lunes, 20 de octubre de 2014

NOVIAS TRÁGICAS: SOY LEYENDA II


NOVIAS TRÁGICAS: SOY LEYENDA II

Eran amantes eternos, buscarse y encontrarse una y otra vez era su karma.”.
Isabel Allende, “Retrato en sepia”

¿Es posible contraer matrimonio con una persona muerta? La respuesta, por loca que parezca, es  afirmativa. Aunque resulte increíble, existe, a nivel mundial, una cifra bastante elevada de matrimonios post-mortem debidamente certificados.
La legislación francesa es la única en Occidente que permite que una persona muerta y otra viva, o bien dos personas muertas, contraigan matrimonio legalmente. La ley que lo garantiza está respaldada por el Artículo 171 del Código Civil Francés, pero la única persona de toda Francia con el poder de autorizarlos es el presidente de la nación. El señalado Artículo 171 del Código Civil Francés sostiene: “El Presidente de la República puede, por motivos graves, autorizar la celebración del matrimonio si uno de los futuros esposos falleció luego de haber cumplimentado formalidades oficiales que indicaban inequívocamente su consentimiento. En tal caso, los efectos del matrimonio son retroactivos a la fecha del día precedente al deceso del cónyuge. Sin embargo, tal matrimonio no entraña ningún derecho de sucesión ab-intestato en beneficio del esposo sobreviviente reputándose además que no existió ningún régimen matrimonial entre los esposos.”
El matrimonio post-mortem no se encuentra contemplado en ningún otro cuerpo legal occidental fuera de Francia, dato que podría sugerir que esta rareza jurídica es inusual incluso en el citado país galo. Sin embargo, se celebran en Francia aproximadamente 50 bodas póstumas al año, llevadas a cabo cuando es comprobable que el contrayente muerto tenía la concreción del casamiento entre sus planes inmediatos.
Esta curiosa ley francesa ha motivado situaciones realmente absurdas. Quizás la más extraña sea la que involucra la figura del poeta Isidore Lucien Ducasse (1846-1870), más conocido como Conde de Lautréamont, autor de los famosos Cantos de Maldoror” (“Les Chants de Maldoror”). El Conde de Lautréamont falleció misteriosamente el 24 de noviembre de 1870, con apenas 24 años. En el año 2004 (más de 130 años después de la muerte del poeta), la artista neoyorquina Shishaldin solicitó formalmente al gobierno de Francia (mediante una carta a su presidente Jacques Chirac) el permiso para casarse póstumamente con Lautréamont, argumentando que la ceremonia sería  la unión de almas y mentes, un matrimonio entre el arte y la literatura. La solicitud fue, como era de esperarse, inmediatamente desestimada.
Otros casos conocidos de matrimonios entre personas vivas y muertas en Occidente tienen su origen en las contiendas bélicas. La muerte de soldados en distintos conflictos a través de la historia obligó a echar mano a estas bodas póstumas para dar un marco legal a parejas e hijos que, de otro modo, serían considerados ilegítimos. En Alemania, por ejemplo, existía la figura del matrimonio con caídos, el leichentrauung, que ofrecía la posibilidad de contraer matrimonio con un soldado fallecido en combate. En los casos en los que la viuda póstuma manifestaba algún tipo de comportamiento indigno, se sancionaba el totenscheidung, es decir, el divorcio post-mortem, invocando el previsible deseo del fallecido de divorciarse de una esposa infiel.
En Oriente existe el minghun (literalmente ceremonia de boda oscura o infernal), una tradición rural no demasiado conocida, que existe desde los tiempos de la segunda dinastía China (1766-1122 a.C.). Se la conoce también como  qianzang (reentierro) o jiashang (casar a los que han muertos jóvenes). A pesar de sus esfuerzos, el régimen comunista no pudo  erradicar esta macabra práctica.
La cultura china ha practicado, desde épocas inmemoriales, el culto a los antepasados, que consiste en honrar a sus muertos pero también en procurarles bienestar en su vida de ultratumba. El matrimonio, según la tradición china, proporciona paz y felicidad a los hombres, y morir soltero se considera una desgracia que, además, puede acarrear mala suerte a la familia del difunto.  Por tal motivo dicha familia se ve obligada a  hacer todo lo posible para brindarle al muerto una compañera para la vida eterna. Los padres del fallecido buscan entonces a una familia que haya perdido recientemente a una hija con el fin de que los jóvenes occisos compartan la vida de ultratumba. Esta esposa es popularmente conocida como novia fantasma.
Una vez acordada la unión de los novios y realizado el intercambio de presentes, se procede a desenterrar a los cadáveres para realizar la ceremonia de bodas que consta de ritual matrimonial, fiesta, música, comida y bebida, como si se tratara de un enlace entre vivos. La celebración culmina con un nuevo entierro de los cadáveres, esta vez juntos, para que pasen una eterna luna de miel en el más allá.
Si al momento de fallecer un joven no se encuentra una pareja disponible o los padres no  tienen el dinero suficiente para la fiesta y los presentes de boda, el muchacho es enterrado con una figura femenina hecha de paja o de tela, que representa  a una novia y que será reemplazada por una de carne y hueso cuando sea posible.
Como era de esperarse, algunas personas sin escrúpulos han visto en esta tradición un negocio seguro, y se han dedicado a desenterrar cadáveres de jóvenes, sin el consentimiento de sus parientes, para venderlos a familias con un hijo muerto soltero, fijando el precio de acuerdo con la belleza de  la mujer fallecida, pues se considera que mientras más bella haya sido en vida, más dicha proporcionará en la muerte. También ha habido casos en los cuales muchachas jóvenes han sido asesinadas para proporcionar felicidad a los difuntos y, de paso, hacer un muy buen negocio. Los precios de los restos humanos para las bodas fantasma han crecido en los últimos años. A finales de la pasada década se vendían a 30.000–50.000 yuanes (4.500–7.500 dólares), pero en la actualidad los comerciantes ilegales los venden con frecuencia a unos 15.000 dólares como mínimo. 
Vayamos ahora a la segunda y última parte de esta lista de novias trágicas que se han convertido en leyenda.


LA NOVIA DEL PUERTO
Cuenta la leyenda que una mujer vestida de novia aparece y desaparece  a altas horas de la noche en la vía que comunica a Barranquilla con Puerto Colombia  (Colombia). La mujer, a quien se conoce como "la novia del puerto", puede verse a un costado de la ruta, y suele pedirles a los conductores que pasan por allí que la trasladen a algún lugar. La mayoría no frena e incluso acelera, buscando alejarse de la mujer, pero no lo consigue. A los pocos segundos ella está instalada en el asiento trasero del vehículo. El desenlace de esta tétrica historia es un terrible accidente de tránsito que puede conllevar a la muerte del conductor.
Sandra Angulo, quien fuera amiga de la mujer cuyo espíritu supuestamente vaga por la carretera, asegura que se trata  de Blanca Rosa Vilar Villamizar. Cuenta que fueron amigas desde los 9 años y que, gracias a esta amistad,  conoció a sui primer esposo Carlos Valencia Vilar, primo hermano de  la difunta.
Aparentemente, Blanca Rosa murió en el día de su casamiento con el libanés Yesaia Mohamed Souidean, de 22 años. Después la boda, tenían planeado viajar  y, cuando se dirigían hacia el aeropuerto acompañados por varios  invitados, tuvieron un accidente que le costó la vida a la novia. A diferencia de lo que cuenta la leyenda, Blanca Rosa, de 17 años,  no murió en la vía a Puerto Colombia sino en La Circunvalar yendo hacia el aeropuerto el 7 de febrero de 1983.


LA NOVIA ASESINA

La leyenda de “la novia asesina” proviene de la Ciudad de México, donde es muy popular. Cuenta que hace muchos años vivía allí una hermosa joven de buena familia que tenía ya edad de casarse. Muchos hombres de la ciudad la cortejaban esperando obtener sus favores, pero la chica era algo presumida y no parecía conformarse con ninguno de los galanes que la pretendían. Sus padres la animaban a elegir marido, pero ella demoraba el momento, en pos de conseguir al mejor partido.
Fue entonces que la joven conoció, por casualidad, a un caballero extraordinariamente apuesto, de excelente educación y mejores modales, y se enamoró perdidamente de él. La proposición matrimonial del galán no tardó en llegar, pero con una imposición: antes de celebrar el casamiento ella debía entregarle su virginidad, pedido que era conocido en otros tiempos como “la prueba de amor”. La chica, enamoradísima, accedió al pedido del joven. Luego pusieron fecha para la boda.
El día de la ceremonia llegó por fin y, a la hora señalada se presentaron en la iglesia muchísimos invitados. La novia lucía un vestido impactante, y las celebraciones planeadas rivalizaban con las de una princesa. Pero el novio jamás acudió a la cita y jamás se lo volvió a ver.
La boda se suspendió, y la joven mujer se sumió en la depresión más profunda. Sus familiares y amigos le decían que había sido afortunada, ya que se había librado de un timador sin pagar los costos por ello. Nadie sospechaba el terrible secreto que la desafortunada joven guardaba, en una época en la que la virginidad femenina era considerada requisito indispensable para el matrimonio.
Una tarde, la chica se puso su vestido de novia, se paró frente a un espejo y se quitó la vida acuchillándose.  Su muerte conmovió al toda la ciudad. 
Pasaron los meses y, cierto día, un crimen sacudió las calles de Ciudad de México: un hombre fue apuñalado frente a una iglesia. Entre sus manos se halló un anillo de bodas. Según los testimonios de las personas que encontraron el cadáver a la madrugada, la sombra de una mujer que vestía atuendo de novia había sido vista en los alrededores. Los familiares de la joven muerta, temerosos de lo peor, acudieron secretamente al cementerio y, al abrir el ataúd, descubrieron que estaba vacío. Supieron luego que el hombre asesinado era el mismo que había engañado a la joven y faltado a su palabra. Desde entonces, se habla de un  fantasma vengador que recorre la Ciudad de México y asesina sin piedad a los hombres que destruyen los sueños y reputación de las mujeres.


FELICITAS GUERRERO

Felicia Antonia Guadalupe Guerrero y Cueto, popularmente conocida como Felicitas Guerrero, fue una adinerada dama porteña, considerada en su época como la "mujer más bella de la República Argentina". A los 15 años se casó con el hacendado sexagenario Martín de Álzaga, con quien tuvo dos hijos que murieron en la infancia. A los 26 ya era viuda; seguía siendo hermosa y muy rica. Se la disputaban dos jóvenes impetuosos, Enrique Ocampo y el estanciero Samuel Sáenz Valiente, quien ganó el corazón de la joven y con quien planificó un nuevo casamiento. Ocampo, que la cortejaba desde siempre, no soportó el desprecio y pidió verla antes de la boda. Discutieron y él le asestó dos disparos. Felicitas murió al día siguiente, la mañana del 30 de enero de 1872. Según la familia Ocampo, los Guerrero mataron a Enrique; según los Guerrero, el desesperado pretendiente se suicidó. La familia de la joven muerta hizo construir en su honor la Iglesia de Santa Felicitas.
La leyenda cuenta que Felicitas pasea por detrás de las rejas de la iglesia todos los 30 de enero. Llora. Algunos le dejan pañuelos atados a los barrotes o cintas blancas esperando lograr suerte en el amor. Si aparecen mojados, con lágrimas de Felicitas, habrá deseos cumplidos y el amor por fin llegará.
Se dice que cuando la iglesia fue restaurada por primera vez, el arquitecto encargado de la tarea descubrió que todos los ángeles de la fachada tenían el ala derecha caída, cosa que nadie vio como una casualidad: Felicitas había sido herida en su hombro derecho.


LA NOVIA DE TILTEPEC

Cuenta la leyenda que en Tiltepec (Chiapas, México), vivían Jimena y Pedro, una pareja de enamorados con planes de casamiento.
Estaban inmersos en los preparativos de la boda, cuando Jimena sufrió la desilusión más grande de su vida: encontró a su novio en la cama de su mejor amiga. Llena de rabia, apaleó a su prometido y a su amiga traicionera hasta provocar la muerte de ambos. Luego de cometer los crímenes, limpió la habitación y embolsó a los cadáveres, de los que se deshizo más tarde.
Los días transcurrieron y Jimena continúo haciendo los preparativos de su boda, fingiendo que no veía a su amado antes de la misma porque así lo dictaba la tradición. El día de la boda finalmente llegó. Jimena se puso su vestido de novia, arregló su cabello y partió en una hermosa limusina hacia la iglesia, donde la esperaban los invitados. Al ver que el novio no aparecía, los presentes comenzaron a burlarse de ella, gritándole en tono sarcástico  “¡Vivan los novios!”. Humillada, la mujer atravesó las calles hasta llegar a su casa y allí se quitó la vida.
Poco tiempo después, aquellos que se habían burlando de Jimena fueron muriendo uno a uno en extraños accidentes. Se dice, desde entonces, que algunos días, entre las 9 de la noche y las 3 de la mañana pueden oírse en la iglesia donde todo sucedió los trajines de un casamiento y a los invitados gritando “¡Vivan los novios!”. Si alguien se atreve a salir a la calle durante ese tiempo, corre el riesgo de convertirse en un espectro más.


LA NOVIA DE ARENA

Elisa Brown nació el 31 de octubre de 1810 en Inglaterra, donde Guillermo Brown, su padre, había contraído matrimonio con Elizabeth Chitty el año anterior. Poco después su familia se estableció definitivamente en Buenos Aires, donde Brown se convirtió en líder de la naciente Marina Argentina. En 1826 se sumó a la flotilla el marino británico Francisco Drummond, quien pronto se comprometió en matrimonio con Elisa, de sólo 17 años. En esos momentos, la República Argentina se encontraba en guerra con el Brasil, cuya flota, muy superior en número y poder de fuego, bloqueaba el Río de La Plata. El 8 de abril de 1827, Drummond, al comando del Bergantín Independencia, fue herido de muerte por una bala de cañón. Enterada del hecho, Elisa enloqueció de pena y el 27 de diciembre de ese año, se ahogó en el Río de la Plata. 
Elisa Brown es conocida en el barrio de La Boca como “la novia de arena”, y los viejos habitantes del lugar aseguran que puede vérsela deambular por allí.


LA NOVIA FANTASMA DE XOCHIMILCO

La leyenda de “la novia fantasma” cuenta que, en el siglo pasado, un joven limpiaba  la tumba de uno de sus parientes fallecidos en un cementerio de Xochimilco (Ciudad de México), cuando a lo lejos pudo divisar la figura de una mujer ataviada con un vestido de novia. Esto le pareció extraño, por lo que decidió acercarse a la dama y comenzar una breve charla.  La mujer le dijo que vivía cerca del lugar y se fue, no sin antes besar al muchacho, que sintió sus labios muy fríos. Al preguntarle al cuidador  si éste había visto a la chica, el trabajador le comentó que era “la novia fantasma” y, ante la incredulidad del joven, le mostró la tumba donde descansaban sus restos, que tenía un retrato de la mujer.
Aparentemente, la chica se llamaba Agripina Muñoz Cuevas y había fallecido a causa de un terrible accidente durante su luna de miel.


LA NOVIA ITALIANA

Julia Buccola Petta, una joven de ascendencia italiana residente en Chicago, esperaba con ilusión a su primer hijo. Corría el año 1921 cuando la muchacha, de 29 años, falleció al dar a luz. También murió su bebé. La mujer fue sepultada junto a su pequeño hijo, ataviada con su vestido de novia.
Su madre, Filomena Buccola, comenzó a tener sueños recurrentes en los que aparecía su difunta hija pidiéndole que la desenterrara, presa de una tremenda angustia.  La mujer se convenció de que su hija estaba viva y se obsesionó con la idea de la exhumación. Recién en el año 1927 y después de muchos trámites logró llevarla a cabo.
El ataúd fue abierto y para sorpresa de todos los presentes, los restos de la joven aparecieron intactos. Julia parecía dormida. Su cuerpo no presentaba  ningún signo de putrefacción ni de decoloraciones en la piel. Su rostro sereno era el mismo que en el momento del entierro y sólo sus ropas evidenciaban el paso del tiempo. Aterrados y desconcertados, sus familiares tomaron una foto y volvieron a cerrar el ataúd. Como homenaje a Julia, erigieron una estatua en su lugar de descanso. La muchacha fue eternizada en la piedra con su vestido de novia y un ramo de rosas en sus manos.
Muchas personas aseguran haber visto a “la novia italiana” vagando por el cementerio y que cerca de su tumba se percibe un dulce y tenue aroma a rosas.


LA NOVIA ETERNA

Una verdadera tragedia náutica ocurrió el 4 de junio de 1922, cuando conocidas y destacadas personas de la sociedad correntina de la época, murieron en un tremendo incendio ocurrido a bordo del  “Villa Franca”, vapor que se dirigía a las Cataratas del Iguazú surcando el río Paraná. Allí viajaban  los recién casados Ana María Reguera y Fernando Pampín, y la hermana de Ana María, Celestina. Las jóvenes eran hijas del conocido estanciero Ernesto Meabe.
El enlace de la pareja se llevó a cabo en la iglesia de La Merced y los padres ofrecieron luego una pomposa fiesta. Los novios durmieron esa noche en la quinta Pampín, ubicada en las afueras de la ciudad de Corrientes (Argentina). Algunas supersticiones populares dicen que los casamientos llevados a cabo en días de lluvia traen desgracias a los contrayentes, y justamente el matrimonio Pampín-Meabe se concretó en una jornada de intensas precipitaciones. Pero, además de esto, hubo otro hecho premonitorio: los recién casados descubrieron al llegar a la quinta Pampín, que, por error, habían llevado otras llaves, que eran del panteón familiar, por lo que hubo que forzar la puerta para poder entrar. Un trágico augurio que habría de cumplirse al pie de la letra.
Ernesto Meabe había hecho construir  una residencia suntuosa y enorme para que habitaran los novios. La casa estaba ubicada en la calle 25 de Mayo, entre La Rioja y San Juan, y nunca se llegó a utilizar como residencia familiar. Vecinos y circunstanciales testigos aseguran que en el edificio, que a lo largo de los años fue usado para distintos fines, más de una vez fue vista la figura de la novia doliente transitando los pasillos e, incluso,  atravesando las paredes y saliendo por la actual calle La Rioja. Los correntinos llaman a esta aparición “la novia eterna”.

MarcinRetecki 

LA NOVIA ESQUELETO

Las famosas curvas de Ligui, ubicadas  en el estado de Baja California Sur (México) son la cuna de la leyenda de “la novia esqueleto”, personaje famoso por sus múltiples apariciones en la carretera de estas desoladas y peligrosas curvas del Municipio de Loreto.
La leyenda habla de una misteriosa mujer que se aparece vestida de blanco en medio de la carretera o sorprende a los desprevenidos conductores con sus gritos repentinos, provocando innumerables accidentes en el lugar. Suele pedir a los conductores que la trasladen de un lado a otro y aparece misteriosamente en los asientos traseros de los automóviles, convertida ya en un esqueleto ataviado con un raído vestido de novia.
“La novia esqueleto” es el espíritu de una mujer que se suicidó en el lugar debido a un mal de amores. La dama  fue abandonada en el altar el día de su boda y, presa del dolor, corrió hacia la carretera y se arrojó debajo de un automóvil. 


LA NOVIA DEL SUBTE A
La línea A  del subterráneo (Buenos Aires, Argentina) se inauguró en 1913 y hace el recorrido de Plaza de Mayo a Primera Junta. Fue uno de los primeros subtes de Latinoamérica, el tercero en el mundo y se mantiene casi intacto. Está rodeado de mitos y leyendas. Una de ellas es la de “el fantasma de la novia”.
El mito cuenta que, hace muchos años, una mujer se encontraba en el altar esperando a su novio para casarse, pero recibió por parte de sus amigos una terrible noticia: su amado se había arrepentido y no se presentaría a la boda. La muchacha sufrió una crisis nerviosa y corrió a la boca de subte, arrojándose luego a las vías.
Desde entonces, entre las estaciones Pasco y Alberti, se vio deambular  al fantasma de la infortunada mujer, ataviada con su vestido de novia.  El fantasma sólo se ha visto los días sábados por la tarde, dentro del horario en que habría tenido lugar la boda, de haberse realizado.
La historia cuenta que después de varios años, el novio fue mortalmente acuchillado en la calle San José y a partir de ese momento, jamás volvió a verse a la etérea figura flotando por las estaciones Alberti y Pasco.
Otra versión de esta historia asegura que la novia fue obligada por sus padres a casarse con alguien que no amaba y que por ello decidió suicidarse.


BONUS TRACK: LA LOCA DEL MUELLE DE SAN BLAS 

Rebeca Méndez Jiménez era una adolescente a punto de casarse con un pescador llamado Manuel. Ambos vivían en San Blas (Nayarit, México). Tres días antes de la boda, el 1 de octubre de 1971, Manuel se internó en el mar y fue sorprendido por la tormenta tropical Priscilla. Lo que era un viaje de rutina se convirtió en tragedia. El muchacho nunca regresó.
Rebeca, desconsolada, vistió su ajuar de novia, caminó por la playa El Borrego y allí se quedó esperando a su novio por días. Algunas personas se compadecieron de ella y le llevaron comida, sobre todo porque muchos de los habitantes del lugar también habían perdido a alguno de sus familiares al paso de esa tormenta.
La historia de Rebeca inspiró una de las canciones más populares del grupo Maná. Fher, cantante de Maná, conoció a Méndez Jiménez en Puerto Vallarta, donde ella trabajaba vendiendo dulces vestida de novia. Al músico le llamó la atención el atuendo de la señora, quien le relató su particular historia. El resultado de ese encuentro fue el tema "En el muelle de San Blas", que forma parte de su disco "Sueños líquidos", de 1997.
Rebeca Méndez Jiménez falleció el domingo, 16 de septiembre de 2012, en Monterrey a los 63 años. Es conocida popularmente como “la loca del muelle de San Blas". 

Hasta aquí, mis queridos, la segunda y última parte de mi lista de novias trágicas. Me despido de ustedes con un maravilloso cuentito de Alejandro Dolina extraído de su libro "Crónicas del Ángel Gris":

LA CALLE DE LAS NOVIAS PERDIDAS

Hay una calle en Flores en la que viven todas las novias abandonadas. Al atardecer salen a la vereda y miran ansiosas hacia las esquinas para ver si vuelven los novios que se fueron. A veces conversan entre ellas y rememoran viejos paseos por el Rosedal.
Por las noches se encierran a releer cartas viejas que guardan en cajitas primorosas o a mirar fotografías grises.
Los domingos se ponen vestidos floreados y se pintan los labios. Algunas escriben diarios íntimos con letra prolija.
Dicen que no es posible encontrar esa calle. Pero se sabe que algún día desembocará en la esquina el batallón de los novios vencedores de la muerte para rescatar a las novias perdidas y llevarlas de paseo al Rosedal. Esto será dentro de mucho tiempo, cuando endulce sus cuerdas el pájaro cantor.
Existen por ahí infinidad de personas confiables que juran que el amor es posible en todos los barrios. No habrá de discutirse semejante tesis. Pero el que quiera vivir pasiones locas, es mejor que no pierda el tiempo en rumbos equivocados. Una historia terrible está esperando en Flores.

Buenas noches. 

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