sábado, 24 de diciembre de 2011

LAS VENTAJAS DE HACER EL AMOR EN NAVIDAD


LAS VENTAJAS DE HACER EL AMOR EN NAVIDAD

“Todos los hombres son unos imbéciles y todas las mujeres son unas brujas, pero que no hay nada más bello en el mundo que lo que ocurre entre un imbécil y una bruja cuando se aman...”
Anna Gavalda

La temporada navideña suele ser, para la mayoría de los mortales (por lo menos de los mortales cristianos), una fuente ilimitada de estrés. Hay que comprar regalos, decorar la casa, armar el árbol, decidir dónde será la cena de Nochebuena y quién cocinará qué. Tratar de entrar en un vestido decente y bancarse que las cuñadas apoyen el culo en la silla y de ahí no las mueva ni una grúa, que para lavar los platos y juntar las cáscaras de las nueces estamos nosotras. Soportar las guarangadas de los primos borrachos y pasar demasiado tiempo con la familia, política y no, con todo lo que eso implica para nuestra baqueteada salud mental. También es un momento del año en el que solemos ganar dos o tres kilitos, como consecuencia de comer porquerías y chupar de más.
Para paliar los malvados efectos de esta temporada escabrosa, los especialistas de la web recomiendan algo sencillito y sentador: tener sexo. Porque tener sexo en Navidad tiene ventajas insospechadas. Si no me creen, pasen y lean.
Ventajas de tener sexo en Navidad
1) Alivia el estrés: Tanta tensión acumulada en estas fechas festivas debe ser eliminada de alguna manera. Y qué mejor manera que una buena sesión de sexo, que hará que nuestro sobrecargado cerebro libere dopamina y endorfinas, dejándonos inmersos en una sensación de paz más que necesaria para enfrentar las malas artes de nuestra familia política.
2) Reduce la presión arterial: Y, sí. Las cenas navideñas son ideales para que nos suba la presión. Tanto boludeo, tantas indirectas, tantos parientes borrachos, tanta cañita voladora. Es mucho. Hacer el amor es ideal para que la presión arterial vuelva a su cauce.
3) Quema calorías: Es harto sabido: los mortales desbarrancamos a fines de diciembre. Al carajo con las dietas. Engullimos de todo y en cantidades no recomendadas. Tomamos alcohol, nos atiborramos de confites y frutas secas. Sumamos calorías a diestra y siniestra. Para detener esta suma escandalosa, nada mejor que un alegre revolcón. En una sesión de sexo desenfrenado se pueden perder hasta 5 calorías por minuto. Parece poco, sí. Pero si uno le da a la matraca duro y parejo, la cantidad de calorías eliminadas puede ser considerable y tener una buena incidencia en nuestro desgraciado tête à tête con la balanza.
4) Previene los resfríos: Ya sé. Nosotros, los del hemisferio sur, en diciembre estamos abochornados y no resfriados. Los resfríos navideños son epidemia en el hemisferio norte. Pero también es una ventaja del sexo prevenir esta dolencia leve pero incómoda. Un estudio reveló que las personas que practican sexo de forma habitual tienen más altos los niveles de inmunoglobulina A (IgA), por lo cual su sistema inmunológico está fortalecido y, por lo tanto, mejor preparado para evitar este tipo de enfermedades.
5) Alivia el dolor y la migraña: Después de horas de escuchar suegras, cuñadas, petardos, perros enloquecidos, borrachos pendencieros, bebés pasados de sueño que no se pueden dormir por el quilombo reinante y lloran, lloran y lloran, la cabeza de cualquier cristiano está a punto de estallar. El sexo también sirve para aliviar dolores de cabeza: durante el coito se moviliza gran cantidad de óxido nítrico, que actúa mejorando la circulación periférica, lo que que beneficia especialmente a las migrañas de tipo vascular. 
6) Nos hace felices: Sí, el sexo nos hace felices. Y se supone que en Navidad debemos ser felices. ¿O no es eso lo que nos venden las películas? Cuando hacemos el amor nuestro cerebro libera endorfinas, las hormonas del bienestar y la felicidad, que repercuten en nuestro estado de ánimo y nos ayudan a transitar ese escabroso bosque que es diciembre de la mejor manera posible.
Hasta aquí, las indiscutidas ventajas de tener sexo en Navidad. Que pueden hacerse extensivas al resto del año. Pero como estamos en diciembre y algo hay que decir, nos hicimos eco de todas las notas de la web que promocionan el coito como la gran panacea navideña. Me despido de ustedes poniendo de manifiesto mi insufrible espíritu de contradicción con esta maravillosa frase de Julio Cortázar: “Demasiado tarde, siempre, porque aunque hiciéramos tantas veces el amor la felicidad tenía que ser otra cosa, algo quizá más triste que esta paz y este placer, un aire como de unicornio o isla, una caída interminable en la inmovilidad.”
Buenas tardes.

viernes, 2 de diciembre de 2011

SEIS PELÍCULAS DE TERROR QUE NINGÚN CRISTIANO (NI MUSULMÁN, NI JUDÍO, NI ATEO, NI AGNÓSTICO) DEBERÍA VER JAMÁS: EL HORROR EN LOS TIEMPOS DE NETFLIX


 SEIS PELÍCULAS DE TERROR QUE NINGÚN CRISTIANO (NI MUSULMÁN, NI JUDÍO, NI ATEO, NI AGNÓSTICO) DEBERÍA VER JAMÁS: EL HORROR EN LOS TIEMPOS DE NETFLIX

“Siempre haga que el público sufra tanto como sea posible.
Alfred Hitchcock

El cine de terror siempre fue una de mis grandes pasiones. Empecé a consumirlo a finales de los ’70 con “Viaje a lo inesperado”, ciclo compuesto de largometrajes variados presentados por Narciso Ibañez Menta, primero, y Nathán Pinzón, después, y acrecenté el vicio en la década posterior, cuando la llegada de los video clubes (lugares míticos hoy extintos)  me permitió a acceder a una infinita cantidad de títulos espeluznantes.  La televisión por cable ofreció nuevas posibilidades que incrementaron una adicción que,  en los albores del siglo XXI, cuando en cualquier bolichito pude comprar un DVD trucho por 10 mangos, me regaló horas de felicidad absoluta. Pero la cosa no terminó ahí: el arribo de Netflix siguió alimentando un vicio que se descontroló completamente y me ofreció material más que valioso para escribir una nueva  entrega de la saga “Seis películas de terror que ningún cristiano (ni musulmán, ni judío, ni ateo, ni agnóstico) debería ver jamás”. Porque películas malas hay muchas pero estas son desesperantes.


"MÉXICO BÁRBARO" (2014, MÉXICO)

Me encantan las antologías de terror, aunque debo reconocer que hace años que no veo una que valga la pena. Entre los recuerdos más gratos de mi infancia están las adaptaciones que Roger Corman hizo de los cuentos de Edgard Allan Poe en “Tales of terror” (“Cuentos de terror”, 1962) y Sidney Salkow, de los de Nathaniel Hawthorne en “Twice-Told Tales” (“Cuentos dos veces contados”, 1963), ambos filmes protagonizadas por el maravilloso Vincent Price. Recuerdo con emoción, también, laTrilogy of Terror” (“Trilogía del terror”) que Dan Curtis filmó en 1975, basándose en historias del genial  Richard Matheson. “Torture Garden” (“Las tijeras del diablo”, Feddie Francis, 1967), con guion de Robert Bloch, también hizo las delicias de mi infancia, al igual que “From Beyond the Grave” (“Más allá de la tumba”,  1973), dirigida por Kevin Connor, con relatos de Ronald Chetwynd-Hayes y la actuación de Peter Cushing. “Tales from de crypt” (“Cuentos de la cripta”, Freddie Francis, 1972),  The Vault Of Horror” (“La bóveda de los horrores”, Roy Ward Baker, 1973), “Creepshow” (George Romero, 1982), “Cat's Eyes” (“Los ojos del gato”, Lewis Teague, 1985) y “Tales from the Darkside: The Movie” (“Historias del lado oscuro”, John Harrison, 1990), las tres últimas con intervenciones de Stephen King, son joyitas para ver una y otra vez.
Esta fascinación por las antologías de terror, sumada a la que despiertan en mí las catrinas, hicieron que, entre la variada oferta de películas de terror de Netflix, me decidiera por “México bárbaro”, una antología de ocho cortometrajes que recoge diferentes mitos y leyendas mexicanos. Lamentablemente, el resultado de este experimento no está a la altura de las expectativas que despiertan un título tan prometedor y una premisa sumamente interesante. Si bien algunos cortos se destacan sobre otros, “México bárbaro” es aburrida y banal, y,  en general, está mal dirigida y mal actuada, además de rozar muchas veces el ridículo y el mal gusto.

-“Tzompantli” (Laurette Flores)

Tzompantli  (hilera o fila de cráneos) era un tipo de altar que construían algunas culturas precolombinas del antiguo México. Tenía la base decorada con cráneos tallados en piedra y estacas en la zona superior para ensartar las cabezas de  los cautivos sacrificados con el fin de honrar a los dioses. En este corto, un periodista, que durante su  investigación sobre la desaparición de unos jóvenes entrevista a un narcotraficante, pone en evidencia una espeluznante similitud entre el accionar de los narcos y el de los antiguos sacerdotes aztecas, ya que las cabezas de estos infelices aparecen clavadas en estacas conformando una especie de altar.
“Tzompantli” es, tal como postularía W.B. Yeats, una larga preparación para algo que nunca ocurre (y eso que el corto es cortísimo, valga la redundancia).  Lento y aburrido, “Tzompantli” apenas esboza una historia y desperdicia lastimosamente un material interesantísimo como es el de los sacrificios rituales aztecas. El sonido, además, es espantoso.

-“Jaral de Berrios” (Edgar Nito)

La historia que nos cuenta “Jaral de Berrios” parte de la tradicional hacienda abandonada y, por supuesto, embrujada, tan popular en México. En el corto, dos bandoleros, uno de ellos herido de gravedad, se refugian en una antigua hacienda en ruinas tras dar su último golpe y son ¿atormentados? por un fantasma (o un vampiro, o una presencia diabólica, qué se yo), que se comporta como si fuera parte del casting de “Cincuenta sombras de Grey”. Cosa que a mí me aburre muchísimo. A esta altura de mi vida pocas cosas me resultan menos novedosas que una teta. Y las escenas de sexo demasiado largas me impacientan.
La fotografía de Jaral de Berrios” es muy bella, pero se desluce con una historia soporífera y absolutamente superficial. La morocha en bolas tiene lo suyo, por supuesto, pero yo soy una señora grande cuyo ideal de historia de fantasmas es “Otra vuelta de tuerca”, así que el horror porn no es lo mío.

-“Drena” (Aarón Soto)

“Drena” es un corto delirante que nos cuenta la historia de una chica que encuentra un cadáver en la playa y en lugar de gritar o llamar al 911, le quita al muerto el porro que todavía sostiene entre sus dedos agarrotados. Una vez en su casa, lo enciende y, tras la primera pitada, se apersona en su habitación un demonio que le ordena drenar la sangre menstrual de su hermana si no quiere que le quiten el alma por el culo. La chica obedece y esa es toda la historia.  
Cuentito repulsivo sin el menor sentido, “Drena” es lo peor de “México bárbaro”, y eso que la competencia es feroz.

-“La cosa más preciada” (Isaac Ezban)

“La cosa más preciada” narra la historia de dos enamorados que se instalan en una cabaña en el bosque para pasar una noche especial en la que la chica tendrá sexo por primera vez. Alguien les avisa que tengan cuidado con los aluxes (en la mitología mexicana, el equivalente a los elfos europeos, pero no tan lindos como los de "El Señor de los Anillos"), ya que acostumbran a robar las pertenencias de los visitantes para acrecentar su lista de tesoros. El novio se descuida y un alux secuestra a la chica para quitarle lo que ella considera la cosa más preciada: su virginidad. 
Se supone que “La cosa más preciada” es el segmento de comedy horror de “México bárbaro”. Juega con los clichés de la telenovela mexicana y pretende causar el efecto humorístico de películas ochenteras emblemáticas como “Evil dead”  (Sam Raimi, 1981) o Return of the Living Dead” (El regreso de los muertos vivientes”, Dan O’Bannon, 1985). Pero fracasa estrepitosamente. Porque una violación no es graciosa nunca. Y la mayor parte del corto nos muestra como el alux viola a la chica, con primeros planos de un pene inmundo. Espantoso. 

-“Lo que importa es lo de adentro” (Lez Ortega)

“Lo que importa es lo de adentro” retoma el mito del cuco o el viejo de la bolsa. Nos presenta a una familia de tres, compuesta por la madre, un niño mimado y una niña con retraso mental. La niña le tiene pánico a un vagabundo que ronda el lugar y lo bien que hace, ya que el tipo se dedica a secuestrar chicos, extirparles los órganos y venderlos.
La historia, además de ser mínima, está muy mal actuada. Eso sí, tiene sangre pa’ tirar pa’ arriba.

-“Muñecas” (Jorge Michel Grau)

En este corto, vemos a un misterioso carnicero que persigue a una chica en la zona lacustre de Xochimilco. La captura y la  lleva a la célebre Isla de las Muñecas. Lo que pasa allí, el director  lo deja a nuestro criterio. Pero se cae de maduro que no es distinto a lo que sucede en decenas de películas donde el monstruo es el hombre.
“Muñecas” es un historia que no termina de ser una historia, tremendamente  vacía y aburrida, que, además, comete el pecado de desperdiciar un lugar tan rico en misterios como la Isla de las Muñecas.

- "Siete veces Siete" (Ulises Guzmán)
“Siete veces siete” es, a mi gusto, el mejor corto de “México bárbaro” y lo único más o menos rescatable de la película. Nos acerca al  chamanismo y la brujería, al desierto mexicano, a la venganza  y  a los muertos vivientes. Narra la historia de un narcotraficante que busca vengarse de quien arruinó su vida y, para ello,  realiza un extraño ritual junto a un lago, en el que resucita a su antagonista para volver a matarlo y resucitarlo una y otra vez.
-“Día de los Muertos” (Gigi Saul Guerrero)

“Día de los Muertos” se desarrolla en La Candelaria, un club de striptease que se prepara para celebrar  la mentada fecha, algo que los clientes del local jamás olvidarán. Porque las chicas, maquilladas como catrinas y alegremente en bolas, desatan una matanza demasiado influenciada por Robert Rodríguez y su “Del crepúsculo al amanecer”.
La historia es mínima, una excusa tonta para mostrar lindos maquillajes, culos y sangre. Muy pobre teniendo en cuenta todo lo que puede ofrecer la tradición mexicana alrededor del “Día de los Muertos”.

Resumiendo: no vean “México bárbaro”. Dura casi dos horas y, por momentos, se torna insoportable. Tal como diría algún usuario de Netflix que, como yo, perdió su precioso tiempo con este engendro, esta película no es de horror: es horrenda.


"GHOUL" (Petr Jákl, 2015, REPÚBLICA CHECA)

“Ghoul” es otro (horrible) fake documental.  Pero, además, es otra (horrible) película donde todo sucede en una cabaña perdida en el bosque. Y otra (horrible) película donde la estrella del show es una tabla ouija usada irresponsablemente por un grupo de jóvenes estúpidos. Narra la historia de tres estadounidenses interesados en hacer un documental sobre los caníbales del siglo XX, que viajan a Ucrania para investigar los mitos y verdades que rodean a la terrible hambruna que azotó al lugar en 1932. Una vez allí, se entrevistan con un señor de cara aterradora que es, supuestamente, un caníbal consumado. El hombre les indica que lo esperen en una cabaña perdida en el bosque, a la que los tres ingenuos marchan gozosamente, acompañados por una traductora, un chofer y una bruja local que, vaya uno a saber con qué intenciones, se suma a la expedición. Una vez allí, cansados de esperar al caníbal que nunca llega, se ponen a jugar con una tabla ouija y liberan a un espíritu aterrador: el de Andrei Chikatilo, el famoso asesino en serie, nacido en Ucrania en 1936. Chikatilo nació después de la hambruna pero, durante su infancia, su madre solía contarle como, en 1932, su hermano mayor Stepán había sido secuestrado, asesinado y comido.
“Ghoul” es una copia bastante descarada de “The Blair Witch Project”, un bodrio que puso de moda las películas de found footage (filmación encontrada) y estropeó al cine de terror para siempre.  Cuenta con los infaltables sobresaltos por falsas alarmas, las inexplicables corridas por el bosque, las insufribles sesiones con la tabla ouija para comunicarse con los fantasmas, y todos los clichés del género.  Además del ambiguo cartelito que reza “Inspirada en hechos reales”. Las actuaciones son desastrosas.
De lo pior, pior. Ni se molesten. 


“CEMENTERIO GENERAL” (Dorian Fernández-Moris, 2013, PERÚ)

“Cementerio general” es la primera película peruana que vi en mi vida. Y la vi precisamente por eso: entre tanta porquería yankee repitiendo las mismas fórmulas hasta el cansancio, me pareció interesante ver qué hacían en Perú con el bastardeado cine de terror. Por desgracia, “Cementerio general”  es otra película  de found footage y otra película de tablas ouijas. Últimamente no pego una.
La historia cuenta como un grupito de adolescentes (Andrea, Gabriel, Mayra y Pablo) y una niñita (Eva) se internan de noche en un cementerio para comunicarse con el padre recientemente fallecido de Andrea y Eva. Mayra es la encargada de llevar la tabla ouija que permitirá la comunicación. Pero el padre de las desoladas huerfanitas brilla por su ausencia y un demonio posee a Eva, situación inesperada que desemboca en huidas por el cementerio,  gritos, caídas y una suma insoportable de lugares comunes registrados por la cámara de Pablo. Cuando ya estamos lo suficientemente hartos de las corridas y de esa puta cámara que no se queda quieta un segundo, la trama da un giro: la tabla usada en la ceremonia no era una ouija común sino una creada para comunicarse con los demonios. Mayra quería vengarse de su amiga ya que su padre la había abandonado luego de pescar a su esposa in fraganti con el progenitor de Andrea (antes de que espichara, aclaro). Eva mata a Mayra y, a continuación, también estira la pata. La película podría haber terminado acá y hubiera sido lo suficientemente mala. Pero no.  La quisieron peor. El espíritu de Mayra sigue sediento de venganza.  Y se carga a sus ex amigos sin ninguna culpa.
Cementerio general” es una película muy, muy precaria. Las actuaciones son malísimas (el único más o menos rescatable es el actor que interpreta a Gabriel, el chico bonito; los demás son bochornosos).  La historia da pena. No pierdan una hora  y media de sus vidas con este desacierto. 


“CONTRACTED” (Eric England, 2013, EE. UU.)

Samantha es una chica lesbiana que rompe con su novia y recala en una fiesta donde, después de beber y drogarse, termina teniendo sexo sin protección con un desconocido. Después de este encuentro, la chica comienza a experimentar síntomas extraños. Su vagina empieza a sangrar, su cabello y sus uñas se caen, sus dientes se pudren y su humor se torna cada vez más agrio. El ilustre desconocido que le contagió eso había tenido antes sexo con una mujer muerta, pero Samantha no lo sabe, porque, a pesar de que tiene claro que se está pudriendo en vida como consecuencia del encuentro sexual que tuvo con el tipo, jamás se molesta en averiguar quién es ni en buscarlo.
La película es repulsiva pero no es eso lo que tiene de malo. Si un filme de terror se llama “Contracted” es obvio que no va a ofrecer escenas de Heidi retozando en los Alpes. El problema de “Contracted” es lo tremendamente inverosímil y ridículo que es el guion. La chica tiene una hemorragia vaginal brutal y en lugar de ir corriendo a un hospital, se levanta y se va a trabajar como si nada. Se maquilla mientras se le caen los dientes y el pelo (cosa que nadie a su alrededor parece notar). Se va a dormir tranquilamente luego de vomitar sangre. Cuando por fin se decide a ir al médico, se topa con un tipo que le da un discurso acerca de lo inconveniente que es tener sexo sin protección y ni se entera de que su paciente parece escapada de “The Walking Dead”.
Como si las ridiculeces del guion no fueran suficientes para hacer de “Contracted” una película fastidiosa de ver, los actores son realmente patéticos. Malos, malos. Una pérdida de tiempo total.


“LUNA DE MIEL” (Diego Cohen, 2015, MÉXICO)

“Luna de miel” cuenta la historia de Jorge, un médico de carácter introvertido, que se obsesiona con Isabel, su vecina joven y recién  casada, a quien acaba secuestrando y sometiendo  a todo tipo de torturas. La película, que se puede clasificar como torture porn, es absolutamente previsible y predecible, infinitamente aburrida, con un final ridículo pero que se agradece: lo mejor de este bodrio es que termine.
Como si la lamentable historia que ofrece “Luna de miel” fuera poco, el director de la película eligió para interpretar a Isabel a una actriz realmente pésima. Linda morocha, sí, pero de lindas morochas está el mundo lleno. Y debe haber unas cuantas que actúen mejor que ésta (para lo que no hay que esforzarse demasiado: he visto mejores actrices vendiendo empanadas en los actos del 25 de mayo de la escuela de mi hijo). Tampoco suma nada a la película la banda sonora, totalmente desacertada.
De lo peorcito que vi en mi vida.


"SPEAK NO EVIL" (Roze, 2013, EE. UU.)

Speak No Evil” se centra en Anna, una madre soltera,  que descubre que su pequeña hija ha desaparecido y va por el mundo gritando  porque nadie la ayuda a encontrarla. Pero la hija de Anna no fue la única que se esfumó: todos los niños del pueblo se hicieron humo. Y cuando reaparecen, se comportan como animalitos rabiosos con muchas ganas de merendarse a sus mayores.
Personajes que deambulan de aquí para allá buscando a tal y/o huyendo de cual, gritos y más gritos, visiones de un ridículo demonio que corta lenguas y niños vomitando tinta negra hacen de “Speak No Evil” una experiencia realmente insoportable. No la vean. 

Ya sé lo que están pensando, amables lectores: que algunas de estas películas son de bajo presupuesto y eso atenta contra las virtudes de las mismas. Les concedo que la falta de dinero influya en la calidad de los efectos especiales, por ejemplo. Pero no tiene absolutamente nada que ver con los atributos de la historia o el talento de quienes la interpretan y dirigen. 
Hasta aquí, mis queridos, todo lo que tenía para decir por hoy. Me despido de ustedes con un pensamiento del escritor, novelista, guionista y periodista estadounidense Richard Matheson: "Un horror acumulado termina por ser una costumbre."

Buenas tardes.