lunes, 30 de septiembre de 2013

MISTERIOSA BUENOS AIRES IV


MISTERIOSA BUENOS AIRES IV

"Buenos Aires, cual a una querida
si estás lejos mejor hay que amarte,
y decir toda la vida
antes morir que olvidarte."
Manuel Romero

Buenos Aires, la Reina del Plata. Maravillosa ciudad llena de rincones secretos y misteriosos. Pasen y vean.


-Palacio Noel (Suipacha 1422, Retiro)

El Museo Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco se encuentra ubicado en el antiguo Palacio Noel, en Suipacha 1422, barrio de Retiro. Su colección está basada en objetos artísticos y decorativos provenientes de Sudamérica desde el período de dominación colonial hasta la era independiente.
El museo inició su actividad en 1910 gracias al patrimonio formado por una colección privada de Isaac Fernández Blanco, que luego se amplió con las donaciones de varias familias de la aristocracia porteña. En 1922, Fernández Blanco cedió el museo a la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, aunque siguió donando objetos hasta su muerte en 1928.
En 1947 la colección fue mudada al Palacio Noel, sumándose a la del Museo Colonial que ya funcionaba en el lugar. Muchos de los trabajadores del museo aseguran haberse cruzado con espectros, aunque las autoridades del lugar niegan rotundamente esta posibilidad.
El arquitecto e historiador del arte hispanoamericano Martín Noel, que diseñó el edificio neocolonial hispanoamericano que hoy alberga al museo, era hermano de Carlos Noel, el intendente de Buenos Aires entre 1922 y 1927, durante el gobierno de Marcelo Torcuato de Alvear. Por entonces, ambos hermanos vivían en el Palacio Noel. Martín vivía en la parte delantera del edificio, donde hoy se encuentran la boletería, la capilla y las oficinas. Carlos, en el edificio principal con su esposa Mónica de Tezanos Pinto Lloveras y sus hijos Soledad, Carlos y Francisco Noel Tezanos Pinto.
La hija de Carlos Noel, Soledad, murió a los 17 años de tuberculosis, suceso que consta en los antiguos registros parroquiales. Se dice que su espíritu quedó vagando en el Palacio Noel. Vecinos afirmaron haber escuchado lamentos y sollozos durante la noche y ver algunas veces a  una muchacha vestida de blanco caminando por los jardines, cerca del aljibe.
El presidente de los Estados Unidos Herbert Hoober, visitó Buenos Aires en 1928 y fue alojado en el Palacio Noel. Algunos integrantes de su comitiva denunciaron haber visto una figura que se paseaba por los jardines y el presidente se quejó por no poder dormir debido a los lamentos y ruidos de puertas que se escuchaban a la noche.
El poeta Oliverio Girondo y su esposa vivieron en la casa contigua al museo alrededor de 1940 y aseguraron haber visto la presencia de una figura femenina vestida de blanco en los jardines del Palacio Noel.
Otras versiones aseguran que el Palacio Noel estaría embrujado porque allí, en tiempos de la colonia, estaban los terrenos donde una compañía esclavista mantenía a los esclavos que, desesperados, invocaban a sus antepasados. Los fantasmas de estos infelices serían quienes visitan el museo. O, quizás, los de un viejo cementerio que estaba en Juncal entre Carlos Pellegrini y Cerrito (el de los Ingleses Disidentes): cuando mudaron el camposanto, sólo se llevaron las cruces y lápidas, dejando los cuerpos. Las almas, desorientadas, vagarían por el Palacio Noel.
Su directora, Sarita Viña, dice que si hay fantasmas son muy amables, porque jamás la molestaron a ella ni a su personal. 


-El fantasma de Evita (Agüero 2502, Recoleta)

El Palacio Unzué, también conocido como Quinta Unzué, fue la Residencia Presidencial de la República Argentina durante la presidencia de Juan Domingo Perón (1946-1955).  El palacio estaba rodeado por la Avenida Alvear (hoy Del Libertador), Agüero, Las Heras y Austria, el lugar que actualmente ocupa la Biblioteca Nacional. En una habitación del primer piso del Palacio Unzué falleció Eva Perón, el 26 de julio de 1952.
La residencia fue demolida en 1956 con un solo objetivo: impedir que el edificio y sus jardines, que abarcaban un terreno de casi tres manzanas, se convirtieran en un memorial de procesión y veneración para la figura de Evita y la su marido, Juan Perón, derrocado un año antes, por la llamada Revolución Libertadora.
Uno de los mitos porteños más resonantes asegura que en el predio de la Biblioteca Nacional deambula el fantasma de Eva Perón. Los empleados del depósito de libros suelen asegurar que, algunas veces, se escuchan pasos en los corredores, mientras un delicado perfume femenino flota en el aire.


-Los piratas del Riachuelo (Ribera, La Boca)

En 1537, el marino y comerciante genovés León Pancaldo pretendía llegar a Perú con su valiosa carga, vía el Estrecho de Magallanes, pero  una de sus embarcaciones encalló frente a la desembocadura del Riachuelo y se vio obligado a desembarcar en el Puerto de Buenos Aires, en lo que hoy es el barrio porteño de La Boca. Con la excusa de haberle encontrado dos esclavos entre la tripulación, las autoridades decomisaron la mercadería de Pancaldo  y se lo obligó a venderla allí mismo, aunque nunca cobró por ella. La leyenda cuenta que el hombre pudo rescatar lo más preciado de su cargamento y lo enterró en la zona, sin llegar a desenterrarlo jamás. Esta historia del tesoro enterrado derivó en otra  leyenda que sostiene que en cierta ocasión, hace mucho tiempo, pudo verse un barco pirata navegando por las aguas del Riachuelo, e incluso anclando en su antiguo puerto. Y que fueron estos piratas quienes enterraron un magnífico tesoro cuyos espíritus aún custodian. 


-Los niños fantasmas del Barrio Chino (Arribeños 2100, Belgrano)

A inicios de la década del ‘80, muchos inmigrantes taiwaneses comenzaron a llegar al país y a instalarse en el lugar que más tarde se conocería como Barrio Chino. A finales de enero de 1980, llegó de Taiwán un inmigrante aparentemente solo, huyendo de su país, donde era acosado por las deudas. En realidad, el hombre era viudo y padre de unos mellizos de 8 años, varón y mujer, y pensaba viajar con sus hijos a Argentina, aunque sólo tenía dinero para un pasaje de avión.  Por ello, durmió a los mellizos con sedantes y los ocultó en una enorme valija que fue a parar a la bodega del avión. Pero al llegar a destino los niños estaban muertos. Las pequeñas ranuras de ventilación no habían sido suficientes para que respiraran libremente.
El padre de los mellizos no quiso deshacerse de los cadáveres de sus pequeños hijos y durante casi diez años, según consta en algunas actas policiales de fines de los ‘’80, los mantuvo escondidos en una heladera.
En el Barrio Chino nadie quiere salir a la calle después de las 10 PM. La leyenda cuenta que los mellizos suelen recorrer el lugar y que a su paso, los llamadores de ángeles de todos los locales suenan el unísono. Algunos transeúntes desprevenidos, conductores trasnochados o pasajeros de tren los han visto jugando en la zona. 


-El secuestro del cadáver de Doña Inés de Dorrego 
 (Junín 1760, Cementerio de la Recoleta)

La Constitución Argentina dice que para que un hecho sea delito debe existir una ley anterior que así lo establezca. Esta regla fundamental  tambaleó por primera vez cuando la noche del miércoles 24 de agosto de 1881, secuestraron de un lujoso mausoleo de la Recoleta el ataúd de Doña Inés de Dorrego.
El jueves 25 a la mañana, Felisa Dorrego de Miró, la hija de Doña Inés, recibió una carta que la informaba acerca del inusual secuestro y le exigía a la familia un pago de 2.000.000 de pesos por su devolución. A pesar de que se le indicó no involucrar a la policía, Felisa informó a la misma del robo.
Saltaba a la vista que era imposible sacar del cementerio un ataúd grande y voluminoso sin que nadie lo notara, por lo que la policía dedujo que debía estar escondido en algún lugar dentro del cementerio. Efectivamente, una tumba cercana con una cadena rota tenía el féretro de la Sra. Dorrego dentro.
Nueve de los diez secuestradores cayeron presos. Formaban una asociación llamada "Los Caballeros de la Noche", cuya madriguera estaba en el barrio de Belgrano, y era liderada por un tal Alfonso Kerchowen de Peñarada.
Después de varias idas y venidas, la Justicia determinó, dos años después del hecho, que "Los Caballeros de la Noche" no habían cometido delito para la ley argentina. Fueron liberados.
Poco después de este caso se sancionó el Código Penal de 1886, que impuso de dos a seis años de cárcel al que sustrajere un cadáver para hacerse pagar su devolución. Incluyó el delito entre los que dañan la propiedad. Sin embargo, en 1891 se lo consideró entre las extorsiones porque, se dijo, el autor no tiene intención de ser el dueño del cadáver, como pasa con otras agresiones a la propiedad, como el robo, sino que busca servirse de la ocultación o sustracción como un medio de violencia moral para obtener una ventaja económica.
Algo para destacar de la tumba de Doña Inés de Dorrego es la escultura que la remata. Copiada del Cimetière du Père-Lachaise, de París, la estatua presenta al único demonio en el Cementerio de Recoleta. En la escultura, un ángel lleva un alma al cielo mientras pisa fuerte sobre un diablo alado, de cola rizada y tridente.

Hasta aquí, amables lectores, esta nueva entrega de la saga "Misteriosa Buenos Aires". Me despido de ustedes con un pensamiento de Anibal Troilo: "De Buenos Aires tendría que decir muchas cosas... Que es mi vida, que es el tango, que es Gardel, que es la noche... Que es la mujer, el amigo... Tendría que decir muchas cosas y muchas no sabría cómo decirlas... Pero anote esto: agradezco haber nacido en Buenos Aires."

Buenos días.

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