miércoles, 7 de noviembre de 2018

LAS VERDADERAS HISTORIAS DETRÁS LOS CUENTOS DE INFANTILES: LA BELLA Y LA BESTIA


LAS VERDADERAS HISTORIAS DETRÁS LOS CUENTOS INFANTILES: LA BELLA Y LA BESTIA

"El que hace una bestia de sí mismo se deshace del dolor de ser hombre."

Samuel Johnson

Buenas noches, queridos lectores. Aquí estoy nuevamente para ofrecerles otra entrega de la saga “Las verdaderas historias detrás de los cuentos infantiles”, que gira, esta vez, alrededor de un clásico cuento de hadas francés, “La Bella y la Bestia”.


LA BELLA Y LA BESTIA

“La Bella y la Bestia” (“La Belle et la Bête”) es un cuento de hadas tradicional francés, del que existen múltiples variantes.  Se cree que podría estar basado en una historia de Apuleyo, incluida en su libro "El asno de oro" ("Asinus aureus"), titulada “Eros y Psique”. La primera versión publicada fue obra de la escritora francesa Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve, en 1740, aunque otras fuentes atribuyen a Gianfrancesco Straparola la recreación de la historia original, en 1550. La versión escrita más conocida fue una revisión muy abreviada de la obra original de Villeneuve, publicada en 1756 por Jeanne-Marie Leprince de Beaumont. La primera traducción se hizo al inglés, en 1757. La versión de Beaumont es la que goza de mayor fama, siendo ésta la base de casi todas las versiones o adaptaciones posteriores.


EROS Y PSIQUE

Psique era la menor y más hermosa de tres hermanas, hijas de un rey de AnatoliaAfrodita, celosa de su belleza, ordenó a su hijo Eros que intercediera para hacer que la joven se enamorase del hombre más horrendo y vil que pudiera existir. Pero Eros se enamoró de ella y lanzó la flecha al mar y, cuando Psique se durmió,  la raptó y se la llevó volando hasta su palacio.
Para evitar la ira de su madre, Eros se presentó de noche, en la oscuridad, para amar a Psique y le prohibió cualquier indagación sobre su identidad. Fue pasando el tiempo y, cierta noche, Psique le dijo a su amado que extrañaba a sus hermanas y quería verlas. Eros aceptó, pero  le advirtió que las mujeres querrían acabar con su dicha. A la mañana siguiente, Psique vio a sus hermanas, que le preguntaron, envidiosas, quién era su maravilloso marido. Psique, incapaz de explicarles cómo era su esposo, puesto que jamás lo había visto, titubeó y les contó que era un joven que estaba de caza, pero acabó confesando la verdad: que realmente no sabía quién era ni conocía su aspecto físico. 
Las hermanas de la joven la convencieron para que en mitad de la noche encendiera una lámpara y observara a su amado, asegurándole que sólo un monstruo querría mantener oculta su verdadera apariencia. Psique así lo hizo y una gota de aceite hirviendo cayó sobre la cara de Eros dormido, quien despertó y, decepcionado, abandonó  a su amante.
Psique comenzó entonces una búsqueda desesperada para encontrar a Eros, que culminó con su llegada al Templo de Afrodita. La diosa, llena de ira y deseos de venganza, rasgó las vestiduras de la joven y, para que pudiera recuperar a su amante,  le encomendó tareas imposibles como clasificar miríadas de semillas distintas. Psique recibió ayuda de distintos dioses y fuerzas de la naturaleza y pudo completar los desafíos. Afrodita, entonces, ideó una nueva prueba para la muchacha:  internarse en  el inframundo en busca de Perséfone, reina de los Infiernos, rogarle por un poco de su belleza divina y llevársela a  Afrodita dentro de un cofre. 
Sorteando varias dificultades, Psique cumplió con la tarea y emprendió su viaje de vuelta hacia la luz. En el camino, cayó nuevamente presa de la curiosidad. Seducida por el deseo de ser más atractiva a los ojos de su amado adornándose con la belleza divina, abrió el cofre e inmediatamente cayó en un sueño mórbido.
Eros, recuperado de su decepción, salió en búsqueda de su amada esposa.  Visitó a Zeus y le rogó que tuviese compasión de Psique y la convirtiera en un ser inmortal, para que pudiese vivir con él en los cielos. Zeus se compadeció de Eros, y apaciguó a Afrodita,  y ordenó la unión eterna de Eros y Psique, ya inmortal.


UNA  CRUEL HISTORIA MEDIEVAL 

Algunas fuentes aseguran que la historia de "La Bella y la Bestia" tiene sus orígenes en una cruenta fábula medieval cuyas protagonistas son tres hermanas, muy malvadas las dos mayores y muy piadosa la menor. La tercera es utilizada para hacer las más penosas tareas, desde limpiar la casa, hasta prostituirse para que mantener a las otras dos.
Cada noche, la joven es atada en una lóbrega habitación desde donde observa la vida en el exterior. 
Cierta vez, un leproso se asoma por su ventana y le pide a la muchacha un simple mendrugo. La muchacha lo invita a entrar, dejando que tome aquello que desee a cambio de que le quite las cadenas que lleva al cuello y que sus hermanas le han puesto para que no escape. EL leproso accede. Quita las ataduras de la joven y después sacia su hambre.
Cuando las hermanas vuelven y ven sus alacenas vacías, culpan a su hermana de haber robado la comida. No dudan en castigarla: la azotan casi hasta la muerte y la encierran en el sótano cuando ya está agonizando.
Al día siguiente regresa el leproso y se asoma por la ventana en busca de la muchacha que tan amablemente lo había ayudado. Pero no está. Preocupado, llama a la puerta y las hermanas, lo reciben con desdén y repugnancia al ver su aspecto. El mendigo leproso entra en la casa y se quita sus harapos, mostrándose ante ellas como lo que en realidad es: la propia Muerte. Les dice entonces a las hermanas malvadas que ha dejado el inframundo buscando a una mujer enormemente desdichada, maltratada por sus propias hermanas. Y que ha decidido acudir a mundo terrenal para castigarlas llenando sus cuerpos de pústulas e inmundicia, ofreciéndoles la muerte más lenta y dolorosa posible.
Una vez aplicado el castigo, la Muerte baja hasta el sótano para tumbarse junto a la muchacha que lo ayudó, ofreciéndole un descanso plácido y un paso al más allá lo más dulce posible.

TRES VERSIONES TEMPRANAS DE LA HISTORIA

Una primera versión escrita de “La bella y la bestia” se atribuye a Gianfrancesco Straparola. Apareció en su libro de cuentos “Las noches agradables” (“Le piacevoli notti”), en 1550, con el título de “El Rey Cerdo”. En esta historia, un rey debe casarse tres veces para lograr deshacerse de su aspecto porcino, ya que sus dos primeras esposas lo desprecian y planean asesinarlo, aunque el soberano les gana de mano. La tercera esposa, Meldina, hermana menor de las dos anteriores, no repara en su aspecto sino en su buen corazón. Lo mucho que el hombre le debe a su Creador, graciosas señoras, por haberlo puesto en el mundo como hombre y no como feo animal, no hay lengua tan tersa ni tan fecunda que pueda expresarlo bastante bien en mil años”, advierte Straparola en su relato.
Con tono liviano y un narrador que, curiosamente, se dirige exclusivamente a las señoras, el autor italiano remarca que el cerdo no sólo comparte la apariencia del animal sino sus maneras: “El cerdito, habiendo crecido bastante, comenzó a hablar como un ser humano y a pasearse por la ciudad; y allí donde había inmundicias y basuras, se metía en ellas como hacen los cerdos”.
"El rey cerdo" introduce en la narración un aspecto que, unos siglos después, Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve conservó en la novela que escribió en 1740: el sexo.  Straparola ya se cuestionaba cómo sería la noche de bodas entre un humano y un cerdo (aquella “cama empuercada de inmundicias y carroñas”).
Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve fue una mujer adelantada a su época. Estuvo casada seis meses con un aristócrata derrochador, y solicitó luego la separación de bienes. Viuda antes de los 30 años, se dedicó a escribir para ganarse el sustento y vivió en concubinato con otro importante escritor del momento. Incluyó su versión de "La Bella y la Bestia" en el libro “La joven americana o los cuentos marinos” (“La jeune américaine, et les contes marins”), que presenta a una pareja de recién casados que que se cuentan cuentos para entretenerse durante un viaje por alta mar.
En esta novela fundacional, la Bella pertenece a una aborrecible  y numerosa familia. Sus hermanas la celan  y su padre, un mercader cuyos negocios caen en desgracia, no tiene reparos en cambiar a su hija por su libertad, luego de que la Bestia lo encierra en su castillo por abusar de su cortesía. La Bestia tiene trompa y escamas y  todas las noches le pregunta a la Bella si quiere acostarse con él, porque el mediante sexo como recuperará su aspecto humano.
Jeanne-MarieLeprince Beaumont fue dama de compañía, profesora de música y fundadora de un periódico para jóvenes en la ciudad de Londres en el que se trataban temas literarios y científicos. En 1756, solo un año después de que muriese su autora, transformó la novela de Villeneuve en cuento al que dotó de un carácter moralizante que hasta ese momento la obra no había tenido. Suprimió cualquier tipo de insinuación sexual y buscó transmitir con la historia un claro mensaje: lo que importa es la belleza interior. 


LAS DIFERENCIAS ENTRE LA HISTORIA ORIGINAL Y LA HISTORIA QUE NOS CONTARON

-La familia de la Bella. La Bella es la hija de un mercader, no de un inventor, y tiene tres hermanas mujeres y cuatro hermanos varones. El mercader pierde toda su fortuna en un incendio y en varios malos negocios y por eso la familia acaba en una casa perdida en el campo. Las otras tres hijas no hacen más que quejarse de su fortuna y desdeñan a la Bella.
Durante el tiempo que vive con la Bestia, la Bella vuelve a la casa familiar de visita acompañada de un anillo mágico que le permite regresar en cuando quiera. Si no vuelve, la Bestia morirá.

-El aspecto de la Bestia. La Bestia no es leonada, tiene trompa y escamas, y, además, cada vez que se mueve se genera mucho ruido.

-El sexo. Cada noche, la Bestia le pregunta a la Bella si quiere acostarse con él. La primera vez ella se horroriza, pero la Bestia le asegura que lo único que tiene que hacer es decir sí o no.

-La vida de la Bella en el castillo.  El castillo de la Bestia es completamente mágico, no sólo porque su dueño está encantado y en todas sus estancias se pueden encontrar inmensas riquezas, sino porque el lugar cuenta con diferentes habitaciones que, mediante ciertos juegos de espejos, permiten a la Bella asistir al teatro y a la ópera.
La Bella es servida por pájaros cantores, cotorras y monos que trabajan como lacayos y doncellas (los monos estaban entonces muy de moda).
-Los sueños. Los sueños tienen una enorme importancia en la historia, ya que, mientras sueña, la Bella se encuentra con el Desconocido, que es el hombre de sus sueños y que le promete una especie de amor eterno. La Bella se dedica a buscarlo por el castillo porque él le dice que está allí atrapado. Es el alter ego de la Bestia.

-El padre recomienda boda. Cuando la Bella visita a su familia, llevando consigo unos baúles llenos de riquezas de regalo de la Bestia, se siente un poco mal por dejar a la criatura sola, por temor a que  muera. Extraña al Desconocido, quien no puede visitarla en sueños fuera del castillo y los enamorados de sus hermanas se olvidan de ellas cegados por su belleza. La Bella  busca consejo en su padre, el mercader, a quien le cuenta lo amable que es  la Bestia para con ella. Y el mercader le recomienda que se case con la Bestia, que al fin y al cabo es un buen hombre, más allá de su apariencia. 
-La noche de bodas no es como la Bella espera. A su regreso, la Bella decide casarse con la Bestia, pero no porque su padre lo haya aconsejado. Cuando vuelve al castillo, algo más de dos meses después de su partida, encuentra a la Bestia moribunda y decide salvarla.  Así que esa noche, cuando la Bestia le pregunta si quiere acostarse con él, ella acepta. No hay boda magnífica, sólo una promesa de esponsales. La Bella se retira al dormitorio, un tanto abrumada por lo que le espera, pero en realidad no pasa nada. La Bestia se mete en la cama y duerme. Cuando se despiertan al día siguiente, la Bestia se ha convertido en el misterioso y atractivo Desconocido.
-La madre de la Bestia es una suegra clásica y la Bella, una princesa.  El cuento que ha llegado hasta nosotros termina cuando la Bestia se convierte en un hermoso príncipe. En la versión original,  cuando la Bella aún está digiriendo lo que ha pasado, aparece la madre del príncipe, la reina, furiosa porque su hijo se enredó con la hija de un mercader.  La Bella intenta renunciar a la Bestia, a pesar de que es el hombre que ama, porque no es ambiciosa y lo quiere lo suficiente como dejarlo ir. Pero un hada interviene y cuenta una historia que nadie conoce. La Bella es en realidad una princesa, sobrina de la reina, que se había perdido de niña. 

INTERPRETACIONES
Según algunos estudiosos, el cuento simboliza la animalidad integrada en la condición humana, pues en muchísimos mitos y cuentos populares se habla de un príncipe convertido, por arte de hechicería, en un animal salvaje o en un monstruo, que es redimido por el beso y el amor de una doncella.
Según Steven Swann Jones, autor de  "The Fairy Tale: The Magic Mirror of Imagination", la historia también se puede interpretar como una alegoría de la llegada de una niña a su mayoría de edad y a la sexualidad. Concebido el amor de su padre como un amor puro, la niña percibe la sexualidad como algo perverso, y a todo hombre que se siente atraído sexualmente hacia ella como una bestia. Sólo a partir del momento en que la joven es capaz de asimilar las relaciones sexuales como de manera adulta, puede alcanzar la felicidad. Para Marina Waner, autora de "From the Beast to the Blonde: On Fairy Tales and Their Tellers", una variante de este concepto sería que el sentimiento de la Bestia es primitivo y brutal, pero el amor de la mujer lo transforma en algo humano y comedido, que en el cuento vendría simbolizado por la transformación física de Bestia a Príncipe.
El cuento ha sido interpretado por la escritora Terri Windling, autora de "Married to Magic: Animal Brides and Bridegrooms in Folklore and Fantasy", como crítica a los matrimonios por conveniencia. La unión de una chica, especialmente joven, con un hombre mucho mayor que ella, sin su consentimiento, se observa como metáfora en la narración. El cuento critica estas prácticas, pero al mismo tiempo reivindica que, si las mujeres buscan en el interior de sus ancianos maridos, pueden encontrar al ser bondadoso que se esconde tras la apariencia de Bestia. O que ellas mismas pueden conseguir esa transformación mediante su amor.


LA HISTORIA REAL

Pedro González nació en Tenerife, Islas Canarias, en el año 1537. Padecía hipertricosis congénita o síndrome de hombre lobo, una enfermedad por la que gran parte de su cuerpo estaba cubierto de pelo. Con tan solo 10 años, Pedro fue llevado a Francia, donde convivió en la corte al amparo del rey Enrique II. Su llegada al país galo fue todo un acontecimiento debido a la extraña enfermedad que padecía. "Rápidamente fue integrado en la sociedad francesa y se le buscó un oficio, en este caso, ayudante del panadero real: se encargaba de poner la mesa, los cubiertos y el pan", relata Enrique Carrasco, periodista, investigador y profesor de la Universidad Europea de Canarias y autor del libro Petrus Gonsalvus, mi vida entre lobos”.
Pedro González, que ya en el país galo pasó a llamarse Petrus Gonsalvus, se casó con una joven cortesana llamada Catherine, que se cree era dama de compañía de la reina Catalina de Médicis. Un matrimonio acordado pero que, sin embargo, duró 40 años, y del que nacieron seis hijos, cuatro de los cuales heredaron la enfermedad 
Para Carrasco y otros estudiosos del tema, esta historia real fue la que inspiró a la escritora francesa Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve, en 1720 para escribir la primera versión de “La Bella y la Bestia”.


EL SÍNDROME DE ESTOCOLMO

Muchos especialistas han señalado que el personaje de la Bella padece Síndrome de Estocolmo, una reacción psicológica en la que la víctima de un secuestro o retención en contra de su voluntad, desarrolla una relación de complicidad y un fuerte vínculo afectivo​ con su captor. Principalmente se debe a que malinterpretan la ausencia de violencia contra su persona como un acto de humanidad por parte del agresor.
El 23 de agosto de 1973, Jan Erik Olsson intentó asaltar el Banco de Crédito de Estocolmo, en Suecia. Tras verse acorralado tomó de rehenes a cuatro empleados del banco, tres mujeres y un hombre, y los mantuvo cautivos alrededor de 130 horas. Entre sus exigencias estaba que le trajeran a Clark Olofsson, un criminal que en ese momento cumplía una condena. A pesar de las amenazas contra su vida, incluso cuando fueron obligados a ponerse de pie con sogas alrededor de sus cuellos, los rehenes terminaron protegiendo al raptor para evitar que fuera atacado por la policía de Estocolmo. Durante su cautiverio, una de las rehenes afirmó: "No me asusta Clark ni su compañero; me asusta la policía". Y tras su liberación, Kristin Enmark, otra de las rehenes, declaró: "Confío plenamente en él, viajaría por todo el mundo con él".El psiquiatra Nils Bejerot, asesor de la policía sueca durante el asalto, acuñó el término de Síndrome de Estocolmo para referirse a la reacción de los rehenes ante su cautiverio.

Hasta aquí, amables lectores, todo lo que tenía para ofrecerles hoy. Me despido de ustedes con una cita del inmortal William Shakespeare: Oh amor poderoso!, que a veces hace de una bestia un hombre, y otras de un hombre una bestia.". Me despido de ustedes con un poema del mexicano Eduardo Lizalde:


La bella implora amor
Tengo que agradecerte, Señor
-de tal manera todopoderoso,
que has logrado construir
el más horrendo de los mundos-,
tengo que agradecerte
que me hayas hecho a mí tan bella
en especial.
Que hayas construido para mí tales tersuras,
tal rostro rutilante
y tales ojos estelares.
Que hayas dado a mis piernas
semejantes grandiosas redondeces,
y este vuelo delgado a mis caderas,
y esta dulzura al talle,
y estos mármoles túrgidos al pecho.

Pero tengo que odiarte por esta perfección.
Tengo que odiarte
por esa pericia torpe de tu excelso cuidado:
          me has construido a tu imagen inhumana,
          perfecta y repelente para los imperfectos
          y me has dado
          la cruel inteligencia para percibirlo.
Pero Dios,
por encima de todo,
sangro de furia por los ojos
al odiarte
cuando veo de qué modo primitivo
te cebaste al construirme
en mis perfectas carnes inocentes,
pues no me diste sólo muñecas de cristal,
manos preciosas -rosa repetida-
o cuello de paloma sin paloma
y cabellera de aureolada girándula
y mente iluminada por la luz
de la locura favorable:
          hiciste de mi cuerpo un instrumento de tortura,
          lo convertiste en concentrado beso,
          en carnicera sustancia de codicia,
          en cepo delicioso,
          en lanzadera que no teje el regreso,
          en temerosa bestia perseguida,
          en llave sólo para cerrar por dentro.
¿Cómo decirte claro lo que has hecho, Dios,
con este cuerpo?
¿Cómo hacer que al decirlas,
al hablar de este cuerpo y de sus joyas
se amen a sí mismas las palabras
y que se vuelvan locas y que estallen
y se rompan de amor
por este cuerpo
que ni siquiera anunciar al sonar?
¿Por qué no haberme creado, limpiamente,
de vidrio o terracota?

Cuánto mejor yo fuera si tú mismo
no hubieras sido lúbrico al formarme
-eterno y sucio esposo-
y al fundir mi bronce en tus divinas palmas
no me hubieras deseado
en tan salvaje estilo.
Mejor hubiera sido,
de una buena vez,
haberme dejado en piedra,
en cosa.

Buenas noches.



Ilustración 1: Mercer Mayer
Ilustración 2: Anne Anderson
Ilustración 3: Adolphe Bouguereau
Ilustración 4: Brent Hollowell
Ilustración 5: Walter Crane
Ilustración 6: Jeremiah Ketner
Ilustración 7: Gabriel Pacheco
Ilustración 8: Anónimo
Ilustración 9: Angela Barrett


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