domingo, 24 de noviembre de 2013

MISTERIOSA BUENOS AIRES XI


MISTERIOSA BUENOS AIRES XI

"Buenos Aires es un lugar que amo y donde me siento amado."
Joan Manuel Serrat

Buenas noches, amables lectores. Bienvenidos a otro mágico recorrido por la ciudad de la furia.


-Palacio de los Leones (Av. Luis María Campos y José Hernández, Belgrano)

En la esquina de la Av. Luis María Campos y José Hernández, barrio de Belgrano, se construyó, en 1907, el Palacio de los Leones. Era una edificio con reminiscencias medievales, rodeado de jardines, con un pórtico con dos leones y una vista inmejorable al Rio de la Plata. Fu erigido por orden del comendatore Juan Ditto, quien,  en Buenos Aires, estafó a mucha gente con falsas jubilaciones antes de que existiera un sistema de retiro. Cuando el italiano desapareció tras la estafa, la mansión fue subastada y la adquirió el Dr. Teófilo Lacroze, hijo de Federico. Los Lacroze la abandonaron enseguida, y, además, tapiaron las puertas y ventanas, y clausuraron  los portones.
Fue entonces cuando comenzó a hablarse de quejidos y ruidos extraños, chistidos al pasar y una mucama vestida de celeste que se asomaba por entre la vegetación casi selvática que había invadido el parque. Corrió el rumor de que en la mansión había muerto uno de los serenos y, entonces, ni siquiera los policías se atrevían a vigilar el Palacio.
Los sucesores de los Lacroze vendieron la propiedad y, ya en ruinas, fue demolida. Hoy se levantan en la zona distintos establecimientos, entre ellos, el Sanatorio de la Sagrada Familia.


-Emabajada de Perú (Avenida del Libertador 1946, Palermo)

La Embajada de Perú en la Argentina tiene su sede en una mansión ubicada en Avenida del Libertador 1946, en el barrio de Palermo. Fue proyectada por el arquitecto Alejandro Bustillo, siguiendo el estilo academicista.
La leyenda -y el propio embajador- cuentan que de noche los muebles no dejan de sacudirse en el altillo de la vieja mansión. El historiador Roberto Elissalde recuerda que esa casa perteneció a la familia Solar Dorrego, cuyo último familiar tomó la decisión de suicidarse allí tras enterarse de que padecía una terrible enfermedad. Parece que su fantasma nunca abandonó la casa.


-Liliana Crociati (Junín 1760, Cementerio de la Recoleta)

La joven Liliana Crociati, hija de una acaudalada familia, murió de forma inesperada y trágica cuando una avalancha de nieve destruyó el hotel en el que se hospedaba junto a su esposo,  en la localidad de Innsbruck, en Austria, donde la pareja estaba de vacaciones. El matrimonio había retrasado su regreso a la Argentina porque los caminos que conducían al hotel donde se alojaba estaban cerrados por los aludes. Era el 26 de febrero de 1970 y faltaban pocos días para que Liliana cumpliera 26 años. Su marido, Juan Szaszak sobrevivió a la tragedia.
Liliana era hija única y sus padres quisieron homenajearla con un sepulcro diseñado por su madre que contrasta con el resto de las tumbas del Cementerio de la Recoleta. Su cadáver esperó en el Cementerio de la Chacarita algún tiempo hasta que su bóveda estuvo lista (el padre la compró a una orden de religiosas).  
La bóveda donde descansa Liliana Crociati tiene en su parte exterior un predominio del neogótico con ventanas y arcos ojivales muy pronunciados. El interior, que se halla bajo nivel, conserva las características de las catacumbas romanas, destinando cada arco para un ataúd. Todo con revestimiento de ladrillos y mayólicas españolas en el suelo. Sobre las paredes hay fotos de Liliana en distintos momentos de su vida, cuadros al óleo que pertenecieron a sus abuelos y uno pintado por una de sus amigas y compañera de Bellas Artes. Un sari rojo traído de la India, cubre el ataúd de la joven. En la construcción de la bóveda, sus padres trataron de reflejar el estilo de vida y temperamento de su hija.
En el frente del sepulcro se destaca la escultura de Wilfredo Viladrich (1923 – 1976), que representa a Liliana con un vestido de noche -algunos dicen que es su traje de novia-, acompañada de su perro Sabú. La leyenda cuenta que el animal murió en su casa de Bs. As., el mismo día que Liliana, pero no fue así. Sabú tiene el hocico lustrado y brillante. Desde hace un tiempo los guías del cementerio le dicen a la gente que si se lo tocan les traerá suerte. 
Dicen que a Liliana no le gustaba llevar flores al cementerio porque "al cortar una flor se corta una vida",  y por eso José Crociati mando diseñar un pequeño jardín junto a la estatua. En una placa colocada en la plataforma donde se sitúan las esculturas, su padre grabó un poema en italiano que escribió conmovido por la muerte de su hija:

“A Mia Figlia

Solo mi chiedo il perché
Tu se partita e distrutto hai lasciato il mio cuore
Che te solamente voleva, perché?

Perché? Solo il destino sà il perché e mi domando perché?
Perché non si può stare senza te, perché?
Tanto bella eri che la natura invidiosa ti distrusse, perché?
Perché, solo mi domando se Dio c'é, con se porta via ciò che suo non è
Perché ci distrugge e lascia all'infinito il dolore!
Perché? Credo al destino e non a te, perché?

Perché solo sò che sempre sogno con te, perché c'é di che?
Per tutto l'amore che sente il mio cuore per te.
Perché? Perché?

Il tuo papá”

“A mi Hija

Solo me pregunto por qué
Has partido y destruido has dejado a mi corazón
Que sólo a ti quería, ¿por qué?
¿Por qué? Sólo el destino sabe el porqué y yo me preguntó: ¿por qué?
 
Porque no se puede estar sin ti, ¿por qué?
Tan bella eras que la envidiosa naturaleza te destruyó, ¿por qué?
¡Por qué, sólo me pregunto, si Dios existe, se va con aquello que no es suyo,
Por qué nos destruye y nos deja en un infinito dolor!
¿Por qué? Creo en el destino y no en ti, ¿por qué?

Porque sólo yo sé que siempre sueño contigo, ¿por qué es así?
Por todo el amor que siente mi corazón por ti.
¿Por qué? ¿Por qué?

Tu padre”

El padre de Liliana, José Crociati, famoso coiffeur de la sociedad porteña, y su madre, María Adriana Ana Balduino, sensible artista, quedaron muy golpeados por la tragedia. Fallecieron años después y descansan junto a Liliana.
La leyenda cuenta que, durante muchos años, su tumba era visitada regularmente por un misterioso hombre que colocaba flores. Se ha especulado, sin poder nunca probarlo, que podría tratarse del esposo de Liliana, que sobrevivió al accidente. Algunas versiones sostienen que se trataba de un joven perturbado que aseguraba que la muerta se le aparecía en sueños.
Cierta vez dejaron en la tumba un papel donde estaba escrito, en inglés, un pequeño poema: 

"But tomorrow we will run a little faster.
Tomorrow we will find what we seek to end.
The feelings that we in the past.
Romance is in the sunset.
We ship on the current until the end"


“Sin embargo mañana correremos un poco más rápido.
Mañana encontraremos lo que buscamos al fin.
Los sentimientos que dejamos en el pasado.
Hay romance en la puesta del sol.
Somos barcos sobre la corriente hasta el fin”




-Las voces de los negros (México 567, Monserrat)

Monserrat fue conocido en tiempos coloniales como el Barrio del Tambor, creado en 1769 alrededor de la Parroquia Nuestra Señora de Montserrat. Allí vivieron desde fines del siglo XVIII varias comunidades de negros que integraban repúblicas como Cabunda, Banguela, Mondongo y Angola. Eran devotos de la virgen morena de Monserrat. Con bailes y candombes recreaban su vida en África y elegían sus autoridades.
Se dice que en México 567, donde está hoy la Escuela Nacional de Música (que originalmente fue sede de la Biblioteca Nacional), funcionó un depósito de esclavos o la sede de una de aquellas repúblicas de negros libertos, y que sus espíritus nunca han abandonado el lugar. Desde 1940 ha habido testigos que aseguraron haber escuchado en el predio por las noches  voces, gritos y ruidos de cadenas.



-El fantasma del sanatorio (Colegiales)

En un sanatorio de Colegiales falleció, hace unos años, una niña de cinco años a causa del cáncer. Sucedió en el 5º piso,  donde funcionaban las instalaciones de pediatría y neonatología, dejando devastada a su familia y al personal del lugar, que había festejado el cumpleaños de la pequeña unos días antes. Se dice que, desde entonces, alrededor de las doce de la noche, se sienten extraños ruidos en aquel lugar del edificio. Suelen escucharse pisadas leves en los pasillos o a una niña jugando. Varias mucamas y enfermeras que cubren el turno nocturno aseguran que suelen sonar alarmas en las habitaciones vacías y que suelen escuchar allí una risa infantil.


Hasta aquí, amables lectores esta nueva entrega de la saga "Misteriosa Buenos Aires". Me despido de ustedes con un poema del increíble Jorge Luis Borges:

BUENOS AIRES

He nacido en otra ciudad que también se llamaba Buenos Aires.
Recuerdo el ruido de los hierros de la puerta cancel.
Recuerdo los jazmines y el aljibe, cosas de la nostalgia.
Recuerdo una divisa rosada que había sido punzó.
Recuerdo la resolana y la siesta.
Recuerdo dos espadas cruzadas que habían servido en le desierto.
Recuerdo los faroles de gas y el hombre con el palo.
Recuerdo el tiempo generoso, la gente que llegaba sin anunciarse.
Recuerdo un bastón con estoque
Recuerdo lo que he visto y lo que me contaron mis padres.
Recuerdo a Macedonio, en un rincón de una confitería del Once.
Recuerdo las carretas de tierra adentro en el polvo del Once.
Recuerdo el Almacén de la figura en la calle de Tucumán.
(A la vuelta murió Estanislao del Campo.)
Recuerdo un tercer patio, que no alcancé, que era el patio de
los esclavos.
Guardo memoria del pistoletazo de Alem en un coche cerrado.
En aquel Buenos Aires, que me dejó, yo sería un extraño.
Sé que los únicos paraísos no vedados al hombre son los paraísos
perdidos.
Alguien casi idéntico a mí, alguien que no habrá leído esta página,
lamentará las torres de cemento y el talado obelisco.


Buenas noches.

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