jueves, 12 de enero de 2023

LAS VERDADERAS HISTORIAS DETRÁS LOS CUENTOS INFANTILES: LAS ZAPATILLAS ROJAS


 LAS VERDADERAS HISTORIAS DETRÁS LOS CUENTOS INFANTILES: LAS ZAPATILLAS ROJAS

"No hay en el mundo cosa que pueda compararse a unos zapatos rojos."
Hans Christian Andersen

 Buenas noches, amables lectores. Aquí estoy nuevamente para ofrecerles otra entrega de la saga “Las verdaderas historias detrás de los cuentos infantiles”, esta vez dedicada a una historia escalofriante: "Las zapatillas rojas", de Hans Christian Andersen, un cuento que me quitó el sueño de niña, debido a su crudeza y a su final sin perdices.


LAS ZAPATILLAS ROJAS

“Las zapatillas rojas” (“De røde Skoe) es un cuento de hadas del escritor y poeta danés Hans Christian Andersen. Fue publicado por primera vez el 7 de abril de 1845 por C.A. Reitzel en Copenhague en la colección “Nuevos cuentos de hadas. Primer Tomo. Tercera colección. 1845.” (“Nye Eventyr. Første Bind. Tredie Samling. 1845.”).


EL CUENTO

Karen es una niña muy pobre, que en verano anda descalza y en invierno usa unos zuecos toscos, que lastiman sus pies. La viuda de un zapatero, conmovida, le regala un par de zapatillas rojas hechas de paño colorado, muy humildes. Karen las estrena el día del funeral de su madre.
Una mujer rica que pasa por allí ve a la niña y decide adoptarla. Arroja las zapatillas de Karen al fuego y la cubre de regalos, por lo que la niña crece vanidosa. Cuando llega el momento de elegir calzado para su confirmación, se inclina por un par de zapatos rojos de charol, dignos de una princesa. Durante la ceremonia sólo piensa en sus zapatos, sin prestar atención a la palabra de Dios.
Karen vuelve a la iglesia el domingo próximo, luciendo sus regios zapatos, a pesar de que su madre adoptiva le advirtió que no lo hiciera. En la puerta del templo, un soldado lisiado de barba roja, elogia sus zapatos y les golpea la suela. A partir de ese momento, parecen cobrar vida propia, y obligaron a la niña a bailar, aún contra su voluntad. Karen logra quitárselos, pero no puede resistir la tentación de usarlos otra vez.  Los zapatos la obligan a bailar y cuando quiere descalzarse no puede.
Bailando llega a la iglesia y allí un ángel blanco la condena a bailar por toda la eternidad como castigo a su vanidad.
Después de bailar días y días, Karen llega a la casa del verdugo y le pide que le corte los pies. El verdugo accede, y los zapatos siguen bailando con los pies cortados dentro. La niña se arrepiente de su comportamiento y el ángel la perdona. El corazón de la muchacha queda tan rebosante de luz, de paz y de alegría, que estalla, y su alma vuela junto a  Dios.


EL ORIGEN DE LA HISTORIA

Hans Christian Andersen nació en el seno de una familia sumamente humilde. Su padre, Hans Andersen, era zapatero remendón. Durante el día, mientras trabajaba, estimulaba la fantasía de su pequeño hijo con relatos de la tradición oral,  y por las noches, sentado al borde de la cama, con los cuentos de “Las mil y una noches”.
Andersen comentó que “Las zapatillas rojas” tuvo su origen en un incidente que presenció cuando era niño. Una rica clienta le envió a su padre un pedazo de seda roja por una rica cliente para hacer un par de zapatillas de baile para su hija. Hans Andersen  usó cuero rojo junto con la seda e invirtió mucho tiempo en el trabajo. Sin embargo, la cliente le dijo que las zapatillas eran una basura y que había estropeado la seda. "En ese caso, dijo el padre del escritor, estropeé mi cuero también", y destruyó las zapatillas delante de la mujer.

ANÁLISIS PSICOLÓGICO

En el libro "Mujeres que corren con los lobos"  ("Women Who Run with Wolves", 1992), la psicoanalista Clarissa Pinkola Estés da una detallada interpretación junguiana de "Las zapatillas rojas": "La verdad psicológica que encierra el cuento de 'Las zapatillas rojas' es que a una mujer se le puede arrancar, robar y amenazar su vida más significativa o se la puede apartar de ella por medio de halagos a no ser que conserve o recupere su alegría básica y su valor salvaje.
 El  cuento nos invita a prestar atención a las trampas y los venenos con los que fácilmente tropezamos cuando estamos hambrientas de alma salvaje. Sin una firme participación en la naturaleza salvaje, una mujer se muere de hambre y cae en la obsesión de los 'me siento mejor', 'déjame en paz' y 'quiéreme… por favor'.
 Cuando se muere de hambre, la mujer acepta cualquier sucedáneo que se le ofrezca, incluyendo los que, como placebos inútiles, no le sirven absolutamente para nada y los que son destructivos, amenazan su vida y le hacen perder lastimosamente el tiempo y las cualidades o exponen su vida a peligros físicos. El hambre del alma induce a la mujer a elegir cosas que la harán bailar locamente y sin control… hasta llegar finalmente a la casa del verdugo.
 Por consiguiente, para comprender más profundamente este cuento, tenemos que percatarnos de que una mujer puede extraviar totalmente el camino cuando pierde su vida instintiva y salvaje. Para conservar lo que tenemos y encontrar de nuevo el camino de lo femenino salvaje, tenemos que saber qué errores comete una mujer que se siente tan atrapada. Entonces podremos retroceder y reparar los daños. Entonces podrá tener lugar la reunión.
 Tal como veremos, la pérdida de las zapatillas rojas hechas a mano representa la pérdida de la vida personalmente diseñada y de la apasionada vitalidad de una mujer, así como la aceptación de una existencia excesivamente domesticada, lo cual conduce a la larga a la pérdida de una percepción fiel, que provoca a su vez los excesos que llevan a la pérdida de los pies, la plataforma que nos sostiene, nuestra base, una parte muy profunda de la naturaleza instintiva que sostiene nuestra libertad.
 'Las zapatillas rojas' nos muestra cómo se inicia el deterioro y a qué estado nos reducimos si no intervenimos en nombre de nuestra propia naturaleza salvaje.
 No nos engañemos, cuando una mujer se esfuerza por intervenir y luchar contra su propio demonio cualquiera que éste sea, su esfuerzo es una de las batallas más dignas que se pueden emprender tanto desde el punto de vista arquetípico como desde la perspectiva de la realidad consensual.
 Aunque la mujer pudiera llegar como en el cuento hasta el fondo del mayor de los abismos por medio del hambre, la captura, el instinto herido, las elecciones destructivas y todo lo demás, el fondo es el lugar que alberga las raíces de la psique. Allí están los apuntalamientos salvajes de la mujer. El fondo es el mejor terreno para sembrar y volver a cultivar algo nuevo. En este sentido, alcanzar el fondo, aunque sea extremadamente doloroso, es también llegar al terreno de cultivo.
 Aunque por nada del mundo desearíamos la maldición de los perjudiciales zapatos rojos y la consiguiente disminución de vida ni para nosotras ni para las demás, hay en esta ardiente y destructiva esencia algo que combina la vehemencia con la sabiduría en la mujer que ha bailado la danza maldita, que se ha perdido a sí misma y ha perdido la vida creativa, que se ha precipitado al infierno con un barato (o caro) bolso de mano y que, sin embargo, se ha mantenido aferrada en cierto modo a una palabra, un pensamiento, una idea hasta que, a través de una rendija, pudo escapar a tiempo de su demonio y vivir para contarlo.
 Por consiguiente, la mujer que ha perdido el control bailando, que ha perdido el equilibrio y ha perdido los pies y comprende el estado de privación a que se refiere el final del cuento de hadas, posee una sabiduría valiosa y especial. Es como un saguaro, un espléndido y hermoso cacto que vive en el desierto.
 A los saguaros se los puede llenar de orificios de bala, se les pueden practicar incisiones, se los puede derribar y pisotear, y ellos siguen viviendo, siguen almacenando el agua que da la vida, siguen creciendo salvajes y, con el tiempo, se curan.
 Los cuentos de hadas terminan al cabo de diez páginas, pero nuestras vidas, no. Somos unas colecciones de varios tomos. En nuestras vidas, aunque un episodio equivalga a una colisión y una quemaduras siempre hay otro episodio que nos espera y después otro. Siempre hay oportunidades de arreglarlo, de configurar nuestras vidas de la manera que merecemos. No hay que perder el tiempo odiando un fracaso. El fracaso es mejor maestro que el éxito. Presta atención, aprende y sigue adelante. Eso es lo que estamos haciendo con este cuento. Estamos prestando atención a su antiguo mensaje. Estamos aprendiendo lo que son las pautas perjudiciales para poder seguir adelante con la fuerza propia de quien puede presentir las trampas, las jaulas y los cebos antes de caer en ellos o ser atrapados por ellos."


UNA HISTORIA SOBRE LAS ADICCIONES

La escritora Vivienne Tuffnell, autora del libro “Away With The Fairies” (2017), sostiene que “Las zapatillas rojas” es “un cuento de hadas oscuro sobre la compulsión y la adicción”. Según Tuffnell, quien hace un paralelismo entre el cuento y una conocida canción de Kate Bush que cuenta una historia parecida, en la historia aparece “un embaucador, una persona que engaña a la joven para que tome los zapatos prohibidos que sangran en sus sueños. Solo se los ofrecen, no pueden forzarla. Elige tomarlos.” Tal como nos sucede con determinadas sustancias, ideas, acciones o personas que nos dañan “tratamos de deshacernos de los zapatos rojos, por lo general pasándolos a otra víctima involuntaria que compra los mismos sueños oscuros; y, sin embargo, aunque regalemos o vendemos los zapatos, siguen estando ahí, pegados a nuestros pies”.
Vivienne Tuffnell sostiene que la solución a las situaciones compulsivas y adictivas “es siempre radical”: “Mira tus zapatos rojos. (…) ¿Puedes quitártelos y tirarlos en el río o en el fuego o la idea de deshacerte de ellos te hace temblar? Si no puede quitártelos, es hora de encontrar a alguien que pueda, incluso si también te quita los pies. Es mejor andar cojo que bailar en el infierno.”
Clarissa Pinkola Estés también advierte en la historia la presencia de las adicciones y sus trágicas consecuencias: “El abuso de sustancias tóxicas constituye una auténtica trampa. Las drogas y el alcohol se parecen mucho a un amante que al principio trata bien a la mujer y a continuación la pega, se disculpa, la trata bien durante algún tiempo y después la vuelve a pegar. La trampa reside en el hecho de intentar quedarse por lo que la situación tiene de bueno, Procurando pasar por alto lo malo. Es un error que jamás da buen resultado. (...) Las personas que se sienten atraídas y arrastradas por las zapatillas rojas siempre creen al principio que cualquier sustancia a la que sean adictas será de alguna manera su gran salvación. A veces ello les hace experimentar una extraordinaria sensación de poder o una falsa sensación de poseer la energía suficiente para permanecer despiertas toda la noche, dedicarse a crear hasta el amanecer y pasarse horas y horas sin comer. Quizá les permite dormir sin temor a los demonios, o les tranquiliza los nervios, o las ayuda a no preocuparse tanto por las cosas que las preocupan o tal vez las ayuda a no querer amar ni ser amadas nunca más. Sin embargo, su adicción al final sólo crea, tal como vemos en el cuento, un borroso fondo que gira vertiginosamente sin dejarnos vivir realmente la vida. La adicción es una Baba Yagá que ha perdido el juicio, devora a las niñas perdidas y las deja tiradas en la puerta del verdugo.”

ALGUNAS ADAPTACIONES DE LA HISTORIA

-“Las zapatillas rojas” (The Red Shoes”): Película británica de 1948 escrita, dirigida y producida por The Archers, equipo formado por Michael Powell y Emeric Pressburger, y protagonizada por Moira Shearer. La película utiliza el recurso del relato dentro del relato y cuenta la historia de una joven bailarina que se suma a una compañía consolidada y se convierte rápidamente en prima ballerina en un nuevo ballet llamado "Las zapatillas rojas", basado en el cuento de Hans Christian Andersen. Su deseo de bailar entra en conflicto con su necesidad de amor, y finalmente, la lleva a la muerte.

-"El uso de la sonrisa" ("The Wearing of the Grin"):  Corto de animación de Looney Tunes dirigido en 1951 por Chuck Jones. Fue escrito por Michael Maltese y protagonizado por el cerdito tartamudo Porky. En la historia, Porky, de viaje por Irlanda, es acusado por un par de leprechauns de querer robar su olla de oro y condenado a usar unos zapatos verdes que lo obligan a bailar sin poder detenerse. 

-"La danza de la muerte" ("The Dance of Death"): Novela de Jo Gibson publicada en 1996. Narra la historia de Donna Burke y sus amigas, un grupo de adolescentes que se divierte en un carnival y se ven envueltas en una maldición cuando Tammy Peters compra un par de zapatos de color rojo rubí en un misterioso y alejado stand.

-“Las zapatos rojos” (“Bunhongshin”) : Película de terror surcoreana del año 2005, escrita y dirigida por Kim Yong-gyun. Cuenta la historia de Sun-jae, quien abandona a su marido infiel y se traslada a un viejo apartamento con su hija  Tae Su. Un día, de regreso a casa, la mujer encuentra un par de zapatos rojos de taco un vagón de metro. Su hija se obsesiona con los zapatos y Sun-jae descubre que todos aquellos que los poseyeron murieron de forma violenta, ya que son portadores de una maldición. 

-“Las zapatillas rojas” (The Red Shoes”): Novela de John Stewart Wynne publicada en 2013 que cuenta una versión versión gay contemporánea del clásico cuento de Andersen, ambientada en Manhattan. El narrador, John Laith, vive frente al Seminario Episcopal de Chelsea. Dentro de su silenciosa capilla y acogedores jardines, encuentra consuelo, llorando la prematura muerte de su compañero Frank y tratando de recuperarse de esa pérdida. Jared, un joven bailarín al que socorre luego de un violento ataque sexual, le regala un par de zapatillas rojas, que lo empujan a un viaje peligroso a través de los lados opulento y sórdido de una Manhattan que vive con intensidad el cambio de milenio.

-“Barbie y las zapatillas mágicas” (“Barbie in The Pink Shoes”): Película de animación dirigida por Owen Hurley en 2013. Cuenta la historia de Kristyn, una chica que sueña con actuar en alguna compañía importante de ballet. Un día antes de una actuación, se le rompen las zapatillas de baile, y tiene que comprarse una nuevas. Para su sorpresa, sus nuevas zapatillas son mágicas, y le permiten hacer realidad sus sueños y ser la protagonista de sus ballets favoritos: El lago de los cisnes y “Giselle”. 

Hasta aquí, mis queridos, esta breve semblanza sobre "Las zapatillas rojas". Me despido de ustedes con el trabajo de una de mis poetas favoritas, la norteamericana Anne Sexton:

LAS ZAPATILLAS ROJAS

Estoy en el centro
de una ciudad muerta
y anudo las zapatillas rojas.
Todo lo que estaba en calma es mío, 
el reloj caminando con una hormiga,
los pies, alineados como perros,
la estufa mucho antes de que hierva sapos,
el salón, blanco en invierno, mucho antes de las moscas,
la cierva tumbada sobre el musgo, mucho antes de la bala.
Anudo las zapatillas rojas.

No son mías.
Son de mi madre.
Y de su madre.
Transmitidas como una herencia,
pero escondidas como cartas vergonzosas.
La casa y la calle que le corresponden
están escondidas y todas las mujeres también
están escondidas.

Todas esas chicas
que usaron las zapatillas rojas
abordaron un tren que no se detuvo.
Las estaciones volaron como pretendientes y no se detuvieron.
Todos bailaron como truchas en el anzuelo.
Jugaron con ellas.
Les arrancaron las orejas como imperdibles.
Sus brazos se les cayeron y se convirtieron en sombreros.
Sus cabezas rodaron y cantaron calle abajo.
Y sus pies - oh Dios, sus pies en el mercado -
sus pies, esos dos escarabajos, corrieron hacia la esquina
y luego bailaron como si estuvieran orgullosos.
Sin duda la gente exclamó
seguramente son mecánicos.
 De otra manera…

Pero los pies continuaron.
Los pies no pudieron parar.
Fueron enrollados como una cobra que te ve.
Eran elásticos tirando de sí mismos.
Eran islas durante un terremoto.
Eran naves chocando y bajando.
No te preocupes por ti y por mí.
No pudieron escuchar.
No pudieron parar.
Lo que hicieron fue el baile de la muerte.

Lo que hicieron los dejó entrar en ella.

Buenas noches.


 Ilustración 1: Jasmine Becket-Griffith
Ilustración 2: Sara V. 
Ilustración 3: Misaki Reki
Ilustración 4: Mamiboo
Ilustración 5: Alejandro Dini
Ilustración 6: Inna Kuzubova
Ilustración 7: Anne Anderson

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