lunes, 27 de febrero de 2012

TRISTE, SOLITARIO Y FINAL


 TRISTE, SOLITARIO FINAL

“La nave del amor ha saltado por los aires en mil pedazos, y quedan los restos del naufragio, que ahora hay que repartir, esto para mí, esto para ti y cada uno por su lado.” 
Patrizia Carrano  

Hay algo que admiro profundamente de la gente de la farándula y afines: su capacidad, casi milagrosa, de salir de una historia de amor y entrar en otra, no sólo en tiempo récord, sino también sin sufrir, aparentemente, ningún tipo de daño más o menos serio. Yo, que he pasado semanas, meses y años tirada en la cama llorando por señores variopintos, festejo sinceramente a las muchachas que se ahorran fortunas en pañuelos descartables y con esas fortunas se hacen las lolas.
Las rupturas amorosas suelen ser, para el común de las mujeres, situaciones de lo más dramáticas. Todas creemos que nuestra historia de amor va a ser eterna y que jamás de los jamases nos veremos privadas de las atenciones y los arrumacos de nuestra media naranja. Pero la vida no es una telenovela y, la mayoría de las veces, los noviazgos, matrimonios, concubinatos y rejuntes terminan para el culo.
Para poder superar algo tan tremendo como la ausencia del ser amado y la pérdida de la ilusión que postula al amor como algo inmarcesible, tenemos que echar mano a cuanta ayuda podamos encontrar por ahí. Amigas íntimas, hermanas sin neurosis demasiado evidentes y vecinas que se encontraban en el lugar equivocado en el momento equivocado, suelen ser nuestros vapuleados paños de lágrimas. Cuando un romance acaba, todo es desesperación en nuestras pobres almitas y rara vez sabemos para donde salir disparadas.
Si bien es cierto que el tiempo todo lo cura, hasta que pasa el tiempo una anda llorando por los rincones. Por eso, hay una serie de premisas que es importante tener en claro para que nuestra recuperación sea lo más rápida posible y, más temprano que tarde, estemos nuevamente en pie, oteando el horizonte para ver si aparece un macho apetecible.
Esta vez, y siguiendo con mi costumbre de llenarlas de recomendaciones, las más de las veces inútiles, les acerco estos consejos para superar una ruptura. Si sirven no sé, porque yo hace años que no rompo con nadie. Digamos que mi relación de pareja ha entrado en ese estado catatónico en que las partes ni siquiera tienen las suficientes fuerzas como para romper un huevo en vistas de preparar una tortilla.

10 CONSEJOS PARA SUPERAR UNA RUPTURA

1) ACEPTAR QUE LA RUPTURA DE NUESTRA PAREJA NO ES EL FIN DEL MUNDO: Primero lo primero: una pareja desavenida no es ni el fin del mundo ni el fin de nuestro mundo. Es natural que los primeros días nos sintamos, ante la ausencia de nuestro amorcito, como tristes bagrecitos boqueando fuera del agua. Urge entonces que tomemos conciencia de que ese estado doloroso de supervivencia agónica pasará, como pasa todo. Aunque nos parezca mentira, ida la cruel tormenta, volveremos a enamorarnos y, cuando nos queramos acordar, estaremos llorando por otro pavote que nos colgó la galleta.
Si nuestra pareja aún no ha llegado a su fin, pero agoniza de manera irremediable, es menester que acabemos cuanto antes con el luctuoso asunto. El mundo está lleno de posibilidades: para cada roto hay un descosido. Así que seguir tercamente aferradas al espinazo de un señor que no nos hace felices, es una tontería y una lastimosa pérdida de tiempo.

2) PONERSE LO MÁS LINDA POSIBLE: Naturalmente, cuando estamos embarcadas en una feliz relación, sonreímos con más frecuencia, encontramos el lado positivo de cada asunto (por ejemplo, una no es narigona: tiene un rostro interesante), solemos emperifollarnos más y vestirnos mejor. Rara vez andamos por la casa con calzas viejas, remeras estiradas y los pelos recogidos con ganchos abominables. Del mismo modo, cuando enfrentamos una ruptura amorosa, deambulamos por la vida con una cara de culo atroz, volvemos a tener una nariz gigantesca, no nos depilamos, no nos peinamos y apenas nos lavamos el sobaco. Craso error, amables lectoras. Cuanto peor nos sintamos más debemos esforzarnos en que nuestra apariencia sea impecable, cuando no despampanante. Supuestamente, esta mejora de nuestro aspecto físico repercutirá en nuestro estado psíquico y comenzaremos a sentirnos un poquito mejor cada día. Además, señoras, si al poco tiempo de que un masculino nos abandonó nos encuentra por la vida, es mejor que nos descubra bellas y convenientemente acicaladas, y no hechas patéticos guiñapos.

3) HACER PLANES: Cuando una es amurada como en el más triste de los tangos, debe apurarse a hacer planes con familiares y amigos. Una cabeza aturdida es una cabeza a la que no se le cruzan fuleros berretines. Pero algo tiene que quedar claro: llorarle en la oreja todo el tiempo a parientes y camaradas es absolutamente contraproducente. Primero, porque si una sigue dando vueltas sobre el asunto de la ruptura, no va ni pa’tras ni pa’lante. Y segundo, porque la gente con la que hicimos planes terminará con las partes por el piso y huirá despavorida ante nuestros pataleos y lágrimas. Está bien que, cada tanto y muy al pasar, una se queje del hijo de puta que la abandonó. Pero la finalidad de los planes no es la queja: es el divertimento y el olvido.

4) DARSE TIEMPO: Aunque la puta posmodernidad nos obligue a dar vuelta la página enseguida ante cualquier tipo de pérdida y a dejarnos de joder con tanto lamento, el duelo es la reacción natural ante un evento de esa naturaleza y hay que vivirlo. No es grato, no es fácil, no es cómodo, pero hay que vivirlo. Cuando negamos la pérdida de alguien importante para nosotras o el efecto que esta pérdida produce en nuestras vidas, estamos actuando de forma patológica. El duelo no elaborado se manifiesta en un sinnúmero de enfermedades: obesidad, alergias, migrañas, problemas respiratorios y otras dolencias aún más graves. Por eso hay que darse tiempo para sentir la pérdida, llorar si una tiene ganas, gritar si una tiene ganas, y no sentirse obligada a estar tocando la pandereta todo el día, sólo porque nuestro entorno considera que no vamos por la vida arrojando serpentinas por falta de voluntad.
Iniciar una relación inmediatamente después de haber terminado otra, nunca conduce a buen puerto. No estamos viendo al otro como alguien a quien amar sino como un “parche terapéutico”. Tratemos de no emparchar nuestro dolor; poco a poco se irá disipando.

5) DISTRAERSE: Distraerse es importante y es menester que esa distracción no se de sólo cuando estamos con amigos o con parientes tolerantes. Es necesario que una aprenda a entretenerse aún estando sola. ¿Cómo conseguirlo? Si hablamos de señoras o señoritas sedentarias como vuestra servidora, una buena distracción sería embarcarse en la feliz tarea de rever las catorce temporadas de “Bonanza” o las diez de “Beverly Hills 90210”. Si nos referimos a damas y damiselas más activas, es bueno inscribirse en un gimnasio o tomar clases de merengue.

6) SER CONSECUENTE: Algunas veces no son los señores desaprensivos quienes nos abandonan. Somos nosotras las que, por un motivo u otro, ponemos fin a la relación, aún a costa de sufrir intensamente, porque somos conscientes de que a veces es mejor terminar un romance a padecerlo. Si fuimos nosotras las que tomamos la decisión de terminar, es necesario que seamos consecuentes con esa medida. Esto quiere decir que debemos evitar tirarnos alguna canita al aire con nuestro ex, llamarlo por teléfono, espiarlo y esas pendejadas. Estas actitudes inmaduras sólo conseguirán alargar la despedida hasta hacerla insufrible. Y retrasarán inútilmente nuestra feliz recuperación.

7) DARSE ALGÚN GUSTO: Cuando estamos tristes nos hacen falta mimos. No esperemos los mimos ajenos, porque quizás no lleguen. Ya sabe una lo jodida que es la gente. Agasajémonos nosotras mismas. Un buen mimo es una tarde de despilfarro en el shopping. Comprarnos algo que nos gusta siempre nos hace sentir mejor. También podemos mimarnos con un buen masaje o una visita a la peluquería. O abalanzándonos sobre un lemon pie.

8) ANALIZAR LA RELACIÓN QUE TERMINÓ: Pasado algún tiempo después la ruptura, es bueno analizar la relación que dejamos atrás, sobre todo para no cometer los errores del pasado cuando decidamos iniciar una nueva. También es producente analizar al tipo con el que estuvimos perdiendo el tiempo, para ver cuáles son las características de personalidad que no queremos encontrar en nuestro próximo novio, amante, concubino o marido. Hay que aprender de los errores. Tropezar dos veces con la misma piedra es cosa de pavotas y suicidas.

9) RESCATAR LOS BUENOS RECUERDOS: Por jodida que haya sido una relación de pareja, siempre hay algo bueno en ella que merece ser recordado. Rescatar los buenos recuerdos de un romance que terminó nos ayudará a no guardarle rencor al señor que creímos nuestra almita gemela y pasó por nuestra vida tan fugazmente como una estrella fugaz, valga la redundancia. Siempre hay algo lindo para recordar, aún cuando una deba esforzarse mucho para encontrarlo.

10) MIRAR PARA ADELANTE: Ya está. Ya pasó el tiempo suficiente y ese dolor que parecía ocuparlo todo fue aliviándose. Ahora es tiempo de mirar para adelante. Lo que pasó, pasó, y no hay manera de corregirlo. Lo que pase en el futuro depende de nosotras. La mayoría de las veces, emergemos de una crisis con más y mejores herramientas para enfrentar la vida. Por lo menos, eso es lo que dicen los libros de Brian Weiss.

Para que el doloroso proceso que atravesamos después de una ruptura no sea vano, voy a compartir con ustedes un decálogo de mi cosecha, confeccionado hace algún tiempo, con el cual atormenté a mi amiga Rosana durante años, hasta que la tipa estuvo en condiciones de bajar la cabeza y decir: “Tenías razón, Ra.” Teniéndolo en cuenta, se evitarán unos cuantos dolores, de cabeza y de los otros.

1) Un hombre que toma o se droga, no te sirve.
2) Un hombre que no es un buen proveedor, no te sirve.
3) Un hombre que prefiere la compañía de sus amigotes a la tuya, no te sirve.
4) Un hombre que te miente, no te sirve.
5) Un hombre que te maltrata física o psicológicamente, no te sirve.
6) Un hombre que sólo te encuentra defectos, no te sirve.
7) Un hombre que no cortó el cordón umbilical, no te sirve.
8) Un hombre que le huye al trabajo, no te sirve.
9) Un hombre que no te escucha, no te sirve.
10) Un hombre que sólo piensa en sí mismo, no te sirve.

Teniendo en cuenta este humilde decálogo, cualquier dama podrá evitar enredarse con un masculino que, tarde o temprano, le cagará la vida. Doy fe.

Queridas lectoras, si están atravesando una ruptura amorosa, no se desesperen. Ningún hombre es imprescindible. Ningún hombre es irremplazable. Y a veces, señoras, es mejor estar solas que mal acompañadas. Si tener un hombre al lado sólo nos reporta el dudoso beneficio de lavar calzoncillos, es hora de replantearse la relación. Bah, es hora de darle al tipo una buena patada en el culo. Y empezar a pensar en nosotras.

De una vez y para siempre.


martes, 14 de febrero de 2012

UN SAN VALENTÍN ORIGINAL


 UN SAN VALENTÍN ORIGINAL

“No sabrás todo lo que valgo hasta que no pueda ser junto a ti todo lo que soy.”
Gregorio Marañón

El Día de San Valentín es uno de los más esperados por todas las parejas alrededor del mundo. Por lo menos, eso es lo que sostiene Eric Oropeza en una nota escrita para el sitio web eHow en español intitulada Ideas originales para celebrar el día de San Valentín. En esta florida fecha, los enamorados del mundo  globalizado suelen ensayar distintos festejos en los que agasajan a  sus parejas y tratan de ser originales para que la celebración no decaiga año tras año y acabe convirtiéndose en una pesadilla equiparable a las cenas de Nochebuena en familia. Este año no tienen por qué preocuparse. Para que innoven y sorprendan a sus medias naranjas, Eric nos acerca una serie de tips que harán de nuestro San Valentín un momento mágico. Tomen nota.

Ideas originales para celebrar el día de San Valentín

-¡Disfrazate!: Parece que San Valentín es una fecha en lo que todo está permitido, incluso hacer alegremente el ridículo. Si ustedes creyeron que los disfraces estaban circunscriptos a Halloween o a los alicaídos Carnavales, se equivocaron fiero. Eric propone disfrazarnos de algún personaje que nuestra pareja admire y llevarle el desayuno al trabajo. Lo más divertido, dice nuestro amigo, será su cara al darse cuenta de que una planeó solita este delirio. Irrumpir en una oficina vestida de Mujer Maravilla o de Bob Esponja con una docena de medialunas suena un poco surrealista, pero acá lo fundamental es sorprender. No importa que los compañeros de trabajo de nuestro tórtolo se revuelquen en el piso de risa y lo gasten por nuestra sorpresa de aquí a la eternidad.
Si todavía nos queda algo de decoro, Eric propone suprimir el disfraz y contratar alguna empresa que le acerque las medialunas sin atuendos funambulescos de por medio. Pero recordando que, para nuestro amorcito, será siempre más valioso que hagamos el ridículo en el sacrosanto nombre del amor.

-Vales de regalo: Por una tara genética que aún no ha sido debidamente estudiada, hombre y mujeres solemos obsequiar a nuestras parejas con regalos que a ellos no suelen hacerle demasiada gracia. Lamentablemente, tengo una vasta experiencia en este tema espinoso. Con el agravante de que mi marido es demasiado vago como para cambiar los regalos y ahí quedan corbatas, chalecos y camisas con el cuello así y no asá, abandonados en el placard, mientras yo puteo y lamento los dineros invertidos en esos regalos despreciados. Para evitar estas situaciones desagradables lo ideal es regalar vales, pero no de verdad: de mentiritas, así el regalo, además de original, es gratis. Los vales valen (valga la redundancia) por actividades que puedan resultarle agradables o interesantes al agasajado: vale por un masaje, por un desayuno, por un fin de semana en la playa, por una cena en la casa de la suegra sin poner cara de traste, etc.

-Un vuelo en globo: No es común hacer una gira en un globo aerostático. Para sorprender a nuestra pareja, nada mejor que un original viajecito a lo Julio Verne. Es algo sumamente romántico y que seguramente no olvidará fácilmente. También es algo que puede provocar pánico o náuseas.

-Un día perfecto: Dedicar el Día de San Valentín exclusivamente a nuestra pareja es un lindo agasajo. Doblemente lindo si dejamos que nuestra media naranja sea la que elija  las actividades a realizar en esta jornada sin mácula. Ir al cine, al teatro, a un parque de diversiones o de compras al shopping (pagando todos los gastos, obviamente) son pedidos con los que nuestro partenaire puede descolgarse y nosotros debemos aceptar alegremente, sin olvidar que estamos regalando un día perfecto. No se desesperen: algunas parejas gasoleras sólo piden tiempo para estar juntos y charlar. Crucen los dedos para que les toque una de ésas.

-Masaje en pareja: Un muy buen regalo de San Valentín para ambos tórtolos es visitar un spa. Allí, ambos pueden relajarse y entregarse a las manos de algún experto en masajes. Hay algunos lugares que ofrecen paquetes especiales para parejas, que incluyen comida, champagne y chocolates. Momento íntimo ideal para olvidar el estrés cotidiano.

-Salir a remar: Suena loco, sí. No tan loco como lo del globo pero más o menos. Sea cual sea nuestro lugar de residencia, es más que seguro que tenemos cerca algún lugar que nos permita meternos en un bote y remar. Los lagos de Palermo, por ejemplo. En general, la gente no rema porque considera que esta actividad es un embole. Pero, según nuestro amigo Eric, San Valentín es una oportunidad perfecta para hacerlo. Se puede terminar la cita con un refrigerio al aire libre. Ideal para charlar y pasarla bien.

-Un rally ¡muy diferente!: ¿Se acuerdan de los primeros lugares que visitaron juntos? Si es así, es muy simpático organizar un rally por esos sitios plagados de dulces memorias. En cada lugar se deja una pista para que nuestro enamorado se dirija al próximo y, al final del periplo, nos encuentre, en una locación inédita, con una cena especial o un portaligas de estreno. Para realizar esta empresa será necesario ponerse de acuerdo con propietarios de bares, restaurantes y hoteles alojamiento, lo que implica organizarla con algo de anticipación. Nosotros somos el premio del rally. No, no hay otra cosa.

-Escribirle algo a mano: La carta de puño y letra se ha convertido en un objeto sumamente deseado, ya que, debido al arribo de las nuevas tecnologías, hemos perdido la sana costumbre del papel y la lapicera. San Valentín es un pretexto perfecto para escribir una carta romántica y anacrónica. ¡No la dejen pasar!

-Un día en un hotel: Ya sabemos que los espacios cotidianos provocan un hartazgo tal que nos lleva a perder el interés en los arrumacos y en las delicias del sexo. Por eso, nada mejor que programar para San Valentín un día completo en un hotel, que nos ofrezca descanso y la mágica posibilidad de salir de la rutina. A la hora de comer, se puede ordenar el servicio a la habitación. Un dulce  laissez faire en un escenario distinto.

-Un detalle hecho por vos: Puede parecer trillado, pero a todo el mundo le encanta recibir un regalo artesanal, hecho por las hábiles manos de sus amorcitos. Un mural con fotografías acarameladas de la pareja, un cartel empapado en mieles y almíbares varios, un portarretratos hecho a mano, un collar de canutillos, un costurero decorado con caracoles recolectados en la playa de Santa Teresita… Cualquier cosa vale, mis queridos. Usen la imaginación y sorprendan.

Hasta aquí, amables lectores, las ideas originales que nos propone nuestro amigo Eric Oropeza para que nuestro San Valentín sea encantador y diferente. Lo despedimos dándole las gracias y deseándole un muy feliz Día de los Enamorados, aunque no sabemos si lo está. Yo no tengo mucho más para aportar,  así que también los despido a ustedes con una frase de François Mauriac: “El día que tú no ardas de amor, muchos morirán de frío.”

Feliz San Valentín a todos.   

viernes, 10 de febrero de 2012

BENDITO VENENO


BENDITO VENENO
  
“Aquel día, Cupido
pensó: “Me voy de casa”,
y nos clavó
dos flechas en pleno
corazón, bendito veneno.”
“Bendito veneno”, Joaquín Sabina

Como sabrán, carísimas lectoras, hoy, 14 de febrero, se celebra el Día de los Enamorados. Por eso vamos a hablar de amor. Hablar de amor  podemos hacerlo de mil maneras distintas. Podemos echar mano a la pureza de Antoine de Saint-Exupery y decir que “amar no es mirarse el uno al otro, es mirar juntos en la misma dirección”. Podemos hacer nuestra la pasión de William Shakespeare y clamar: “Duda que sean fuego las estrellas, duda que el sol se mueva, duda que la verdad sea mentira, pero no dudes jamás de que te amo”. Podemos ponernos místicos como Rabindranath Tagore (“El Amor es el significado último de todo lo que nos rodea; no es un simple sentimiento, es la verdad, es la alegría que está en el origen de toda creación”), filosóficos como Friedrich Nietzsche (“Todo lo que se hace por amor, se hace más allá del bien y del mal”), escépticos como François de la Rochefoucauld (“El verdadero amor es como los espíritus: todos hablan de ellos, pero pocos los han visto”)  o románticos como Pablo Neruda (“Para mi corazón basta tu pecho, para tu libertad bastan mis alas”). O podemos ser más modernos y hacernos eco de la “Tipología de los estilos de amar” que postula  John Alan Lee, sociólogo y psicólogo canadiense  y autor de los libros “The colors of love”, “Colours of love: An exploration of the ways of loving” y “Getting sex: A new approach : more fun, less guilt”, entre otros.  
John Alan Lee postula que hay 6 tipos de amor, cada uno de ellos con determinadas características. Desasnémonos juntas, amables lectoras,  y conozcamos cuáles son esos tipos, a ver si conseguimos catalogar de una vez por todas a esa relación incomprensible y muchas veces lastimosa que nos une al hombre con el cual compartimos colchón.

 LOS 6 TIPOS DE AMOR POSTULADOS POR JOHN ALAN LEE


1) AMOR TIPO “EROS” (CORAZÓN EN LLAMAS): “Renunciar a mi pasión es como desgarrar con mis uñas una parte viva de mi corazón.” - Gabriele d' Annunzio

El amor tipo “eros” es, según vuestra servidora, el único que vale la pena. Es ese sentimiento al que le han cantado desde los juglares de tiempos idos hasta los adalides de la cumbia santafesina. El que han idealizado poetas de toda calaña. El que padeció y gozó Verónica Castro en cada una de sus telenovelas.
El amor tipo “eros” conlleva una fortísima atracción física y un deseo sexual descomunal (hablando en castizo, una calentura de aquellas). Ocurre de repente (flechazo, amor a primera vista, lo vi y me meé, etc.)  y puede terminar tan abruptamente como comenzó. Es un amor irracional, intenso, en el que los sentimientos se desmadran generando todo tipo de accidentes. Los señores y señoras envueltos en este querer casi adolescente  tienden a idealizar las relaciones románticas y dar gran importancia a la belleza, el deseo y la atracción física. Lamentablemente, las relaciones basadas en el amor tipo “eros” tienden a deteriorarse rápidamente. Los amantes necesitan vivir en un estado de pasión desenfrenada y eso se torna imposible cuando la bella en cuestión amanece con las pestañas pegoteadas de rimmel y el cabello en un estado calamitoso y el ardoroso galán ronca.  



2) AMOR TIPO “PRAGMA” (CONTABILIDAD AFECTIVA): “El secreto del éxito está en prepararse para aprovechar las oportunidades en cuanto se presenten.” - Benjamín Disraeli

El amor tipo “pragma” es aquel que prioriza el lado práctico de las cosas. Acá no hay versitos de los “Dos Corazones”, ni canciones de Valeria  Lynch ni mariposas u otros insectos revoloteando en los estómagos subyugados. El amante pragmático evalúa costos y ganancias antes de embarcarse en un romance. Si la historia puede llegar a tener futuro, invierte.  En caso contrario, desiste. Así de sencillo. Este tipo de amor lamentable es algo así como un debe y haber inmundo.
El amor tipo “pragma” es el que practican las gentes racionales. Estas personas inconcebibles tienen una lista de prerrequisitos a la hora de buscar la pareja ideal y analizan  muchísimo los pros y los contras de una relación antes de comprometerse. Deciden amar a quien mejor cumpla con sus requerimientos y necesidades.  El amante pragmático evalúa a sus potenciales parejas por su nivel de educación, su profesión, sus ingresos, su estatus social, los intereses  que puedan tener en común, su potencial como padres y sus posesiones materiales. No se enfoca en los aspectos emocionales del amor.
A mí, señores, me parece pornográfico decidir amar a alguien. El amor nos cae del cielo como un milagro o como una maldición. No se decide: se goza, se sufre y se padece. 
 

3) AMOR TIPO “STORGE” (AMANTES Y AMIGOS): Pues siempre es güeno tener palenque ande ir a rascarse.” – José Hernández

Hay romances que comienzan de una manera tan gradual que los involucrados  no saben cuándo ni cómo se originaron. Tampoco tienen muy claro si es un romance, aunque sea pobrecito, o sólo la necesidad comprensible de tener palenque ande ir a rascarse, como reza el Martín Fierro. Ese tipo de idilios  encuadran en el estilo “storge”.
En las historias de amor tipo “storge” la atracción  física es un tema secundario. No hay noches incandescentes ni música de violines. Lo que cuenta en esta relación más bien pasteurizada es la confianza mutua y los valores compartidos.  Obviamente, los románticos de hoy y de siempre renegamos del amor tipo “storge”, al que consideramos tan emocionante como una carrera de caracoles.
Estos romances insulsos se inician, generalmente, con una amistad muy fuerte, que, un buen día, desemboca en otro tipo de sentimientos. El aspecto sexual del amor tipo “storge” es menos importante que el aspecto amistoso. Un amante “storge” no nos hará perder la cabeza entre las sábanas pero puede ser un muy buen compañero para el Scrabble. Hija de los tiempos posmodernos ha nacido otro tipo de relación que puede considerarse una degeneración del amor tipo “storge”: la amistad con derecho a roce. Esta relación implica sexo entre amigos cuando son las 3 de la mañana del domingo y ninguna de las partes involucradas enganchó algo más o menos potable.


4) AMOR TIPO “ÁGAPE” (TODO PARA EL OTRO): “El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.” - Carta de San Pablo a los Corintios

El amor tipo “ágape” es aquel que se basa en el altruismo y la generosidad. Para el amante “ágape” la caridad bien entendida no empieza por casa y las necesidades afectivas del otro están siempre antes que las propias. Este enamorado se entrega totalmente a la relación y satisface como sea la voluntad de su media naranja (incluyendo los caprichos). El amante “ágape”, conocido por su amor generoso y  fraternal, no le hace ascos a ningún sacrificio con tal de ver feliz a su pareja.
En el amor tipo “ágape”  es muy loable, pero carece de emociones fuertes. Y a nosotras nos gustan las emociones fuertes, ¿no?


5) AMOR TIPO “LUDUS” (AMOR SE LLAMA EL JUEGO): “Un dólar ganado en el juego es el doble de dulce que un dólar ganado en tu sueldo.” - Paul Newman

El amor tipo “ludus” es un juego que, generalmente, no pasa de una noche de sexo. El amante “ludus” evita el compromiso y, aún cuando no pretende dañar a sus parejas, termina haciéndolo cuando se pone en evidencia la diferencia de expectativas sobre la relación. Para este Casanova imparable, el desafío de la conquista es mucho más atractivo que la persona a la que se pretende seducir. Como evita vincularse seriamente con sus conquistas, el amante “ludus” suele tener relaciones simultáneas. Los amantes lúdicos tienden a ser jugadores en el romance, son adictos a la excitación que produce formar una nueva relación romántica y no sirven para construir una relación seria y a largo plazo. Van saltando de lecho en lecho con ímpetu y alegría. El amor tipo “ludus” hace el intento, pero no llega a ser amor, valga la paradoja.


6)  AMOR TIPO “MANÍA” (ATRACCIÓN FATAL): “Y morirme contigo si te matas, y matarme contigo si te mueres…” – Joaquín Sabina

Es un clásico: cuando se quiere hablar del amor tipo “manía” se echa a mano a la pobre Alex Forrest, la protagonista femenina de “Atracción Fatal”, que pasó a la historia por hervir un conejo tan sólo porque el turro de Dan Gallagher no entraba en la olla.  El amor tipo “manía” es así: una obsesión descontrolada que puede causar estragos.  El amante “manía”  es posesivo, dependiente, celoso, controlador y totalmente adicto a la relación. Sus demandas son tan desorbitadas que es imposible colmarlas. Para este demente, él es el que más ama, el que más da, el que más se compromete, y su media naranja jamás le corresponde del mismo modo. Requiere inagotables pruebas de amor y es capaz de hacer todo tipo de locuras para llamar la atención del ser amado. El amante “manía” tiene terror a que su pareja lo abandone y rompe tanto las pelotas con esa posibilidad que su tórtolo, agotado, termina dejándolo por darle la razón, al mejor estilo Joaquín Sabina en Praga.
El amor tipo “manía” se sufre y se padece, pero jamás se goza. Una lástima.

Hasta aquí, mis queridas, la concienzuda clasificación de John Alan Lee en lo que a tipos de amor se refiere. Seguramente se habrán visto reflejados en alguno de estos estilos amatorios o habrán adivinado a sus parejas en cualquiera de ellos. Yo, señores, soy una amante “eros” con preocupantes pinceladas de “manía” que el Dr. Halsband controla a base de lamotrigina, quetiapina y clonazepán.
Doy por finalizado este sesudo artículo con una cita de Jacinto Benavente: “En asuntos de amor los locos son los que tienen más experiencia. De amor no preguntes nunca a los cuerdos; los cuerdos aman cuerdamente, que es como no haber amado nunca.”

 Au revoir. 

viernes, 3 de febrero de 2012

¡SERIAL SEXY!


¡SERIAL SEXY!

“Todos guardamos un cadáver en el armario. Aunque, en este caso, Dexter tiene todo un vestidor.” 
Michael C. Hall

La primera vez que vi a Michael C. Hall dirigía una funeraria y se besuqueaba con un pedazo de hombre (Mathew St. Patrick) que ya quisiera manotear más de una. Interpretar a David Fisher, el controlador pero adorable chico gay de “Six Feet Under”, fue todo un desafío para Michael. Desafío del que, por supuesto, salió airoso. “Lo que me ponía más nervioso no era tanto besar a un tipo, sino hacerlo bien”, confesó Hall.
“Six Feet Under”, fue, sin duda, una de las mejores series en la historia de la televisión. Nombrada en tercer lugar por la revista Cinemanía en su lista de "Las 50 mejores series de televisión del siglo XXI", “Six Feet Under” estuvo al aire desde junio de 2001 hasta agosto de 2005. La serie, creada por el talentosísimo Alan Ball, conocido por ser el guionista de la exitosa “American Beauty”, narra la vida cotidiana de la familia Fisher, dueña de una empresa de funerales en Los Ángeles, Fisher & Sons, y la búsqueda de cada uno de sus integrantes de “su” lugar en el mundo. Refiriéndose al concepto de la serie, Alan Ball se hizo las grandes preguntas que plantea el episodio piloto: “¿Quiénes son estas personas... estos directores de casas funerarias que contratamos para que enfrenten a la muerte por nosotros? ¿Cómo eso afecta sus vidas, el crecer en un hogar donde hay cadáveres en el sótano, el ser un niño e ir junto a tu padre que esta trabajando con un cuerpo abierto encima de una mesa? ¿Como te afectaría eso a ti (…) "Six Feet Under" se refiere no sólo a ser enterrado como un cadáver, sino a aquellas emociones y sentimientos que se mueven bajo la superficie. Cuando uno se encuentra rodeado de muerte existe la necesidad de tener experiencias de una cierta intensidad que sirvan de contrapeso... una necesidad de escaparse. Es el caso de Nate siendo mujeriego, es el caso de Claire y su experimentación sexual, es Brenda y su compulsión sexual, es David y su homosexualidad, es Ruth teniendo varias relaciones. Es la vida que trata de abrirse paso a través de todo ese sufrimiento, dolor y depresión para seguir adelante.”
Después de “Six Feet Under” llegó “Dexter”. Michael C. Hall tuvo la gran oportunidad de hacerse cargo de un personaje oscuro pero infinitamente seductor. “Dexter es de día un analista de patrones de manchas de sangre, criminólogo forense, un civil que trabaja con oficiales de la policía de Miami. Pero de noche… es alguien que no duerme demasiado. Dedica gran parte de su tiempo a perseguir y matar criminales, otros asesinos. Es admirable, ya que realmente convirtió en limonada esa enorme cantidad de limones que la vida puso en sus manos”, comentó el actor. “Todos guardamos un cadáver en el armario. Aunque, en este caso, Dexter tiene todo un vestidor (…) Dexter lleva su oscuridad de manera formidable. Es un hombre que ha tomado cierta responsabilidad sobre esa compulsión que tiene. Si matara a gente cualquiera en lugar de a quien se lo merece, no nos caería tan bien. La manera de hacerlo abre una puerta para que nos identifiquemos con Dexter, llegando incluso a sentir afecto por él.”
“Dexter” es estupenda, pero, por supuesto, ha generado que más de un intelectual quisquilloso y políticamente correcto se rasgue las vestiduras ante la glorificación de un asesino. Gentes que repudian la violencia en el cine y la televisión, pero le prenden velitas a San Che Guevara. Gente rara, qué se yo. También ha puesto nerviosas a las ligas de personas decentes a las que, gracias a Dios, no pertenezco.
En “Gamer”, un film futurista protagonizado por Gerard Butler, Michael C. Hall es el malo malísimo Ken Castle. La película, ambientada en el año 2034, presenta un mundo donde la tecnología de control mental se ha popularizado, y un videojuego multijugador en línea llamado Slayers, permite a los jugadores el control remoto de convictos condenados a muerte en sangrientos combates a gran escala. Es horrible, sí. Pero la escena en la que Michael baila “I've Got You Under My Skin” justifica plenamente la hora y media invertida en padecerla.
Gay encantador, asesino en serie irresistible o malo malísimo, Michael C. Hall no tiene desperdicio. Pocas cosas hay en el mundo tan lindas como él. Cuatro, creo: Johnny Depp, Jared Padalecki, Simon Barker y Leonardo DiCaprio cuando era chiquito.
Pero no.
Michael es la más linda.

A las pruebas me remito.