jueves, 12 de septiembre de 2013

MISTERIOSA BUENOS AIRES II


MISTERIOSA BUENOS AIRES II

"Bellos son los sepulcros,
el desnudo latín y las trabadas fechas fatales,
la conjunción del mármol y de la flor
y las plazuelas con frescura de patio
y los muchos ayeres de a historia
hoy detenida y única."
Jorge Luis Borges

Hola, mis queridos. Aquí estoy con la segunda entrega de “Misteriosa Buenos Aires”. Disfruten.


-Palacio Barolo (Av. de Mayo 1370, Monserrat)


El Palacio Barolo (también llamado Pasaje Barolo o Galería Barolo) es un edificio ubicado en  Avenida de Mayo 1370, en el barrio de Monserrat. Cuando fue inaugurado, el 7 de julio de 1923, era el edificio más alto de la ciudad. Tiene un hermano gemelo, construido por el mismo arquitecto en Montevideo, el Palacio Salvo.
El arquitecto italiano Mario Palanti construyó este palacio a pedido del empresario textil Luis Barolo, diseñando incluso los elementos de detalle como picaportes, lámparas y jaulas de los ascensores, en un caso de auténtico concepto integral. Todos los materiales decorativos fueron importados, por ejemplo, el mármol de Carrara utilizado para los revestimientos. Su propietario tuvo en mente construirlo para utilizar tres pisos y luego alquilar los demás. El Palacio Barolo posee en la cúspide un faro de  300.000 bujías que se encendía en ocasiones especiales.
El edificio está lleno de analogías y referencias a la Divina Comedia, motivadas por la admiración que su creador profesaba por Dante Alighieri. La división general del Palacio sigue la estructura de la Divina Comedia. El edificio tiene tres partes, al igual que la obra de Dante: Infierno, Purgatorio y Cielo.  El faro representa a los Nueve Coros Angelicales. La estructura tiene 100 metros hasta la punta del faro, mismo número de cantos que tiene la Divina Comedia, y 22 son los pisos, al igual que las estrofas de los versos la obra. Se dice que el plan de Barolo y Palanti era trasladar los restos de Dante al edificio, que funcionaría como mausoleo del gran poeta.
Tanto Mario Palanti como  Luis Barolo pertenecían a la masonería y en el edificio pueden observarse varios elementos masónicos: la letra “A” del ascensor tiene forma de compás; la aguja que marca los pisos es una flor de lis; el contraste del blanco y negro en los pisos que representa la dualidad (la luz y las tinieblas; el bien y el mal; el día y la noche).
Luis Barolo no pudo ver la obra terminada, ya que murió en 1922 a los 52 años, de forma sospechosa. No está claro si fue un suicidio, un envenenamiento o un ataque cardíaco.De acuerdo con el director Sebastián Schindel, quien realizó el documental “El rascacielos latino", el hombre se suicidó no sólo porque no se terminaba el edificio, sino porque desapareció la escultura que representaba a Dante subiendo al cielo que había hecho Palanti. Según Schindel, la estatua podría haber tenido ocultas en su interior las mismísimas cenizas de Dante. La versión surge debido a que Palanti fue a Trieste, Italia, a forjar la escultura. La obra desapareció misteriosamente y años atrás fue hallada en manos de un coleccionista en Mar del Plata, quien se negó a venderla. Su viuda también se negó a hacerlo. Un tiempo después, la escultura fue mutilada y desapareció nuevamente.
Se ha especulado mucho sobre el hecho de que Palanti incluyera un faro tan prominente en la construcción. Muchos historiadores opinan que su finalidad era comunicarse con su edificio gemelo, el Palacio Salvo, en Montevideo. La leyenda cuenta que todos los 4 de junio, de 7:45 a 8:00 PM, la Cruz del Sur está alinea exactamente sobre los faros del Barolo y del Salvo. Hay quienes sostienen que el faro es un pasaje al Paraíso mismo, que se abre en ese intervalo de tiempo, señalando que alrededor del año 1955, un portero del Barolo llamado Remiggio Lattuda subió al faro en el lapso de tiempo antes mencionado y desapareció. Sólo se encontró su ropa. Mucha gente cree que el faro es más que un pasaje. Que cumple la típica función de un faro, pero de manera atípica, ya que no sirve como método de señalización del mar, sino del Mas Allá. Y sostienen  que en el año 2021, el mismísimo Dante descenderá las escaleras del faro, para para buscar a aquellos que merezcan ascender al  Paraíso. 
En el Barolo se escuchan voces misteriosas y se perciben presencias y cambios bruscos de temperatura. Algunas veces los ascensores, antiquísimos, van y vienen solos.


-La Casa de la palmera (Riobamba 144, San Nicolás)

La casa ubicada en  Riobamba 144, en el barrio de San Nicolás, tiene una enorme palmera en su frente, que la cubre casi en su totalidad, por ello es conocida como la casa de la palmera.  Algunas versiones dicen que Julio Cortázar se inspiró en ella para escribir su célebre cuento “Casa Tomada”, aunque los conocedores de la obra del escritor niegan rotundamente esta posibilidad.
La casa de la palmera tiene una tenebrosa historia que comenzó a fines del siglo pasado, cuando una viuda llamada Catalina Espinosa de Galcerán (su esposo, médico, había muerto en 1871 durante la epidemia de fiebre amarilla) compró la casa, construida al estilo de un petit hotel francés. Catalina tenía seis hijos, cinco varones y una mujer.
Dado que la familia era acomodada, los hijos de Catalina pudieron dedicarse a los estudios sin tener que trabajar. Todos obtuvieron títulos universitarios: médico, ingeniero, abogado, escribano y arquitecto. La única mujer, Elisa, era extremadamente religiosa. Iba a misa a diario y asistía a un taller de bíblico que dictaba en la parroquia de Nuestra Señora de Balvanera, a escasas cuadras de su casa. Además, era taquígrafa, y había conseguido un puesto como tal en el Senado de la Nación.
Los cinco varones Galcerán, en cambio, vivían holgadamente de la herencia paterna, sin trabajar, cosa que irritaba a Elisa, aunque no tanto como la vida libertina que llevaban sus hermanos. Cuando Catalina Espinosa de Galcerán murió, ninguno de sus hijos dejó la casa y fue Elisa quien pasó a ocuparse de la administración del hogar, además de trabajar en el Senado. Los hermanos Galcerán amaban mucho a su madre y luego de que ella falleciera, decidieron clausurar su cuarto y conservarlo tal como Catalina lo había dejado.
Los Garcelán solían llevar  mujeres a la casa y, algunas veces, organizaban fiestas que terminaban de madrugada. Elisa se encerraba en su habitación rezando e implorando a Dios que sus hermanos cambiaran de vida.
Años después de la muerte de Catalina, uno de sus hijos murió repentinamente, a causa de un infarto, mientras jugaba al tenis. Elisa decidió clausurar la habitación de su hermano muerto, tal como lo habían hecho con la de su madre, pero no manifestó ninguna muestra de dolor por la pérdida.
Meses después, otro de los hermanos de Elisa falleció en un accidente. Ebrio, cayó al río desde su velero. Su cuarto también fue clausurado. Al año siguiente, otro hermano murió en un accidente automovilístico y la historia se repitió: pocas muestras de dolor por parte de Elisa y cuarto clausurado.
Los dos hermanos restantes seguían con su vida disipada, y fue así como uno de ellos murió en una riña por una mujer de dudosa reputación. Sólo quedaba vivo el médico, que tenía una aventura escandalosa con una de las mucamas de la casa. Bajaba cada noche al cuarto de la sirvienta, ante la ira de Elisa, que desaprobaba su conducta.
Cierta vez, Elisa y su hermano discutieron fuertemente y él hombre le achacó tener algo que ver con la muerte de los cuatro Galcerán fallecidos. Ella le gritó que habían muerto por alejarse de Dios y que bien merecido se lo tenían.
A la mañana siguiente, Elisa denunció a la policía que su hermano yacía muerto junto con la mucama en la habitación de la empleada doméstica. Los investigadores encontraron un brasero en la habitación, cosa que llamó mucho su atención, ya que dormir con uno de ellos en un cuarto cerrado es muy peligroso y Garcelán, que era médico, debía saberlo.
Las sospechas recayeron sobre Elisa, pero no hubo pruebas para acusarla y la investigación se cerró. La mujer despidió a todo el servicio doméstico y vivió absolutamente sola durante muchos años en la casa de la palmera.
Largo tiempo después de la muerte de su último hermano, Elisa faltó reiteradamente a misa, por lo que el párroco decidió ir a verla para constatar que estuviera bien. Al ingresar a la casa, completamente a oscuras, vio la puerta del sótano abierta. El lugar estaba amoblado como un dormitorio y en la cama yacía Elisa, muerta. Todos los muebles de la mujer estaban allí. El resto de la casa era una ruina. Los cuartos clausurados no habían sido abiertos jamás y el polvo y las alimañas se habían acumulado.
Durante muchos años la casa de la palmera estuvo vacía. Hoy funciona allí el Instituto de Pensamiento Socialista Karl Marx (IPS). 
La leyenda cuenta que todo hombre ocioso, libertino y mujeriego experimenta fuertes dolores estomacales cuando ingresa a la casa, síntomas que desembocan  en un cuadro de gastroenteritis o una infección de colon. Así es como el fantasma de Elisa los castiga por su liviandad.


-Edificio Kavanagh (Florida 1065, Retiro)

El Edificio Kavanagh es una torre de departamentos situada en el Nº 1065 de la calle Florida, frente a la Plaza San Martín, en el barrio de Retiro. Inaugurado el 3 de enero de 1936, con sus 120 m fue en su momento el edificio de hormigón armado más alto de Sudamérica y el primer edificio para viviendas de Buenos Aires que contó con equipo de aire acondicionado centralizado provisto por la firma estadounidense Carrier. Cuando aún lo estaban construyendo, se aprovechó su frente para colocar en su parte superior una cruz blanca de varios pisos de altura en adhesión al Congreso Eucarístico Internacional de 1934 celebrado en Buenos Aires. El edificio fue construido por la empresa del Ingeniero Rodolfo Cervini, como lo describe la placa en el frente, a la derecha del portón de entrada.
Según la leyenda, el edificio tiene una historia muy particular. En la década del ‘30, Corina Kavanagh era una hermosa y decidida mujer, proveniente de una familia de nuevos ricos,  ya que por sus venas no corría sangre patricia. La mujer había tenido una historia de amor con un joven de alta alcurnia hijo de Mercedes Castellanos de Anchorena, que se opuso a la relación y logró terminarla.
Dolida y  humillada, Corina llevó a cabo su venganza. Sabía muy bien que lo que desvelaba  a los Anchorena era la construcción de la Basílica del Santísimo Sacramento, hoy un templo abierto a la comunidad pero por aquellos años, un santuario realizado a pedido para que se convirtiera en el sepulcro familiar. Los Anchorena vivían en el palacete que hoy es la Cancillería, justo del otro lado de la Plaza San Martín, pero la intención de Mercedes Castellanos de Anchorena era comprar el lote vacío que estaba justo enfrente a la iglesia, para construir allí su nueva mansión anexada al templo. Corina Kavanagh  compró el solar y ordenó al estudio de los arquitectos Sánchez, Lagos y de La Torre, la construcción de un gran edificio con una sola intención: tapar completamente la vista de la iglesia desde todos los ángulos posibles. Principalmente, desde los ventanales de la mansión de los Anchorena. 
El terreno donde hoy se sitúa el Kavanagh pertenecía al Hotel Plaza y, según el mito urbano, Corina aprovechó un viaje de su archienemiga Anchorena para adelantarse a la compra del lugar. Cuentan que para pagarlo vendió tres estancias que poseía en Venado Tuerto. 
El objetivo de Corina fue estrictamente cumplido y su venganza consumada: hoy, para mirar de frente la actual Basílica del Santísimo Sacramento hay que pararse en el pasaje Corina Kavanagh.
Diego Zigiottocargo de un reconocido tour urbano sobre las 100 curiosidades de Buenos Aires, no cree que la rivalidad entre las dos mujeres haya detonado la construcción del edificio. “Mercedes de Anchorena murió en 1920 y Corina Kavanangh ordenó la construcción en el 1934, si fue una revancha, estuvo bastante desfasada”, comenta. Y entonces, ¿por qué la construcción de tan magno edificio en ese lugar? “Creo que fue casualidad, el terreno estaba libre y era ideal hacer una construcción en esa barranca", dice Zigiotto. Pero el mito es más fuerte que cualquier dato histórico.


-Rufina  Cambacérès (Junín 1760, Cementerio de la Recoleta)

Rufina Cambacérès nació el 31 de mayo de 1883 en  Buenos Aires, hija de  Eugenio Cambacérès, autor de "Sin rumbo", y de Luisa Vacich, bailarina austriaca quien  después de enviudar se convirtió en  "amante y madre de un hijo de Hipólito Irigoyen". La joven falleció sin causa concreta el 31 de mayo de 1902, el día que cumplía 19 años, mientras se preparaba para asistir a una función teatral. Su cuerpo fue depositado, en un principio, en la bóveda de la familia Alvear, en el Cementerio de la Recoleta.
Para realizar la la escultura art déco que identifica a la bóveda donde descansa Rufina, coronada con abundantes detalles florales, Luisa Vacich, eligió a Richard Aigner. Se trata de una figura de Rufina en tamaño natural con su mano en el picaporte de la bóveda.
Según el mito, Rufina habría sufrido un ataque de catalepsia, rara enfermedad neurológica que provoca que la persona no presente signos vitales que pudiesen haber sido detectados para la medicina de la época. Edgar Allan Poe habla de esta extraña dolencia en su estremecedor cuento “El entierro prematuro.” Rufina, dada por muerta, habría despertado súbitamente dentro de su ataúd y  muerto de terror y asfixia,  situación que se advirtió cuando los guardianes del cementerio avisaron, luego de algunos días,  que su ataúd se había desplazado. 
Otras versiones aseguran que, en realidad, Rufina no sufría de catalepsia y su féretro fue profanado para robar sus joyas, ya que era costumbre de la época sepultar a los integrantes de las familias pudientes con sus joyas más valiosas. 
Hay varias leyendas urbanas alrededor de la muerte de Rufina. Una de ellas asegura, sin  pruebas que la avalen, que la madre de la chica tenía un amorío con el novio de su hija y loca de celos al saber del inminente enlace de los jóvenes, intentó envenenarla. Por un error de cálculo, la cantidad de veneno que le administró sólo le produjo un profundo sopor temporario. Otra leyenda cuenta  que la madre le suministraba somníferos para poder estar con su amante y que esta vez la dosis habría sido demasiado alta. La última, cuenta que Rufina vaga entre las bóvedas por las noches llorando su suerte.


-Reservito (Av. Tristán Achával Rodríguez 1550, Puerto Madero) 

La Reserva Ecológica de Buenos Aires, también llamada Reserva Ecológica Costanera Sur, es una amplia región silvestre constituida por tierras ganadas al Río de la Plata, cuyo propósito es servir de pulmón verde a la populosa ciudad de Buenos Aires. Según una leyenda urbana bastante difundida, el lugar es el hogar de una misteriosa criatura a la que la criptozoología  (pseudociencia que se ocupa de la búsqueda de animales cuya existencia no ha sido probada) ha otorgado, de acuerdo a su origen geográfico, el nombre de reservito.
Las historias sobre el reservito comenzaron a circular apenas se inauguró el lugar, en 1986. Paseantes y transeúntes afirmaron que fueron acechados y algunas veces atacados por un animal de dimensiones medianas, similar a un perro para algunos,  o una rata enorme para otros. Se dice que esta misteriosa criatura tiene un comportamiento altamente territorial y bastante agresivo con los seres humanos, por lo que, ante su aparición, la mejor opción es la huida.
Algunas fuentes aseguran que el reservito es en realidad un coipo, mamífero que vive en las costas del río y que guarda un parecido importante con la nutria, aunque es de mayor tamaño.  Sin embargo, esta teoría no explica por qué muchos testigos dicen haber sido hostigados por el animal. Y tampoco concuerdan los tamaños: el coipo es más pequeño que el animal descripto como el reservito.
Las apariciones del reservito se limitan a transeúntes sorprendidos en sus caminatas por la reserva, sin que por ahora ningún ejemplar haya podido ser fotografiado y mucho menos capturado.
Existe una superstición vinculada al reservito: se dice que toparse con él es una promesa de desgracia. Tal afirmación tiene que ver con que la primera persona que declaró haberlo visto falleció en un accidente automovilístico semanas después.

Hasta aquí, amables lectores, este puñado de mitos y leyendas que forman parte de la idiosincrasia de una ciudad tan rica y maravillosa como Buenos Aires. Me despido de ustedes con un poema de Alfonsina Storni:

BUENOS AIRES

Buenos Aires es un hombre
Que tiene grandes las piernas,
Grandes los pies y las manos
Y pequeña la cabeza.

(Gigante que está sentado
Con un río a su derecha,
Los pies monstruosos movibles
Y la mirada en pereza.)

En sus dos ojos, mosaicos
De colores, se reflejan
Las cúpulas y las luces
De ciudades europeas.

Bajo sus pies, todavía
Están calientes las huellas
De los viejos querandíes
De boleadoras y flechas.

Por eso cuando los nervios
Se le ponen en tormenta
Siente que los muertos indios
Se le suben por las piernas.

Choca este soplo que sube
Por sus pies, desde la tierra,
Con el mosaico europeo
Que en los grandes ojos lleva.

Entonces sus duras manos
Se crispan, vacilan, tiemblan,
¡A igual distancia tendidas
De los pies y la cabeza!

Sorda esta lucha por dentro
Le está restando sus fuerzas,
Por eso sus ojos miran
Todavía con pereza.

Pero tras ellos, velados,
Rasguña la inteligencia
Y ya se le agranda el cráneo
Pujando de adentro afuera.

Como de mujer encinta
No fíes en la indolencia
De este hombre que está sentado
Con el Plata a su derecha.

Mira que tiene en la boca
Una sonrisa traviesa,
Y abarca en dos golpes de ojo
Toda la costa de América.

Ponle muy cerca el oído:
Golpeando están sus arterias:
¡Ay, si algún día le crece
Como los pies, la cabeza!


Buenas noches.

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