miércoles, 17 de diciembre de 2014

LA BOMBACHA ROSA


LA BOMBACHA  ROSA

 “Nunca he entendido la ropa interior sexy. Quiero decir, ¿Cuál es el punto? El chico sólo va a quitársela.” 
Candace Bushnell

Se acerca la Navidad y, como todos los años, el mundo capitalista comienza a pensar en los regalos: juguetes para los más chiquitos y, para damas y damitas en edad de merecer, las infaltables bombachas de color rosa. Vedettinas, culottes, cola-less, de algodón, de lycra, de gasa, de satén, de encaje, trasparentes, bordadas, lisas, rayadas, estampadas, puntillosas, todas son buenas a la hora de cumplir con esta simpática tradición tan instalada en los festejos navideños como el arbolito decorado, el pan dulce y las trifulcas con primos borrachos y cuñadas mete cizaña. 
Las bombachas de color rosa son, tradicionalmente, regalos de abuelas, tías o madres. Por superstición o por costumbre, este rito cordial, tal como la receta del vitel toné, se transmite de generación en generación. Según la creencia popular, la bombachita rosa nos debe ser obsequiada por una mujer con la que compartimos la mesa de Nochebuena. El origen del ritual no es demasiado claro: para algunos tiene un tufillo  pagano y está ligado a la procreación y la fertilidad y  para otros, se relaciona con una práctica de los cristianos quienes,  el tercer domingo de Adviento (período que señala el comienzo del año litúrgico cristiano y comprende las cuatro semanas anteriores a la Navidad), encendían una vela rosa como símbolo del júbilo que les generaba la llegada de Jesús al mundo. Según la lictomancia -arte de la adivinación de sucesos por medio de la observación del comportamiento de las velas- el rosa es un color que atrae a la buena suerte y se usa especialmente para resolver conflictos relacionados con los asuntos del corazón.
Algunos historiadores creen que el uso de la bombacha rosada en tiempos festivos está ligado a las tradiciones de la moda victoriana o a las celebraciones navideñas alocadas y excéntricas de la Belle Epoque, en las que era consigna vestirse de rosa de la cabeza a los pies, incluyendo la ropa interior. Para ese entonces, tal como ustedes imaginarán, las prendas interiores eran totalmente diferentes a las actuales: calzones largos, realizados en muselina y adornados con puntillas, lazos y cintas. Todas las mujeres vestían según esa moda poco sexy y bastante engorrosa. En las primeras décadas del siglo XX, las bombachas fueron acortándose y entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, aparecieron materiales como el nylon, que revolucionaron el mundo de la ropa interior. 
Se presume que la bombacha que una dama recibe como regalo el 24 de diciembre (o el 25) debe ser estrenada la noche del 31 para que la prosperidad y la buena suerte no falten en el año que se inicia. Aunque quienes relacionan esta costumbre con la fertilidad sostienen que la bombacha debe ser estrenada el mismo 25.  
Dicho todo lo que había que decir sobre el tema, me despido de ustedes con un pensamiento de la escritora, feminista y patriota francesa Marie-Anne de Bovet: “¡Cuántas mujeres deben la preservación de su virtud a que en el momento fatal e imprevisto... se acordaron de que ese día su ropa interior estaba descuidada!”

Buenas tardes. 

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