domingo, 8 de marzo de 2015

AMAS DE CASA (ELOGIO DE LAS QUE TRABAJAMOS ADENTRO)


AMAS DE CASA (ELOGIO DE LAS QUE TRABAJAMOS ADENTRO)

“Todas mis mujeres fueron grandes amas de casa. Cada vez que me separé ellas se quedaron con la casa.” 
Willie Pep

"La frase madre que trabaja es redundante." 
Jane Sellman

Hace algunos años, frente a los saludos y congratulaciones que ornamentaban los muros de muchas damas y damiselas adictas a Facebook con motivo de la celebración (o, mejor dicho, conmemoración) del Día Internacional de la Mujer, mi benemérita hermana, jodida como pocas, me espetó brutalmente:
-No sé por qué se saludan tanto si hoy se conmemora del Día de la Mujer Trabajadora y no el Día de la Mujer en general.
Ante esta afirmación pendenciera yo, que para el retruque soy mandada hacer y me aferro con uñas y dientes a mi derecho de ser celebrada y congratulada en cualquier ocasión, le escupí furiosamente:
-Nena, todas las mujeres somos trabajadoras. ¿O acaso ya se inventó la ropa que se plancha sola?
Mi hermana frunció la nariz y masculló que trabajar es trabajar afuera y que las amas de casa, además de ser patéticas y anacrónicas, somos unas vagas irrecuperables. Inmunda idea que comparten señores  desinformados y señoras que no han lavado un plato ni han cambiado un pañal en su puta vida, porque cuentan con los dinerillos necesarios para pagar mucamas y niñeras. La incomprensión y el desconocimiento de estos turros y turras son los que me empujan hoy a redactar este esclarecedor opúsculo en el que quedará demostrado, de una vez por todas, que se trabaja más adentro que afuera. Y encima no nos pagan.
Ama de casa es, según la Real Academia Española, aquella mujer que se ocupa de las tareas de su hogar. Dicho así parece soplar y hacer botellas. Pero nada que ver. Ser ama de casa implica un trabajo arduo y la capacidad, además, de realizar múltiples funciones sin padecer ningún tipo de cortocircuito ni sufrir un brote psicótico. Realizar ad honorem tareas por las cuales otras gentes son remuneradas.  Y sin chistar. Si no me creen,  pasen y vean.

UN AMA DE CASA ES…

-CONTADORA: Estados patrimoniales, presupuestos, movimientos monetarios… Cualquiera sabe, aunque no esté casada con uno como vuestra segura servidora, que estos peliagudos asuntos son los que ocupan a contadores y contables. Pero también nos ocupan a nosotras, quienes manejamos con menor o mayor fortuna la contabilidad de nuestro sacrosanto hogar, elaboramos presupuestos, nos endeudamos y pagamos esas deudas generando otras, rebuscamos monedas, etc., etc., etc. Tareas de lo más estresantes, porque la plata es linda para gastarla, nomás. Las cuentas y los cálculos deserotizan a cualquiera.

-CHEF: No me vengan con que las amas de casa modernas jamás  cocinamos. Tener a mano el número del delivery o abusar de las salchichas Vienissima y el bendito puré Chef no significa que una no trabaje: los números telefónicos no se discan solos y los paquetes de alimentos no se abren por su cuenta. Y, además, hay amas de casa que  cocinan. Hasta yo hago milanesas de vez en cuando (ocasión que mi familia celebra como si se tratara del equinoccio de primavera).

-PUERICULTORA: La crianza de un niño no sólo es un trabajo de 24 hs: es un arte. Que implica hacerse cargo del cuidado de los aspectos físicos, psíquicos y sociales del párvulo, además de calentar mamaderas, cambiar pañales, pasar horas y horas en las puerta del Jardín del crío durante el "período de adaptación" y noches enteras en vela porque hay un monstruo en el ropero y el engendro  en cuestión no puede dormir (aunque repitamos miles de veces, como una letanía o como un mantra, que los monstruos no existen). Quien no haya visto “Toy Story” trescientas sesenta y cinco veces y opine que un ama de casa no trabaja es, redondamente, un hijo de puta.

-MAESTRA: Todas las mujeres que trabajamos adentro hemos pasado tardes enteras intentando (muchas veces en vano) que una pequeña bestia comprendiera, aunque sea someramente, los misterios de la suma y la resta. Hemos soportado estoicamente repetirle a nuestros críos “La p con la u, pu; la m con la a, ma”, para que esos sátrapas impresentables, ante el crucial interrogante “¿Todo junto?”, miraran el dibujito del libro de lectura y respondieran felizmente “Gato”. Hemos explicado setecientas veces los antecedentes de la Revolución de Mayo. Además de hacer láminas y maquetas e, incluso, algún trabajito sobre  “El diario de Ana Frank” o “Como agua para chocolate” para que un adolescente haragán no tuviera que leer el libro o ver la película.

-ENFERMERA: Las amas de casa somos enfermeras eficaces. Y pacientes. No sólo curamos rodillas raspadas: también atendemos solícitamente a señores resfriados que imaginan estar a un paso de la tumba. Ya saben lo insoportables que se ponen los hombres cuando están enfermos. ¿Alguno de los malintencionados que aseguran que un ama de casa no trabaja ha intentado alguna vez conseguir que un mocoso con varicela no se rasque o que un grandote con dos líneas de fiebre deje de gemir como un soldado amputado en la Segunda Guerra Mundial? ¿No? Entonces, mutis por el foro.

-MUCAMA: Lavar, planchar, limpiar vidrios y pisos, tender las camas, lustrar muebles, baldear el patio… ¿en qué remoto planeta eso no es trabajar? ¿Una señora con el culo apoyado cómodamente en una silla de oficina durante ocho horas trabaja más que la pobre cristiana que anda de acá para allá con un escobillón, un plumero, una plancha y un balde? ¡Déjense de joder!

-PSICÓLOGA: Mucha gente supone que las amas de casa no tenemos problemas y que si nos deprimimos es de aburridas que estamos. Así que son muy pocos los que se detienen a escuchar nuestras angustias, dudas y ansiedades. Pero nosotras debemos estar siempre atentas a las angustias, dudas y ansiedades de nuestros hombres y nuestros vástagos, escucharlos y contenerlos. Yo, por ejemplo, estoy tan entrenada en estas lides que me basta mirar a mi hijo dos segundos a los ojos para saber qué le pasa, cómo le pasa y por qué le pasa.

Sí, un ama de casa es todo lo enumerado anteriormente. Pero, además, es chofer, peluquera, despiojadora, fotógrafa, bañadora de perros, costurera, relacionista pública, secretaria, asesora de compras, jardinera, contadora de cuentos… Es la que pone la caripela cuando los pibes le rompen el vidrio al vecino de un pelotazo o se mandan alguna en el colegio. La que sólo da parte de enferma cuando está a punto de morir.  La que no tiene vacaciones nunca. 
Termino este artículo reivindicador con una frase extraída de la película de 1941 “¡Qué verde era mi valle!” (“How Green Was My Valley”), dirigida por John Ford y basada en la novela homónima de Richard Llewellyn: “Si mi padre era la cabeza de la familia, mi madre era el corazón.”  De más está decir que la madre de Huw Morgan, el protagonista del film, era nada más y nada menos que un ama de casa.

Buenas tardes y feliz conmemoración para todas y todas. 

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