miércoles, 15 de noviembre de 2023

EL CINTURÓN DE CASTIDAD: MITOS Y VERDADES


EL CINTURÓN DE CASTIDAD: MITOS Y VERDADES

"De todas las aberraciones sexuales, la peor es la castidad."
Anatole France

Una aterradora bombacha de lata con tiras que posee en el centro de la vulva o monte de venus una pequeña cerradura habilitada para una llave única (que ojalá no se pierda nunca). Esta es la imagen que todos tenemos del adminículo machista por excelencia, el mítico cinturón de castidad, que en la Edad Media se utilizaba, según algunos escritos, para proteger a los varones de la infidelidad de sus mujeres mientras se iban a combatir a las Cruzadas. El cinturón fue el objeto simbólico de la colonización masculina sobre el órgano sexual femenino, deseado pero temido en su posible descontrol. El sórdido aparatejo evitaba las posibilidades de masturbación, infidelidad y  violación.
Pero parece, amables lectores, que el famoso cinturón de castidad tiene más de mito que de otra cosa. Albrecht Classen, profesor de la University of Arizona, en EEUU, experto en historia medieval y autor del libro "The Medieval Chastity Belt: A Myth-making Process" (2007), es la máxima autoridad mundial sobre el tema. Según él, “no hay ninguna evidencia que nos indique que existieron o se confeccionaron este tipo de objetos en la Edad Media. La primera vez que se habla de ellos es en un libro de 1405, escrito por Konrad Keyeser, titulado "Bellifortis", que trata sobre máquinas de guerra. Es una obra muy técnica y ardua y se cree que el autor quiso amenizar un poco la lectura introduciendo una broma sobre un aparato que protegería la honra de los maridos cuando estaban en la batalla, lejos de sus mujeres. El cinturón de castidad pronto se convirtió en un mito del que se hablaba y se hacían numerosos chistes y sátiras para burlarse de los hombres impotentes o mayores que no podían controlar a sus esposas, que iban en busca de parejas más activas sexualmente. Hay dibujos de la época que plasman escenas en las que el varón, que se va de viaje, le pone un cinturón de castidad a su pareja; al mismo tiempo que el amante sale del armario con otra copia de la llave”.
Otra de las pruebas que evidencian el aspecto mitológico y no real de este aparatejo infame es, según apunta Classen, “la falta de referencias al cinturón en las novelas de tipo cortés y en los autores de los siglos XIV al XVII. De haber existido ese objeto, sin duda, habría sido utilizado por los escritores de época, pero no lo mencionan ni Bocaccio, Bardello o Rabelais, que escribían sátira erótica y que conocían a fondo la sexualidad de la época, los celos, los engaños y las artimañas usadas para engañar a los cónyuges o amantes. Los primeros cinturones reales se fabricaron en el siglo XIX y era costumbre que formaran parte de museos de la tortura, en los que se mostraba la crueldad y el oscurantismo de épocas pasadas”.
Desde el punto de vista anatómico y ginecológico, el uso del cinturón de castidad durante largos períodos, mientras los varones iban a la guerra y las mujeres se quedaban esperándolos, es absolutamente inviable.  Según Francisca Molero, sexóloga, ginecóloga, directora del Institut Clinic de Sexología de Barcelona y directora del Instituto Iberoamericano de Sexología, “las normas higiénicas de la época eran muy cuestionables y si hoy en día a algunas mujeres usar compresas les puede producir irritaciones a nivel vulvar, resulta fácil imaginar las consecuencias de llevar un cinturón de metal pesado, duro y cortante, con todo lo que ello implica. Para empezar, se producirían llagas como consecuencia de las rozaduras, por el simple hecho de andar, estar sentada o agacharse; además de todo tipo de infecciones vaginales y anales, al dificultarse la higiene de la zona. Todo ello causaría septicemias, que sería difícil curar en la época y que producirían, finalmente, la muerte”.
John Lloyd y John Mitchinson, autores de "Quite interesting" (El pequeño gran libro de la ignorancia”),  aseguran que el cinturón de castidad fue “una fantasía del siglo XIX ideada para avivar la imaginación de los lectores” y  que la mayoría de los cinturones de castidad que se exhibían en los museos durante el siglo pasado fueron retirados porque eran falsificaciones, la mayoría fabricadas en Alemania durante el siglo XIX. El British Museum de  Londres, por ejemplo,  contaba con una de estas piezas, atribuida a la Edad Media y que exhibía desde 1846, pero acabó retirándola tras comprobar que era falsa.
En 1548 aparece, sin embargo, un cinturón de castidad en el catálogo del arsenal de la República de Venecia, que pertenecía a Francisco II "El Joven", III Señor de Padua, quien tras enfrentarse en guerra con la República Serenísima en 1405, fue conducido a Venecia y estrangulado en la celda junto a su hijo. Según los investigadores, Venecia creó una leyenda denigratoria sobre Francisco II, acusándolo de utilizar con su esposa y con sus innumerables amantes cinturones de castidad,  considerados instrumentos de tortura. Por lo tanto, Francisco era "un Señor sádico, perverso y tirano", lo que legitimaba moralmente que Venecia se apropiara de Padua y justificaba el horrible crimen. El hecho de que Venecia definiera a su víctima como un torturador significa que el cinturón no era socialmente aceptado.
En el siglo XIX, algunas damas y damitas Inglaterra y Francia con el seso sorbido por el patriarcado, lo utilizaron (con un formato más liviano) como una forma romántica de garantizar la fidelidad. Otras lo usaron para evitar violaciones, sobre todo cuando viajaban. En los peores casos,  fueron impuestos  a adolescentes de clase media para evitar que se masturbaran por la noche, ya que se creía que tales prácticas podían acarrear enfermedades físicas y mentales.
Durante el siglo XX  y lo que va del XXI, aparecieron en los medios algunos casos aislados de tortura con cinturones de castidad.  En el año 2013 en Veracruz, México,  José Antonio León Vela le colocó un cinturón de castidad a su esposa cada vez que se iba a trabajar al campo durante doce años, para evitar que le mujer le fuera infiel.
En el año 2015, un sangriento incidente ocurrió en  Nyeri, Kenia: una mujer enfurecida le cortó el pene a su marido a causa de una infidelidad. El hecho de que otros hombres temieran al castigo  hizo que volvieran a las vidrieras los macabros cinturones de castidad, esta vez para varones. "Después de los incidentes ocurridos en Nyeri buscamos algo como esto. Ya sabes que la prevención es mejor que la cura. Por eso hemos desarrollado esta idea, para prevenir", declaró Efe Kelvin Omondi, trabajador de un pequeño negocio situado en Koinange Street, en pleno centro de la capital keniana.
En la actualidad, tal como señalan los ya mencionados John Lloyd y John Mitchinson, “se utilizan más cinturones de castidad que en la Edad Media”, ya que los practicantes del BDSM suelen echar mano a dichos adminículos para sus calurosos divertimentos, aunque, por supuesto, no son los abominables aparatos que relacionamos con la Edad Media. Hoy se pueden encontrar variantes cómodas de cinturones de castidad, confeccionados con cuero, plumas y tela, para usar en sesiones de sadomasoquismo. El uso que se les da a estos cinturones de castidad modernos es opuesto al que se les otorgó míticamente: no reprimen la sexualidad sino que le aportan variantes que pueden resultar muy estimulantes para algunas personas. Además,  el juego y la expresión explícita de fantasías de dominación, celos y posesividad formulan un conjuro contra estos mismos sentimientos en la vida de pareja, por lo que el encierro no es tal. La sometida al encierro genital, obviamente, puede no ser una dama, sino un feliz caballero pasivo bajo el filo del taco de una dominatrix. 

Hasta aquí, amabilísmos lectores, todo lo que tenía para ofrecerles acerca de este tema, espinoso para algunos y jacarandoso para otros. Me despido de ustedes con un pequeño extracto de la fabulosa novela de Jorge Amado, "Doña Flor y sus dos maridos": "- Eso quiere decir que necesitas un hombre, mi santa. Eres joven, no tienes ninguna enfermedad grave, y que yo sepa no estás castrada, ¿qué quieres? Hasta las monjas se casan para poder soportar la castidad - se casan con Cristo- y aun así hay algunas que le ponen cuernos a Jesús - y, sonriendo al acordarse- : ¿Recuerdas aquella monja del Desterro que quedó embarazada del panadero y terminó siendo artista de teatro? Hace tiempo, ¿te acuerdas? No se hablaba de otra cosa..."

Buenas tardes.

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