lunes, 30 de enero de 2017

LA LOCA DE LA CASA


LA LOCA DE LA CASA 

 “La fantasía tiene fama de ser la loca de la casa.” 
José Ortega y Gasset

"Vístete de putita, corazón, vuélveme loco." 
Joaquín Sabina

Las mujeres, señores, somos tan de carne y hueso como cualquiera. Y, como cualquiera, tenemos una gama infinita de fantasías sexuales, a pesar de la educación represora que, tradicionalmente, hemos recibido.  Hasta hace poco tiempo, las féminas sólo nos permitíamos utopías con mucho romance y poco sexo. Pero hoy en día, gracias a Dios, las cosas están cambiando y señoras y señoritas nos animamos a soñar despiertas con situaciones más acaloradas.
Según Sigmund Freud, las fantasías son  sueños diurnos, escenas, episodios, novelas, ficciones que las personas forjamos en nuestras  mentes  y nos narramos a nosotras mismas en estado de vigilia, es decir, cuando  estamos despiertas.  Son representaciones mentales que pueden contener una escena completa o sólo algunos recortes o imágenes aisladas, y que, en general, visualizan y  llevan a cabo deseos insatisfechos. O crean situaciones placenteras y algunas veces muy atrevidas que no tenemos  intención de convertir en realidad.
Las fantasías son, para hombres y  mujeres, producciones del psiquis que nos permiten jugar, desplegar nuestros apetitos sin pudor y entregarnos a placeres que en la realidad nos resultarían prohibidos, en el mejor de los casos, o tremendamente bochornosos, en el peor. Quien pergeña la fantasía siempre forma parte de la misma, como espectador  o como participante activo. Las personas se permiten, a través de estas ficciones escandalosas, imaginar, crear y formar parte de situaciones excitantes que probablemente jamás concretarían en la realidad,  por vergüenza o por culpa.
La faena sexual tiene su origen y su desarrollo en el mágico terreno de las fantasías. Las adolescentes tienen fantasías sexuales sobre el primer encuentro erótico, el primer beso y otras escenas privadas que sirven como base para el desarrollo de la identidad y de la actividad sexual futura.
Las mujeres, que para pensar pavadas somos mandadas a hacer, tenemos, como dije anteriormente, una gama muy rica de fantasías sexuales.  Atrás estamos dejando, de a poco, la idea de que para disfrutar del sexo es menester estar enamoradas y nos animamos a imaginar situaciones hot con señores que no son el nuestro, por mucho que les pese a nuestras abuelas y al cura del barrio. A medida que nos despojamos de prejuicios y mandatos sociales y culturales, las féminas estamos enriqueciendo nuestra vida sexual. Nos atrevemos a explorar en nuestro interior, asumir jacarandosamente nuestros deseos más cochinos y crear escenas sumamente excitantes que aumentan nuestras posibilidades de dar y recibir placer.
Ante esta catarata de quimeras atrevidas no tenemos por qué horrorizarnos: sólo son fantasías. A las que podemos mantener en absoluta privacidad si somos algo tímidas o compartir con nuestra media naranja, siempre y cuando no estemos emparejadas con un bruto que se pone celoso hasta de su sombra. Teniendo en claro que, en lo que a sexualidad adulta se refiere, todo esta permitido, siempre y cuando no haya presiones, coacción, maltrato o  abuso de personas.
Las ventajas de las fantasías sexuales están a la vista: son gratuitas, confeccionadas a nuestra medida, podemos prenderlas y apagarlas a gusto, son discretas, y aportan adrenalina a nuestro lecho sin las complicaciones que acarrean  las aventuras reales.
Usar lencería erótica (desde los sobrios encajes hasta las impactantes bombachas comestibles), jugar a interpretar diferentes personajes a la hora de los bifes (la enfermera hot, la colegiala calenturienta, la galena ardorosa o la vecina que salió a sacar la basura y se olvidó de ponerse los calzones), estimular todos los sentidos a través de sonidos, olores, sabores, imágenes visuales y sensaciones corporales, son costumbres que ofician como disparadores de fantasías sexuales.
Pasen y vean, mis queridos, algunas de las escenas con las que señoras y señoritas nos hacemos el coco.

ALGUNAS FANTASÍAS SEXUALES FEMENINAS

-Fantasías sobre nuestra pareja actual: Aunque parezca pavote, la fantasía sexual preferida por las mujeres es aquella que implica algo que han hecho o desean hacer con su pareja. Bondage, splosh, petting… son muchas las prácticas sexuales que nos gustaría probar pero todavía no tuvimos el valor  (o la oportunidad) para hacerlo. Y como somos muy humildes, en lugar de imaginar que Brad Pitt nos unta con Casancrem imaginamos que lo hace el impresentable con el que compartimos colchón. 

-Sexo con un hombre que no es nuestra pareja: Cuando las mujeres fantaseamos que tenemos sexo con un hombre que no es nuestra pareja, generalmente lo hacemos con algún ex. Un desperdicio de fantasía, pensaran ustedes: pudiendo imaginar un revolcón apoteósico con Leonardo Di Caprio o con Christian Bale, nos conformamos con una canita al aire con un señor que fue tan pavote como para dejarnos o tan insufrible como para hacer que lo dejáramos. Pero ya les dije que somos humildes. Fantasear con un ex responde, generalmente, a que el sátrapa en cuestión nos excitaba más que nuestra actual media naranja o tenía un mejor rendimiento sexual. Además de fantasear que tenemos sexo con una ex pareja, las mujeres solemos elegir para nuestros chichoneos mentales señores que pertenecen a etnias diferentes a la nuestra (si somos blanquitas se nos hace agua la boca con un negrito querendón), actores famosos o gigolós de alta performance. 

-Sexo con otra mujer: No hace falta ser lesbiana para fantasear que se está en la cama con otra señora o señorita. Imaginar que hacemos el amor con una persona de nuestro mismo sexo es bastante común y no significa que seamos homosexuales. Se supone que, a pesar de nuestra flagrante heterosexualidad, hay damas que nos provocan cosas. Damas que pueden ser anónimas, en el caso de las más timoratas, o pueden tener las curvas de la maestra del nene, en el de las más desaforadas. En el caso de las incondicionales a la teta de cristal la fémina de nuestros desvelos puede ser Kat Dennings, la voluptuosa Max de “2 Broke Girls”, porque las anoréxicas no nos mueven un pelo. 

-Sexo romántico: Al contrario de lo que imaginan los señores que todavía no descubrieron nuestro erotismo desenfrenado, hoy en día las fantasías que incluyen sexo romántico no son muy comunes entre damas y damitas. Son sí, las fantasías que las mujeres estamos más dispuestas a reconocer, porque es mucho más aceptable socialmente confesar que soñamos con un príncipe azul nos pasa a buscar en un carruaje encantador  que comentar que nos calienta imaginar que tenemos sexo salvaje con dos albañiles y un pintor de brocha gorda. 

-Menage à trois: Parece que el famoso trío  es una de las fantasías sexuales predilectas de las muchachas de toda edad. Según los especialistas, la opción más taquillera es un señor y dos señoras, situación que permite dar rienda suelta a los impulsos lésbicos que las damas tenemos reprimidos. También hay mujeres que se permiten fantasear con un trío donde ellas son las únicas damas y reciben atenciones y arrumacos de dos caballeros bien dispuestos. O con uno exclusivamente femenino. Vale aclarar que las muchachas más pudorosas no le ponen un rostro determinado a los compañeros sexuales con los que fantasean. Las más atrevidas, en cambio, sueñan que retozan con señores muy concretos, como el sodero o el repartidor de pizza. Y las adictas a la TV como vuestra servidora, imaginan que departen eróticamente con Dexter y  el Asesino del Camión de Hielo. 

-Violación: Por loco o depravado que pueda parecer, hay señoras y señoritas que tienen fantasías en las cuales son sometidas sexualmente. Lo que no tiene absolutamente nada de malo: ya dijimos que las fantasías son sólo eso y, de ninguna manera, representan un deseo que la fantasiosa quiera llevar a cabo en la vida real. Esta fantasía en particular reafirma el rol pasivo fomentado por la cultura falocéntrica.
Los sexólogos tienen dos hipótesis para  explicar por qué esta fantasía es tan común entre las mujeres. Una es que la sociedad nos envía a las damas  mensajes contradictorios  con respecto a nuestra sexualidad. Se nos exige ser seductoras y sexualmente activas y, además, moralmente recatadas. Como una no es Mandrake (ni siquiera el mago Fafa), para dejar a todos contentos, recurre a la fantasía de ser violada, ficción que nos permite ejercer nuestra sexualidad y librarnos de todo tipo de responsabilidades. La otra hipótesis es que en una cultura donde ser sexualmente atractivo está sobrevalorado, excitar a un hombre hasta el punto de hacerlo perder el control refuerza nuestra autoestima. 

-Dominación: En las fantasías de dominación somos nosotras las agresoras, las que tenemos el poder y controlamos la situación, sometiendo a nuestro compañero. Sin necesidad de convertirnos en dominatrices (esa es otra historia) somos las que llevamos la batuta en la relación, actuando, incluso, algunas veces, contra la voluntad del señor con el que nos desfogamos.
En un mundo dominado por hombres, no es extraño que la fantasía femenina tome visos justicieros e intente invertir la situación. 

-Sexo con un desconocido: Si bien en la vida real una es una señora muy remilgada que pretende saber antes de concretar con un señor que es lo suficientemente sanito, lo suficientemente limpito y no tiene veleidades de psicópata, en el terreno de la fantasías el sexo con un desconocido aporta novedad y nos libera de las exigencias y obligaciones que implica mantener a flote una relación.  Sólo se trata de dar y recibir placer e imaginar que una es Maria Schneider en “El último tango en Paris”. 
El hombre sin rostro (el que aparece, en general, en este tipo de fantasía) es sumamente seductor. Por eso a las señoras y señoritas nos encantan los antifaces, las máscaras y los disfraces de Batman. 

-Escenas de seducción: Damas y damitas de todo el mundo fantaseamos todo el tiempo con cálidas o infartantes escenas de seducción, en las que gustamos de sentirnos admiradas y codiciadas por otros y otras.   

-Voyeurismo: Otra situación hot con la que fantaseamos las mujeres es aquella en la que nos convertimos en espectadoras de las actividades sexuales de otras personas. Como siempre, las chicas más recatadas se conformarán con mirar. Las más volcánicas tarde o temprano gustarán unirse a la escena contemplada, lo que convertirá la fantasía de voyeurismo en una fantasía de menage à trois. 

-Prostitución: Sí, es verdad. Algunas veces las mujeres fantaseamos con que somos prostitutas. Yo soy especialmente romántica, así que cuando echo mano a esta fantasía impúdica siempre soy Julia Roberts en “Mujer bonita”. Pero hay mujeres más audaces que fantasean con que son putas de verdad. Si bien esta fantasía puede escandalizar a los pacatos de siempre y a las señoras prontas a manotear sus rosarios y rociar al prójimo con agua bendita, es tan aceptable como cualquier otra. Permite, además, que una mujer pueda dar rienda suelta a su erotismo con la excusa del dinero que obtendrá a cambio de sus calores y que su autoestima suba como la espumita, porque, si un hombre la encuentra tan apetecible como para pagar por sus favores, es que está muy bien. Requetebién. Además, al no existir un vínculo emocional con el cliente, la mujer tiene la maravillosa  oportunidad de hacer lo que le plazca sin temor al juicio del otro. 

DUDAS FRECUENTES 

Si bien la mayoría de las mujeres fantaseamos con alegría, hay algunas damas a las que este asunto de la imaginación calenturienta las llena de dudas. Hete aquí las preguntas más comunes que se hacen las chicas con respecto a sus fantasías sexuales: 

-¿Soy infiel si fantaseo con un hombre que no es mi pareja? No, mamita, no. Las fantasías eróticas, aún cuando no incluyan a tu media naranja, pueden ser muy sanas para la relación. Es normal que nos aburramos de tener sexo con la misma persona, durante años (o meses, o semanas, o días). La fantasía nos permite dar rienda suelta a nuestros deseos más calenturientos sin necesidad de ser infieles ni lastimar al masculino que supimos conseguir. Hay, sí, una señal de alarma a la que deberíamos prestar atención: si todas las veces que tenemos sexo con nuestro partenaire imaginamos que lo estamos haciendo con otro señor tenemos de qué preocuparnos. 

-¿Soy perversa si tengo fantasías anormales?  ¿Qué se entiende por fantasías anormales? Cada persona debe tener su opinión con respecto a este espinoso asunto. Para mí, las fantasías anormales son aquellas que giran alrededor de la necrofilia, la zoofilia y otras filias que no me terminan de convencer. Para ustedes probablemente sean otras. Lo concreto es que la perversidad no existe si una comprende cabalmente la diferencia entre fantasía y realidad. La señal de alarma, en este caso, sería que las fantasías siempre versen sobre temas violentos, sin excepción, o que nos sea imposible alcanzar el orgasmo si no nos imaginamos determinada escena.  

-¿Soy homosexual si fantaseo con otra mujer? No, por supuesto. Si una tiene dudas con respecto a su orientación sexual debe hacerse dos sencillísimas preguntas: “¿Siento en la vida real deseos constantes hacia personas del mismo sexo? ¿Disfruto haciendo el amor con personas del otro sexo?”. Las respuestas a estos interrogantes son los indicadores más certeros de nuestra orientación sexual. Incluso haber tenido algunas experiencias sexuales con personas del mismo sexo no nos convierte en homosexuales; generalmente estas situaciones aisladas sólo responden a la curiosidad.

Dando respuesta a los tres interrogantes que suelen torturar a las damas fantasiosas doy por concluida esta alegre parrafada. Citando, esta vez, al genial Jimi Hendrix: “Todo está en tu mente. Un poquito de fantasía aquí y allá. ¡Todo va a salir bien!” 

 Bon Appétit.

viernes, 13 de enero de 2017

VIERNES 13: CUESTIÓN DE SUERTE


FRIDAY THE 13th

“La superstición trae mala suerte.”
Umberto Eco

Tradicionalmente, en los países latinoamericanos, el día de la mala suerte, es el martes 13. “No te cases ni te embarques”, prevenían nuestras abuelas al referirse a esta jornada aciaga, ya que cualquier travesía cuyo primer paso se diera en martes 13 estaba condenada, irremediablemente, al fracaso. Pero la globalización (y las películas de Jason Voorhees) han hecho que, tal como sucede en el mundo anglosajón, el viernes 13 se haya convertido en un nuevo paradigma de la desgracia.
El número 13 goza de mala fama desde tiempos inmemoriales.  Y tan nefasta reputación tiene que, incluso, existe un vocablo para definir el miedo irracional que despierta en algunas personas: triscaidecafobia. 
Donald Dossey, historiador, fundador del Stress Control Center and Institute of Phobias (Asheville, Carolina del Norte) y autor del libro “Holiday Folklore, Phobias and Fun”, trató de remontarse al origen de esta pésima fama. Según un mito nórdico, 12 grandes dioses cenaban en el Valhalla (el cielo de la mitología escandinava) y Loki,  dios de las travesuras, no invitado al convite (el dios número 13 en el panteón nórdico), convenció a Hoder, el dios ciego de la oscuridad, para que dispare a Balder el Hermoso, dios de la alegría, una flecha con la punta de muérdago. “Balder murió y la Tierra fue invadida por la oscuridad. Fue un día de mala suerte”, sostiene Dossey. Cabe destacar que Loki, el dios número 13, tiene su correspondencia en el cristianismo con Satanásel ángel número 13. También hay referencias bíblicas que asocian al número 13 con la mala suerte: Judas, el apóstol que traicionó a Jesús, fue el invitado 13 de la Última Cena y el capítulo número 13 deLibro de las RevelacionesApocalipsis de san Juan es el que introduce la temida figura del Anticristo. Además, algunos estudiosos creen que la destrucción de la Torre de Babel se produjo un martes 13.
Por otra parte, la nefasta reputación del 13 también puede tener que ver con la carta del Tarot que lleva ese valor, ya que el Arcano XIII representa a la Muerte. Corresponde al primer número después de la finalización de un ciclo de 12 y se relaciona con un nuevo inicio pasando, previamente, por la disolución. Representa el cambio, la transformación y  no necesariamente nos anuncia la muerte física.
Thomas Fernsler, un científico abocado al estudio de las Matemáticas y las Ciencias de la Educación  del University of Delaware Resource Center, sostiene que la mala fama del 13 se debe a la posición que ocupa detrás del 12. Según Fernsler, los numerólogos consideran al 12 “un número completo”: “Hay 12 meses en un año, 12 signos del zodiaco, 12 dioses del Olimpo, 12 trabajos de Hércules, 12 tribus de Israel y 12 apóstoles de Jesús: la asociación del 13 con la mala suerte tiene que ver con que es un número que va un poco más allá de la integridad. El número resulta provocador y genera inquietud e intranquilidad”.
En el calendario lunar anual, en el último mes, el treceavo, es en el que se produce la muerte del Sol, el solsticio de invierno. En culturas que abrazan la idea de un proceso cíclico de vida en el que continuamente se nace y se muere, esto no supone ningún problema, pues en los días subsiguientes renacerá.  Sin embargo, las culturas patriarcales en las que se tiene un concepto lineal del tiempo y se comulga con la idea de la existencia de en un principio y un final definitivo, ese final puede vivirse como algo trágico.
¿Y de dónde proviene la mala fama del día viernes? Dice la historia que el verdadero origen de esta superstición sería otro relato de la mitología escandinava. En el momento en que las tribus de esa región se convirtieron al cristianismo, Frigga -diosa del amor y la fertilidad- fue desterrada y acusada de bruja, por lo que cada viernes se juntaba con 11 colegas y hacían maleficios para arruinar la semana siguiente. A la luz de las nuevas creencias cristianas, se consideraba que el invitado número 13 a estas reuniones heréticas era el Diablo. 
El viernes es, además, según la tradición, el día que Jesús fue crucificado. Algunos estudiosos de la Biblia creen que Eva tentó a Adán con la fruta prohibida un viernes y que  Abel fue asesinado por su hermano Caín un viernes 13.
El viernes 13 de octubre de 1307  fueron ejecutados en la hoguera muchos miembros de la Orden de los Caballeros Templarios, perseguida por la Santa Inquisición, acusados de celebrar ritos paganos, ser herejes y sodomitas, y de orinar y escupir en la cruz. Este hecho histórico también ayudó para convertir el viernes 13 en un día de mala suerte y de horror.
En 1907, un libro llamado "Viernes, el XIII" fue publicado por un corredor de bolsa Thomas Lawson. El libro de Lawson es una fábula oscura ambientada en  Wall Street cuyo personaje central genera bonanzas y caídas en el mercado para vengarse de sus enemigos, dejando a muchos en la ruina. Y se aprovecha de los temores que el recelado viernes 13 podía generar en los negociantes, dejando en claro que a principios del siglo XX este día ya era asociado con la catástrofe.
Aunque parezca una exageración, algunas personas se sienten aterradas ante la cercanía  del viernes 13, negándose a volar, comprar una casa  o, incluso, de invertir en bolsa. "Se estima que en EE.UU. se han perdido en bolsa de 800 o 900 millones de dólares en viernes dado que la gente ese día no se comporta con normalidad”,  comenta Donald  Dossey, quien se dedica a ayudar a quienes padecen triscaidecafobia, problema que afecta a más de 17 millones  de ciudadanos  sólo en Estados Unidos. Los síntomas de este mal van desde la ansiedad moderada a los ataques de pánico. Esto último puede hacer que las personas se vean obligadas a reorganizarse para no salir de su casa ese día, incluso faltando al trabajo. Richard Wiseman, psicólogo de la University of Hertfordshire (Hatfield, Inglaterra), ha descubierto que las personas que se consideran desafortunadas son las más propensas a creer en las supersticiones asociadas a la mala suerte: “Creen  que la suerte es una fuerza mágica que puede arruinar sus vidas."
Pero no todo el mundo le teme al viernes 13. “The Thirteen Club” (“El club del trece”) se reunió por primera vez el 13 de septiembre 1881 (un día miércoles), pero se organizó formalmente el viernes 13 de enero de 1882. Estaba conformado por 13 alegres caballeros decididos a echar por tierra todas las supersticiones. Se reunían el día 13 de cada mes, se sentaban en la mesa 13, rompían espejos, derramaban sal  y llegaban a la cena caminando bajo escaleras cruzadas. “The Thirteen Club” fue fundado por el capitán William Fowler, dueño del restaurante Cottage Knickerbocker situado la Sexta Avenida de Manhattan, en Nueva York. El primer objetivo del club era derribar el temor a la muerte de uno de los comensales poco después de que 13 personas cenaran juntas. Más adelante, se abocaron a refutar la nefasta fama del viernes. Muchos creen que fueron los caballeros del The Thirteen Club" quienes, involuntariamente, mezclaron estas dos supersticiones dando origen al mito maléfico del viernes 13. 
Yo no creo demasiado en la mala suerte. Ante el advenimiento de alguna catástrofe en mi vida, gentes bienintencionadas me han urgido a deshacerme de mis tortugas, mis cactus, mis peces de colores o mis bonsái y siempre me resistí. Pero, por si ustedes son supersticiosos, les acerco tres sencillos conjuros para recuperar la bienaventuranza, en caso de que el viernes 13 los colme de desdichas:

-Para que la suerte no los abandone: Verter una cucharada de azúcar en un frasco de cristal. Añadir un poco de romero y una ramita de canela. Llevar al fuego y utilizar los vapores para purificar los ambientes de la casa. 
-Si la mala suerte ya ha entrado en sus vidas: Encender una vela blanca una noche de luna menguante y repetir la operación cada viernes durante dos meses.
-Para recuperar la suerte en una sola noche: Dormir con las persianas abiertas, dejando que la luz de la luna entre por la ventana. Al lado de la misma, colocar una taza con agua limpia. A la mañana siguiente, usar el agua en la ducha,  echándola por encima de la cabeza. La suerte los acompañará todo el día.
Me despido de ustedes, mis queridos, deseándoles un inocuo viernes 13  y con un pensamiento de Herta Müller, escritora, novelista, poetisa y ensayista rumana galardonada con el Premio Nobel de Literatura en el año 2009: "La superstición es la poesía de las gentes sencillas y posee también algo de fascinante."
Buenos días.