miércoles, 1 de junio de 2016

"REVISTAS ROBADAS EN LOS CONSULTORIOS DE QUILMES": MIMANDO A LOS GEMELOS


"REVISTAS ROBADAS DE LOS CONSULTORIOS DE QUILMES":
MIMANDO A LOS GEMELOS

“Amigos son los huevos, que están en el mismo nido y nunca se regañan.” 
Roberto Fontanarrosa

Pocas cosas hay que me provoquen tanto placer como estar en la sala de espera de un médico, frente a una prometedora pila de revistas y, además, sola. Casi nunca se dan estas tres variables juntas. A veces no estoy en la sala de espera de un médico. A veces estoy, pero en la mentada sala no hay revistas. A veces estoy y hay revistas, pero hay otros pacientes en la sala, cosa que en mi caso, por ejemplo, inhibe mucho las conductas vandálicas. Pero hoy se alinearon los planetas y se me dio: estuve casi media hora en la sala de espera de mi nueva psiquiatra, frente a una pila de revistas, sola. Dirán ustedes que las revistas de las salas de espera suelen tener tres o cuatro años encima, lo que les quita todo viso de novedad.  Pero no es tan así. Porque hay revistas como la “Cosmopolitan” o la “OhLaLa” que jamás envejecen. La estupidez nunca pasa de moda. Los tips, las movidas y los styles, tampoco. Con frenesí y apuro, por si aparecía alguien, vandalicé las “OhLaLa”, mamotretos enormes que no entran en ninguna cartera. Arranqué hojas y hojas. La única “Cosmopolitan” que había me la metí en el bolso. Sí, es un despropósito que una mujer de mi edad robe revistas de una sala de espera. Pero tengan en cuenta que es la sala de espera de una psiquiatra. Pedirme un comportamiento normal sería como pedirle peras al olmo.
Cuando concluí mis actividades ilícitas me entró la paranoia. ¿Y si en la sala de espera había alguna cámara de seguridad? No voy a ir en cana por unas revistas (viejas). Pero el papelón sería mayúsculo. Gracias a Dios, no me escrachó ninguna cámara. Y llegué a mi casa feliz, con suculento material para compartir con mis lectoras. Así que hoy empieza un ciclo sensacional intitulado “Revistas robadas en los consultorios de Quilmes”, donde recrearé  todo lo que le hurté a la pobre Dra. Aliggi. Y, como no podía ser de otro modo, este ciclo arranca con la “Cosmopolitan”. Que cansada de penes y penes, esta vez, se antojó con los testículos. Cuando leí el título de la nota (“Dos puntos que no podés pasar por alto”) y vi la foto que la ilustraba (una flaquita en una playa con un coco en cada mano) pensé que el tema tratado tenía que ver con verano, tragos y bartenders hot. Pero nada que ver. Es una pulposa lista de consejos para volarle la cabeza al chico Cosmo probando movidas en sus testículos. Sí, yo también estoy patidifusa.
La “Cosmo” da por sentado que, a la hora de mimar el miembro de un hombre, toda chica cuenta con un repertorio que puede llevarlo a nirvanas insospechados. Pero que, en este franeleo erótico, casi ninguna incluye a los testículos (llamados amorosamente los gemelos en el indescriptible Mundo Cosmo). La sexóloga clínica Elsa Astolfi, que atiende (o por lo menos atendía en marzo del 2011) en el Hospital Italiano declara: “Muchas mujeres no tienen en cuenta los testículos durante el juego previo ni en el intercambio sexual porque creen que no tienen sensibilidad en absoluto o que son demasiado delicados para ser manipulados.” Y aclara que ninguna de las dos cosas es cierta: los testículos son una zona de placer casi inexplorada y estimulados correctamente, pueden disparar la excitación de nuestro pastelito e intensificar su orgasmo.
Los testículos están recubiertos por una delgada capa de músculo que llega hasta el abdomen, lo que permite que el placer del clímax se irradie en todo el cuerpo. Para lograr este prodigio, la “Cosmopolitan”, nos aconseja sabiamente. Así que tomen nota.

1) Empezá despacio: Patty Taylor, terapeuta sexual autora del libro “Expanded orgasm” (“Orgasmo expandido”), aclara que la sensibilidad de cada hombre es esta área injustamente olvidada es diferente. Para saber qué le viene bien al chico Cosmo, la revista aconseja recoger sus joyas (sí, sí, leyeron bien) en el hueco de una mano mientras con la otra frotás su pene. De  poquito vas apretando, no sin antes pedirle que te avise cuando el dolor de huevos sea insoportable, con el perdón de los presentes. Eso te permitirá conocer su umbral. También le podés pedir que te apriete una lola con la misma intensidad que pretende que sus gemelos sean apretados. Esto lo aconseja otra sexóloga, Sadie Allison, autora del jacarandoso libro “Tickle His Pickle” (“Hacele cosquillas a su pepino”). Como verán, mis queridos, la desvergüenza no conoce fronteras. ¡Mirá que escribir un libro con ese nombre!

2) Los gemelos tienen un punto secreto, mucho más sensible que el resto del área: Si observás la bolsa testicular notaras que tiene una especie de costura que desciende hasta la base del pene: se llama rafe y yo que me hago tanto la viva no lo sabía. Y es la zona más propicia para generar placer. Con saliva o lubricante untados en el dedo, recorré la mentada costura. Doblá la apuesta y recórrela con la lengua. El chico Cosmo va a flashear.

3) Ponelo en llamas sólo con tus manos: Casi todas sabemos que, a la hora del sexo oral, aferrar las joyas de nuestro partenaire es fundamental. Pero, ¿qué hacemos con ellas? ¿Las apretamos, las sopesamos? ¿Qué? Ya les cuento: hay que sujetarlas con una mano y hacerlas rotar, deslizando un testículo sobre el otro. A tu chico, la novedad le va a encantar.

4) Él nunca sintió una lengua haciéndole algo así: Lamé sus mellizos, alternando entre el dorso y la punta de tu lengua. Circunvalá a uno de ellos y, luego, lengüetealo  lentamente. Hacé lo propio con el otro. Esta movida lo va a enloquecer.

5) Arañalo de la manera más hot: Vamos, chicas, a usar las uñas. Despacito, de arriba hacia abajo y viceversa. Siéntanse Gatúbela.

6) Una forma simple de llevarlos a tu boca: Juntá tus labios como si fueras a darle un beso y, suavemente, succioná la pielcita que rodea a sus gemelos. Tratá de introducirlos en tu boca. Nada de tarascones. Esta movida lo va a poner en llamas. Después repimpoloteá por la zona con tu lengua y, si podés, murmurá su nombre.  Al carajo el LSD: el chico Cosmo alucinará sin ayuda de drogas psicodélicas.

7) Funcionan como un control remoto para su orgasmo: Acá aparece un sexólogo, don León Gindín, que sabe por sexólogo pero más sabe por hombre. Nuestro amigo León escribió el libro “La nueva sexualidad del varón” y explica que durante la calentura los testículos se elevan y aumentan de tamaño. Los gemelos suben y crecen hasta que el chico alcanza el clímax. Si se trata de un eyaculador precoz tirar suavemente de sus joyas ayudará a retardar el asunto. Si, en cambio, la hace demasiado larga y aburre, sujetar los mellizos con una mano y hacerlos subir apresurará la grande finale.

8) Regalale un clímax que nunca va a olvidar: Después del sexo, sus gemelos van a estar irritados por la acción y tu deber de chica Cosmo es ayudar a refrescarlos. Tomá un sorbo de agua fría y mantenelo unos segundos en tu boca antes de tragarlo. Inmediatamente, prendete de sus chiches. Y se va la segunda.

Hasta aquí, los consejos de la Cosmo para mimar las joyas de tu chico. Pero la nota no termina: como corolario, hay un pequeño apartado donde algunos chicos Cosmo confiesan cuál es el apodo que les han puesto a sus mellizos. Vean qué imaginativos.

-“French y Berutti” (Leandro, 21)
-“Dúo Dinámico” (Andrés, 23)
-“Tonto y Retonto” (Sergio, 27)
-“Juan y Pinchame” (Javier, 26)
-“Los Cadillacs” (Ignacio, 22)
-“Carozo y Narizota” (Hernán, 34)

Yo sugeriría:

-“Lennon y McCartney”, para los beatlemaníacos.
-“Pinky y Cerebro”, para los que quieren dominar al mundo pero son demasiado flojos como para hacerlo.
-“Gardel y Lepera”, para los tangueros.
-“Timón y Pumba”, para los fans de Disney.
-“Mario y Luigi”, para los obnubilados por los videojuegos.
-“Sandra y Celeste”, para los que preferirían no tenerlos.
-“Simon y Garfunkel”, para los hippies tardíos.
-“R2D2 y C3PO” (“Arturito y Citripio”), para los fans de "La Guerra de las Galaxias".
-“Brandon y Dylan”, para los nostálgicos de los ’90.
-“Olmedo y Porcel”, para los cultores del humor chabacano.
-“Sacco y Vanzetti”, para los anarquistas rezagados.
-“Abbot y Costello”, para los cultores del humor inocentón.
- “Starsky & Hutch”, para los nostálgicos de los ’70.
-“Butch Cassidy” y “Sundance Kid”, para los cowboys frustrados.
-"Dolce y Gabbana", para los fashionistas.
Y basta.

Hasta aquí, queridas mías, la primera nota de la saga intitulada “Revistas robadas en los consultorios de Quilmes”. Me retiro feliz con el trabajo realizado y con una frase de Candace Bushnell, cosa de que esmeren pero hasta ahí: “Era una de esas cosas que se aprenden en la vida, que a los hombres les encanta el sexo. Y que por muy genial que éste sea, no significa que quieran casarse con una. Para ellos no es más que eso: sexo genial.”

Buenas noches.

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