sábado, 2 de noviembre de 2013

HABLE CON ELLA


HABLE CON ELLA

“Hable con ella, cuénteselo (…) El cerebro de la mujer es un misterio (…) A la mujeres hay que tenerlas en cuenta, hablar con ellas… tener un detalle,  de vez en cuando… acariciarlas de pronto. Recordar que existen, que están vivas y que nos importan…” - Javier Cámara en "Hable con ella"

No sé si es mi película favorita. Tampoco sé si es mi preferida entre todas las que filmó Almodóvar. Pero es la que provoca en mí la reacción física y espiritual más visceral y absoluta. Porque una cosa es lagrimear con “Los puentes de Madison”, “El gran pez” e, incluso, con “Nueve semanas y media” (ya sé: soy la única demente que llora con ésta). Pero lo que me pasa con “Hable con ella” es otra cosa. Quizás porque es una película sobre la palabra. Sobre el poder de la palabra como herramienta para sobreponerse al dolor, a la ausencia, a las llagas perdurables del amor, a la enfermedad, a las imposibilidades. Sobre el poder de la palabra como vehículo  para zanjar las distancias emocionales entre las personas.  Es, también, una película sobre la amistad.  Sobre su complejidad. Sobre la bendición de poder  aceptar al otro con sus vergüenzas, sus  malaventuranzas, sus ternuras. Y sobre la comunicación / incomunicación en las relaciones humanas.
Si otro director de cine intentara plasmar en una sola película esta abundancia   de temas cardinales pecaría, seguramente, de pretencioso. Almodóvar, no. Almodóvar puede. Porque la poesía está de su lado. La poesía convulsa y conmovedora  que emana de la desnudez de sus criaturas.
Casi siempre, los personajes fuertes de las películas de Pedro Almodóvar son mujeres. “Hable con ella”  escapa a esa regla. Pero a pesar de que los caracteres  sobresalientes del filme son masculinos, es una película sobre las mujeres. He visto “Hable con ella”  más veces de las que puedo recordar y jamás dejó de sorprenderme la  fina sensibilidad de Pedro Almodóvar. Sensibilidad femenina. “Hable con ella” es una película que sólo podría haber sido filmada por una mujer. Pero la filmó Pedro.
Quizás sea una de las tantas ironías de Almodóvar que los hombres hablen con las mujeres cuando ellas no pueden escucharlos. Un subterfugio  que pone en evidencia una realidad inversa: estamos ávidas por escuchar y las más de las veces la palabra no llega. Benedicto, con su ternura feroz,  su ambigüedad sexual,  su amor perturbado y su costado sórdido,  lo sabe. Sabe sobre la potestad de la palabra. Sobre su necesidad. 
No soy crítica de cine, ni mucho menos. Es más, los críticos en general me son antipáticos.  Me he conmovido hasta el tuétano con personajes psicológicamente unidireccionales  y he bostezado descortésmente con supuestas obras maestras.  “Hable con ella” no es una novedad: la película data del año 2002. Fue celebrada justamente en su momento y galardonada con varios premios. No fue la obra definitiva de Pedro Almodóvar. El director manchego sigue filmando (hecho que, por supuesto, no me canso de celebrar).  Pero es una película sobre mí.

Porque lo único que quiero es que hablen conmigo.

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