lunes, 28 de junio de 2021

GLORIA Y DECADENCIA DEL VAMPIRO II


GLORIA  Y DECADENCIA DEL VAMPIRO II

"Los vampiros arrastrados por antiguos temores se repugnaban a sí mismas, corriendo un tupido velo en la mente. Se convertían, pues, en esclavos solitarios de la noche, almas perdidas y agobiadas, que buscaban descanso en la tierra nativa para sentirse unidos a algo, a cualquier cosa."
Richard Matheson

Aquí me tienen de vuelta, mis queridos, dispuesta a ofrecerles la segunda y última parte de mi Top Ten vampiros cinematográficos que prueba, para tristeza de muchos, que la hórrida y divina criatura se encuentra en franca decadencia gracias a las estupideces que se han escrito en los últimos y lamentables años. Estupideces que privaron al vampiro de su misterio y sensualidad y lo convirtieron en un galancete de escuela secundaria. Pasen y vean.


DRACULA (1979, EE. UU)

De la mano de Frank Langella regresó a la pantalla grande un Conde Drácula sensual, elegante, seductor y, para regocijo de las damas, sumamente romántico. John Dadham fue el director de “Dracula”, de 1979, también basada muy libremente en la novela de Bram Stoker, aunque el filme obvia las clásicas escenas en los Cárpatos y se desarrolla por completo en la ciudad inglesa de Whitby.
Frank Langella no será Robert Pattinson pero tiene (o mejor dicho, tenía) lo suyo. Si ustedes están buscando vampiros y romance, esta es la película ideal. Olvídense de cualquier otra.


LOVE AT FIRST BITE (1979, EE. UU.)

“Love at First Bite” (“Amor al primer mordisco”) es una comedia de terror de 1979 dirigida por Stan Dragoti, que se hace entrañable de tan delirante. El Conde Drácula (interpretado por George Hamilton, con lunar a lo Marilyn y todo) es expulsado de su castillo en Rumania por el gobierno comunista, que planea convertirlo en un centro de entrenamiento de gimnastas. Emigra al Nuevo Mundo y se instala en Nueva York, donde descubre con regocijo los bancos de sangre y se dedica a perseguir a una modelito hueca a la que considera la reencarnación de su antiguo amor, Mina Harker. Nuestro vampiro favorito tiene tan mala pata que el novio de la chica (quien además es su psicólogo) resulta hijo de un antiguo enemigo, el cazavampiros Van Helsing.
“Amor al primer mordisco” no es una obra maestra, pero merece ser vista. En ésta también hay romance. Y la historia es casi tan traída de los pelos como la de "Crepúsculo".


FRIGHT NIGHT (1985, EE. UU.)

“Fright Night” (“La hora del espanto”), comedia de terror vampírico, fue dirigida en 1985 por Tom Holland. Cuenta la historia de un adolescente aficionado a las películas de terror que descubre, por casualidad, que su nuevo vecino es un bebedor de sangre. Cuando el vecino se entera de que ha develado su tenebroso secreto e intenta asesinarlo, el chico recurre a Peter Vincent (personaje cuyo nombre es un abierto homenaje a dos grandes del cine de terror: Peter Cushing y Vincent Price), antiguo actor de películas de vampiros.
“La hora del espanto” no es un largometraje con grandes pretensiones, pero entretiene. Como nota de color les diré que el vecino vampiro fue interpretado por Chris Sarandon, el actor que prestó su voz a Jack Skellington en la maravillosa fábula de Tim Burton “Pesadilla antes de Navidad” (otra gran excusa para cortarla con Kristen Stewart, damita menos apetecible que un caramelo Media Hora pegoteado y lleno de pelusa). 


BRAM STOKER'S DRACULA (1992, EE. UU.)

“Bram Stoker's Dracula” (“Drácula, de Bram Stoker”) es, hasta la fecha, la adaptación cinematográfica más fiel a la novela del escritor irlandés. Exquisitamente ambientada, con un vestuario y un maquillaje sorprendentes y un Gary Oldman inolvidable en la piel del Conde, esta película de Francis Ford Coppola significó, no sólo el retorno al éxito del talentoso director, sino un regreso triunfal al monstruo original, el que asusta y enamora. Pero asusta. Cosa que los vampiros inocuos de “Crepúsculo” y compañía no logran hacer aunque se pongan la máscara de Ghostface y nos acorralen con un Tramontina. 
“Drácula, de Bram Stoker” es una película estupenda, imposible de pasar por alto. Gary Oldman es un actor excelente, pero además es tan hot. Como Sid Vicious, como Drácula, como Beethoven, como Sirius Black... Impresionante.


INTERVIEW WITH THE VAMPIRE: THE VAMPIRE CHRONICLES (1994, EE. UU.)

“Interview with the Vampire: The Vampire Chronicles” (“Entrevista con el vampiro”) es una película de 1994 dirigida por Neil Jordan y basada en la novela homónima de Anne Rice, publicada en 1976.  Narra la historia de Louis de Pointe du Lac (Brad Pitt), sabroso pero melancólico rubio que se topa con el vampiro Lestat de Lioncourt (Tom Cruise), quien lo transforma en uno de los suyos. Lestat y Louis comparten una epopeya que abarca más de cien años. La novela de Anne Rice no es mala y la película tampoco lo es, pero significan, de alguna manera, un punto de inflexión (quizá no del todo afortunado) en lo que a historias de vampiros se refiere. No sólo se deja de lado la clásica parafernalia vampírica (ajos, cruces, estacas, agua bendita): se transforma al bebedor de sangre en un ser ateo, dueño de sí mismo. Lo que otrora era satánico ya no lo esEl vampiro pierde así su calidad de mito y se convierte, simplemente, en el eslabón más fuerte de la cadena trófica. Un eslabón bellísimo, eso sí, porque los vampiros de Anne Rice son divinos.
“Entrevista con el vampiro” es, sin dudas, un recreo para los ojos femeninos. Yo me quedo con Gary Oldman, pero no se puede negar que Tom Cruise, Brad Pitt y Antonio Banderas les  pasan el trapo sin  piedad a todos los varones de la familia Cullen.


TWILIGHT (2008, EE. UU.)

“Twilight” (“Crepúsculo”), película de 2008 dirigida por Catherine Hardwicke, nos introduce de lleno en la vida de los anodinos vampiros del Siglo XXI. Es la primera parte de la eterna saga escrita por Stephenie Meyer, que narra las vicisitudes de una pareja interracial: él es vampiro, ella humana… ¡pero se casan y tienen bebés como si fueran vecinos de los Ingalls! Todo lo demás es aderezo para hacer un poco más atractiva una historia de amor de lo más comunacha. Así como Béla Lugosi marcó la hora de gloria del vampiro, Robert Pattinson marca su decadencia total. Vale aclarar, mis queridos, que yo no tengo nada contra Pattinson: es más, me parece sumamente atractivo, a pesar de su poco gusto por el shampoo y sus ojos sanpaku. Pero lo prefiero cien mil veces como Cedric Diggory. Contra Kristen Stewart tampoco tengo nada, aunque la chica me resulta tan insulsa como una ameba en coma. Stephenie Meyer es, sencillamente, una mala escritora. 

Imagino que, después de leer este panfleto, los fanáticos de “Crepúsculo” escupirán sobre mi tumba. Están en todo su derecho pero déjenme decirles, caros lectores, que cuando yo hablo de vampiros sé de lo que hablo. Recuerden que a los ocho años ya dormía con un cuchillo debajo de la almohada por si alguno en formato murciélago se me metía por la ventana (hubiera sido mucho más pío dormir con un crucifijo o un rosario, pero yo ya era una loquita de chica). El vampiro, además de seducir, debe asustar. En esa ambivalencia reside todo su atractivo. Las mujeres queremos ser deseadas y aterrorizadas. Ya lo dijo el mítico Lugosi: “Son las mujeres quienes aman el horror. Se regodean con él. Se alimentan de él. Y el horror se nutre de ellas. Las mujeres se estremecen, se encogen, gritan y siempre vuelven por más.”

Siempre. 

domingo, 20 de junio de 2021

GLORIA Y DECADENCIA DEL VAMPIRO I


GLORIA  Y DECADENCIA DEL VAMPIRO I

"Harry Potter trata sobre la amistad, sobre el valor, sobre auto superarse constantemente y superar los obstáculos que nos impone la vida. Crepúsculo sólo trata sobre lo importante que es encontrar novio". 
 Sethepen King

Si bien Drácula, la divina criatura del irlandés Bram Stoker y el vampiro más conocido de la historia, está inspirado, principalmente, en leyendas eslavas, la figura del chupasangre aparece en todas las culturas y data de muchísimo tiempo atrás. En Sumeria, hace cinco mil años, el Ekkimu, nombrado en tablillas rescatadas por arqueólogos, era considerado un vampiro. Su nombre significaba, literalmente, “lo que es arrebatado” y su peligrosidad era tal que era suficiente su sola presencia en una casa para ocasionar la muerte de todos sus habitantes. En Grecia, bastante más acá en el tiempo, el rubro vampírico estaba  cubierto por el Vrykolakas y el  Kallicantzaros. Bastaba que un sacerdote maldijera a cualquier desdichado con la temida frase “¡Qué la tierra no te reciba!”, para que lo privara del reposo del polvo y lo convirtiera en un Vrykolakas. El Kallicantzaros era un vampiro nacido el día de Navidad. Su madre había cometido un acto hereje (aunque involuntario): dar a luz el mismo día que la Virgen María y eso condenaba a su vástago a convertirse en una criatura de las tinieblas. Roma tenía a las Lamias, demonios hembras que devoraban a los niños. En Rusia se temía al Upir, un simple ser humano convertido en vampiro por el sólo hecho de haber muerto violentamente, y en China, al Ch’iang Shih, criatura que se alojaba dentro de un cadáver e impedía su descomposición, además de animarlo con un remedo de vida. En los Cárpatos, se creía que el hijo ilegítimo de dos hijos ilegítimos estaba condenado a ser un Nosferat (muerto vivo) si tenía la mala estrella de morir al nacer. En Transilvania podían convertirse en vampiros los criminales, los bastardos, las brujas, los magos, los excomulgados, aquellos que habían nacido con dientes y los niños no bautizados, así como el séptimo hijo varón de un séptimo hijo varón.
Tampoco es Drácula el primer vampiro que nos regaló la literatura. Ya en algunos cuentos de “Las mil y una noches” aparecen personajes que podrían considerarse vampíricos. En el siglo XVIII, Goethe, en su obra "La novia de Corinto (poema)" (1797), da vida a una protagonista con el carácter de una vampiresa, pero  los relatos literarios sobre vampiros tienen su auge a partir del siglo XIX, avalados por el  romanticismo. En 1816, la apuesta entre Lord Byron, su médico John William Polidori y los escritores Percy y Mary Shelley para ver quién narraba la mejor historia de horror de todos los tiempos, no  fue sólo el puntapié inicial de la fantástica novela de Mary, "Frankenstein": Polidori se despachó con una historia vampiresca, publicada en 1819 y titulada "El Vampiro, un cuento". “Carmilla” (1872), es una novela de vampiros en la que ya despunta el erotismo irresistible de estos seres sobrenaturales. Después vinieron “Drácula” y muchas otras historias, algunas maravillosas y otras sencillamente deplorables. De lo más nuevito, lo mejor es “Déjame entrar”, del escritor sueco John Ajvide Lindqvist. Y lo peor, las eternas sagas para adolescentes que han convertido a los vampiros en inocuos galanes de telenovela.
El vampiro debutó en el cine a principios del Siglo XX asustando mucho, tuvo una época de gloria absoluta y reposada sensualidad gracias al actor húngaro Béla Lugosi, se volvió cachondísimo en los ’70, gracioso en los ’80, sofisticado en los '90 y redondamente pelotudo en los albores del siglo XXI. Sí, sí, Robert Pattinson es divino. Y los pendejos de “Crónicas Vampíricas”, también. Pero esa gente está más para “Beverly Hills 90210” que para un tour por las tinieblas. Y las historias que protagonizan son más empalagosas e inmundas que un culebrón venezolano, que me perdone Carlos Mata. Estos chupasangre modernos han contribuido de forma escandalosa a lo que yo llamo la decadencia total del vampiro. Para los que se oponen a esta afirmación apocalíptica tengo preparada una lista cronológica de los vampiros más famosos del cine.  Aquí la primera parte. Léanla. Y después me cuentan



NOSFERATU, EINE SYMPHONIE DES GRAUENS (1922, ALEMANIA)

Si bien “Nosferatu, eine Symphonie des Grauens” (“Nosferatu, una sinfonía de horror”), dirigida por  F.W. Murnau, no fue la primera incursión de la figura del vampiro en el cine (hasta el entrañable Georges Méliès tuvo su película de vampiros), el trabajo de Max Schreck como el terrorífico Conde Orlok fue tan impresionante que la película es la primera que viene a la mente de todos los cinéfilos cuando se habla de los albores del vampirismo en la pantalla grande.
Murnau quería filmar su propia versión de “Drácula”, pero no pudo conseguir los derechos del libro. Así que cambió algunos nombres, algunas locaciones y algunos detalles de la historia. Y logró un filme absolutamente genial, que mete miedito en serio. De todos modos, el parecido con la novela de Stoker era tal que su viuda demandó al director alemán por plagio. La justicia falló a favor de la dama en cuestión y ordenó que se destruyeran todas las cintas de “Nosferatu”. Gracias a Dios, la película ya había sido distribuida en varios países y muchas copias se salvaron.
Sobre Max Schreck, el actor que interpretó al temible Conde Orlok, circuló durante mucho tiempo una leyenda urbana: se decía que era un verdadero vampiro y que F.W. Murnau le había pagado para que, en la escena final de la película, le mordiera el cuello a la chica (cosa bastante incoherente, que yo sepa los vampiros muerden motu proprio y el dinero los tiene muy sin cuidado). Esta fábula dio origen a la maravillosa película de Elias Merhige, “La sombra del vampiro” (2000), donde Willem Dafoe da vida a Schreck (una muy buena película de vampiros para ver y disfrutar y dejarse de romper los kinotos con tanto “Crepúsculo”).


DRACULA (1931, EE. UU.)

Corría 1931 cuando Tod Browning estrenó su película “Dracula”, basada libremente en la novela de Bram Stoker. El filme, considerado por la  Chicago Film Critics Association lel número 41 en la lista de las 100 películas más aterradoras de la historia, lanzó a la fama al actor húngaro Béla Lugosi, el Conde Drácula más fascinante de todos los tiempos, misterioso y sensual. El papel iba a ser interpretado originariamente por Lon Chaney, pero su fallecimiento dejó trunco el proyecto.
Béla Lugosi, actor exquisito, consiguió el éxito gracias a “Drácula” pero quedó encasillado en papeles de terror. Cuando los estudios dejaron de convocarlo, Lugosi cayó en una profunda depresión y se convirtió en un adicto a la morfina. Su último papel como Drácula lo interpretó en una película de Abott y Costello, en 1948. Casi al final de su vida, Béla Lugosi volvió a aparecer en películas de muy baja calidad, de la mano de Ed Wood, quien había sido siempre uno de sus fans (la relación entre Wood y Lugosi está bellamente plasmada en la maravillosa película de Tim Burton “Ed Wood”, con Johnny Depp y Martin Landau, otra genial excusa para tirar “Crepúsculo” a la basura y ponerse a ver cine en serio).


SON OF DRACULA (1943, EE. UU.)

Son of Dracula” (“El hijo de Drácula”) fue una película de 1943 dirigida por el alemán Robert Siodmak. En el filme, Lon Chaney Jr. Es el Conde Alucard, primer hijo del Conde Dracula (Alucard es, como habrán notado los más avispados, Dracula escrito al revés), que vive (o desvive) aventuras bastante alejadas a las narradas en la novela de Stoker. Si bien la película es considerada por muchos aficionados al cine de terror como una obra mediocre, se la recuerda especialmente por ser el primer film en el que se ve como un hombre se convierte en murciélago, un portento para aquellos tiempos.
El Conde Alucard de Chaney Jr. carece de la poesía del Conde Drácula de Lugosi, es un vampiro mucho menos sutil y bastante más violento. Así y todo, si ustedes deben decidir entre ver “El hijo de Drácula” o “Crepúsculo” les recomiendo que se aboquen a degustar el primero de estos filmes, aunque Lon Chaney Jr. sea bastante más fulero que Robert Pattinson. 



DRACULA (1958, GRAN BRETAÑA)

En el año 1958, los fanáticos de los vampiros tuvimos, por fin, nuestro primer gran Drácula británico. Y fue, nada más y nada menos, que Christopher Lee, ese señor adorable y eterno que aún hoy, con noventa y tres años, nos sigue deleitando desde la pantalla grande (fue Saruman en “El Hobbit” y en la trilogía de “El Señor de los Anillos”, el Rey de los Pescadores, Bill Malloy, en “Sombras Tenebrosas” y Monsieur Labisse, el bibliotecario, en “Hugo”… ¡tantas películas lindas y ustedes perdiendo el tiempo con “Crepúsculo”!).
“Dracula” fue dirigida por Terence Fisher y contó con un Dr. Van Helsing de lujo: Peter Cushing. Es también una adaptación bastante libre de la novela de Bram Stoker.
Lee fue un Conde Drácula excepcional, que impuso los colmillos y los ojos inyectados en sangre como características del personaje. Fue tan convincente en su papel  que al ver la película su esposa quedó profundamente impresionada y se negó a dormir con él esa noche.  


THE FEARLESS VAMPIRE KILLERS (1967, EE. UU.)

Que Roman Polanski es un genio está fuera de toda discusión. Y una de sus genialidades más divertidas es, sin dudas, “The Fearless Vampire Killers” (“La danza de los vampiros”), un homenaje a las películas del género, en tono de comedia y con algunos tintes eróticos. El actor alemán Ferdy Mayne interpretó al Conde von Krolock y el canadiense Iain Quarrier, a su hijo Herbert.
Roman Polanski, además de dirigir la película, tuvo un destacado papel en ella como ayudante del Profesor Abronsius (Jack MacGowran), que llega a Transilvania para investigar una serie de sucesos extraños relacionados con el vampirismo. También aparece en el filme su malograda esposa Sharon Tate, divina. Entre las curiosidades que presenta esta película de culto se cuentan los debuts en  pantalla de un vampiro gay y de un vampiro judío.
“La danza de los vampiros” es una película imperdible. Si ustedes vieron “Crepúsculo” y no vieron “La danza de los vampiros” no tienen perdón de Dios. 


BLACULA (1972, EE. UU.)

“Blacula”, dirigida en 1972 por William Crain, es toda una novedad: presenta al vampiro negro como protagonista principal de una historia de terror. La película, aunque no lo crean, ofrece bastante más de lo que un título tan bizarro puede sugerir. William Marshall interpreta  a un príncipe africano del Siglo XVIII, Mamuwalde, convertido en vampiro por el mismísimo Conde Drácula y encerrado luego en un ataúd. Dos siglos más tarde, Blacula logra escapar y se encuentra en la ciudad de Los Ángeles. Por supuesto, se  topa con una dama a la que considera la reencarnación de su perdida esposa Luva.
“Blacula” recibió el galardón a la Mejor Película de Terror en los primeros Saturn Awards.  Para las damas que no  gustan de los paliditos como Robert Pattinson.

Hasta aquí, mis queridos, la primera parte de la lista de vampiros cinematográficos que demuestra, redondamente, que el chupasangre que conoció tiempos gloriosos hoy está de capa caída. Pronto, la segunda y última parte de esta colmilluda lista. Mientras tanto, los dejo con unas palabras de Sheridan Le Fanu, escritor irlandés autor de la inquietante novela de vampiros "Carmilla", inspirada en la legendaria historia de la hermosa y perversa Condesa Elizabeth Báthory  e inspiración, a su vez, del Drácula de Bram Stoker: "Lo más inexplicable era y sigue siendo cómo pueden salir de su tumba y regresar a ella. La doble vida de los vampiros se mantiene gracias al sueño cotidiano en la tumba. Su monstruosa avidez de sangre de seres vivos les proporciona la energía necesaria para subsistir durante las horas de vigilia."

Buenas noches.

miércoles, 2 de junio de 2021

POESÍA Y ORGASMO


POESÍA Y ORGASMO

“Sedúceme con tus comas, con tus caricias espaciadas (…) colócame el punto y cima para cambiar las caricias por largos besos (…) Haz un punto y seguido para deslizarte en mí y contemplar mi desnudez sobre tu cama (…)”
Mónica Lavín

Basándome en la premisa de Isabel Allende,  que opina el punto G está en el oído y que buscarlo más abajo es una terrible pérdida de tiempo, y en la de Bruno, nuestro garoto amigo, que postula que el oído es un órgano tan sexual como cualquiera, decidí investigar en revistas y sitios web dedicados a la mujer en pos de encontrar alguna pieza literaria válida para calentar los deliciosos preámbulos del coito. Como era de esperarse, terminé naufragando en Todo Relatos, un sitio que tiene lo suyo si uno se excita leyendo historias con nombres tan bizarros como “El día que me enfiesté con mi vecina, su madre, su tía, el rottweiler de la prima y el sodero que justo pasaba por ahí y tocó el timbre.”
Pero, gracias a Dios, no sólo existen publicaciones bizarras y sitios web femeninos orientados a alcanzar el nirvana del orgasmo. Hay también publicaciones más culturosas, que piensan que la poesía puede aportar al clímax sexual. Así lo sostiene la revista virtual Cultura Colectiva, en una nota firmada por Julieta Sanguino intitulada “15 consejos eróticos de grandes escritores para provocarle un orgasmo único a tu pareja”.
Paso a transcribir tales consejos, sin dejar de agradecer a Julieta por su aporte a nuestra felicidad sexual y a los poetas amigos, que siempre tienen la posta.


1) “Pequeñas lecciones de erotismo”, Gioconda Belli (Nicaragua, 1948)

III
Repasa muchas veces una extensión.
Encuentra el lago de los nenúfares,
acaricia con tu ancla el centro del lirio,
sumérgete, ahógate, distiéndete.
No te niegues el olor, la sal, el azúcar.
Los vientos profundos cúmulos nimbus de los pulmones.
Niebla en el cerebro.
Temblor en las piernas.
Maremoto adormecido de los huesos.

IV
Instálate en el humus sin miedo al desgaste, sin prisa.
No quieras alcanzar la cima, 
retrasa la puerta del paraíso,
acuna tú ángel caído, revuélvele la espesa cabellera, con la espalda de fuego usurpada.
Muerde la manzana…

V
Huele
Duele
Intercambia miradas, saliva, imprégnate.
Da vueltas, imprime sollozos, piel que se escurre,
pie hallazgo al final de la pierna.
Persíguelo, busca secreto del paso forma talón.
Arco del andar que habías formado arqueado caminar.
Gústalos.

VI
Escucha caracola del oído,
cómo gime la humedad.
Lóbulo que se acerca al labio, sonido de la respiración.
Poros que se alzan formando diminutas montañas.
Sensación estremecida de piel insurrecta al tacto
suave, puente nuca desciende al mar pecho.
Marca del corazón susúrrale.
Encuentra gruta del agua.

Muy linda la poesía de Doña Gioconda, aunque yo tiendo a sospechar de una mujer a la que nunca le duele la cabeza. El siempre lista femenino me resulta harto incomprensible. Hay indiferencias, malas contestaciones, mezquindades y quilombetes varios que a veces nos predisponen a la castidad rabiosa. También, por  qué negarlo, el dolor de cabeza hace las veces de justo castigo para aquellos hombres que recién se acuerdan del lirio, el humus, los nenúfares y las grutas a la hora de los bifes y durante el día no hicieron más que dejar medias y calzones tirados por doquier y ver una y otra vez la saga de “Rápido y furioso.”


2) Pablo Neruda (Chile, 1904 – 1973)

Mi alma derramándose en tu carne extendida
para salir de ti más buena,
el corazón desparramándose
estirándose como una pantera,
y mi vida, hecha astillas, anudándose
a ti como la luz a las estrellas!

Parece que según Don Pablo los revolcones ardidos nos hacen mejores personas. Más buenos. Más puros. Pero yo no sé. Es difícil que un hombre sea mejor persona sólo porque nos bajó la caña. No creo que nuestras grutas y nuestros nenúfares tengan tal poder de redención.


3) Flavio Herrera (Guatemala, 1895 – 1968)

Tu labio, jardín donde la fiebre es jardinera;
botón de calentura mi labio nunca ahíto,
fundiéronse en las llagas de la inmortal hoguera
para beberse juntos de un beso el infinito.

Para Don Flavio la cosa pasa por los labios. Labios afiebrados, labios calenturientos, labios desaforados que desembocan en el milagro del beso. Y ya se sabe, todo empieza con el beso.


4) Alberto Ruy-Sánchez  (México, 1951)

Crece en el aire
la anchura palpitante
de labios largos
entre tus piernas,
enrojecidos.

Tu más bella flor
carnívora
saborea sin cesar
el paso tenaz
demorado y repetido
de todas mis hormigas. 

También Don Alberto se inclina por los labios. Pero por los otros. El poema es una bella metáfora del acto del que ya hemos hablado incontables veces y que el apóstol Guillermo Maldonado, aguafiestas en nombre de Dios, califica, muy suelto de cuerpo, de antibíblico.  


5) Jaime Sabines (México, 1926 – 1999)

No es tu boca —tu boca
que es igual que tu sexo—,
ni la reunión exacta de tus pechos,
ni tu espalda dulcísima y suave,
ni tu ombligo en que bebo.
Ni son tus muslos duros como el día,
ni tus rodillas de marfil al fuego,
ni tus pies diminutos y sangrantes,
ni tu olor, ni tu pelo […]
Es sólo este lugar donde estuviste,
estos mis brazos tercos.

Don Jaime, romántico hasta el tuétano, se inclina por resaltar la ternura post-coito. Ante tantos varones desaprensivos que, cuando el acto llega a su fin, corren a manotear el control remoto o a darse vuelta y ponerse a roncar alegremente, una no puede más que ponerse de pie y aplaudir a Sabines con lágrimas en los ojos.


6) José María Fonollosa (España, 1922 – 1991)

Qué bella esa sonrisa roja y húmeda 
que se abre, como un sexo a mí ofrecido, 
para preguntar algo que no entiendo. 

Miro sus ojos claros. Pienso, mientras, 
que su maravilloso cuerpo late 
junto a mí. Están sus senos cercanísimos 
a mi pecho y el vello en su entrepierna. 

Se apretará, oprimido por las bragas, 
que adivino adorables y minúsculas. 

¡Epa! Esto sí que es calentura. Y sin grutas ni nenúfares, llamando a las cosas por su nombre. Mis respetos eternos a Don José María.


7) Ramón López Velarde (México, 1888 – 1921)

Antes de que deserten mis hormigas, Amada,
déjalas caminar camino de tu boca
a que apuren los viáticos del sanguinario fruto
que desde sarracenos oasis me provoca. 

Don Ramon, al igual que  Don Alberto Ruy-Sánchez, hace mención a sus hormigas. A esta altura del recital poético, las hormigas han transmutado en ratones. Pero qué lindo esto de las hormigas masculinas.


8) Federico García Lorca (España, 1898 – 1936)

Vengo a consumir tu boca
y arrastrarte del cabello
en madrugada de conchas.
Porque quiero, y porque puedo.
Umbría de seda roja.

Maravilloso Don Federico. Esto es pasión, señores.


9) Tomás Segovia (España, 1927 – 2011)

Desnuda aún, te habías levantado
del lecho, y por los muslos te escurría,
viscoso y denso, tibio todavía,
mi semen de tu entrada derramado.
Encendida y dichosa, habías quedado
de pie en la media luz, y en tu sombría
silueta, bajo el sexo relucía
un brillo astral de mercurio exudado.

Don Tomás está en llamas, gente querida. Admiro su capacidad para sentarse a escribir, y tan bien, con semejante calentura encima.


 10) Ángel Facal (Uruguay, 1926 – 1983)

Muéstrate desnuda ahora,
que están erectos tus senos
y tienen sus altas combas
suavidad de terciopelo,
y saben a frutas rojas
tus labios color de sueño,
y tu vientre es una ofrenda
de los más dulces venenos,
donde florece la felpa
en un triángulo perfecto.
Muéstrate desnuda ahora,
¡potra de los cuatro vientos!

Lindísimo poema que, sin embargo, nos deja un gustito a amargura aquellas féminas que portamos pechos que amamantaron, culos  y panzas que capitalizaron masitas finas y
 palos de Jacob, vaginas que supieron de tiempos mejores. Acá yo mandé el orgasmo al carajo y me puse a llorar. Digamos que este consejo es para erotizar a las sub-30.


11)  Alberto Ruy-Sánchez  (México, 1951)

Estas noches de calor
descubren
y humedecen
tanto la espalda,
como los sueños.
Destapan en la obscuridad
las preguntas perdidas
en la orilla horizontal
de lo que somos:
sudor, músculo, deseo,
entrega sin despertar
y olvido, inconsciencia
ya mucho antes
de haberla tenido.

Otra vez Don Alberto con sus artes eróticas. Aquí también aparece la desnudez, pero no es tan rotunda como en el volcánico poema de Ángel Facal. Una persiana entreabierta, una sábana redentora, una velita propicia…


 12) Juan Gelman (Argentina, 1930 – 2014)

Habítame, penétrame.
Sea tu sangre una con mi sangre.
Tu boca entre mi boca.
Tu corazón agrande el mío hasta estallar…
Desgárrame. 
 

Don Juan nos habla de una comunión que traspasa el simple coito. De algo bastante más trascendental que dos horas en un telo de la Panamericana. No se puede con cualquiera.


13) Miguel Ángel León Pontón (Ecuador, 1900 – 1942)

Tiemblas, y tus cabellos locos se desparraman
como garfios de sombra en tu carne jugosa.
Mis manos, hogueras de cinco llamas, lamen
el mármol de tu cuerpo hasta ponerlo al rosa.

Extendida a mis pies como una blanca alfombra
tiemblas; con tus temblores versos de angustia plasmo.
Tu labio es un sendero de sangre hacia el espasmo;
eres un surtidor de fiebre entre la sombra.

¿Qué decir del poema de Don Miguel Ángel? Otra vez estamos a pasitos del orgasmo, después del recule al que nos obligó la loa a la juventud de Don Ángel Facal.


14) 
Bertolt Brecht (Alemania, 1898 – 1956)

Para apagar sus ardores
que él, inocente, le excitó,
ella se cuelga de un duro
joven, que de escrúpulos nada sabe.

(Y él la perfora
apoyado en la pared)
Pues su agarrón fue placer
y ella no era monja
y el deseo la despertó ahora.

Bienvenido Don Bertold a nuestro catálogo de ardores. Nuestra cama se ha convertido ya en una biblioteca húmeda. Qué lindo.


15) Octavio Paz (México, 1914 – 1998)

Entre tus piernas hay un pozo de agua dormida,
bahía donde el mar de noche se aquieta, negro caballo de espuma,
cueva al pie de la montaña que esconde un tesoro,
boca del horno donde se hacen las hostias,
sonrientes labios entreabiertos y atroces,
nupcias de la luz y la sombra, de lo visible y lo invisible
(allí espera la carne su resurrección
y el día de la vida perdurable).

Con Don Octavio cerramos la lista de consejos literarios para orgasmear de lo lindo que Julieta Sanguino nos ofrece en su nota de la revista Cultura Colectiva. De la que se  desprenden algunas reflexiones insoslayables:

1) Las mujeres casi no escribimos poesía erótica (y si escribimos, la escribimos mal y no es digna de aconsejar a algún amante en busca de ardores desbordantes).

2) No hay nada nuevo bajo el sol  y las damas y caballeros de antaño no eran tan modositos como nos hicieron creer nuestras madres y abuelas.

3) Isabel Allende y nuestro garoto amigo tienen razón.

Antes de despedirme, quiero aportar algún poemita más a este volcánico muestrario, con el permiso de los presentes y de Julieta.


1) “Poema 12”, OLIVERIO GIRONDO (1891 – 1967)

Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, se despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se desmayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehuyen, se evaden, y se entregan.


2) “Cuando el hombre penetra a la mujer”, Anne Sexton

Cuando el hombre
penetra a la mujer,
como oleaje que rompe en la orilla,
una y otra vez,
y la mujer abre la boca de placer
y sus dientes relucen
como el abecedario,
aparece Logos ordeñando una estrella,
y el hombre
dentro de la mujer
hace un nudo
para que nunca
vuelvan a separarse
y la mujer
trepa a una flor
y se traga el tallo
y aparece Logos
a liberar sus ríos.
Este hombre,
esta mujer
con su hambre duplicada,
trataron de atravesar
la cortina de Dios
y por un instante lo lograron,
aunque Dios
en Su perversidad
desate el nudo.

Me despido de ustedes con la alegría de saber que es  indistinto si  alcanzaron o no un orgasmo despampanante: han estado leyendo poesía y eso, señores, es impagable.

Buenas tardes.