martes, 28 de febrero de 2023

CRÍMENES DE HOLLYWOOD: REBECCA SCHAEFFER

Imagen relacionada

CRÍMENES DE HOLLYWOOD: REBECCA SCHAEFFER

"Nunca se entra, por la violencia, dentro de un corazón."
Molière

Rebecca Lucile Schaeffer fue una actriz estadounidense, conocida principalmente por su papel en la sitcom "My Sister Sam" Fue acosada y luego asesinada por un fan obsesivo que la acechó durante tres años.

Resultado de imagen para rebecca schaeffer

REBECCA SCHAEFFER: UN POCO DE HISTORIA

Rebecca Schaeffer nació el 6 de noviembre de 1967, en Eugene, Oregón, única hija de un psicólogo infantil, Benson Schaeffer, y una escritora, Danna Wilner. Se crió en Portland, donde asistió a la Lincoln High School. De pequeña aspiró a ser rabina y,ya adolescente, trabajó como modelo, apareciendo en diversos anuncios y como extra en un telefilme. En agosto de 1984, sus padres le permitieron mudarse a la ciudad de Nueva York para seguir una carrera de modelo. 
A fines de 1984, Rebecca consiguió el papel de Annie Barnes en "One Life to Live", durante un período que duró seis meses. Durante este tiempo, intentó ampliar sus perspectivas de modelado, pero no era lo suficientemente alta para la alta costura y tuvo dificultades para conseguir trabajo. En 1985, se mudó a Japón con la esperanza de encontrar más trabajos de modelo, pero también allí tuvo dificultades debido a su estatura. Regresó a la ciudad de Nueva York y decidió enfocarse en su carrera de actriz. En 1986 hizo un pequeño papel en la película de Woody Allen "Radio Days", pero casi todas sus escenas fueron eliminadas. Después de llegar a la portada de la revista "Seventeen", fue seleccionada para el papel de Patti Russell en la sitcom "My Sister Sam", muy exitosa en su primer año de emisión, pero cancelada a mediados del segundo. Después de "My Sister Sam", Rebecca Schaeffer tuvo papeles secundarios en la película para televisión "Out of Time" (Robert Butler, 1988), y en las producciones de Hollywood "Scenes from the Class Struggle in Beverly Hills" (Paul Bartel, 1989) y "The End of Innocence" (Dyan Cannon, 1990). También se desempeñó como portavoz de la organización benéfica para niños "Thursday's Child".

Resultado de imagen para rebecca schaeffer dead

LA MUERTE DE REBECCA SCHAEFFER


Robert John Bardo se obsesionó con Rebecca Schaeffer luego de que su objeto de interés,  la activista por la paz Samantha Smith, de 13 años, muriera en un accidente aéreo en 1985. Le escribió numerosas cartas, una de las cuales fue contestada por un empleado de la actriz. 
En 1987, Bardo viajó a Los Angeles con la esperanza de reunirse con Rebecca en el set de "My Sister Sam", pero fue rechazado por la seguridad del lugar. Enojado, regresó un mes más tarde armado con un cuchillo, pero nuevamente los guardias de seguridad le impidieron el acceso al set donde trabajaba la actriz. Bardo regresó a su ciudad natal, Tucson, se olvidó de Schaeffer por un tiempo, y empezó a ocuparse de las cantantes pop Madonna, Debbie Gibson y Tiffany.
En 1989, después de ver la película "Scenes from the Class Struggle in Beverly Hills", en la que Rebecca aparecía en la cama con un actor, Bardo se enfureció y decidió que debía ser castigada por ser "otra puta de Hollywood". Después de enterarse de que Arthur Richard Jackson, un hombre que acosó y apuñaló a la actriz Theresa Saldana (también en West Hollywood) en 1982, había usado un investigador privado para obtener la dirección de la mujer, se acercó a una agencia de detectives en Tucson y les pagó $ 250 por localizar la dirección de la casa de Rebecca en los registros del Departamento de Vehículos Motorizados de California (DMV). Su hermano lo ayudó a conseguir una pistola Ruger GP 100 calibre 357, ya que por ese entonces era menor de edad. 
Bardo viajó a Los Angeles por tercera vez y, después de ubicar el apartamento de Rebecca Schaeffer, vagó por el vecindario preguntando a los transeúntes si la actriz realmente vivía allí. Luego se acercó al porche y tocó el timbre. Rebecca, quien se estaba preparando para una audición para un papel en "The Godfather Part III", abrió la puerta y tuvieron una breve conversación, durante la cual  Bardo le mostró a una carta y un autógrafo que la chica le había enviado tiempo atrás y ella le pidió que no regresara a su casa. 
Robert John Bardo se retiró y  fue a desayunar a un restaurante local cercano. Una hora después,  regresó al departamento de Schaeffer y cuando la actriz abrió la puerta le disparó a quemarropa. Rebecca se derrumbó en su puerta sangrando mientras Bardo huía. Un vecino llamó a los paramédicos, que llegaron para transportarla al "Cedars-Sinai Medical Center", donde fue declarada muerta treinta minutos después de su ingreso. Al día siguiente, Bardo fue arrestado e inmediatamente le confesó el asesinato. Fue juzgado y condenado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
Robert John Bardo llevaba consigo un ejemplar de "The Catcher in the Rye"  ("El guardián entre el centeno"), de J. D. Salinger,  cuando asesinó a Rebecca Schaeffer. Mientras huía, lo arrojó al techo de un edificio. Más tarde insistió en que era una coincidencia y que no estaba emulando a Mark David Chapman, quien también llevaba consigo una copia cuando mató a John Lennon el 8 de diciembre de 1980.
Luego del asesinato de Schaeffer, las leyes de California concernientes a la cesión de información personal a través de la DMV fueron cambiadas de forma drástica. 

Resultado de imagen para Moonlight Mile

MOONLIGHT MILE

Al momento de su muerte, Rebecca Schaeffer estaba saliendo con el director y guionista sw cine Brad Silberling, quien el año 2002 plasmó la pérdida de su pareja y su necesidad de seguir adelante en la película "Moonlight Mile", protagonizada por Dustin HoffmanJake Gyllenhaal Susan Sarandon.
La película narra la historia de Joe Nast (Jake Gyllenhaal), quien se ve obligado a cambiar sus planes de boda debido a la pérdida inesperada de su prometida,  asesinada en un restaurante por el marido de una empleada. Luego del trágico suceso, el joven intenta estar a la altura de lo que se espera de él y  ser el apoyo de sus suegros Ben y Jojo Floss (Dustin Hoffman y Susan Sarandon), con los que continúa viviendo, hasta que conoce a una bella joven por la que se sentirá profundamente atraído y debe elegir entre cumplir con el papel que tenía asignado o hacer caso a lo que le dicta su corazón.

Hasta aquí, amables lectores, todo lo que tenía para ofrecerles hoy. Me despido de ustedes con unas palabras de Martin Luther King: "El hombre nació en la barbarie, cuando matar a su semejante era una condición normal de la existencia. Se le otorgo una conciencia. Y ahora ha llegado el día en que la violencia hacia otro ser humano debe volverse tan aborrecible como comer la carne de otro".

Buenas tardes.

martes, 14 de febrero de 2023

CASADAS HACE MIL: ¿QUÉ HACEMOS CON SAN VALENTÍN?


 CASADAS HACE MIL: ¿QUÉ HACEMOS CON SAN VALENTÍN?

"La vida es una larga preparación para algo que nunca ocurre."
W.B. Yeats.

Llega San Valentín y, como todos los años, revistas y sitios webs femeninos se convierten en una azucarada pasarela donde desfilan bombones, besos de película y corpiños colorados. Hay cientos de notas dedicadas a la celebración del Día de los Enamorados, que nos dicen cómo vestirnos el 14 de febrero, qué regalar, qué comer y qué películas ver, y montones de test para descubrir si el señor con el que compartimos colchón (a veces a regañadientes) es, en realidad, el amor de nuestras vidas. También hay, por supuesto, notas que apoyan, contienen y aconsejan a la pobre mina que está soltera en San Valentín, cosa que me parece muy bien, pero debo decir que nadie, absolutamente nadie, se acuerda de otra mina más pobre todavía (porque seguro es mucho más gorda y mucho más vieja): la que está casada en San Valentín. Y no casada hace uno o dos  añitos y todavía tiene ganas de encender una velita o calzarse una tanga roja.  Casada hace mil. Y es espectadora de esta empalagosa celebración con una mezcla dramática de envidia y asquito.
Para ella, para la pobre casada que sabe que todo este asunto del Día de los Enamorados es una reverenda pelotudez pero no puede dejar de sentir un dejo de desolación cuando, haciendo zapping, recala en el canal donde Ryan Gosling apretuja con frenesí a Rachel McAdams, va este subversivo opúsculo que recrea una nota aparecida en el sitio web del diario El País en febrero de 2016 y se intitula “Aparta, Cupido: celebremos el anti San Valentín”. Porque la cosa no se trata de dejar de celebrar: se trata de llevarle la contra a la mayoría. Como siempre.

TIPS PARA CELEBRAR EL ANTI SAN VALENTÍN

-Sacar afuera tu yo sorprendente

En E.E. U.U., el país donde el Día de los Enamorados se celebra con más ímpetu, se festeja también, hace ya más de una década, un San Valentín alternativo bautizado como Quirkyalone Day. Algo así como el Día del Solitario Estrafalario, que no propone celebrar la fecha en soledad, sino abrir nuestra mente a la sorpresa. No importa si somos solteras, casadas o el amor de nuestra vida es nuestro perro. Lo que busca este festejo es una alternativa en positivo para celebrar el romanticismo, la libertad y la individualidad, que resulte, además, un buen antídoto a la versión marketiniana que nos venden de San Valentín. Las ideas que proponen son fáciles en concepto y ejecución, aunque a mí no me convencen demasiado, porque las encuentro poco festivas, insuficientemente estrafalarias y nada sediciosas: salir a pasear por una zona de nuestra ciudad que aún no conozcamos (premisa maravillosa si una vive en París pero irrealizable si vegeta en Avellaneda, porque el único lugar de Avellaneda que no conocemos es Villa Sapito y la verdad que muchas ganas de ir no tenemos), probar a dejarnos el celular en casa (cosa que una hace todo el tiempo, sin necesidad de portar talante festivalero), preparar una receta que aún no hayamos probado (o sea, cocinar, actividad que llevamos a cabo durante todo el puto año), cambiar los muebles de sitio (boring) o incluso organizar una fiesta adulta de pijamas (¿cuánta gente lo suficientemente ridícula conocemos como para engancharse en ésta?).   
Dicen los celebradores del Quirkyalone Day  que el efecto terapéutico de las actividades previamente enumeradas es inmediato. Permítanme dudar de su palabra y presentar mi propia lista de propuestas para que las casadas hace mil podamos sacar afuera nuestro yo sorprendente:
-Salir a pasear por una zona de nuestra ciudad que sí conocemos y donde casualmente viven los vecinos que suelen traer a sus mascotas a defecar a nuestra sufrida vereda. Llevar a nuestros animalitos para pagarles con la misma inmunda moneda o, en su defecto, hacernos de una buena provisión de yerba usada, cáscaras de banana y otras porquerías por el estilo para decorar amorosamente y con espíritu festivo el frente de sus casas.
-Darnos el gusto de una vez por todas y estrellar el celular contra la pared que nos resulte conveniente. Basta de llamadas de números desconocidos ofreciéndonos cosas que no queremos y de grupos de WhatsApp compuestos por gente que no tiene nada que hacer y manda boludeces a las tres de la mañana. 
-No cocinar. ¿Quieren comer? Vayan a la fonda, como diría mi abuela. 
-Dejar que los muebles donde están. Y si juntan polvo, mejor.
-No organizar fiesta alguna. No necesitamos juntarnos con un puñado de adultos tan desengañados como nosotras.
-Conseguir una botella de algo. O dos.

-Enviar purpurina por venganza a un ex

Este movimiento causa furor en el extranjero y consiste en enviar a nuestro ex un sobre con millones de partículas en su interior de ese polvo finísimo y brillante, tan difícil de limpiar. Parece que esta es la mejor manera de salpicar con  nuestro odio a los imbéciles que nos abandonaron o nos metieron los cuernos. Aunque ustedes no lo crean, hay una página web (Ship Your Enemies Glitter) que por la módica suma de 10 dólares se ofrece a realizar el trámite.
Nosotras, las casadas hace mil, sabemos muy bien que nuestros ex no son nuestros enemigos. Han tenido el decoro de desaparecer de nuestras vidas antes de convertirse en maridos, y eso se agradece. Nuestro verdadero enemigo está en casa y no hay purpurina que alcance para hacerlo pagar por todos estos años de tribulación y bostezos. Además, el guacho no vale los 10 dólares ni ahí.

-Sumarse al movimiento anti San Valentín

Hay varios grupos en Facebook que incitan a una rebelión masiva contra Cupido y su estúpido Día de los Enamorados (como Cupid Sucks Anti San Valentín). A través de ellos podemos informarnos de las actividades anti San Valentín que se organicen en localidades aledañas a la nuestra. Según la nota de El País, acercarse a estos grupos sólo ofrece ventajas: entre los anti San Valentín puede surgir algún baboso que le ponga likes consuetudinarios a nuestros gift y memes y, por obra y gracia del amor y a costillas nuestras, se convierta en un pro San Valentín.
También podemos elegir ostentar nuestro orgullo antiamor celebrando el 13 de febrero el Día del Soltero. Este agasajo empezó como una iniciativa para encontrar pareja y derivó en una reivindicación de la soltería, estado civil que muchos juzgan ideal.  La comunidad online que organiza planes para este día es cada vez más nutrida: para sumarse a ella basta con poner en el buscador de  Facebook  Día del Soltero.
A las casadas hace mil, estas comunidades anti San Valentín no nos sirven, por una sencillísima razón: sus integrantes son damas y caballeros sub 30 o a lo sumo sub 35, en general desengañados por un romance que no llegó  a buen puerto pero con la secretísima ilusión de volver a estar en pareja, no importa cuántos memes o gift insurgentes posteen. Nosotras somos mucho más viejas que ellos y estamos hartas en serio. No tenemos ni la energía ni la fuerza de voluntad para deshacernos del masculino que supimos conseguir, pero si el destino se encargara por nosotras de este engorroso menester, no querríamos volver a ver a un hombre ni en figuritas. El que se quema con leche, ve una vaca y llora. Y quemarse con leche es algo mucho más serio que  divorciarse después de dos escasos años de matrimonio o soportar que un pavote sin agallas nos abandone por WhatsApp. Mucho más serio.

-Organizar un cinefórum para ver "My  Bloody Valentine”  

Reunirnos con otra gente que reniega del Día de los Enamorados a ver My Bloody Valentine” ("Sangriento San Valentín", George Mihalka, 1981) o cualquier otra película que sirva como antídoto a las reposiciones de comedias románticas con las que nos bombardean el 14 de febrero es una buena opción. Según El País,  la idea es convocar a parejas, solteros, amigos y vecinos a ver cine que defenestre a San Valentín y organizar un coloquio posterior para explayarnos sobre la película con el mismo rigor con el que hablaríamos del cine de John Ford.  Además de My  Bloody Valentine”   sirven para esta graciosa actividad filmes como “X-Ray” (“Rayos X”, Boaz Davidson, 1981), “Valentine” (“Un San Valentín de muerte”, Jamie Blanks, 2001), “The Loved Ones” (“Seres queridos”, Sean Byrne, 2009) y  “A Horrible Way to Die” (“Una manera horrible de morir”, Adam Wingard, 2010), aunque yo recomiendo la remake de “My Bloody Valentine” del año 2009 (Patrick Lussier) porque al finalizar la película podemos debatir horas y horas acerca de lo lindo que es Jensen Ackles (y, sí: estamos hartas pero ciegas no somos).

-Si nada de esto funciona, tomarnos el palo 

Irse a la miércoles es siempre una buena elección en fechas estresantes como San Valentín, Pascuas, Navidad, etc. El País nos aconseja evitar los epicentros del amor como París, Venecia o Londres (si tuviéramos la posibilidad de viajar a París, Venecia o Londres no estaríamos quejándonos de la vida en un blog que no lee nadie) y sorprendernos visitando ciudades fuera de las rutas preestablecidas para el Día de los Enamorados. Para las solteras, las tres ciudades con mayor garantía de éxito son, según un informe de  The ASW Globalist, Shanghai, Estocolmo y Melbourne. Para los solteros, según The Richest,  Río de Janeiro, Miami y Bangkok. Según la BBC, las cinco ciudades estrella para conseguir  palenque ande ir a rascarse son Buenos Aires, Austin, Copenhague, Montreal y Ciudad del Cabo.
Las casadas hace mil ya tenemos palenque. Lo que queremos es huir. Mandarnos a mudar a un lugar donde jamás puedan encontrarnos. Yo estoy entre  Ittoqqortoormiit (Groenlandia) y Adamstown (Islas Pitcairn).

Hasta aquí, mis queridas, la recreación de la nota anti San Valentín publicada el sitio web del diario El País. Bonita nota de la que se deduce que el 75 % de los anti San Valentín están desesperados por dejar de serlo. El otro 25 % somos nosotras.
Me despido de ustedes con una frase del financista, filántropo y asesor político estadounidense Bernard Baruch, aplicable a la elección de marido, presidente o pareja para jugar al truco: Confía en el hombre que prometa menos; será el que menos decepcione.”

Buenas tardes. 

martes, 7 de febrero de 2023

SANTOS CELOS


SANTOS CELOS

“Ligerezas como el aire son para el celoso fuertes confirmaciones, como un testimonio de las sagradas escrituras.” 
William Shakespeare

Hace algún tiempo, víctima de la inspiración o del aburrimiento, me embarqué en la feliz tarea de poetizar todas mis relaciones amorosas, sin importar cuáles fueran las características de las mismas (chichoneos, noviazgos, amantazgos, concubinatos, etc.). Las malas lenguas sostienen que fue una tarea ciclópea pero nada que ver: en una semanita, más o menos, el asunto estuvo finiquitado. El primer poema de la saga estuvo dedicado a un romance fugaz que tuve en 1981, cuando contaba con candorosos trece años y jugué a ser la novia de un compañerito de escuela. La relación duró sólo tres semanas, tiempo suficiente, sin embargo, para concretar románticas caminatas otoñales desde la escuela a la parada del bondi e ir al cine a ver “El gran dictador” de Chaplin (sin el final, porque ante la inminente culminación de la cita, ya que el permiso para la misma extinguía a las 6 de la tarde, fingí un dolor de estómago para poder salir del cine a tiempo). En esta relación cuasi platónica no hubo ni besos ni ningún otro tipo de acercamiento físico, así que el poema resultante de la misma fue absolutamente diáfano y de una inocencia descollante. Emocionada por el recuerdo, no tuve mejor idea que remitirle el escrito al protagonista masculino de la historia, imaginando que la evocación de un tiempo tan límpido iba a resultarle tan grata como a mí y dando por sentado que un poema tan cándido no podía ofender a nadie. Craso error: el involucrado en el romance ochentoso reaccionó ante mi obra de manera feroz (imagino yo, azuzado por una esposa o concubina celosa hasta el tuétano) y estampó en mi muro de Facebook una serie de improperios e imputaciones, culpándome por provocar desavenencias  en su pareja y tratándome de desubicada, swinger y otras ternezas (ignorando, por supuesto, que los swingers me parecen de lo más insulsos y que lo mío es la clandestinidad). El estupor ante la violenta diatriba dirigida a mi persona no me permitió ningún tipo de reacción. Los que si reaccionaron fueron mis amigos de Facebook, que se burlaron del señor ofendido de manera escandalosa, acusándolo de tener el coeficiente mental de Bob Esponja y la sensibilidad del Carnicero de Milwaukee, además de ser un pollerudo inmundo. Tanto verdugueo logró que mi amor de la adolescencia huyera despavorido del Face y que mi poema fuera conocido, entre vecinos y familiares, como el que puso de los pelos al pavote de Martín.
De esta anécdota más bien intrascendente se desprenden dos verdades irrefutables:
A) La gente envejece pero no cambia. El que fue un nabo a los trece años (por algo la relación duró sólo tres semanas) a los cuarenta será, sin ninguna duda, una hortaliza de mayor envergadura.
B) Los celos son una emoción tan malsana que hace que los celosos (y, en casos como éste, los celados) tengan conductas psicopáticas.
De esta dos premisas, es la segunda la que vuestra servidora desarrollará en este opúsculo esclarecedor, que disertará, por supuesto, sobre los celos femeninos. A ver si con toda esta cháchara nos ubicamos un poquito.
Los celos son, según la Wikipedia,  una respuesta emocional compleja y perturbadora, que surge cuando una persona percibe una amenaza hacia algo que considera como propio. Hablando en criollo,  son la sospecha insoportable (casi siempre sin fundamentos) de que la persona que amamos está a punto de cambiarnos por otra más joven, más linda, más flaca o menos hincha pelotas. No tienen absolutamente nada que ver con el amor: son una muestra patética de baja autoestima y locura galopante. Que molesta y nos molesta. Que hace sufrir al pobre Cristo al que celamos y nos hace sufrir a nosotras. Y que, en el peor de los casos, empuja a nuestra media naranja a los brazos de cualquier advenediza: si lo van a volver loco, que sea con motivos, razona cualquier masculino acosado. Y lo bien que hace.

TIPOS DE CELOS

En su libro "¿Por qué cuernos me engañaste? Todo lo que hay que saber sobre la infidelidad", Ana Von Rebeur habla de diez tipos de celos diferentes. Hete aquí la lista elaborada por la escritora:

1) CELOS POR ATENCIÓN: Este tipo de celos aparece cuando la celosa siente que su pareja no le presta suficiente atenciónSu inseguridad (la insoportable inseguridad de todos los celosos del mundo) hace que dependa enfermizamente de lo que los otros (especialmente el objeto de sus desvelos amorosos) opinen de su persona. Pretende que su partenaire esté todo el tiempo pendiente de lo que hace y que la estimule con sonrisas, gestos amorosos y oportunos elogios. La celosa asume frente al celado la incómoda posición de una foca amaestrada a la que hay que tirarle un pescadito cada tanto para que sepa que está haciendo las cosas bien y que sus esfuerzos son correctamente recompensados. Feo, feo.

2) CELOS POR BAJA AUTOESTIMA: Vuestra segura servidora opina que todos los celos tienen como base una baja autoestima, pero parece que unos responden a autoestimas más reducidas que otros. Cuando la celosa se siente poca cosa imagina que el celado se cruzará en cualquier momento con una persona fabulosa que lo hará tomar conciencia del mamarracho de pareja que tiene. Cierto es que las relaciones humanas son dinámicas y que el mundo todo está lleno de potenciales rivales que pueden arrebatarnos al señor que supimos conseguir, pero, si no queremos que eso suceda, lo peor que podemos hacer es informar al susodicho de la pobrísima opinión que tenemos sobre nuestra persona. Ya lo dijo la filósofa Mirtha Legrand: “Como te ven te tratan. Y si te ven mal, te maltratan.”  Dicen quienes quieren tranquilizar a las mujeres enceladas que habrá rivales, sí, pero ninguna será Liv Tyler. Digo yo, que busco que esas mujeres enceladas reaccionen de una puta vez y se dejen de joder: “¿Y si es Liv Tyler QUÉ? ¿Acaso ella es capaz de escribir un poema que arme el quilombo que armó el mío? Naaaaaa.”

3) CELOS POR NECESIDAD DE CONTROL: Cualquier celosa que se precie ve la independencia de su pareja como una amenaza latente. Imagina que esa independencia es un excelente caldo de cultivo para la perfidia y la traición. Por eso necesita tener control absoluto sobre los movimientos de su media naranja. Saber a qué hora sale, a qué hora entra, de dónde sale y a dónde entra. Estas féminas insoportables han visto azuzado su comportamiento malsano por los avances tecnológicos: el maldito celular es un arma de vigilancia absoluta. Permite que la celosa controladora atosigue a su pareja pidiendo horarios, ubicaciones y comportamientos. Otro artilugio taimado de control es la calcomanía con la muchas ornamentan la retaguardia de los  automóviles de sus sufridas parejas: papá, mamá, dos nenes, el perro, el gato y la tortuga. Cosa de que quede bien clarito que la persona sentada al volante está comprometida.

4) CELOS POR REGRESIÓN: La celosa, segura de que no vale dos mangos, se “pega” a su pareja, asumiendo que no podría existir sin su apoyo. Se convierte en una niñita dependiente, pone su felicidad y su estabilidad emocional en las manos del otro, lo inviste de autoridad, transformándolo en un sucedáneo de mamá o papá, que tiene la potestad de mandarla a un rincón en penitencia, dejarla sin postre o prohibirle ver su programa de TV favorito. La celosa actúa como si tuviera cinco años y pretende que el celado la contenga y se haga cargo de sus frustraciones e inseguridades. Tarea que ninguna persona que se embarca en un romance debe asumir.

5) CELOS PORQUE A LA CELOSA “LE FALTA ALGO”: Hay celosas que sienten que sus parejas no colman sus necesidades (que son, por supuesto, excesivas). Sienten, además, que los otros poseen cosas que ellas no tienen ni tendrán nunca. Esta insatisfacción y la fantasía de que el otro es colmado en sus expectativas y lo tiene todo son el sustrato ideal para que los celos se arraiguen.

6) CELOS POR PROYECCIÓN: La proyección es el mecanismo psicológico a través el cual ponemos en el otro los sentimientos que no queremos reconocer como propios.  Como diría mi profesor de Biología de 1º año: “La Vacca de Provenza como las hace las piensa.” O, más sencillamente, el ladrón juzga por su condición. Una celosa proyectiva es, en el mejor de los casos, una infiel en potencia. Y, en el peor, una infiel consumada. Como ella fantasea con otro tiene la certeza de que su hombre también lo hace. Y lo acusa constantemente de conductas que le son propias.

7) CELOS POR POSESIVIDAD: Las señoras posesivas pretenden disponer de los actos y los sentimientos de sus hombres como si estos fueran simples objetos de su pertenencia. Necesitan poseerlos y, si notan que sus pretensiones naufragan, son capaces de destruir a su amado porque, si no es de ellas, no será de nadie.

8) CELOS POR FALTA DE AMOR: Dicen que la diferencia entre la envidia (otra emoción de lo más dañina) y los celos es que, cuando envidiamos, deseamos de la peor manera algo que no tenemos y, cuando celamos, tememos perder algo que consideramos nuestro.  La falta de amor (casi siempre imaginaria) hace que la celosa sienta que la pérdida de su compañero sea inminente. La celosa se convierte en una criatura desprotegida que depende de su pareja para vivir pero que no tendría ningún empacho en destruirla por no estar ahí cuando la necesita con urgencia. Como la celosa mide los comportamientos ajenos con su retorcida vara, cree que la confianza que su pareja deposita en ella es falta de interés. Y, la falta de interés es vivenciada como falta de amor. Todos escuchamos alguna vez a una pavota diciendo con cara de circunstancia adversa: “Si no me cela un poquito, no me quiere.”

9) CELOS POR IDEALIZACIÓN: Es una verdad irrefutable que el enamoramiento trae aparejada una idealización desmesurada del objeto de nuestro desvelo, que se va desvaneciendo con el paso del tiempo para dar paso a una valoración más real de nuestra pareja que nos aleja de las figuritas de Sarah Kay pero nos acerca a una forma de amor más sana y madura. La señoras acomplejadas, con una lamentable opinión de su persona, no pueden sustraerse a esta idealización y viven celosas, imaginando que cualquiera puede ofrecerle a su pareja algo más que lo que ellas le ofrecen y que esa pareja merece el algo más. Sucede también que la envidia hace que la idealización sea extensiva a todas las posibles rivales, a las que la celosa verá como pérfidas Angelinas, aún cuando las mismas sean parientas lejanas de la bruja Cachavacha.

10) CELOS DELIRANTES: Los celos delirantes son los más infundados de todos y acaban con los cuernos por prevención, que son los que una le mete a su pareja sospechando que, tarde o temprano, la misma será infiel y adelantándose a esta temida catástrofe.

Más allá de la lista de tipos de celos que nos ofrece Ana Von Rebeur, existe otra clasificación, la realizada por psiquiatras, psicólogos y especialistas en el tema:

1) CELOS PATOLÓGICOS: Los celos patológicos son celos  totalmente infundados. Son un rasgo permanente en ciertas féminas enloquecidas que han celado, celan y celarán a todos los hombres con los que compartieron, comparten y compartirán colchón a lo largo de su historia. Poseen un alto grado de insatisfacción y  posesividad. Quienes los experimentan son inseguros y temen no poder adaptarse a cualquier cambio que se produzca en sus vidas.
La celosa patológica busca controlar a su pareja y digitar su forma de sentir, pensar y actuar. Vive insatisfecha y no hay prueba de amor que la colme y la deje tranquila, aunque sea por un ratito. Adhiere a la loca idea de que cuanto más se sufre más se ama y no tiene problema en sufrir como una parturienta imaginando las mil y una formas en las que su amorcito le  colgará la galleta. Nunca se siente suficientemente amada ni aceptada y, dada la violencia emocional que los celos aportan a las relaciones de pareja, es incapaz de crear un vínculo amoroso real.

2) CELOS REACTIVOS: Los celos reactivos son los que se sufren en una relación específica y responden, generalmente, a infidelidades pasadas que no han podido superarse o a la falta de compromiso de uno de los integrantes de la pareja, que genera en el otro miedos e inseguridades. 
Es muy común la existencia de romances en las que uno de los dos tórtolos está emocionalmente más implicado que el otro en la relación. En esos casos, conductas concretas como no presentar a la pareja con la familia y los amigos o no comunicarle, por ejemplo, los horarios que se manejan en el trabajo, generan que la celosa desconfíe de su partenaire. 

3) CELOS OCASIONALES: Se dan, sobre todo, cuando una pareja está aún en proceso de consolidación. Aparecen, también, cuando se experimentan cambios de escuela, de trabajo o de ciudad. Son momentáneos y, a la larga, no afectan la estabilidad y la confianza de la relación. 

Para concluir esta nota esclarecedora citaré, a continuación, algunos de los tipos de celosas que pululan por ahí, a saber:

1) CELOSA INTROVERTIDA: Es aquella que, ante la mínima sospecha (fundamentada o no) de que su media naranja le es infiel se repliega en sí misma. No habla, no se queja, no reclama, pero va por la vida con una cara de traste apoteósica. Es la típica mujer  que ha comprado la concepción de la vida judeocristiana y siente que cuanto más se sufre más se ama. Y si se sufre en silencio, tanto mejor.

2) CELOSA VENGATIVA: Mujercita de temer si las hay, la celosa vengativa enloquece ante probables o improbables infidelidades y es capaz de acogotar a su pareja o envenenarle la comida si la agarra en un renuncio. Su virulencia se hace extensiva, muchas veces, a la mujer que imagina retozando con su novio o marido y no tiene problemas en repartir golpes, tirones de pelo y arañazos varios. Formas más sutiles de venganza son, en algunos casos, los cuernos por reacción (engañar al engañador) o los ya citados cuernos por prevención (tipo “y la redoblona de amurarme el uno, ¡justo el treinta y uno se la fui a cortar!”)

3) CELOSA ESCANDALOSA: Es aquella incapaz de controlar sus reacciones y arma tremendos quilombos sin importarle en lo más mínimo quiénes están presentes cuando explota. La que grita en la calle, le da una cachetada a su amado en una fiesta o espera a su posible rival a la salida del trabajo para zamarrearla y llenarla de acusaciones.

4) CELOSA POBRECITA: Es la señora o señorita a la que le gusta ir por la vida dando lástima. Sus reclamos al celado van acompañados de lágrimas, suspiros, hipados y amenazas de suicidio. 

Hasta aquí, mis queridas, todo lo que tengo que decir acerca de los celos.  Agradezcan al pollerudismo de Martín y a la paranoia de su esposa o concubina que me haya ocupado hoy de este tema tan trascendente. A las celosas les recomiendo quererse un poquito más y dejarse de tanto boludeo: ni el llanto, ni los gritos, ni el control excesivo harán que un hombre permanezca a nuestro lado si su voluntad es partir en pos de un culo más bonito. Así que bajen un cambio. A los celados les recomiendo no dejarse avasallar por una pareja delirante que ve amenazas donde no las hay y pretende convertirlos en objetos de su posesión. Y a todas ustedes, caras lectoras, que no se dejen ganar por emociones negativas que las harán absolutamente infelices. Ya lo dijo el pensador inglés  Jeremy Bentham: “La envidia y los celos no son vicios ni virtudes, sino penas.”

Buenas tardes.