sábado, 2 de diciembre de 2023

LAS VERDADERAS HISTORIAS DETRÁS LOS CUENTOS INFANTILES: BARBA AZUL


LAS VERDADERAS HISTORIAS DETRÁS LOS CUENTOS INFANTILES:  BARBA AZUL

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La curiosidad es insubordinación en su más pura forma."

 Vladimir Nabokov 

Buena tardes, queridos lectores. Aquí estoy nuevamente para ofrecerles una inquietante entrega de la saga “Las verdaderas historias detrás de los cuentos de infantiles”, esta vez dedicada a una historia terrorífica: “Barba Azul”.

BARBA AZUL

"Barba Azul" ("Barbe-bleue") es un cuento popular francés, cuya versión más famosa fue escrita por Charles Perrault y publicada por primera en París en 1697 en  "Cuentos de Mamá Ganso" ("Histoires ou contes du temps passé"). En la historia,  una mujer descubre que su marido oculta en una habitación prohibida los cadáveres de sus anteriores esposas y tarta de evitar el destino de sus predecesores. 
La historia de Barba Azul ha sido narrada en numerosas versiones a lo largo del continente europeo. En cada una de ellas se le atribuye al protagonista un aspecto diferente. Antes de que Perrault lo llevara al papel este cuento de la tradición oral circulaba junto a otros relatos antiquísimos entre la clase campesina francesa. Perrault decidió descartar o suavizar aquellos elementos del cuento tradicional que pudieran ir en contra de las costumbres y la moral de la época, especialmente las de las clases sociales altas, a las que estaba dirigido su trabajo.


EL BARBA AZUL ALEMÁN


En “El pájaro emplumado” (“Fitchers Vogel”), cuento recogido por los Hermanos Grimm en "Cuentos de la infancia y del hogar" ("Kinder und Hausmärchen", 1812), el personaje malvado es un brujo que recurre a sus trucos para raptar muchachas.  El título no hace alusión al asesino, sino al disfraz con el que la última de sus víctimas logra engañarlo y escapar. 

Luego de llevar a las muchachas a su hogar, el brujo argumenta que debe marcharse y les da las llaves de todas las habitaciones para que puedan recorrerlas, aunque prohíbe expresamente que entren a una. Junto con las llaves, el brujo entrega a las jóvenes un huevo, objeto que, manchado de sangre, será el que revele la desobediencia de las mujeres.
Una similitud entre “El pájaro emplumado” y "Barba Azul" es que ambas historias ponen el acento en los elementos: “Entonces la puerta se abrió de golpe: ¿Pero qué fue lo que contempló al entrar? Había en el centro de la habitación un enorme recipiente ensangrentado, lleno de personas muertas y descuartizadas. Al lado había un bloque de madera y una hacha resplandeciente", relatan los Grimm. 
La principal diferencia entre ambos es que, a diferencia del cuento francés, la obra de los Hermanos Grimm  incorpora elementos maravillosos que la de Perrault no tiene. Cuando la joven que logra vencer al villano abre la cámara prohibida y ve a sus dos “queridísimas hermanas dentro del recipiente, miserablemente asesinadas y descuartizadas”,  rearma sus cuerpos, ubicando los miembros en  el orden correspondiente. Estos miembros se sueldan unos con otros y las dos muchachas vuelven a la vida.

EL BARBA AZUL ITALIANO 

En “La nariz de plata” (“Naso d'Argento”), cuento de tradición piamontesa publicado por Ítalo Calvino en 1956 como parte de la colección “Cuentos populares italianos” (“Fiabe italiane”), el villano es el mismísimo Diablo.
En “La nariz de plata”, el Diablo engaña a tres hermanas, una después de la otra.  Cada vez que atrae a la elegido a su casa le impone una prohibición: la de no mirar detrás de una puerta en particular. Las dos primeras hermanas hacen caso omiso de la orden, se descubren debido a un objeto revelador (una flor que arde) y son arrojadas al Infierno. La tercera  es lo suficientemente cuidadosa como para desobedecer sin ser descubierta, y puede salvarse y rescatar a sus hermanas. 


LA CURIOSIDAD FEMENINA
Los efectos fatales de la curiosidad femenina han sido durante mucho el epicentro de mitos, fábulas y leyendas. Eva, la mujer de Lot, Pandora y Psyche son cuatro ejemplos célebres de mujeres míticas castigadas terriblemente por ser curiosas. No es casual que en una de las ilustraciones del talentosísimo Walter Crane para “Barba Azul” aparezca, detrás de la mujer que se dirige a la habitación prohibida, un tapiz donde se ve a la serpiente que invita a Eva a comer la fruta prohibida en el Jardín del Edén.
En La curiosidad femenina: una reflexión desde la didáctica de la literatura”, los docentes de la Universidad de Valencia, Miquel Àngel Oltra Albiach, Rosa Maria Pardo Coy y Alícia Santolaria Orrios razonan acerca del tema: “No es difícil encontrar relatos en la Biblia y también en la mitología griega (ambas configuradoras del imaginario cultural de la civilización occidental) que hagan alusión a la curiosidad en la mujer como causa de todos los males existentes en el mundo, mientras que el ansia de conocer por parte del hombre nos es presentada como una virtud que hace que el mundo avance y que incluso el hombre (entendido como ser humano masculino) alcance incluso la consideración de colaborador de Dios (o de los dioses) en la construcción del mundo y en la dotación de un orden para el mismo. Así, ya en los primeros capítulos de la narración bíblica leemos cómo a causa de la curiosidad de Eva por aquella fruta prohibida que la serpiente le ofrece, el mundo entero pierde el favor de Dios (Gn 3, 6-19). A partir de aquí, los relatos similares abundan a lo largo de los libros del Antiguo testamento, y como ejemplos destacables podríamos citar el caso de la mujer de Lot, que se convierte en estatua de sal al volverse a mirar qué está sucediendo en Sodoma y Gomorra y contravenir así la orden de Dios de no hacerlo (Gn 19, 23-26).
“(…) Parecido es el caso si buscamos en la mitología clásica: así Pandora se nos aparecería como la causante de todas las desgracias que ocurren en el planeta, por la malsana curiosidad que le lleva a abrir la famosa caja. A partir de aquí, los casos de mujeres que son castigadas por los dioses (a veces de manera extremadamente cruel) por su curiosidad se hacen cada vez más abundantes. Y este tema común estará sin duda en la base de los numerosos relatos orales y populares en los que la mujer siempre es un elemento distorsionador a causa de ese ansia enfermiza de conocer aquello que no debe, mientras que ese mismo impulso en un hombre será valorado como una característica asociada a la heroicidad y a la valentía.
“(…) La literatura popular, tal como ha quedado fijada por escrito, abunda en esta concepción de la curiosidad femenina como un mal reprobable y fuente de gran parte de las calamidades que existen en el planeta: incluso personajes buenos (como Blancanieves o la Bella Durmiente) sucumben ante la curiosidad y son castigadas por ello. En el caso de la caprichosa Ricitos de oro, o en algunas versiones de Caperucita Roja, el ejemplo es mucho más contundente.”

¿INFIDELIDAD?

Según el  psicoanalista y psicólogo austriaco Bruno Bettelheim, autor del libro "Psicoanálisis de los cuentos de hadas" ("The Uses of Enchantment: The Meaning and Importance of Fairy Tales", 1976), la historia de "Barba Azul" disfraza la infidelidad de la esposa  y el crimen cometido por el marido celoso. Este autor recuerda que en el cuento de Perrault "una gran fiesta tuvo lugar tan pronto como el triste héroe le dio la espalda. Es fácil imaginar lo que sucedió entre la mujer y sus invitados en ausencia de Barba Azul: la historia dice claramente que todos la pasaron bien. La sangre en el huevo (variante en un cuento de Grimm) y en la llave simboliza que las heroínas han tenido relaciones sexuales. (...)   Barba Azul es un cuento sobre la tentación sexual."
Bettelheim agrega que Barba Azul es el "más notable y monstruoso marido de todos los cuentos de hadas”, y que “se podría afirmar que presenta los aspectos más primitivos, agresivos, egoístas y destructivos del sexo, que deben ser vencidos para que el amor pueda florecer”. Opina también que "Barba Azul"  es "un cuento admonitorio que aconseja lo siguiente: mujeres, no se dejen llevar por la curiosidad sexual; hombres, no se dejen arrastrar por la cólera de haber sudo traicionados sexualmente”. 



EL DEPREDADOR NATURAL


“Barba Azul” ha sido objeto de una aguda interpretación junguiana por parte de la piscoanalista norteamericana Clarisa Pinkola Estés, en su libro "Mujeres que corren con los lobos" ("Women Who Run with Wolves", 1992).  Para ella, Barba Azul representa una parte de nosotros mismos  sumamente autodestuctiva, que ansía la superioridad y el poder sobre todas las demás.“¿Qué vamos a hacer con todos estos seres interiores que están locos y que siembran la destrucción sin darse cuenta? Hay que dejarles sitio incluso a ellos, pero un sitio en el que se les pueda vigilar. Uno de ellos en particular, el más falso y el más poderoso fugitivo de la psique, requiere nuestra inmediata atención y actuación: se trata del depredador natural”, nos dice Pinkola Estés. 
En la psiquis de una mujer, siempre hay una parte ingenua que se deja fascinar incluso por lo que sabe de antemano que no le conviene. Siempre hay una parte cautelosa (representada en el cuento por las hermanas mayores que desconfían del candidato) que opta por dejar pasar la apariencia del buen partido. Hay además, sobre todo, un depredador natural, una fuerza autodestructiva que no tiene límites, es seductora y sádica, y tiende trampas. Cuando el drama de "Barba Azul" se desarrolla y la joven va a ser asesinada, se produce su iniciación. Crece y se vuelve astuta: pide tiempo para elaborar una estrategia (“Está bien, está bien, pero dame tiempo para prepararme para la muerte”, le dice ja joven esposa a Barba Azul cuando el depredador le dice que va a asesinarla). El tiempo le es concedido y es usado para convocar a los hermanos, los guardianes, los guerreros que también existen en la psiquis para acudir ante el peligro. El nudo dramático del cuento transcurre sin embargo un poco antes, cuando la muchacha abre la puerta y ve. En la vida (o en la psiquis) de todas las mujeres hay algo que se prefiere no ver, por diferentes razones.  La joven esposa no hubiera triunfado si no hubiese sido capaz de sobreponerse a lo que ve tras esa puerta. “La capacidad de resistir lo que averigüe permitirá a una mujer regresar a su naturaleza profunda, en la que todos sus pensamientos, sus sensaciones y sus acciones recibirán el apoyo que necesitan”, dice Pinkola Estés, quien además analiza la curiosa relación entre el depredador y su presa, “quienes bailan una misteriosa danza psíquica. Dicen que cuando la presa establece con el depredador cierto tipo de servil contacto visual y experimenta un temblor que produce una leve ondulación de la piel sobre los músculos, reconoce su propia debilidad y accede a convertirse en víctima”. El final feliz del cuento se debe a que la joven esposa, en ese momento crucial, no se conectó con el papel de presa sino con la Mujer Salvaje: pidió tiempo para contraatacar. 


GILLES DE RAIS

Aunque se trata del villano de un cuento popular, el personaje de Barba Azul parece derivar de leyendas relacionadas con personajes históricos. Se cree que uno de ellos es  Gilles de Rais (1404-1440). La casi ausencia de elementos fantásticos en este cuento de Perrault, algo poco habitual en este autor, refuerza la tesis de que habría en él una base real. La apariencia distintiva del personaje, barba azul, derivaría de la barba tupida y negra de Gilles de Rais. 
Gilles de Rais fue uno de los más fieles compañeros de Juana de Arco. Consiguió convertirse en Mariscal de Campo tras su participación en la Guerra de los 100 años y amasó una gran fortuna. Pero su buena fama en los pueblos franceses se vio truncada cuando se descubrieron las atrocidades que había cometido con centenares de niños y niñas en una corte formada por brujos, alquimistas, videntes y adoradores del Diablo.
De Rais, como noble que era, poseía varios castillos. Se casó y al poco tiempo dejó a su mujer en uno de ellos mientras él se dedicaba a su vida extraña y aterradora. Algunos criados de confianza reclutaban niños de las cercanías. El escritor y periodista Juan Antonio Cebrián, autor de un libro sobre el personaje titulado “El mariscal de las tinieblas: la verdadera historia de Barba Azul”, habla de lo duro que resultaba ser niño en la Edad Media europea, cuando muchos de ellos estaban condenados a trabajos forzados y apenas tenían para comer. Gilles de Rais los engañaba y atraía a su castillo ofreciéndoles trabajo. Cuando tenía a los niños en su poder no les ahorraba suplicios: los colgaba boca abajo, los azotaba, los martirizaba. “Cuando ya estaban presos del pánico y el terror  el Mariscal los hacía descender de sus suplicios, los cogía en brazos y los acunaba, simulando así protección, en contra de los verdugos del horror que les hacían toda clase de torturas. De este modo el Gran Sádico ganaba la afección de los pequeños, prometiéndoles que él haría todo por liberarles de sus manos. Los niños sonreían como si hubieran realmente visto abrirse la salvación. El Mariscal buscaba demoníacamente estos gestos mezclados de dulzura y de terror. En esta situación les cortaba el cuello y se refocilaba con su sangre…”, escribe Roland Villeneuve en su libro “Gilles de Rays, une grande figure diabolique” (1955).
La necrofilia del noble, a veces, alargaba la velada hasta más allá de la muerte de los muchachos. Ordenaba que se les abriesen los cuerpos y disfrutaba con la visión de sus órganos internos. Un sobreviviente de aquellas orgías de muerte, al que perdonó la vida en honor a su belleza, narró que “una vez muertos, besaba a los niños; solía tomar las cabezas y las extremidades más hermosas, las levantaba para admirarlas y lloraba lamentándose de lo sucedido”. Después de la sangre y los gritos, el arrepentimiento se instalaba en la mente de Guilles de Rais durante unas horas. Juraba no volver a repetir sus crímenes y hablaba de viajar  a Tierra Santa para redimirse. No lo hacía. Fue descubierto cuando ya había acumulado la salvaje cifra de más de 150 niños brutalmente asesinados.
Gilles de Rais fue quemado en la plaza pública de Nantes, ante la multitud, en el mes de octubre de 1440. Poco antes de su muerte advirtió: Yo soy una de esas personas para quienes todo lo relacionado con la muerte y el sufrimiento tiene una atracción dulce y misteriosa, una fuerza terrible que empuja hacia abajo [...]. Yo hice lo que otros hombres sueñan. Yo soy vuestra pesadilla.” 
En su libro "Gilles de RaisMaréchal de Francedit Barbe-Bleue" (1886) el autor Eugène Bossardasegura que el propio Gilles de Rais ya era conocido como Barba Azul y la coloración de su barba era una marca que le hizo el Diablo —ya que en la leyenda la barba originalmente había sido roja— para señalar que Gilles de Rais le pertenecía.


CONOMOR, EL MALDITO

Otra posible fuente proviene de la historia de Conomor (fl.c. 540), también conocido como Conomerus o Conomor el Maldito, un gobernante medieval temprano de Bretaña. Conomor era notorio por su crueldad, convirtiéndose en un villano legendario en la cultura bretona.

La leyenda cuenta que, mientras Conomor estaba ausente, su esposa Tréphine encontró una habitación secreta que contenía reliquias de sus tres esposas fallecidas. Rezó por sus almas, y sus fantasmas se le aparecieron advirtiéndole que Conomor iba a matarla si quedaba embarazada, ya que una profecía aseguraba que el noble serís asesinado por su propio hijo.
A su regreso, Conomor  descubrió que Tréphine estaba embarazada. La mujer logró escapar con la ayuda mágica de las esposas muertas y dio a luz en un bosque. Pudo esconder a su hijo antes de que Conomor la atrape y la decapite. Sin embargo, Saint Gildas la encontró y, milagrosamente, la devolvió a la vida. Conomor murió aplastado por  el derrumbe de su castillo
Tanto Tréphine como su hijo Trémeur son considerados santos en Bretaña, y hay muchas iglesias dedicadas a ellos.  

Hasta aquí, amables lectores, esta semblanza de una historia perturbadora. Me despido de ustedes con un poema de la gran Sylvia Plath:


Barba Azul

Vengo a devolver la llave
de la habitación de Barba Azul;
porque me haría el amor
vengo a devolver la llave;
en el cuarto oscuro
de su ojo puedo ver
la radiografía de mi corazón,
la disección de mi cuerpo:
vengo a devolver la llave
de la habitación de Barba Azul.


Buenas tardes.

Ilustración 1: Diana Vanegas
Ilustración 2: Manuela Pertega
Ilustración 3: Maurice Sendak
Ilustración 4: Anónimo
Ilustración 5: Rachel Turns
Ilustración 6: Gustav Doré
Ilustración 7: Alessandra Cimatoribus
Ilustración 8: Retrati de Gilles de Rais, autor desconocido
Ilustración 9: Cassia Lupo

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