SEXO VAINILLA: ¿OTRA VEZ SOPA?
"¿Tú quieres una relación vainilla convencional y sosa, sin sexo pervertido ni nada?"
E. L. James, "Fifty Shades of Grey"
Parece,
amables lectores, que el colmo del aburrido es aquel individuo que, frente a
una lista variadísima de sabores de helado elige, una y otra vez, el
tradicional y poco novedoso gusto a vainilla. Por lo menos eso
es lo que sostiene una nota publicada por el sitio web Entre
Mujeres, donde el médico psiquiatra y
sexólogo Walter Ghedin equipara la elección de un sabor de helado con
la elección de una posición o rutina sexual y se pregunta qué hacer con estos
hombres tradicionales, simples y monótonos que, ante una heladería
completa, repleta de sabores, colores y texturas, decantan
siempre por el mismo gusto y, además, uno bastante pavote. “Sexo vainilla: ¿Hombres con poco sabor?”, se intitula el opúsculo en
cuestión, y nos insta a damas y damitas a tomar cartas en el asunto de una vez
por todas para aventurarnos, con felicidad, en la prometedora mousse de
maracuyá.
Dentro
del argot de la subcultura BDSM (Bondage
Y Disciplina; Dominación y Sumisión; Sadismo y Masoquismo) se denomina sexo
vainilla al llamado sexo convencional,
pero hoy en día el término se usa también en forma peyorativa para nombrar al
sexo poco osado o aburrido. El sexo vainilla no
tiene en cuenta la riqueza de opciones eróticas existentes y repite, una y otra
vez, las mismas formas de acercamiento y relación: iniciativa
masculina, breve juego previo, prioridad a la penetración y final sin
fanfarrias.
El
doctor Ghedin comenta que en las consultas sexológicas las
parejas suelen rememorar con nostalgia y resignación aquellos tiempos idos (que
coinciden, por supuesto, con los inicios del vínculo) en los que el sexo era
más espontáneo y pasional, y lamentan que aquellos despampanantes encuentros
íntimos se hayan convertido con el tiempo en un trámite esquemático y
aburrido. “Cuando éramos novios apenas nos tocábamos y ya estábamos
calientes”, “nos pasábamos horas teniendo sexo”, “hacíamos de todo…”, recuerdan
los pacientes, convencidos de que todo sexo pasado fue mejor. Las
damas suelen ser las que más se quejan de la monotonía en lo que a encuentros
sexuales se refiere, pero no todas reaccionan de la misma manera frente a
los sinsabores del sexo vainilla. Algunas sufren en silencio,
sin animarse a plantear el problema por temor a no ser comprendidas. Otras
justifican su presente desangelado creyendo que “así debe ser”, que
la pasión del comienzo se perdió y sólo queda contentarse con “lo que
hay”. Pero también están aquellas que se resisten a conformarse con con la rutina y
quieren probar los diferentes gustos que el sexo les ofrece.
Décadas atrás era común que las mujeres aceptaran con resignación la rutina
sexual, pero hoy en día las féminas se atreven a reclamar para mantener el sexo vivo. Aceptan que el paso del tiempo y la convivencia van
en detrimento de la pasión y la intensidad, pero también buscan revertir ambos
condicionamientos y convertirlos en experiencia y motores de cambio.
Pero
no son las damas las únicas que reniegan del sexo vainilla: ellas reprochan que
sus hombres se achancharon con el tiempo y ellos remontan el bodrio sexual al
inicio de la relación: “ella siempre fue así”, “no la puedo tocar”,
“no quiere que le haga sexo oral y
ni pensar que me lo haga a mí”, “no sé si alguna vez tuvo un orgasmo”,
lamentan los señores. Los varones se resignan más rápido que las mujeres al
aburrimiento entre las sábanas y se valen de justificaciones que aluden a mitos
de la condición femenina: “las mujeres son menos sexuales que los varones”,
“tuvo una educación muy represiva”, “las mujeres son más pudorosas” o la típica
y arcaica creencia: “no le voy a pedir a mi mujer cosas que haría con una
prostituta”.
Ante este panorama, bastante desolador, se preguntarán ustedes qué hacer para dejar atrás estos encuentros sexuales soporíferos. A no desesperar, mis queridos: para huir del embole que significa consumir el mismo estúpido helado de vainilla por los siglos de los siglos, amén, el doctor Walter Ghedin nos acerca, generosamente, una serie de consejos. Tomen nota.
Consejos para salir del sexo vainilla
* Como en el ejemplo de los helados: hay
que elegir otros gustos. Dejemos
de ir a lo seguro. Sabemos que la vainilla nos gusta o, por lo menos, no nos desagrada. Pero la oferta de
sabores de helado es muy nutrida, y si no nos animamos alguna vez a probar algo diferente, no sabremos cuánto puede complacernos (o no). Los que se resisten a tirarse de cabeza en la merengada de avellanas pueden
arrancar agregándole al tradicional heladito
de vainilla algunas chispas de
chocolate o un puñado de merengue triturado. Y después Dios dirá.
* Intercambiar la toma de iniciativa. Basta de esperar a que sean los señores
quienes den el puntapié inicial en los encuentros sexuales. La opción de alternar la toma de iniciativa e ir
modificando los mensajes eróticos son formas de evitar la monotonía y de dejar
en claro, de una buena vez, que la
apertura de los juegos sexuales no debe estar condicionada jamás por el género.
* Tomarse el tiempo para acariciarse y
sentir al otro. Para que el sexo reverdezca y el encuentro
erótico deje de ser un trámite más o menos engorroso hay suprimir los apurones.
* Recordar que la meta es todo el
encuentro erótico, no la penetración. El
hecho de creer que un encuentro sexual es tal sólo cuando existe penetración
nos ha llevado a perder de vista cuán placentera y maravillosa puede ser la previa, que vale por sí misma como
cruce amoroso.
* Usar estímulos externos: luces, música,
películas eróticas o juguetes sexuales. Vivimos en una época en la que, gracias a Dios, la lencería
sexy, los juguetes sexuales y las películas eróticas están al alcance de
cualquiera. ¡Aprovechémoslos! No desestimemos jamás el potencial revolucionario
de una bombachita de encaje, un juguetito insolente o una película subida de
tono. Saquémosles todo el partido posible a la música y a las luces.
* Introducir gradualmente las novedades. Las
cosas de palacio van despacio. Los
cambios graduales son mucho más fáciles de asimilar.
* Comunicar qué sintió cada uno. Una buena
comunicación es la base del éxito de cualquier relación de pareja. Contémosle a
nuestra media naranja cómo nos
sentimos en nuestra relación sexual, qué nos gustó y qué no, y cuáles son
nuestras expectativas para el próximo tiroteo.
* Potenciar el encuentro siguiente: “ir por más”. Un encuentro erótico satisfactorio no
empieza cuando nos bajamos los calzones. Empieza muchísimo antes. Tengámoslo en
cuenta.
Hasta aquí, mis queridos, todo lo que puedo decirles acerca del sexo vainilla. Espero que les sea útil. Me despido de ustedes con una frase de la escritora, novelista,
traductora y periodista española, Milena Busquets: "Que yo sepa, lo único que no da resaca y que
disipa momentáneamente la muerte -también la vida- es el sexo."
Buenas tardes.
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