sábado, 30 de noviembre de 2013

MISTERIOSA BUENOS AIRES XII


MISTERIOSA BUENOS AIRES XII

"A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires: 
la juzgo tan eterna como el agua y el aire."
Jorge Luis Borges

Hola, mis queridos. Aquí estoy con la segunda entrega de “Misteriosa Buenos Aires”. Disfruten.


 -Los fantasmas del Polvorín de Flores (Av. Eva Perón 1410, Parque Chacabuco)

El Parque Chacabuco es un gran espacio verde de la Ciudad de Buenos Aires, ubicado en el barrio del mismo nombre. Es el tercer pulmón verde más grande en superficie después de los Bosques de Parlermo y el Parque AvellanedaEstá ubicado entre las calles Emilio Mitre y las avenidas Eva Perón, Curapaligüe Asamblea. El diseño del parquizado estuvo a cargo del paisajista Carlos Thays.
En la parte sud de lo que hoy es el parque funcionaba la vieja la vieja Fábrica Nacional de Pólvora o "Polvorín de Flores". Una gigantesca explosión que destruyó la fábrica casi totalmente, el 26 de enero de 1898. En 1902, la Municipalidad gestionó ante el gobierno nacional la cesión de esos terrenos, originándose de esa forma el actual Parque Chacabuco, rodeado por entonces de numerosos baldíos y quintas que, con el paso del tiempo, se fueron poblando hasta conformar el barrio que hoy conocemos.
Los vecinos de la zona aseguran que los espectros de los hombres calcinados en la explosión de 1898 suelen rondar el barrio por las noches.


-Benjamín Solari Paravicini (Junín 1760, Cementerio de la Recoleta)

Benjamín Solari Parravicini, nació en Buenos Aires8 de agosto de 1898 y se dedicó toda su vida a la pintura con bastante éxito. Siempre estuvo rodeado de acontecimientos paranormales, pero en  1932, mientras dibujaba y pintaba en su estudio, irrumpieron en su mente  ideas espontáneas, frases y dibujos que para él no tenían sentido y que plasmó en papel y llamó psicografías premonitorias. Devoto católico y horrorizado por su aparente don, destruyó muchos de estos dibujos. Pero otros tantos sobrevivieron y un gran porcentaje de ellos anuncian hechos que más tarde se concretaron. Los acontecimientos que Parravicini predijo incluyen el desarrollo y el uso de la bomba atómica, la invención de la televisión, la Guerra Fría e incluso la clonación.
Benjamín Solari Parravicini realizó (según él bajo mandato de su ángel de la guarda llamado José de Aragón y otras personalidades incorpóreas) más de mil dibujos proféticos. 
Descansa en el Cementerio de la Recoleta en una bóveda de granito negro.


-La tejedora (Avenida Lacarra 1257, Parque Avellaneda)

"La tejedora" es una escultura realizada en piedra marmórea de la provincia de Córdoba por Luis Perlotti cerca de 1926. Formaba parte de un proyecto de fuente que debía llamarse "Las tejedoras", pero dicha obra no se concretó. En 1928, Perlotti la envió al Salón Nacional, pero no obtuvo los resultados esperados. Sin embargo, la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires la adquirió para emplazarla en el Parque Avellaneda al año siguiente. El día de la inauguración asistió al evento el pintor Quinquela Martín, entrañable amigo de Perlotti, quien ese mismo día regresaba de Italia.
La escultura tiene una altura de 2.30 m. por un ancho de 0.70 m. Representa a una figura femenina con el cuerpo cubierto por un grueso manto que no deja trasuntar la anatomía. Sólo sus manos y el rostro surcado por profundas arrugas se destacan de la estructura del bloque de piedra que le da origen. Su simbología se relaciona, a través de la figura de una vieja india, con la Pacha Mama.
En el libro “Buenos Aires es leyenda”, los autores Guillermo Barrantes y Víctor Coviello abordan el mito de "La tejedora": "En una encrucijada donde se mezclan muchos senderos, espera ella. Fue concebida, allá en 1926, en piedra marmórea de la provincia de Córdoba, mide unos 2,30 metros, y representa a una tejedora anciana india, sentada, con la vista fija hacia adelante. El tiempo le amputó la nariz, elevándola a la categoría de esfinge urbana". 
Algunas personas entrevistadas por los autores relatan hechos sorprendentes "como el de una joven que contaba como su madre hablaba con la estatua y ella no le creía hasta que un día la pétrea tejedora la nombró al pasar y un escalofrío le recorrió la espalda. Aún así se animó a dialogar con ella y hablaban de cuestiones cotidianas". "Me habían dicho que dejara de preguntar, que la estatua podía enojarse -cuenta otra testigo-. Una noche me paré frente a ella y la vieja maldita se levantó de su asiento y empezó a bajar del pilar. Estuve a punto de volverme loca ahí mismo y salí corriendo".



-Jeremías López (Junín 1760, Cementerio de la Recoleta)

Cuenta la leyenda que a finales de la década del ’20 y Jeremías López era un jovencito de unos 17 años, de origen humilde, muy hábil con la pelota, que ya había probado suerte en varios clubs de fútbol de Buenos Aires y había sorprendido con su talento. Un par de equipos se lo disputaban y, entonces, sucedió la tragedia.
Jeremías era empleado de una casa patricia de Buenos Aires, en la que se desempeñaba como cocinero. Una mala maniobra al momento de manipular un caldero con aceite hirviendo la causó gravísimas quemaduras en todo el cuerpo, especialmente en las piernas. A pesar de que se le prodigaron los mejores cuidados médicos de la época, falleció una semana después. El dueño de la casa donde trabajaba ofreció el panteón de su familia para que fuera su última morada.
Años después, visitantes del Cementerio de la Recoleta se asombraron al escuchar ruidos de pelota y pasos apresurados, como los de una persona que corre, en las cercanías del lugar en donde descansa Jeremías López. Algunas personas afirman haber visto su fantasma haciendo rebotar una pelota contra paredes y puertas de criptas, y realizando sus famosas proezas. Una leyenda dentro de la leyenda afirma que si se deja una pelota cerca de la tumba de Jeremías López, desaparecerá, puesto que el joven no rechaza jamás ese tipo de ofrendas. 


-La mucama encerrada en el ascensor (Riobamba 1068)

Cuenta la leyenda que una familia tradicional porteña, que vivía en el petit hotel ubicado en Riobamba 1068 (done hoy funciona el restaurante Restaurante  The Grants), viajó a Europa por tres meses. Antes de salir dejaron el palacete en orden y, como no iban a utilizarlo por un tiempo largo, cortaron el suministro eléctrico.
A la vuelta del viaje, encontraron en su casa un hedor insoportable y comprobaron, con horror, que una mucama había quedado atrapado en el ascensor del edificio. Habían cortado la luz antes de que la desafortunada joven abandonara el elevador y allí murió, de asfixia, de hambre y sed, o de terror.

Hasta aquí, amables lectores, esta nueva entrega de "Misteriosa Buenos Aires". Me despido de ustedes con un pensamiento de Jorge Luis Borges: "Pienso que hay algo esencialmente porteño en mi, más allá de mis opiniones. Debo esa convicción a un hecho secreto. Últimamente he viajado mucho, y me ha gustado mucho descubrir ciudades, aunque las descubra a través de otros ojos, porque estoy ciego. Pero sin embargo, todas las noches tengo sueños muy distintos, y en mis sueños siempre estoy en Buenos Aires. Por ejemplo, recuerdo muy bien uno: sueño con un lugar de sierras y pantanos, y en esos cenagales hay escaleras y andamios, lo cual no es natural ¿no? Hay árboles y maleza, pero en el sueño sé que esa es la esquina de Bolívar y Chile, por ejemplo, o que esa es la esquina de Arenales y Bulnes. A veces son pesadillas, a veces sueños placenteros, pero siempre ocurren en lugares muy precisos de Buenos Aires. Quiere decir que hay algo esencial en mí que no viaja, ya que los sueños, se supone que los crea uno, y en los sueños no salgo nunca de Buenos Aires."

Buenas tardes.

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