viernes, 15 de noviembre de 2013

MISTERIOSA BUENOS AIRES X


MISTERIOSA BUENOS AIRES X

“Cada vez que vengo a Buenos Aires tengo una sensación muy vívida y profunda. Por eso estoy exactamente en el lugar que debo estar. Todo lo que necesito se encuentra aquí. Mi amor por Argentina es fundamentalmente por Buenos Aires debido a que tiene todo lo que me gusta de una ciudad. Y es que soy urbano, poco campestre e idílico”
Joaquín Sabina

Hola, mis queridos. Aquí estoy con la otra entrega de “Misteriosa Buenos Aires”. Disfruten.



-El fantasma del Obelisco (Plaza de la República, Corrientes y 9 de julio,  San Nicolás)

El Obelisco de Buenos Aires es un monumento histórico considerado un icono de la ciudad. Fue construido en 1936 con motivo del cuarto centenario de la llamada 1º Fundación de Buenos Aires, llevada a cabo por Pedro de Mendoza. Está emplazado en la Plaza de la República, en la intersección de las avenidas Corrientes y 9 de Julio, en el barrio de San Nicolás. El autor de la obra es el arquitecto argentino Alberto Prebisch.
El Obelisco tiene una altura  de 67,5 m. A partir de los 63,5 m se inicia el ápice, que mide de 3,5 m por 3,5 m. La base tiene 6,80 m de lado. Tiene una sola puerta de entrada (en el lado oeste) y en su cúspide hay cuatro ventanas, con persianas metálicas, a las que sólo se puede llegar por una escalera marinera de 206 escalones, con 7 descansos cada 8 m y uno a 6 m.  La punta, roma, mide 40 cm y culmina en un pararrayos que no logra verse por la altura, cuyos cables corren por el interior del monumento. Existe una caja de hierro empotrada que, según se dice, guarda una foto del jefe de máquinas de la construcción, y una carta destinada a quienes lo demuelan.
La leyenda cuenta que a mediados de los años ‘30, un obrero limpiaba el interior del Obelisco cuando cayó un rayo que hizo temblar toda la estructura. Perdió pie y murió después de caer desde gran altura. Dicen que los días de tormenta, cuando se pasa cerca del monumento, todavía se pueden escuchan sus gritos desesperados.


-Palacio Cangallo (Tte. Gral. Perón 1242, San Nicolás)

El Palacio Cangallo, la actual sede de la Gran Logia Argentina de Libres y Aceptados Masones, fue inaugurado el 3 de marzo de 1872. Los planos del Templo Masónico de la calle Tte. Gral. Perón 1242 estuvieron a cargo del ingeniero Carlos E. Pellegrini, masón de origen francés, llegado al Río de la Plata durante la presidencia de Bernardino Rivadavia y padre de quien fuera presidente. Debido a una enfermedad Pellegrini no pudo terminar la obra y  fue reemplazado por el arquitecto italiano Francisco Tamburini.
El edificio se organiza en dos plantas y a partir de una columnata, retirado de la línea municipal por un pequeño jardín. La fachada es cóncava, diseñada así probablemente por su frente angosto, ya que el tener sus paredes frontales curvas le da una sensación de mayor amplitud. Existe la versión de que dicha curvatura representa la bienvenida de los masones a quienes entran a su sede, simbolizando un abrazo fraternal. Sus cuatro columnas en la fachada, con las dos centrales de grueso diámetro y gran altura, jerarquizan la entrada. En torno a ellas se suceden las aberturas, en arcos de medio punto.
Ingresando al edificio hay un amplio pasillo que desemboca en una importante escalera. Apenas se ingresa, a la izquierda del pasillo se encuentra la Biblioteca Joaquín V. González, y a la derecha, el Salón Republica. El edificio cuenta con nueve Templos, cada uno de ellos construido en base a los mismos criterios simbólicos, siendo el más importante el Gran Templo. En el primer piso se encuentra el Gran Templo, donde se destaca el techo pintado como si fuera el cielo, con el sol en un extremo y la luna en el otro. Sobre las dos columnas a la entrada hay un mural, pintado por el artista Enrique Fabris, llamado "Energía Universal".
El edificio posee un alto valor histórico y cultural, ya que ha sido escenario de reuniones protagonizadas por importantes personajes de la historia argentina, tales como Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento, Carlos Pellegrini, Alfredo Palacios e Hipólito Yrigoyen, además de guardar en su interior los secretos milenarios de la Logia Masónica.


-El ahorcado (Av. Guzmán 680, Cementerio de la Chacarita)

El Cementerio de la Chacarita, también llamado Cementerio del Oeste, es  camposanto de un 95 hectáreas limitado por las calles Guzmán, Jorge Newbery, las vías del Ferrocarril San Martín, Garmendia, Del Campo y Elcano. Es el más grande de la ciudad.
En 1871 una epidemia de fiebre amarilla azotó la ciudad de Buenos Aires por lo que fue necesaria la construcción de cementerios ya que los existentes no daban abasto, y el Cementerio del Norte (actualmente Cementerio de la Recoleta) había prohibido que se inhumen allí a quienes habían muerto por la epidemia. El nuevo cementerio se emplazó en la Chacra del Colegio que la Compañía de Jesús tenía en las afueras de la ciudad de Buenos Aires hacia mediados del siglo XVIII. Se creó, además, el Tranvía Fúnebre, que fue utilizado para llegar al cementerio, y se inauguró la llamada Estación Fúnebre en la intersección de las calles Bermejo (actualmente Jean Jaurès) y Avenida Corrientes, donde se recibían los ataúdes.
El cementerio contaba con condiciones de higiene mínimas. Debido a la gran cantidad de víctimas que causó la epidemia, se llegaron a cremar 564 cadáveres en un día. Según testimonios de la época, en una misma jornada murieron 14 empleados del cementerio. Los olores y la falta de salubridad molestaban a los vecinos del barrio y por esta razón el cementerio fue clausurado en 1875, aunque siguió funcionando irregularmente hasta el 9 de diciembre de 1886, cuando se lo clausuró definitivamente.
A partir de 1887 las inhumaciones comenzaron a realizarse en el cementerio Chacarita la Nueva, por lo que los cadáveres fueron exhumados del viejo cementerio y llevados al osario general del nuevo. El 30 de diciembre de 1896 se lo denominó Cementerio del Oeste, pero como todavía era conocido como Cementerio de la Chacarita, una ordenanza del 5 de marzo de 1949 lo renombró de esa forma. 
Cuenta la leyenda que los jueves de luna llena, en uno de los árboles  de calle Jorge Newbery, a metros de la intersección con las vías del ferrocarril, puede verse la figura espectral de un ahorcado colgando de un árbol. Quienes lo vieron, describen a su cuerpo semitraslúcido y en estado de putrefacción. Una historia cuenta que es el espectro de un joven que se suicidó luego de que la epidemia de la fiebre amarilla le arrebatara a su amada.


-Embajada de Alemania (Villanueva 1055, límite entre Palermo y Belgrano)

El predio actual de la Embajada de Alemania está situado en la calle Villanueva 1055, en el límite entre los barrios de Palermo y Belgrano. Perteneció originalmente a la familia de banqueros Tornquist, que desempeñó un papel importante en la sociedad de principios del siglo XX. El arquitecto Carlos Nordmann construyó para ellos un castillo estilo Tudor, rodeado de jardines, al que llamaron Villa Ombúes. Jorge Newbery, el primer piloto de globo aerostático, levantó vuelo en 1908 desde este lugar. 
Villa Ombúes fue vendido en dos ocasiones, primero a un italiano de apellido Casullo y luego a la familia Blaquier.  Cuando los Blaquier se mudaron, el lugar quedó abandonado por muchos años. En 1973, la República Federal de Alemania adquirió el amplio terreno  y  el arquitecto alemán Dieter Oesterlen dirigió la construcción de un nuevo edificio, al que la Embajada se trasladó e 1983.
Se dice que la Embajada de Alemania está embrujada.  El edificio está  ubicado al lado de la Iglesia de San Benito, y existen dos teorías acerca del porqué del hechizo: una asegura que allí hubo un crimen que se ocultó; otra sostiene que en San Benito estaban los únicos monjes argentinos que tenían permitido hacer exorcismos y que los demonios, una vez expulsados, no podían quedarse en la iglesia y se fugaban hacia la casa lindera. También hay quienes aseguran haber visto un fantasma en la Embajada.


-Legislatura porteña (Perú 130 - Centro) 

La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o Legislatura Porteña tiene su sede en el Palacio Ayerza, edificio ubicado entre las calles Hipólito Yrigoyen, Diagonal Julio A. Roca y Perú, conformando un triángulo de grandes dimensiones cuya compacta volumetría exterior se ajusta a los límites del terreno y sólo se distingue del resto de tejido urbano por la torre del reloj lo corona. El lugar es conocido como el Palacio de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires
La leyenda cuenta que en la soledad de las noches, extrañas presencias recorren los pasillos y despachos de la Legislatura, donde según los empleados de mantenimiento y limpieza, tienen lugar escalofriantes manifestaciones. Ruidos y sombras inexplicables, muebles y cortinas que se mueven sin motivo, forman parte de la actividad paranormal de la Legislatura Porteña, que recrudece en la Sala Montevideo, donde habitualmente se realizan velatorios de ex legisladores y ciudadanos ilustres de la ciudad.

Hasta aquí, amables lectores, todo lo que tenía para ofrecerles hoy. Me despido de ustedes con la letra de una maravillosa canción escrita por Joaquín Sabina y Fito Páez (cuando eran amigos):


BUENOS AIRES

En Buenos Aires brilla el sol y un par de pibes,
en la esquina, inventan una solución.
En Buenos Aires todo vuela, la alegría,
la anarquía, la bondad, la desesperación.
Y Buenos Aires es un bicho que camina,
ensortijado entre los sueños y la confusión.
En Buenos Aires descubrí que el día
hace la guerra, la noche el amor.
En Buenos Aires leo, fumo, toco el piano
y me emborracho solo en una habitación.
En Buenos Aires casi todo ya ha pasado
de generación en degeneración.
Y Buenos Aires come todo lo que encuentra
como todo buen Narciso, nadie como yo.
Pero el espejo le devuelve una mirada
de misterio, de terror y de fascinación.
Buenos Aires, buenos aires,
buenos aires para vos.
En Buenos Aires toca Charly en un biloche
planetario, es alto y voluptuoso.
En Buenos Aires llega un punto en que ya nada
vale nada y todo vale nada.
En Buenos Aires nos acechan los fantasmas
del pasado y cada tango es una confesión.
Cuando en el mundo ya no quede nada,
en Buenos Aires la imaginación.
Es una playa macedónica tan cierta
y tan absurda viven Borges, Dios y el rock and roll.
En Buenos Aires viven muertos, muertos viven
y no quiero más tanta resignación.
Yo quiero un barrio bien canalla, bien sutil
y bien despierto, supersexy,
quiero una oración
que nos ayude a descorrer el velo
y que termine la desolación.
Buenos Aires, malos tiempos
para hacerte una canción.
En Buenos Aires los amigos acarician
y los enemigos tiran a matar.
En Buenos Aires, San Martín y Santa Evita
montan una agencia de publicidad.
En Buenos Aires, la política… que falta
de respeto, que atropello a la razón.
En Buenos Aires, el fantasma de la ópera
camina solo por Constitución.
En Buenos Aires tengo más de lo que quiero
pero lo que quiero nadie me lo da.
En Buenos Aires hay un Falcon pesadilla
en el museo de cera de la atrocidad.
En Buenos Aires falta guita pero sobran
corazones condenados a latir.
En Buenos Aires amanezco, resucito,
me defiendo a gritos, quiero ser feliz.
En Buenos Aires cuando hablamos de la luna
solo hay una: la del Luna Park.
En Buenos Aires he perdido mil batallas
pero hay una guerra que pienso ganar.
Buenos Aires.
En Buenos Aires brilla el sol y un par de pibes,
en la esquina, inventan una solución.
(cuando en el mundo ya no quede nada)
en Buenos Aires todo vuela, la alegría,
la anarquía, la bondad, la desesperación.
Todas las noches sale el sol
todos los días vuelve el sol.


Buenas noches.

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