigarrillos y de Hollywood.
El departamento donde vivió y murió Bela Lugosi es un punto de interés para todos los tours fantasmales que recorren la Meca del Cine.

Hasta aquí, amables lectores, esta entrega de "Hollywood paranormal" dedicada a Bela Lugosi. Escrita con el mismo esmero con el que se escriben las cartas de amor: siempre adoré a este hombre. Me despido de ustedes con una reflexión de David J. Skal, uno de los principales estudiosos de la cultura del horror, autor de numerosos ensayos sobre el tema, incluyendo “Hollywood gótico: la enmarañada historia de Drácula”: “Drácula es un personaje que cambia de forma, pero no sólo en el sentido de convertirse en murciélago. También adquiere formas culturales y es capaz de ser cualquier cosa para cualquier persona. En ese sentido, me gusta pensar que Drácula es el «político perfecto». A diferencia de otros monstruos, el aspecto exterior de Drácula parece normal, incluso atractivo. Sin embargo, representa un amplio espectro de todos aquellos impulsos que poseen los seres humanos aunque no los reconozcan directamente. Drácula alcanza la inmortalidad recurriendo a nuestros propios secretos.”

Buenas noches.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

MISTERIOSA BUENOS AIRES XIV


MISTERIOSA BUENOS AIRES XIV

"Las tardecitas de Buenos Aires
tienen ese qué sé yo, ¿viste?
Salís de tu casa, por Arenales.
Lo de siempre: en la calle y en vos..."
Horacio Ferrer

Bienvenidos, gratos lectores, a una nueva entrega de "Misteriosa Buenos Aires".


-Hospital de Clínicas José de San Martín (Córdoba 2351, Recoleta)

El Hospital de Clínicas José de San Martín es un hospital-escuela dependiente de la Universidad de Buenos Aires y se encuentra ubicado en el barrio de Recoleta, en la Avenida Córdoba 2351. Fue fundado por el salteño Cleto Aguirre. 
Los orígenes del actual Hospital de Clínicas se remontan al año 1877, cuando comenzó su construcción. Un año más tarde -y aún sin terminar- fue escenario del conflicto por la federalización de la ciudad de Buenos Aires, funcionando como cuartel de rifleros y hospital de concentración de heridos. La atención a la comunidad comenzó poco después del conflicto de 1880.
En los pasillos del hospital de circula una historia oscura: la de Pascual Colombo. La leyenda cuenta que Colombo llegó a la Ciudad de Buenos Aires proveniente de una provincia del norte para cumplir su gran sueño: convertirse en un médico reconocido. Obligado a trabajar para sobrevivir el joven empezó a descuidar sus estudios, lo que lo llevó a reprobar sus exámenes una y otra vez, aunque jamás perdió las esperanzas de ser médico.
Hasta que un día todo cambió. Un llamado desde su provincia natal le informó que su madre había muerto. La razón: una explosión de vesícula. Colombo nunca se perdonó no haber llegado a convertirse en médico y salvar a su madre. Desequilibrado, abandonó todo y comenzó a frecuentar el Hospital de Clínicas, donde, amparado por la oscuridad de la noche, operaba de vesícula a los pacientes que indefensos descansaban en las salas de internación.


-Palacio de Aguas Corrientes (Avenida Córdoba 1950, Balvanera)

El Palacio de Aguas Corrientes (llamado oficialmente Gran Depósito Ingeniero Guillermo Villanueva) es un edificio emblemático de la ciudad de Buenos Aires. Fue construido para alojar los tanques de suministro de agua corriente de la creciente ciudad a fines del siglo XIX, envueltos en una arquitectura suntuosa de materiales importados. Se encuentra en la Avenida Córdoba 1950, barrio de Balvanera y es un Monumento Histórico Nacional. El edificio es uno de los más exuberantes de Buenos Aires, y una muestra de la arquitectura ecléctica que encantaba a las clases altas que gobernaron la Argentina hasta 1916. El estilo puede encuadrarse dentro del impuesto en el Segundo Imperio Francés, y se destacan las piezas de cerámica policromada y los abundantes ornamentos en la fachada. En su interior funcionan el Museo del Patrimonio Histórico, el Archivo de Planos Domiciliarios, y dependencias administrativas de la empresa. 
Ramón Gutiérrez e Ignacio Gutiérrez Zaldívar cuentan en su libro “Buenos Aires, Obras Monumentales” dos historias fantásticas que circularon sobre el edificio: “Se dijo que era una réplica de un Palacio de Bruselas destruido por un bombardeo durante la Segunda Guerra Mundial. Y no faltaron quienes relacionaron su revestimiento de cerámica con la Madre Patria: de Sevilla habría llegado Casajús, autor de la decoración, que al comprobar que su obra no era apreciada en la medida de sus expectativas, decidió terminar con su vida.”
El arquitecto Jorge Tartarini,  director del Museo del Agua y de la Historia Sanitaria de AySA, asegura que escuchó otras historias fantásticas relacionadas con el imponente edificio: que el Palacio iba a levantarse en India y de casualidad se armó acá,  que una pareja de enamorados a los que no se les permitió casarse se ahogaron en los tanques de hierro que alberga el edificio y que el Palacio fue pensado para ser la sede de la Casa de Gobierno argentina. "Las leyendas urbanas tienen que ver con la fuerte presencia que tienen [estos edificios] en la ciudad. Las leyendas vienen bien. No es que uno las destierre porque son de difícil comprobación o porque son «fantasías». Al contrario, enriquecen la presencia como patrimonio del edificio", sostiene Tartarini.


-Club de Pescadores de Buenos Aires (Avenida Costanera Rafael Obligado, Palermo)

El Club de Pescadores Buenos Aires es un tradicional club de pesca ubicado en el barrio de Palermo en la ciudad de Buenos Aires. Emblema de la Costanera Norte y del Río de la Plata, su bella sede central es una de las imágenes más entrañables de la ciudad. El edificio, declarado Monumento Histórico Nacional, se recorta contra las aguas del río con su característico estilo inglés. El Club, que tiene un espectacular muelle de 512 metros, cuenta con un acuario de especies autóctonas del Río de la Plata. Fue inaugurado el 16 de enero de 1937, pero la primera gestión para construirlo ya se había realizado en julio de 1924. Es que los socios del club buscaban tener la sede y el muelle que reemplazara al primero que habían tenido a la altura de la calle Ayacucho. En ese lugar, al que se conocía como “el muelle de los franceses” (lo usaba una empresa carbonera de ese país para bajar sus cargas y llevarlas en tren hacia la zona de Retiro), se había fundado el club el 3 de agosto de 1903. Pero dos años después, una sudestada terminó con el muelle y la casilla que usaban.
Se dice que el lugar presenta gran cantidad de actividad paranormal, debido a que en los alrededores fallecieron varias personas, víctimas de las inclemencias del tiempo, accidentes y suicidios. La leyenda cuenta que en el acuario se puede percibir el espíritu de una niña.



-El último taxi (Av. Guzmán 680, Cementerio de la Chacarita)

Según cuentan Guillermo Barrantes y Víctor Coviello en su libro “Buenos Aires es leyenda” existe en el barrio de Chacarita un mito que habla de un taxi cuyo conductor sólo recoge a personas que salen del conocido cementerio. Se dice que quien suba a este sospechoso vehículo, será convertido en cadáver y dejado nuevamente en el camposanto para su descanso eterno. Los floristas de la zona aseguran haberlo visto: cuentan que su conductor es un hombre delgado y pálido, que pasa lentamente por la puerta de la necrópolis. Parece que el taxi es cuestión es un auto bastante viejo y su patente, como no podría ser de otro modo, reza RIP 666.
Se supone que el origen de esta leyenda urbana se remonta al hallazgo de una muchacha muerta sobre la tumba de su madre. Parece que, según conjeturaron los vecinos de Chacarita, la chica había ido a presentarle sus respetos a su difunta madre y, ya fuera del cementerio, se subió al temido RIP 666. Iba pensando en su madre y no prestaba demasiada atención a su entorno, pero de pronto comenzó a sentir muchísimo frío. En ese momento, notó, además, que el taxista era un individuo pálido, de aspecto cadavérico. Y al verse reflejada en el espejo retrovisor, comprobó con horror que era el mismo aspecto que tenía ella. El taxi volvió al cementerio, y allí la dejó, porque ya estaba muerta.
La historia resulta increíble, pero, así y todo, mucha gente que visita a sus muertos en el Cementerio de la Chacarita, no tomaría jamás un taxi en la puerta de dicho camposanto, aunque hay quienes aseguran  haber subido al taxi mortal y haber escapado de su maldición por los pelos. Uno de ellos comentó que, cuando iba en el taxi, vio la imagen de su padre muerto andando en bicicleta al lado del automóvil, cosa que lo sacó del sopor en el que había empezado a caer y le permitió tirarse del taxi. Contó también que veía constantemente al taxi fantasma pasar frente a él lentamente, con los ojos del macabro conductor clavados en su persona. 


-Hospital Municipal José Tiburcio Borda (Dr. Ramón Carrillo 375, Barracas)

El Hospital Interdisciplinario Psicoasistencial José Tiburcio Borda es un hospital psiquiátrico de la Ciudad de Buenos Aires, que ha sido una de las principales instituciones dedicadas a la salud mental en la República Argentina, así como un importante centro de investigaciones en neurobiologíapsicopatología y relaciones psiquismo-cerebro. Junto con el contiguo Hospital Braulio Aurelio Moyano, es la sede central de la escuela neurobiológica argentino-germana, crecida al abrigo del psiquiatra alemán Christofredo Jakob, que inauguraría allí dentro el Laboratorio de Clínica Psiquiátrica.
Fue fundado el 11 de noviembre de 1865 con el nombre de Hospicio de San Buenaventura, y rebautizado Hospicio de las Mercedes el 8 de mayo de 1888. Entre 1905 y 1993, el hospital dependió de la administración nacional, llevando sucesivamente los nombres de Hospital Nacional Neuropsiquiátrico de Hombres (desde 1949) y Hospital Nacional José T. Borda (desde 1967), este último en honor al psiquiatra José Tiburcio Borda, en su momento titular de la Cátedra de Psiquiatría en la Universidad de Buenos Aires. Desde 1993 está asociado a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Con un pico poblacional de casi 6000 internos a fines de la Primera Guerra Mundial, hoy aloja alrededor de 1400 y atiende ambulatoriamente a varios miles más. Desde 1931 cuenta con consultorios externos de psiquiatría y neurología a instancias de la Liga Argentina de Higiene Mental.
La leyenda cuenta que Solaris, un paciente que llegó al Hospital Borda asegurando ser de otro planeta, iluminó un tiempo a los internos con sus fiestas energéticas. Durante su estadía en el neuropsiquiátrico, Solaris –a quien describen como un hombre delgado, de ojos grandes, muy blanco y completamente lampiño– se reunía con alrededor de 50 internos para recitar un mantra.  Los testigos afirman que, durante el rito, parecía iluminarse.
Aparentemente, Solaris –quién desapareció un 25 de diciembre– dejó escritos indescifrables. Además, se dice que el grupo sanguíneo de este hombre que decía ser un alien no encajaba con ningún patrón conocido. 
Hay dos películas basadas en este extraño personaje, “Hombre mirando al sudeste” (Eliseo Subiela, 1986) y “K-Pax” (Iain Softley, 2001).

Hasta aquí, todo lo que tenía para ofrecer por hoy. Me despido de ustedes con la letra de un bello tango musicalizado por Julio de Caro y escrito por Ernesto Sábato:

AL BUENOS AIRES QUE SE FUE


Cuando la dureza y el furor de Buenos Aires
hacen sentir más la soledad
busco un suburbio en el crepúspulo, y entonces,
a través de un brumoso territorio de medio siglo
enriquecido y desvastado por el amor y el desengaño,
miro hacia aquel niño que fui en otro tiempo.

Melancólicamente me recuerdo
sintiendo las primeras gotas de una lluvia
en la tierra reseca de mis calles sobre los techos de zinc.
"Que llueva, que llueva, la vieja está en la cueva",
hasta que los pájaros cantaban y corríamos descalzos,
a largar los barquitos de papel.

Tiempos de las cintas de Tom Mix y de las figuritas de colores,
de Tesorieri, Mutis y Bidoglio,
tiempo de las calesitas a caballo,
de los manises calientes en las tardes invernales,
de la locomotora chiquita y su silbato.

Mundo que apenas entrevemos cuando estamos muy solos,
en este caos del ruido y del cemento,
ya sin lugar para los patios con glisinas y claveles,
donde una chica casadera cantaba algo de un pañuelito blanco,
mientras planchaba la ropa del hermano.

Cuando la dureza y el furor de Buenos Aires,
hacen sentir más la soledad,
salgo a caminar por esos barrios que tímidamente, con vergüenza,
conservan algún minúsculo tesoro de un pasado menos duro,
una maceta con malvones, alguna reja rezagada.

Pero ya Boedo no es el que cantó De Caro,
ni Chiclana la calle de Esthercita,
ni Puente Alsina en la vieja barriada
que vio nacer al poeta callejero.

En vano buscaremos las muchachas
en torno del gringo y su organito,
ansiosamente mirando la cotorra,
esperando de su pico la buenas suerte o el amor.

Feliz de vos, Homero Manzi, que te fuiste a tiempo,
cuando aún era posible escribir esas canciones de trenzas y almacenes,
cuando todavía los espíritus no estaban resecados,
por la ferocidad y la violencia.

Ya no hay novias detrás de las persianas,
esperando al gringo y su monito.
Ya murió el último organito
y el alma del suburbio se quedó sin voz.

Buenas tardes.

jueves, 5 de diciembre de 2013

MISTERIOSA BUENOS AIRES XIII


MISTERIOSA BUENOS AIRES XIII

“¡BuenosAires!
Para el alma mía 
no habrá geografía mejor que el paisaje 
de tus calles, donde día a día 
me gasto los miedos, las suelas y el traje.” 
Eladia Blázquez

Bienvenidos a este nuevo recorrido por la ciudad de la furia.


-Jardín Botánico Carlos Thays (Palermo)

El Jardín Botánico de Buenos Aires llamado, desde 1937, Carlos Thays en honor al paisajista que lo concibió y, desde 2011, Gerencia Operativa Jardín Botánico Carlos Thays, se encuentra próximo a los bosques del barrio de Palermo de la mencionada ciudad.
Su extensión es de 79.772 m², posee más de 1.500 especies vegetales, cuenta con numerosas esculturas como "La Primavera" u "Ondina de Plata", "Loba Romana", "Mercurio", "Venus"; y magníficos grupos escultóricos como "Saturnalia" -estatuas de mármol que simbolizan los movimientos de la VI sinfonía de Beethoven ("La Pastoral")- y "El Despertar de la Naturaleza". Posee además cinco invernáculos, una biblioteca botánica y una biblioteca infantil, todo rodeado de serenos senderos para caminar y contemplar la variada vegetación. Fue inaugurado el 7 de septiembre de 1898 y su mantenimiento depende del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Desde 1996 es Monumento Histórico Nacional.
Este el espacio verde, refugio de una gran cantidad de gatos, en el que muchísimos porteños y extranjeros se dedican a pasear tranquilamente, no pareciera ser un lugar ideal para trabajar, y mucho menos de noche.
Muchísimos vendedores y empleados del parque Carlos Thays sostienen que hay duendes y fantasmas que asustan a los gatos. El invernadero es uno de los lugares que más  actividad paranormal presenta. Varios guardias nocturnos explican que, en las grabaciones de las cámaras de seguridad, se ven imágenes y siluetas blancas. Amanece con las puertas y ventanas abiertas muchas veces, aunque hubiesen sido cerradas la noche anterior.
Además, los serenos aseguran que, casi todas las noches, se escuchan ruidos y lamentos en medio de la vegetación del lugar.


-La Casa de los leones (Montes de Oca 110, Barracas)

El millonario Eustoquio Díaz Vélez, hijo del General Eustoquio Antonio Díaz Vélez, figura relevante en la lucha por  la independencia argentina, era dueño de la mansión de estilo francés ubicada hasta hoy en la avenida Montes de Oca 110, en el barrio de Barracas (Ciudad Autónoma de Buenos Aires). La leyenda cuenta que Eustoquio tenía pasión por los leones, por lo que hizo traer de África tres hermosos ejemplares. Los animales estaban sueltos en el jardín por la noche (salvo que se celebrara algún evento nocturno), y durante el día permanecían en sus jaulas.
Una de las hijas de Díaz VélezMaría Mathilde,  conoció a un joven de alta alcurnia, de quien se enamoró, y al poco tiempo, la pareja decidió comprometerse. Eustoquio, rebosante de felicidad por semejante acontecimiento, decidió festejar a lo grande y realizar la celebración del compromiso en su casa con vecinos, familiares y amigos de toda la vida.
La noche de la fiesta, cuando el novio hacía entrega a María Mathilde del anillo que sellaría su compromiso, uno de los leones de Eustoquio se abalanzó ferozmente sobre él. Su jaula había quedado mal cerrada y este descuidó desencadenó la tragedia.
Don Díaz Vélez tomó una escopeta y puso fin a la vida del animal, lo que no impidió que el joven novio falleciera. Las ilusiones de María Mathilde quedaron hechas trizas y se suicidó poco tiempo después de sucedida la tragedia.
Eustoquio Díaz Vélez se deshizo de los leones y, curiosamente, mandó a construir las estatuas de estos animales que hoy decoran la mansión. Entre ellas, se destaca una de un león atacando a un hombre. 
Algunos historiadores aseguran que esta leyenda carece de fundamentos ya que Eustoquio nunca tuvo una hija, la fiesta jamás existió y  las estatuas de leones responden a la moda decorativa de la época. Otros testimonios afirman que la tragedia fue un hecho real.  Cierto o no, la historia de Montes de Oca  110 es una leyenda urbana muy popular en Buenos Aires.



-EL NIETO DEL REY JORGE IV DE INGLATERRA (Junín 1760, Cementerio de la Recoleta)

A principios del siglo XIX llegó a las costas del Río de la Plata un misterioso personaje apellidado Haines y señalado como el hijo natural del rey Jorge IV de Inglaterra. Estableció un puesto comercial en Colonia del Sacramento, Uruguay, y entró en sociedad con el almirante Guillermo Brown, de origen irlandés. Haines tenía un hijo cuyo nombre era Michael, conocido como Miguel en tierras argentinas. El joven, ciego, y se dedicó a la música y fue profesor, pero muchos detalles de su vida han perdido, al igual que su tumba.
En 1880 el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires emprendió una serie de reformas en el Cementerio de la Recoleta con el fin de reorganizar el espacio. Miguel se encontraba enterrado en el sector 3. La reorganización fue algo desprolija y muchas tumbas y restos se perdieron, entre ellos los de Miguel Haines. Años más tarde se intentaron rectificar esos errores, pero ciertos daños fueron irreparables, dado que los registros de muchos entierros y tumbas también se extraviaron.
Hoy día se considera que su sepulcro está perdido. Desde entonces se ha especulado con que alguna de las figuras espectrales que pueblan el Cementerio de la Recoleta pertenezca a Miguel Haines. Se lo ha descrito de muchas maneras, pero en general se trata de un hombre de mediana edad, con atavíos antiguos, que luce triste y desorientado. Cuando alguna persona se le acerca, la figura desaparece misteriosamente.


 -Estadio Alberto J. Armando (Brandsen 805, La Boca)

El Estadio Alberto J. Armando, mundialmente conocido como La Bombonera, es un estadio de fútbol, propiedad del Club Atlético Boca Juniors. Se ubica en el barrio de La Boca, en Buenos Aires. Tiene una capacidad para 49.000 espectadores y es reconocido por diversos medios internacionales como uno de los estadios más emblemáticos del mundo. Inaugurado el 25 de mayo de 1940 con un partido clásico amistoso entre Boca Juniors y San Lorenzo, encuentro que ganó el local por 2 a 0, fue declarado de “interés deportivo, turístico y cultural de la Ciudad de Buenos Aires”.
"La Bombonera está llena de fantasmas y almas en pena", aseguran varios funcionarios  y trabajadores del club de la Ribera. Tal es el caso de Federico Retone, auxiliar del equipo de básquet, quien contó que una noche estaba arreglando la ropa de los jugadores y salió para fumar: "Vi un señor de traje color ceniza que luego desapareció. Me dijeron que por la descripción era Tarija Fernández, mi antecesor, que murió hace años." Más sorprendente es la versión de un miembro de la seguridad del club, que prefirió no ser identificado, pero que dice haber visto sombras esfumadas y bultos corriendo por las gradas del estadio. "En general aparecen de madrugada, cuando no hay nadie y hay mucho silencio", dijo.
Un hombre de camisa blanca aparece siempre en el sector L de las tribunas, una mujer vestida de novia, y un niño en bermudas, zapatos blancos y camisa azul, son frecuentemente vistos durante la noche, afirma otro guardia de seguridad. Además, algunas puertas se abren solas, hay lámparas de luz que se encienden y apagan sin explicación y otros fenómenos paranormales.
Es conocido que algunos familiares de los socios muertos cumplieron la última voluntad de estos aficionados y arrojaron sus cenizas en el estadio. El parapsicólogo Ricardo Pacuta dice que esta podría ser una de las razones para los fenómenos. “Es más común de lo que parece. Son fantasmas que fueron llamados para ayudar a Boca, y no para hacer mal”, explicó el experto.
Para evitar que las personas siguieran arrojando las cenizas de los socios fallecidos dentro de La Bombonera, la dirección del club mandó a construir un cementerio propio para sepultar a sus aficionados más fanáticos. El camposanto está en funciones desde el año 2006 y tiene una capacidad para 3.000 sepulcros, todos decorados con flores azules y amarillas, los colores de Boca Juniors. El área se encuentra localizada en un sector del cementerio “Parque Iraola”, en Berazategui, a 30 km al sur de Buenos Aires, por eso se presume que nada tiene que ver con los fantasmas de La Bombonera.
El cementerio fue inaugurado con una ceremonia de exhumación de los restos mortales de dos antiguos atletas del club, los arqueros Juan Road y Julius Elias Musimessi, cuyas cenizas fueron transferidas al lugar. Ese día el ex mediocampista Antonio Ubaldo Rattin, que vistió los colores de Boca en los años 60, dijo: “Es tan hermoso que hasta ganas dan de quedarse. Con esto el Boca Juniors también pone en práctica una de las estrofas de su himno que dice: ‘ni la muerte nos va a separar, desde el cielo te voy a alentar’”.



-El fantasma de Juan de Osorio (Parque Lezama, San Telmo)

En el Parque Lezama, más  precisamente sobre la intersección de la Avenida Paseo Colón y Brasil, se levanta un busto en cuya base reza: "Ulrico Schmidl, primer cronista del Río de la Plata". Schmidl fue el encargado de tomar nota de todo lo que acontecía cada día en la expedición patrocinada por el Adelantado Don Pedro de Mendoza. Dejó constancia escrita de los vaivenes de la conquista en su "Crónica del viaje a las regiones del Plata". 
Según Schmidl,  Don Pedro de Mendoza  traía a bordo dos lugartenientes, uno llamado Juan de Ayolas (su sucesor más directo llegado el caso, su confidente, su mano derecha),  y el otro, Juan de Osorio (hombre de gran carisma y mucha valentía). Mendoza venía un tanto enfermo (padecía de sífilis) y Ayolas comenzó a temer por su suerte, ya que la muerte del Adelantado favorecería a Osorio,  dada su gran popularidad entre de la tripulación. Por este motivo, Juan de Ayolas convenció a Pedro de Mendoza acerca de un plan macabro de Juan de Osorio, que supuestamente buscaba asesinar al Adelantado, por lo que fue inmediatamente condenado a muerte. Ulrico Schmidl relata que fueron tantas las puñaladas que recibió que, "con cada uno de sus alaridos, el alma parecía escapársele del cuerpo". 
Los integrantes de la expedición comenzaron a temer al alma de Osorio, que fue muerto siendo inocente y sin recibir cristiana sepultura, y todas las desgracias acontecidas a la expedición de Don Pedro de Mendoza fueron achacadas a su fantasma, que buscaba venganza. 
El espectro de  Juan de Osorio fue el primero que recorrió la Ciudad de Bs. As. Dicen que puede vérselo en Parque Lezama, cerca del monumento a Don Pedro de Mendoza. 

Hasta aquí esta nueva entrega de "Misteriosa Buenos Aires". Me despido de ustedes con un pensamiento de Jorge Luis Borges: "Sí, me importa mucho volver, y aún en algún viaje último, en que yo sabía que no volvía a algo especialmente grato, que volvía a una rutina no demasiado deliciosa. Pero siempre he sentido que hay algo en Buenos Aires que me gusta. Me gusta tanto que no me gusta que le guste a otras personas. Es un amor así, celoso. Cuando yo he estado fuera del país, por ejemplo en los Estados Unidos, y alguien dijo de visitar América del Sur, lo he incitado a conocer Colombia, por ejemplo, o le recomiendo Montevideo. Buenos Aires, no. Es una ciudad demasiado gris, demasiado grande, triste –les digo–, pero eso lo hago porque me parece que los otros no tienen derecho de que les guste." 

Buenas tardes.