jueves, 21 de marzo de 2019

HOLLYWOOD PARANORMAL: ELIZABETH SHORT


HOLLYWOOD PARANORMAL: ELIZABETH SHORT

"El amor es para los cuentos de hadas. Nosotros somos la materia de la que están hechas las pesadillas. Haz pesadillas conmigo."
Christopher Moore

Son muchos los asesinatos ocurridos en Hollywood desde que se convirtió en la Meca del Cine, pero ninguno ha llamado tanto la atención de los medios y de la opinión pública como el de Elizabeth Short, una joven aspirante a actriz, perpetrado el 15 de enero de 1947. El crimen continúa impune.


ELIZABETH SHORT: UN POCO DE HISTORIA

Elizabeth Short, conocida popularmente como la Dalia Negra, nació en Hyde Park, Boston, Massachusetts, el 29 de julio de 1924. Creció en Medford junto a su madre, Phoebe Mae Sawyer, después de que su padre, Cleo Short, las abandonara a ella y a sus cuatro hermanas, en octubre de 1930, dejando su coche en un puente para simular un suicidio.
Aquejada de asma, Elizabeth pasó sus veranos en Medford y sus inviernos en Florida, en la casa de amigos de su madre. A los 19 años fue se trasladó a vivir a Vallejo, California, a la casa su padre, que había vuelto a contactarse con su familia. Su esposa no le perdonó la mentira, pero Elizabeth decidió aprovechar la oportunidad para estar más cerca de Hollywood, su meta soñada. La chica se trasladó con Cleo Short a Los Angeles en 1943, pero la cosa no funcionó porque su padre sólo buscaba una sirvienta. Luego de una fuerte discusión, ella abandonó la casa y consiguió un trabajo en un intercambio en el campamento Cooke, cerca de Lompoc. Se mudó a Santa Bárbara, donde fue detenida el 23 de septiembre de 1943, por beber siendo menor de edad y  devuelta a Medford por las autoridades juveniles. En los tres años siguientes residió en distintas ciudades de Florida, con ocasionales viajes de regreso a Massachusetts para visitar a su madre. Obtenía dinero, la mayoría de las veces, trabajando como camarera.
En Florida, Elizabeth  conoció a Matthew M. Gordon Jr., un joven que era parte de la 2.ª Comandancia Aérea y de Capacitación para el despliegue en el CBI (China - Birmania - India). La joven le contó a algunos amigos que el militar le escribió una carta desde la India proponiéndole matrimonio, mientras se recuperaba de un accidente aéreo que sufrió cuando trataba de rescatar a un piloto derribado. Ella aceptó su propuesta, pero Gordon Jr. murió poco tiempo después en un accidente, el 10 de agosto de 1945, antes de que pudiera regresar a los Estados Unidos. Más tarde se llegó a decir que ellos se casaron y tuvieron un hijo que murió muy pequeño, ignorando que la autopsia reveló que Elizabeth nunca había estado embarazada ni había dado a luz. Aunque los amigos de Gordon confirmaron que existió una relación entre él y Short, después del asesinato la familia del prometido negó cualquier relación entre ambos.
Elizabeth regresó al sur de California a principios de 1946 para encontrarse con un viejo novio que había conocido también en Florida durante la guerra, el Teniente Gordon Fickling, que estaba viviendo en Long Beach. Cansado de los flirteos de Beth, él se marchó a Carolina del Norte, pero continuaron en contacto por carta. La última que recibió de ella tenía la fecha del 8 de enero de 1947 y le contaba que planeaba irse a Chicago para trabajar como modelo. Durante los seis meses previos a su muerte, Elizabeth residió en el sur de California, principalmente en el área de Los Angeles, viviendo en varios hoteles, edificios de apartamentos, pensiones y casas privadas, sin quedarse en ningún espacio por mucho más de unas pocas semanas. Los salarios que obtenía como eventual camarera los gastaba en ropa y maquillaje, con la esperanza de que un cazatalentos de Hollywood la descubriera. Pero eso nunca sucedió. El cadáver de Elizabeth fue encontrado en  Leimet Park  el 15 de enero de 1947. 

LA MUERTE DE LA DALIA NEGRA


En la mañana del 15 de enero de 1947, Betty Bersinger caminaba con su hija pequeña por una calle sin terminar en una zona de construcción del vecindario de Leimert Park,  cuando vio lo que creyó dos mitades de maniquí. Cuando se acercó, se dio cuenta de que era el cadáver de una mujer joven. Elizabeth Short había sido cortada en dos, justo a la cintura, y no tenía rastro de sangre, además de estar perfectamente limpio. A Elizabeth, golpeada ferozmente y con las piernas fracturadas con un bate de béisbol, la mutilaron salvajemente: le arrancaron el bazo, el corazón y los intestinos, le cortaron el pezón izquierdo y un trozo del muslo izquierdo, que insertaron en su vagina. Su rostro fue desfigurado con cortes desde las comisuras de los labios hasta las orejas, práctica brutal conocida como sonrisa de Glasgow. Cerca del cadáver se descubrió la huella del talón de un zapato masculino y las de las llantas de un vehículo y, al fondo del terreno, un saco de cemento vacío con algunas gotas de agua ensangrentada.

La autopsia indicó que Elizabeth Short medía 1,65 metros, pesaba 52 kilogramos y tenía ojos azules, cabello marrón y dientes cariados. Había profundas marcas en sus tobillos y muñecas hechos por una soga, por lo que se especuló que había permanecido maniatada al menos tres días, durante los que fue torturada con saña: su cuerpo presentaba  numerosas laceraciones, golpes, cortes, quemaduras de cigarrillo, zonas despellejadas. Se dijo que también había sido obligada a comer el  excremento que fue hallado en su estómago, pero lo más probable es que se tratase de una transferencia de fluidos al realizarse la evisceración. Aunque el cráneo no estaba fracturado, Elizabeth tenía moretones en la parte frontal y derecha de su cuero cabelludo. La causa de la muerte fue la pérdida de sangre por las laceraciones del rostro combinado con el shock de una conmoción cerebral. 
El 23 de enero de 1947, el supuesto asesino llamó al editor del periódico "Los Angeles Herald-Examiner", molesto porque no estaban siguiendo de cerca la noticia del asesinato, y ofreció enviar elementos pertenecientes a Short al editor. Al día siguiente llegó un paquete al periódico con el certificado de nacimiento de Elizabeth Short, tarjetas, fotografías, nombres escritos en pedazos de papel, recortes de periódico informando de la muerte del Mayor Gordon Jr. y una libreta de direcciones con el nombre Mark Hansen en la tapa. Hansen, una de las últimas personas que vio a Elizabeth con vida (el 8 de enero y hablaron por teléfono el 9) se convirtió en sospechoso. Era el propietario de una sala de baile frecuentada por Elizabeth, ubicado cerca de su casa, donde él y su novia, que se hizo amiga de la chica, la  alojaron en varias ocasiones. Hansen admitió que intentó acostarse con Short, sin conseguirlo. La agenda era suya, sí, pero era Beth quien la usaba. La policía interrogó a la larga lista de nombres que contenía la libreta. Todos los hombres contaron más o menos lo mismo: habían conocido a la chica en la calle o en un bar, la habían invitado a unas copas, alguno incluso a cenar, pero en cuanto veían que ella no estaba dispuesta a tener sexo con ellos, se marchaban y no volvían a verla. Solo tres hombres de la lista, que llegaron a ser novios efímeros y no ligues casuales de Beth, habían intimado con ella. Esta información contradice otro falso rumor que la joven no podía mantener relaciones sexuales completas por tener genitales infantiles. La autopsia indicaba que en ese aspecto era por completo normal.
El último acompañante de Elizabeth fue Robert "Red" Manley de 25 años, casado, que la noche del 8 de enero detuvo su coche al verla caminando. Ella le explicó que no tenía a dónde ir y él la llevó a un hotel. Aseguró que no hicieron el amor, de hecho dijo que la chica se pasó la noche entera de pie, descompuesta debido a alguna comida que le había caído mal. Le dijo que por la mañana tenía que ir a la estación de micros a dejar su valija en consigna y luego al "Cecil Hotel", donde se reuniría con su hermana Virginia (una mentira). Red sostuvo la que llevó a la estación y de nuevo al hotel, se marchó y jamás volvió a ver a ElizabethManley fue interrogado durante horas por los detectives y sometido al polígrafo, prueba que pasó con éxito. Años después, en 1954, los agentes le inyectaron pentotal sódico, conocido popularmente como droga de la verdad, pero de nuevo fue absuelto de todo tipo de cargos. Murió en 1986.
El 25 de enero, el bolso y un zapato de Short fueron encontrados en un cubo de basura a corta distancia de la avenida Norton. En algún momento entre el 10 y el 15 de enero, el asesino retiró la maleta de Elizabeth de la estación de micros. 
Otro de los sospechosos fue el padre de Elizabeth, Cleo Short, pues vivía a tan solo cinco kilómetros de donde se encontró el cuerpo. Sin embargo, él dijo no saber nada de su hija desde hacía tres años, y tampoco le interesaba saberlo. De hecho, se negó a reconocer el cadáver y tuvo que hacerlo la madre, que viajó desde la otra punta del país. 
Muchas personas afirmaron haber sido las autoras del crimen, o conocer personalmente al asesino, pero todas las pistas resultaron ser falsas. Un astrólogo llegó incluso a preguntar la hora y fecha exactas del nacimiento de Elizabeth en la comisaría y prometió proporcionar el nombre del culpable en pocos días, cosa que nunca hizo.
Elizabeth fue enterrada en el Mountain View Cemetery, en Oakland, California. Después de que sus otras hermanas crecieron y se casaron, la madre de Short se mudó a Oakland para estar cerca de la tumba de su hija. Phoebe Short regresó a la costa este en la ‘70 y vivió hasta los 90 años.


LOS MEDIOS

Luego del brutal asesinato de Elizabeth Short se produjo un frenesí de los medios de comunicación, según Martin Glynn, ex sargento de la policía de Los Angeles e historiador, debido a la "naturaleza brutal, misógina y ritual" de la matanza.
Gerry Ramlow, un reportero de "Los Angeles Daily News" aseguró que "si el asesinato nunca se resolvió se debió a los reporteros... Estaban en él, pisoteando pruebas, reteniendo información". A la policía le llevó tiempo tomar control total de la investigación, y los reporteros recorrían libremente las oficinas de departamentos, se sentaban en sus escritorios, y respondían los teléfonos. Mucha información del público no fue pasada a la policía, ya que los periodistas se apresuraban a obtener las primicias.
Los periódicos de William Randolph Hearst, "Los Angeles Herald-Express" y "Los Angeles Herald-Examiner", frivolizaron el caso: el traje de chaqueta negro con el que Elizabeth fue vista por última vez se transformó en "una falda apretada y una blusa estrecha" y la malograda aspirante a actriz fue convertida en una "aventurera que merodeaba por Hollywood Boulevard". "Los Angeles Herald-Examiner", incluso, engañó a la madre de Short para que viajara a California informándole que la chica había ganado un concurso de belleza. La dejaron explayarse acerca del carácter, la vida y las aspiraciones de su hija y sólo después le contaron que en había sido víctima de un crimen espantoso. De este modo, el diario obtuvo la primicia de la reacción de la madre ante la tragedia.
Fue el "Los Angeles Herald-Express" quien  le puso el apodo de Dalia Negra a Elizabeth Short. La historia que publicaron acerca del impactante sobrenombre contaba que Elizabeth lo había recibido en Long Beach, en el verano de 1946, como una referencia a la película "The Blue Dahlia" ("La Dalia Azul", George Marshall),  y por su costumbre de vestir de negro, buscando resaltar su palidez. Sin embargo, los investigadores de Los Angeles descubrieron que el apodo fue inventado por los reporteros que cubrían el asesinato, impactados por la juventud y enorme belleza que poseía la víctima. A Elizabeth Short no se la apodó la Dalia Negra en vida, pues sus familiares y conocidos la llamaban Beth.
Con el tiempo esta cobertura de los medios de comunicación sobre el asesinato se volvió más extravagante, con exageraciones sobre la vida de Elizabeth y haciendo hincapié en sus vicios, a pesar de que los conocidos de la mujer informaron que no fumaba, ni bebía, ni jugaba. Era una chica corriente que, consciente de su gran belleza, soñaba con ser actriz o modelo.

LA TEORÍA DE  STEVE HODEL

En 1999, el investigador privado Steve Hodel descubrió en el álbum de fotos de su padre la fotografía de una mujer de piel clara y cabello oscuro. No la conocía pero creyó que se parecía a la Dalia Negra. A partir de ese descubrimiento, Steve llevó a cabo una larga investigación que lo convenció de que su padre había asesinado a Elizabeth Short.
George Hodel, el padre de Steve, vivía en la misma ciudad que Elizabeth en la época en que ella murió. Muchos testigos dijeron haberlos visto juntos e incluso hubo quien aseguró que eran amantes. Cuando el cuerpo de Beth apareció cortado por la mitad el 15 de enero de 1947, se dio por sentado que la persona responsable de aquel corte tan limpio tenía amplios conocimientos de medicina y, coincidentemente, George Hodel era médico. De hecho, su consultorio se encontraba a solo a dos manzanas del "Los Angeles Biltmore Hotel", el último lugar donde Elizabeth fue vista con vida. Por otra parte, la posición en que el cuerpo de Beth fue encontrado resultaba muy poco común y según Steve Hodel, se parecía al cuadro “Minotaur”, del autor surrealista Man Ray, amigo cercano del doctor Hodel. Otras pruebas que encontró Steve fueron la compra que hizo su padre, en enero de 1947, de varias bolsas de cemento, supuestamente para realizar reformas en su casa (en la escena del crimen se encontró una bolsa de cemento con algunas gotas de agua ensangrentada); la declaración de un testigo que afirmó que, poco antes de aparecer el cadáver en Leimert Park, un auto negro parecido a un Ford Sedan del '36 había pasado por ahí (el mismo tipo de auto que conducía George Hodel); el hecho de que su padre se hubiera quedado solo en su mansión cuando se perpetró el asesinato, ya que Steve, sus hermanos y su madre se habían ido de la ciudad a una visita familiar; y  el tipo de letra que el asesino utilizó para escribir la carta que envió a la prensa, muy parecida a la de padre. La hermana mayor de Steve, además, le comentó que, mientras llevaba adelante un juicio en contra de su padre por abuso sexual, había escuchado que George Hodel era el principal sospechoso por el asesinato de la Dalia Negra. Steve se puso en contacto con Brian Carr, el detective de la policía encargado del caso en ese momento, quien le dijo que  la mayor parte de los documentos del caso habían desaparecido en la década del ’50. Tiempo después, Hodel descubrió que la policía había vigilado la casa de su padre con micrófonos secretos pues, efectivamente, era sospechoso del asesinato. Las grabaciones se hicieron públicas en el año 2013 y en ellas Steve escuchó a su padre hablar de abortos clandestinos que había realizado y afirmar que era consciente de que lo consideraban culpable del asesinato de Elizabeth Short, pero que nunca lo atraparían.
Según Steve, a pesar de que la policía tenía muchas pruebas en contra de su padre, no lo arrestó pues hacerlo implicaba sacar a la luz una serie de tratos sucios que se hacían entre los médicos y las fuerzas del orden para ocultar los abortos ilegales. Para Steve, la policía optó por dejar libre a su padre a cambio de mantener una imagen limpia frente a los ciudadanos de Los Angeles. Por su parte, Goerge Hodel se fue del país en 1950 a Filipinas, donde ejerció su profesión y conoció a su última mujer, con la que volvió a Estados Unidos una década más tarde. Se supone que asesinó a Elizabeth Short en su mansión "John Showden House", donde vivió entre 1945 y 1951.



LA TEORÍA DE MARY PACIOS

En 1999, Mary Pacios publicó el libro "Childhood Shadows: The Hidden Story of the Black Dahlia Murder", uno de los muchos tantos dedicados a desentrañar los pormenores del asesinato dela Dalia Negra. Pacios había conocido Elizabeth Short en su Medford natal. Por aquel entonces, Short era amiga del hermano mayor de la autora y la futura aspirante a actriz pasaba largos periodos de tiempo ejerciendo de niñera de Mary. Pacios recuerda veladas en el cine, largos paseos por la plaza del pueblo y conversaciones en las que Bette (así se refiere a ella en el libro) la ayudó a superar pequeños traumas infantiles.  "Childhood Shadows: The Hidden Story of the Black Dahlia Murder" fue un intento de equilibrar la percepción que el público tenía de su amiga después de que James Ellroy hubiese pintado un negro, influyente y ficticio retrato de ella en su novela "The Black Dhalia" (1984). “Causó un montón de daño y dolor a la familia (de Short), declaró Mary Pacios unos años más tarde. “La pintó como una fugitiva, y no lo era. Venía de una buena familia”.

Pacios asegura que, investigando el asesinato de la Dalia Negra, se topó, por casualidad, con la pista que apunta a Orson Welles, cuando algunas ex camareras del ya desaparecido restaurante "Brittingham’s" le confirmaron que Welles había contactado a Elizabeth Short antes de su muerte. El restaurante, situado a escasos metros de los estudios Columbia, era un lugar frecuentado por Elizabeth. Orson Welles era otro cliente habitual. Las pesquisas de Mary, a partir de la correspondencia personal del realizador, entrevistas dadas a la prensa, artículos suyos y palabras de sus biógrafos, la llevaron a descubrir que Welles era adicto a drogas como cocaína y benzedrina, que lo mantenían alerta y sin dormir por días. Además, sentía fascinación por los cuchillos y los actos de ilusionismo en los que partía mujeres por la mitad, y presentaba personalidad disfásica: canalizaba la frustración creativa mediante la agresión.
Husmeando en los archivos de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas, rastreando material de The Lady from Shanghai (“La dama de Shangai”), filmada antes y poco después del hallazgo del cadáver de la Dalia Negra, Mary Pacios encontró una fotografía que la impactó. En ella, Welles y el maquillador Bob Schiffer trabajaban con una cabeza de maniquí a la que le habían practicado una mutilación idéntica a la que Short sufrió en su rostro, la siniestra sonrisa de Glasgow. 
Pacios localizó, además, metraje inédito y fotografías de “The Lady from Shanghai”, que muestran escenarios y escenas no incluidas en la película, básicamente el set de la "Casa de la locura", que pertenecían a la secuencia del parque de diversiones. En una de estas fotografías, Welles posa cerca de un esqueleto cuya pierna izquierda se encuentra acomodada de la misma manera en que se localizó la pierna izquierda de Beth Short. En otra foto, Rita Hayworth posa cerca de la entrada del set de la “Casa de la locura” con un traje oscuro, y del techo y las paredes sobresalen miembros amputados (piernas y brazos de maniquíes). Se aprecia también a una mujer cortada por la mitad con su seno izquierdo herido y sangrante, tal y como sucedió con el seno izquierdo de Short, y la Hayworth tiene los brazos levantados de una manera muy particular al igual que la Dalia cuando fue encontrada. En otra, aparece la enorme cara de un payaso sonriente con un rizo sobre la frente como usaba Elizabeth Short. 
Pacios llegó a la conclusión que el set y las escenas de la "Casa de la locura" eliminadas del filme por órdenes tajantes de Harry Cohn, el hombre fuerte de la Columbia Pictures, tienen la misma firma que el escenario del crimen de la Dalia. Otro dato curioso que encontró fue el hecho de que George Shorty Chirello, el chofer y valet personal de Welles (un hombre contrahecho que no llegaba 1,40 de estatura), asistió a su patrón en la construcción de dicho set, que arrancó tres meses antes de la muerte de Short. Welles, ignorando al sindicato de Columbia, se empeñó en pintar y decorar él mismo los escenarios de la "Casa de la locura". 
Por aquel tiempo, Orson Welles se contactó con el Departamento de Ciencias Mortuorias de la Universidad de California y solicitó una lista de requerimientos para expedir una licencia como embalsamador y algunos datos sobre rigor mortis y la medicina forense. Más tarde y luego de rodar en Acapulco   y  en el Barrio Chino de San Francisco algunos de los exteriores de  “The Lady from Shanghai”, regresó a Los Angeles el 6 de enero de 1947, ocho días antes de la muerte de Beth, para terminar la película.
Mary Pacios encontró que todas las escenas del filme tenían fecha de rodaje, excepto las filmadas en la "Casa de la locura", rodadas supuestamente entre el 14 y el 21 de enero (la Dalia fue asesinada entre el 14 y el 15). Welles, además, solicitó un pasaporte el 24 de ese mes, un día después que el asesino de Beth Short llamó a "Los Angeles Herald-Examiner" prometiendo enviar objetos personales de la aspirante a actriz. En "Childhood Shadows: The Hidden Story of the Black Dahlia Murder", Mary Pacios  incluye dibujos que reconstruyen las fotografías descriptas, ya que Columbia Pictures se negó rotundamente a dar su autorización para publicarlas. 



EL FANTASMA DE LA DALIA NEGRA


El "Los Angeles Biltmore Hotel" fue el último lugar donde Elizabeth Short fue vista con vida, haciendo llamadas telefónicas y, más tarde, abandonando el lobby del hotel. Son muchos los huéspedes y empleados del "Biltmore"" que aseguran haber visto el fantasma de la Dalia Negra en el hotel. Los primeros reportes datan de la década del ’60, aunque no se descarta que haya habido apariciones de  Beth anteriormente. El fantasma suele verte generalmente en las tardes y parece estar molesto, como si buscara ayuda de algún tipo, aunque nunca se dirigió a nadie para pedir auxilio. Algunas veces, suele vérsela en una esquina del ascensor del hotel, bellísima,  hosca, vestida de negro, con la mirada clavada en el piso. Por lo general, el número en el panel se ilumina hasta el piso, y cuando la puerta de abre la aparición vacila un poco y luego sale al pasillo y se vuele a mirar a los otros pasajeros del ascensor, como si quisiera decirles algo antes de que las puertas vuelvan a cerrarse. En algunas ocasiones, los huéspedes han vuelto a abrir la puerta del ascensor segundos más tarde y encontraron el pasillo vacío.
El fantasma de Elizabeth Short parece estar buscando ayuda. Investigadores paranormales aseguran que necesita un cierre para su trágica historia, y, sobre todo, una reivindicación frente a las difamaciones que ha sufrido en innumerables libros y películas que abordaron su muerte. 
La actriz mexicana Esmeralda Pimentel, quien interpretó a Elizabeth Short en teatro en el año 2016, confesó que todo el elenco de "La Dalia Negra" vivió experiencias paranormales que atribuye a la presencia de Beth. Las intervenciones del supuesto fantasma incluyen las pesadillas que la protagonista sufrió cuando comenzó a interpretar a Elizabeth, un ascensor atorado y un suceso que hasta el momento no tiene explicación: durante la proyección multimedia comenzaron a aparecer imágenes de la aspirante a actriz muerta que nadie incluyó en la secuencia. Por ello, antes de cada función, la compañía teatral realizaba un ritual. "Le agradecemos y le decimos que hacemos la obra con todo el respeto y la dignidad que ella se merece", explicó Esmeralda.

Hasta aquí, mis queridos, esta nueva entrega de "Hollywood paranormal", dedicada esta vez a Elizabeth Short, la malograda Dalia Negra. Me despido de ustedes con un extracto del capítulo dedicado a la Dalia Negra en el libro "Hollywood Babylon 2", de Kenneth Anger: "Hollywood está plagada de célebres y extrañas historias de sexo y asesinatos. Cuarenta años después, el caso de la Dalia Negra sigue siendo el más escalofriante de los crímenes de Tinseltown. La conexión de la Dalia con la industria del cine fue tangencial, a lo sumo la historia de un sueño irrealizado. Como miles de otras muchachas, había llegado allí para 'entrar en el cine'. Su historia pertenece a la Tierra de las Sombras de Los Angeles, una zona de penumbra frecuentada hasta hoy por el misterio de su muerte."

Buenas tardes.

sábado, 2 de marzo de 2019

PLACER PARA UNA


PLACER PARA UNA

“Masturbarse es hacer el amor con la persona que más quieres”
Woody Allen

Hello, mis queridos. Navegando en la web, como es mi infructuosa costumbre, acabé donde acabo siempre: en el sitio de la revista “Cosmopolitan”, un lugar lleno de maravillas que me urge compartir con mis lectores (sobre todo lectoras), con tips, consejos y sentencias que pueden mejorar sus vidas y hacerlas mucho más fáciles y placenteras. Sobre todo placenteras. Porque la “Cosmo” es experta en asuntos de alcoba. Y no duda en compartir su sabiduría con el populacho. Por eso la amamos tanto.
Esta vez, los consejos de nuestra revista no apuntan a mejorar nuestra relación de pareja, sino a mejorar la relación con nosotras mismas. Mediante una conducta tan vieja como la humanidad misma, negada por algunas damas mojigatas, repudiada por todo tipo de clero y entes bíblicos que gustan disertar acerca de la antinaturalidad de los actos ajenos, pero contante y sonante para la mayoría de las damas aquí presentes: la masturbación
La revista titula la nota esclarecedora que vamos a diseccionar a continuación “Placer para una”, y no veo ninguna firma que se haga cargo del folletín. Así que asumo que el misterioso “Equipo de redacción” está detrás de la misma.
La nota en cuestión postula, con muy buen tino, que la autosatisfacción no tiene por qué ser un trámite express y qué es bueno para nuestra salud mental y física entregarnos a las mieles de la burocracia. Para ello, nos ofrece una serie de consejos, no sin antes tirarnos algunos datos para que no nos sintamos tan degeneradas: Según una encuesta nacional de la Universidad de Indiana (Estados Unidos), el 84% de los varones y el 72% de las mujeres de entre 25 y 29 años admiten que se autoestimulan. Pero mientras que el 44% de ellos lo hace una o más veces por semana, solo el 13% de las chicas llegó a esa frecuencia.” Convencidas ya, gracias a la sapiencia de la Universidad de Indiana, de que no somos las únicas damas en echar mano a esta costumbre que algunas mentes estrechas consideraran licenciosa, podemos entregarnos a la “Cosmo” en cuerpo y alma y degustar sus consejos, siempre tan bienvenidos. Consejos todos extraídos del florido libro “Sexo a la carta”, de la a psicoanalista Any Krieger.
Nuestra amiga Annie postula que “El autoerotismo está basado en las fantasías, que son centrales para la vida sexual: sirven para obtener satisfacción”. Y, como para reforzar esta idea, nada descabellada, la “Cosmo” nos aguijonea con las bondades del sexo en solitario: nos permite explorar nuestro cuerpo y nuestros puntos de placer sin otro que nos esté apurando  porque empieza el partido, ensayar todo tipo de caricias y roces, y vivir una experiencia extraordinaria sin tener que depilarnos ni padecer stilettos seductores pero agobiantes. Además, desarrolla nuestra capacidad de goce y nos ayuda a liberar sustancias  (como las endorfinas, la dopamina y la oxitocina) que mejoran  humor y salud, y a fortalecer  los músculos de nuestra pelvis en una especie de entrenamiento para obtener orgasmos más frecuentes y más intensos. Y nos prepara para un encuentro más feliz con nuestra media naranja: si sabemos dónde hay que tocar podemos guiar pacientemente al más inútil de los hombres en pos de alcanzar un suculento nirvana.
Después de todas estas consideraciones, que sirven como preámbulo para lo que realmente nos ocupa, los consejos. Pasen y vean.

La entrada en calor

Un buen precalentamiento es fundamental para arribar a las tibias playas del goce desenfrenado. ¿Y cómo se obtiene? ¿Viendo una película de Leo DiCaprio? ¿O algo más sustancioso como una porno, una neoporno o una posporno? No, señoras.  La entrada en calor no requiere de control remoto y consta de tres sencillos pasos:

1) Seducirse: Para seducirse, nada mejor que acariciar las zonas erógenas, además de descubrir zonas nuevas: la nuca, detrás de las rodillas, etc. No vale seducirse con bombones porque estamos buscando placer, no roña con la balanza.

2) Encender una vela aromática: Para entrar en calor, nada mejor que estimular todos los sentidos Ustedes se preguntarán entonces por qué bombones no, si el sentido del gusto es tan sentido como cualquiera. Las  comprendo, mis queridas, pero debemos enfocarnos en el sexo y no en el chocolate: ya se sabe que un bombón lleva a otro, y al quinto nos olvidamos para qué corno encendimos la vela aromática. Para hacer más efectivo  este consejo sencillo y agradable (el de la vela, olvídense de los bombones, por favor) la “Cosmo” nos cuenta que la Smell and Taste Treatment and Research (Fundación para el Tratamiento y la Investigación del Olfato y el Gusto), de los Estados Unidos, recomienda para los menesteres eróticos los aromas de la lavanda y el sándalo.

3) Estimular la mente: Acá sí podemos traer a Di Caprio al festejo. La “Cosmo” recomienda recordar la escena hot de alguna película o rememorar un  párrafo de algún libro erótico. Nuestra bien amada revista recomienda “Una noche deseada”, de Jodi Ellen Malpas,  o Yo te quiero”, de Irene Cao. No tengo nada que acotar acerca de estos libros: no los leí, no los conozco. Nadie me presentó a Jodi Ellen ni a Irene. Sospecho que sus obras son novelas de Corín Tellado aderezadas con revolcones en lugares más o menos novedosos y algún juguetito sexual, pero no sé. Yo soy clásica: recomiendo “Justine”, del Marqués de Sade o El amante de Lady Chatterley”, de  D. H. Lawrence (maldito dinosaurio  mascullarán algunos... y, sí).

Probá estas movidas

Acá la “Cosmo” pone a nuestra disposición cuatro poses “sola style” capaces de volarnos la cabeza.

1) Power Woman: Para alcanzar todo el power la “Cosmo” sugiere arrodillarse sobre la cama, con las piernas ligeramente separadas y la espalda  apoyada contra la pared. Parece que esta posición favorece una mayor llegada de caudal sanguíneo a nuestra pelvis, además de permitir un mejor acceso a nuestras zonas erógenas. Con una mano se puede manejar el sex-toy y con la otra masajearse las lolas. Si la cama no está ubicada contra la pared es menester trasladar esta chanchada al sillón del living. Que usualmente está frente a la TV, La “Cosmo” recomienda este traslado sobre todo cuando está “Scandal” en la tele. No sé, no la vi, a mí me calienta “Dexter”, de lo cual deduzco que soy una psicópata.

2) Con efecto húmedo: Nada mejor que la ducha para una feliz sesión de autoerotismo. La "Cosmo” sugiere ubicarse de manera tal que el agua caiga sobre nuestras partes más sensibles. Así vamos precalentando. Luego hay que girar (¿?), colocar un pie en el borde de la bañera y acariciar nuestras partes suavemente. Al estar de pie, los músculos pélvicos están tensos y eso favorece un orgasmo más intenso. Por favor, no se resbalen.

3) Neoclásico: Acostada sobre la cama, trabajar hasta encontrar el esquivo punto G. Estimularlo luego a mano o a máquina (damos por sentada la existencia de un sex-toy compañero), a la vez que mimamos nuestro clítoris. Para que la cosa sea más explosiva nuestra revista amada sugiere que dejemos que nuestra cabeza cuelgue de la cama. El flujo de sangre extra a la misma y la doble estimulación en nuestra zona V (que no tiene nada que ver con “Invasión extraterrestre”; sí, sí, maldito dinosaurio) hará que nuestro orgasmo sea de otro planeta (al final, sí, algo extraterrestre había).

4) Sex factor sorpresa: Yo creo que no debe haber en la vida nada más jodido que tratar de sorprenderse a uno mismo. Imagino que planear algo sin que nos enteremos es una virtud de mentes superiores o trastornadas. Pero, en fin, acá no importa lo que yo crea: lo verdaderamente importante es lo que crea la “Cosmo”. Recostada boca abajo, con la espalda arqueada y la cola apenas elevada, hay que llevar nuestra mano no dominante hacía atrás, introducirla entre las piernas y tocar el clítoris con ella. Si solemos acariciarnos en sentido arriba abajo deberemos inclinarnos por hacerlo en forma diagonal. Si vamos directo al clítoris, como bestias babeantes y desesperadas, deberemos detenernos en los alrededores a perder el tiempo. La posición no es, precisamente, ni la más cómoda ni la más convencional. Pero ahí está la sorpresa, chicas. En esta aotoflagelación erótica que nos hará crujir más de un hueso.

Para concluir la nota, la “Cosmopolitan” agrega un simpático apartado intitulado “Las chicas se confiesan”:

1) “Nunca más voy a ir a ver una película de Ryan Gosling al cine. Parece que masturbarse en los asientos del fondo todavía se considera inapropiado”.  - Anna Kendrik en Twitter. No sé quién es Anna Kendrik, no me la presentaron, no la conozco. Me siento una vieja chota en serio. Pero si yo fuera Eva Mendes, Anna estaría juntando sus dientes en vez de estar escribiendo boludeces en Twiter.

2) “I´m feeling myself (me estoy sintiendo a mí misma), I´m feeling myself I´m feeling myself I´m feeling myself I´m feeling myself”-Nicki Minaj y Beyoncé lo aseguran en el tema “Feeling Myself”. Sorprendentemente, sé quiénes son Nicki Minaj y Beyoncé. Pero yo escucho a Los Beatles. Que no repiten lo mismo 500 veces hasta enloquecernos.

3) “Aprendí qué era la masturbación cuando estaba en tercer grado. Leí un libro para adolescentes en el que se la describía como ‘tocar tus partes íntimas hasta conseguir una sensación placentera como un estornudo’”. - Elena Dunham lo confiesa en su libro “No soy ese tipo de chica”. Perdónenme, por favor. Tampoco la conozco a ésta. Estoy bastante desactualizada. Pero si el orgasmo es comparable a un estornudo, ¿para qué tanta vela, tanto sex-toy, tanto DiCaprio y tanto best seller erótico? Con oler un poco de pimienta era más que suficiente.

Hasta aquí, mis queridas, todo lo que ustedes querían saber sobre la autoestimulación y no se atrevían a preguntar. No me lo agradezcan a mí, agradézcanselo a  la “Cosmopolitan”, siempre pronta a dar consejos calenturientos.
Me despido de ustedes con un pensamiento de la actriz  Lily Tomlin: “Tenemos razones para creer que el ser humano empezó a caminar erguido para liberar sus manos con el objeto de masturbarse.”

Buenos tardes.